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Salvador Sobral: "París, Lisboa"

Por: Javier Capapé 

No relacionar el nombre de Salvador Sobral con Eurovisión es una tarea casi imposible, aunque conforme pasa el tiempo el portugués ha dejado bien constatado que lo suyo fue una rara avis en el festival europeo y que su carrera está bien asentada en un jazz sesudo y con mucha personalidad. Salvador Sobral ha presentado esta primavera, después de su renacer el pasado año tras una delicada operación de corazón, su segundo disco, el excelso "París, Lisboa", en clara alusión a la película de Win Wenders "París, Texas". En este disco el protagonista también recorre un camino de liberación como el personaje principal de la película de culto de 1984 para deshacerse de su bagaje y comenzar un rumbo nuevo. A medio camino entre el pop y el jazz vocal, Sobral reúne una colección de canciones conocidas por muchos de sus seguidores, ya que algunas de ellas fueron presentadas en directo en la gira que este verano y otoño pasados le trajo a nuestro país y en la que dejó bien demostrada su capacidad para deslumbrar, sugerir, provocar y emocionar a partes iguales.

Lo del portugués no es flor de un día. Su pasión por la música y su amor por el arte en mayúsculas es algo que todo aquel que se le acerque descubrirá al instante. Y al igual que ocurre en sus directos, este disco es un claro reflejo de su espíritu inquieto y su entusiasmo, que imprime a fuego en cada una de sus interpretaciones. En "París, Lisboa" sólo encontraremos interpretaciones de calidad y por encima de todo una entrega vocal desmedida por parte de este joven prodigio.

Producidas por el percusionista Joel Silva, las doce canciones del disco trazan un viaje totalmente libre, dejando rienda suelta a la improvisación. Un viaje que transcurre entre las dos ciudades de su título, que han sido clave durante el proceso de gestación del álbum. En éste predominan las canciones cantadas en su lengua natal, pero también encontramos temas en inglés, francés y castellano, en una clara vocación internacional impresa en este trabajo. Desde la percutiva y en la línea del sprechgesang o el spoken word de "180, 181", que funciona como un grito de alarma y atención hacia lo que va a acontecer, hasta el intimismo de "Anda estragar-me os planos", versión de Francisca Cortesao y Afonso Cabral interpretada originalmente por Joana Barra Vaz en el Festival da Canção de 2018, y en la que destaca el sonido de un rajão, instrumento de cuerda tradicional de la isla de Madeira que podría confundirse con un ukelele, "París, Lisboa" recorre una decena de rincones que consiguen ser expresión perfecta de las diversas emociones de nuestro caminar y que invitan a deslizarse por los sugerentes trayectos marcados que van desde el vals parisiene de "La Souffleuse" al pop sugerente de "Playing with the Wind", donde Sobral suena a un híbrido entre Antony Hegarty y Jeff Buckley, sin olvidar que lo suyo es el dominio del jazz vocal, que aquí se viste de muchos colores ayudado también por las colaboraciones. Éstas se dejan caer en "Mano a Mano", una canción que ya presentase en el Festival de Eurovisión de 2018 al que fue en calidad de invitado tras su triunfo el año anterior y que aquí interpreta junto a su admirado músico del Alentejo portugués António Zambujo, y en "Prometo nao Prometer" junto a su hermana Luisa, funcionando a modo de agradecimiento sincero para la que fuera instigadora del definitivo impulso a Salvador para presentarse al famoso festival que sin lugar a dudas le cambió la vida. Esta canción es una composición de Luisa Sobral, como también lo era la premiada "Amar pelos dois", con la que guarda cierto paralelismo ejemplificado en el gusto por lo sencillo para conseguir mayor impacto.

Entre los músicos de sesión principales se encuentran Joel Silva, Leo Aldrey, Júlio Resende y André Rosinha (estos dos últimos acompañaron a Salvador Sobral al piano y contrabajo respectivamente en su gira de 2018 junto al baterista Bruno Pedroso). Su calidad como instrumentistas está lejos de toda duda y son los responsables de ese carácter entre amable y virtuoso que otorgan a cada una de las canciones tejiendo el mejor colchón para que la voz de Salvador baile, juguetee y busque su espacio donde sentirse cómoda para dar lo mejor de sí, como queda demostrado en la implacable "Pressagi"”, un poema de Fernando Pessoa al que Sobral puso música y que testó con éxito frente al público en los diversos festivales por los que desfiló el pasado verano (para mí es claramente la joya del disco), la también conocida por sus seguidores "Cerca del Mar", que ya presentase como single el pasado verano, o la minimalista "Ela disse-me assim", versión de Lupicínio Rodrigues.

También podemos encontrar aires cercanos al pop en "Benjamin", pero sin dejar de lado el toque jazzístico en el piano y la trompeta vocal tan esperada en sus interpretaciones en vivo. La rítmica y fresca "París, Tokyo II", con esa maestría en las teclas, se convierte en un tema adictivo, siendo además una de las tres canciones interpretadas en castellano, como "Grandes Ilusiones", que es iluminada por las cuerdas, convirtiéndose en una alegre canción ligera, pero con el toque vocal tan personal de Sobral, que dibuja bellos giros que se mueven entre el timbre más agudo y el más grave sin resentirse en ningún momento, y es que la voz del joven luso es su mejor arma: dulce, profunda por momentos, totalmente versátil, mostrándole como un portento sonoro gracias a unas cuerdas vocales que hacen mágico cada verso.

"París, Lisboa" es un disco clave en la carrera de Salvador Sobral, y no sólo por ser el primero que publica tras su triunfo eurovisivo, sino por ser también su verdadera puesta de largo tras su nada despreciable debut "Excuse me". Esta vez juega con todas las cartas sobre la mesa, sin guardarse nada, ofreciendo lo mejor de una persona humilde y que a la vez sabe vivir la música, como la vida, con mucho humor y entrega. Sin duda nos ha regalado un disco de los que perdura, como él mismo dice "un álbum que funciona como un renacimiento de luz y frescura", un viaje del que no sólo es el conductor sino también el punto de partida y destino. Relájense y disfruten.