Gracias, Tom

Por: Artemio Payá 

En cuando a hechos luctuosos, no será este año especialmente bueno para los amantes del rock and roll, pero teniendo en cuenta la adoración que sentimos algunos por los sonidos de la época dorada del género y la cantidad de artistas que aún nos rodean, tampoco lo fue el pasado y estamos todos seguros que tampoco los serán los años venideros. En mi caso particular me toca muy especialmente la muerte de Tom Petty, acaecida este pasado lunes al no poder superar un ataque al corazón mientras se encontraba en un descanso poco antes de ponerle un colofón perfecto en New York a la gira de celebración de sus cuarenta años en la música. 

Se dice pronto, son cuatro décadas dedicadas en cuerpo y alma al rock e imposibles de resumir en unas cuantas líneas que no emiten sonidos. Quién se lo iba a decir a un desgarbado rubiales de Florida cuyo objetivo en la vida era ese, pero que en sus inicios no hizo más que darse de bruces con un dictatorial padre mientras soñaba ser como Elvis o los artistas de la "british invasion". Él estaba dispuesto a no cejar en su empeño a pesar de todo y a pesar de que sus diferentes bandas de instituto parecían abocadas como mucho al circuito local. 

Finalmente decide dejar atrás a sus colegas de Mudcrutch y emprender el viaje con un contrato bajo el brazo hacia la soleada California, siguiendo el mismo camino que dos de sus amigos: Bernie Leadon y Don Felder, que se fueron a triunfar con The Eagles. Después de un titubeante inicio de la mano de Denny Cordell vuelve a por sus colegas Benmont Tench y Mike Campbell para grabar su primer disco y ya desde el principio demostró tener un estilo diferente, ahí estaba la influencia de la música sureña, la voz cargada de pop, la pátina sesentera y el adorno nuevaolero que le sirvió de conexión con la juventud. En su debut ya dejaba joyas para el recuerdo, caso de “Breakdown” o la archiconocida “American Girl”. 

No es cuestión ahora de repasar uno a uno sus trabajos a lo largo de sus cuatro décadas en activo, porque nos extenderíamos considerablemente y aunque es cierto que Petty siempre ha estado en el segundo escalón en cuanto a popularidad ha conseguido la difícil empresa de gestionar el mantenerse ahí durante toda su carrera, sin parar de llenar locales de gran aforo por todo Estados Unidos gira tras gira. Una de sus claves desde luego es la unión a su banda de toda la vida, The Heartbreakers, que aunque con altas y bajas ha tenido siempre un esqueleto muy consolidado, e incluso en los peores momentos, con sus álbumes en solitario, decidieron seguir al lado de su “jefe”. 

Otro aspecto importante de la grandeza de este tipo es la elección de las colaboraciones: tanto con sus artistas favoritos a los que prestó banda y canciones (Johnny Cash o Del Shannon) , su turbulenta gira con Bob Dylan, el ma-ra-vi-llo-so invento casi de barbacoa de colegas que fueron los Traveling Wilburys ( junto a George Harrison, Bob Dylan, Roy Orbison y Jeff Lynne ) o sus bien elegidas rachas con diferentes productores: primero Denny Cordell y después Jimmy Iovine, Jeff Lyne o Rick Rubin que supusieron a la larga sabias decisiones para buscar un sonido que nunca desentonara con los gustos de la juventud de cada momento. 

Y qué decir de sus discos, posee una discografía casi inmaculada con hitos como su debut o “Damn the Torpedoes”, el impresionante resurgir con “Full Moon Fever” o “Wildflowers” (ambos firmados en solitario) a los que no les sobra ninguna canción o por ejemplo con álbumes más tardíos considerados menores pero que siguen sonando a gloria. De grandísimo nivel son el infravalorado “She’s the One” o el exquisito exorcismo vital de “Echo”. 

Al final, consiguió cumplir el sueño que perseguía y se pudo permitir lo que le apetecía: giras a su gusto, reunir a su primera banda y grabar dos fenomenales discos junto a ellos, ser la actuación estrella de la Superbowl y tener independencia creativa total sin renunciar a su estatus de artista de culto. 

Lamentablemente este lunes ese corazón que en su logo aparece atravesado por una Gibson Flying V dijo basta, se paró e hizo que durante un rato a todos los que hemos disfrutado millones de veces con su música se nos cortara la respiración. Como dice el topicazo en estas situaciones, él se marcha pero sus canciones se quedan para la eternidad. Gracias por todo, descansa en paz genio.