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Marcus Mumford: “(self-titled)”


Por: Javier Capapé

Cuando todos los seguidores de Mumford and Sons esperábamos un disco que los devolviera a la palestra tras el final abrupto del recorrido de "Delta" con la pandemia, su líder, vocalista y compositor se desmarca con un disco en solitario. Inesperado para muchos, ya que la gira de "Delta" podía consagrarles como uno de los grupos más punteros del pop mundial (el folk había ido quedando cada vez más atrás para dar paso a formas mucho más propias de Coldplay), pero lógico para otros, debido a que se estila que el líder de una formación de éxito quiera reivindicar su espacio y dar rienda suelta a sus caprichos en algún momento de su carrera. Yo era de los que pensaba que si Marcus Mumford hacía esto se inclinaría por caminos más alejados de su banda, quizá optando por la electrónica o el nuevo jazz, pero el resultado no dista mucho de lo que hiciera en los últimos álbumes con sus compañeros. Se ha decidido por arreglos más básicos, pero sin desvincularse del folk que recorre el fondo de su obra al fin y al cabo. No por eso este "(self-titled)" no tiene momentos destacables, que muestren las dotes compositivas de este autor, que sí los hay, pero pierde un poco el sentido de apartarse de su grupo si lo que nos ofrece viene a ser demasiado similar, salvo porque aquí dejen de tener espacio los banjos o las mandolinas. Todo se reduce a las guitarras acústicas más cristalinas y a los crescendos explosivos que tiran al pop brillante. También se atreve con algunos dúos, aunque muy discretos y sin sonar a nada realmente nuevo.

"Cannibal" comienza tenue, como queriendo sumergirnos poco a poco en una nueva atmósfera acústica a la par que densa, con ese ritmo rasgando las cuerdas que explota en la parte final en una línea que podría emparentarse hasta con Arcade Fire. La épica tras la cadencia acústica. Con canciones como ésta, que sirven de carta de presentación a "(self-titled)", no se aleja del espíritu de la banda que lidera, tal y como dejaba señalado antes, algo que también ocurre en parte con "Grace", aunque en ésta pueda situarse más a caballo entre el rock americano de Wallflowers y Counting Crows. No desentonaría nada a finales de los noventa. En "Prior warning" parece que hubiera metido mano en la producción Aaron Dessner de The National, logrando un ambiente muy cercano al conseguido con Taylor Swift en su imprescindible "Folklore".

Composiciones como "Better off high" le alejan más claramente de los Mumford and Sons de "Sigh no more", abrazando el pop (e incluso cierta experimentación en su desarrollo final) bajo la batuta de Blake Mills, que ayuda a Mumford en las tareas de producción y composición de todo el álbum. Con Mills intenta dotar a este álbum de una personalidad diferente a la adoptada con su banda, más cruda y personal, ya que en estas canciones se atreve a desnudarse y contarnos sus experiencias con las adicciones y los abusos que sufrió en la infancia, que sobrevuelan en el trasfondo de estos primeros cortes y que ponen de relieve el sufrimiento de nuestro protagonista sin ambages. Marcus Mumford sigue estremeciéndonos con su forma de interpretar, que suena tan desgarrada como siempre, a la par que honesta. Tan en primera persona que era necesario tomar esa distancia con su grupo, aunque eso es lo que se debería esperar siempre de un disco en solitario del líder de cualquier banda, ya que para hacer lo mismo no necesita nadie firmar por separado una colección de canciones.

En "Only child" sí que vuelve el rostro hacia el folk, utilizando los elementos justos para emocionarnos, casi recreando el ambiente de un modesto local de música en vivo donde cabrían desde el folk al jazz y en el que Marcus Mumford brillaría más si cabe. Una tonada sincera, sencilla y absolutamente conmovedora, como si se tratase de una nana. En el lado opuesto, casi en la línea del "Graceland" de Paul Simon o del experimento sudafricano que llevaron a cabo los británicos en 2016 con su EP "Johannesburg", "Dangerous game" se muestra tan dulce como trotona gracias a su rítmica y a los dulces aportes vocales de la norteamericana Clairo, que contrastan con la crudeza de Mumford.

"Better angels" se quiere aproximar a Bon Iver, pero aún siendo menos arriesgado que Vernon, sí que consigue una mezcla interesante entre el pop de masas y la exigencia más experimental del estadounidense. No es que Marcus Mumford haya buscado todas estas referencias señaladas intencionadamente, pero son sin lugar a duda fruto de su búsqueda más allá de los límites de su banda, lo cual no deja de ser desdeñable. Por ello, no creo que haya que echarle en cara estas referencias, sino más bien alabarle el gusto por apreciar las mismas y bañar a su disco de nuevos aromas no tan transitados anteriormente en su exitosa carrera. Eso sí, tampoco hay que preocuparse si los que nos gustan son Mumford and Sons, ya que su peso es el que más inclina la balanza en este trabajo.

Monica Martin imprime suavidad a "Go in light", que destila un suave pop sedoso. Una apuesta segura elegante a la par que fácil de escuchar. Por su parte, "Stonecatcher" es algo más exigente, pero Phoebe Bridgers no se deja notar más allá de unos discretos coros en el estribillo, que no permiten que disfrutemos de todo su potencial. El viaje termina con "How", acompañado de la cantante de country alternativo Brandi Carlile, que le ayuda a redondear una tonada folk a la manera de los mejores bardos. Aquí se respira su espíritu más desnudo, el más cálido y rugoso a la vez, una pequeña exquisitez para acabar con un buen regusto.

Pero entonces, ¿cuál es la verdadera razón de ser de este "(self-titled)"? Porque, como ya he afirmado, aquí no hay grandes diferencias con lo que encontrábamos anteriormente en discos como "Wilder Mind" o "Delta". Quizá en algunos de los temas reseñados se note cierta experimentación, pero en el resultado final queda bastante tapada. Sí que se aleja algo más de los dos primeros discos que lanzara con sus compañeros por la instrumentación, pero sus intenciones van por el mismo camino. Estas canciones podrían entenderse incluso como las maquetas para un nuevo disco de su banda en lugar que un proyecto en solitario más diferenciado. De hecho, la versatilidad de este músico se ve algo limitada en este lanzamiento, centrándose en la fórmula más básica y desnuda de su banda de siempre. Aunque quizá esa no fuera la razón de ser de "(self-titled)" y sea la temática más personal la que haya terminado de desmarcarle de sus compañeros. La necesidad de firmar estos textos en primera persona. Asumir riesgos para un músico no siempre consiste en dar un giro de timón a su sonoridad. Sobre todo si se entiende el riesgo como la capacidad para desnudar el alma y ofrecer unos textos que sí que arrojan valentía por doquier, que sí que nos muestran a un artista "nuevo" y urgente.