Koko-Jean & The Tonics: "Shaken & Stirred"


Por: J.J. Caballero

Habría tanto que contar sobre los temas y sonidos que subyacen en un disco tan tremebundo como este “Shaken and stirred”, que tal vez afirmar que su máxima responsable es uno de los nombres esenciales de esa especie de movimiento que, alentado por la tradición de la música negra, convierte a Barcelona en el centro neurálgico del nuevo blues, o el neo-soul, o el renovado corazón de una parte fundamental de la historia de la música. La enorme Koko-Jean, ex componente de los no menos imprescindibles The Excitements, asociada ahora a unos músicos superdotados agrupados bajo el nombre de The Tonics, redondea el trabajo realizado en los EPs previos con una colección de temas demoledores y llenos de la esencia y el alma que necesitan para impresionarnos. 

Hay, como no podría ser de otra forma, un mimo por preservar el aroma de las fuentes originales; la de la brisa de New Orleans y el magisterio de nombres básicos como Allen Toussaint en el tema homónimo o en “All night long”; la del sudor y la sangre del blues inundado de ritmo en “Driving wheel”; la tonada reivindicativa, usada como excusa perfecta para que “Movin’ on” (glorioso hammond, por cierto) sea un anacrónico himno contra la guerra de Vietnam y los derechos raciales basada en unos versos del activista Langston Hugues; incluso para inmiscuirse en el africanismo, en este caso barnizado de funk y góspel, todo en uno, en la arrebatadora “Pattin’ Juba”. Los ancestros sonoros podrían extenderse hasta el rock duro –oscuro de piel, claro- de la setentera “What you mean to me” o a la inclinación de cabeza ante la figura totémica de Bo Diddley en “Turn on your love lights”. Declaraciones de principios y declamaciones de finales anunciados a bombo y platillo, como otro homenaje nada velado, en este caso al legendario bluesman catalán Amadeus Casas, apoyándose en la armónica de otro que tal, Víctor Puertas, para cantar “Hard to say goodbye”. Por si todo esto no fuera lo suficientemente explícito, recurren al country en la agridulce historia de una chica que no quiere vivir en la ciudad, la que se cuenta en la elocuente “From the country to the city”, se acercan al pop naif de los 60 en “Never said no” y versionan a (oh my God!) Taj Mahal con un “Leaving trunk” que suena igual de antiguo y moderno como cuando la primera vez que se grabó. Nobleza obliga, dirían algunos.

Que en tiempos de pandemia, post pandemia e incertidumbres constantes sigan existiendo bandas que se esfuerzan por preservar unos valores, a menudo confundidos con esa supuesta y temida autenticidad que no se sabe muy bien lo que significa, y por ponerlos en evidencia grabando discos apasionados y apasionantes para hacernos ver, si es que no lo sabíamos ya, que el mundo que nos rodea no es tan mediocre como se empeñan en hacernos creer.