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Leonard Cohen: "Thanks for the Dance"

Por: Àlex Guimerà 

Aún lloramos su muerte, no solo por el vacío que dejó sino por cómo se marchó. Con una vejez prolífica en publicación de álbumes -en sus cinco últimos años publicó tres discos de estudio, uno de descartes y varios directos - y en generosos directos en el que se hacía acompañar de unos músicos titánicos, se nos fue sin apenas hacer ruido ni aviso y con el soberbio "You Want It Darker" bajo el brazo. Un trabajo que fue muy aclamado y en cuyas sesiones de grabación dejó registradas a modo de boceto las voces y el encargo a su primogénito Adam de cómo tenía que dar forma y publicar este "Thank For The Dance", el que hace su decimoquinto álbum de estudio y que significa una maravillosa exhumación artística.

El éxito de este álbum recae en la excelente labor de producción del propio Adam Cohen, quien ayudado por el también canadiense Daniel Lanois (otrora productor de Bob Dylan, U2 o Peter Gabriel), ha estado muy por encima de lo esperado al equipar los cantos de Leonard con una instrumentación delicada, a veces testimonial, rica de detalles y matices, logrando llevar a las canciones hacia una calidad sorprendente.

Para conseguirlo ha sabido rodearse de grandes nombres que han aportado su granito de arena en forma de instrumento o voces. Así se pasean por los surcos gente como Richard Reed (Arcade Fire),  Bryce Dessner (The National) o Beck (a la guitarra y a la "arpa de boca"). También están las voces de Leslie Feist (Social Broken Scene), de nuestra Silvia Pérez Cruz, de Damien Rice o de su amiga personal y habitual de muchos de sus discos, Jennifer Warnes. Otro habitual también del malogrado - en su gloriosa última etapa - es el aragonés Javier Mas, quien con su laúd, mandolina y guitarra tiene gran presencia en el nuevo elepé. Aunque cuando la cosa se pone flamenca quien rasca las seis cuerdas es el granadino Carlos de Jacoba.

Y así fluye el disco, entre unos textos de Cohen que reflexionan sobre la vida y la muerte, a veces con pinceladas de sexualidad, en otras mostrándose espiritual o con recuerdos a sus luchas amorosas. Temas abordados a lo largo de su larga carrera poética pero que ganan enteros con la sabiduría octogenaria.. Abre el fuego la melancólica "Happens to the Heart", de piano ensoñador, justo antes del clasicismo barroco de la mandolina y las cuerdas de "Moving On" que nadan entre los susurros del bardo. Luego  el inquietante bajo de "The Night Of Santiago" (es una adaptación de un texto de "Romancero gitano" de su amado Lorca) deriva en palmadas y guitarra flamenca que parece resucitar al Leonard más pasional. Y qué decir del irresistible vals de ultratumba "Thanks For The Dance" - es evidente que el título hace referencia a su hit "Take This Waltz" - tarareado tras unos celestiales coros. Como para no echarse a llorar...

"It' s Torn", por el contrario, es oscura a la vez que gratificante, diría incluso meditativa;  "The Goal", en cambio, es un breve poema adornado por un frágil piano y unas guitarras que nos recuerdan a las de sus primeros discos; y "Puppets" tiene corte ambiental a la vez que pomposo.  Para la recta final llega la soberbia "The Hills", de la que surge un  ceremonioso sinte y unas voces femeninas ideales para perderse en la eternidad, y "Listen To de Hummingbird", en la que el rapsoda recita sus versos acompañado de un piano testimonial.

Sin duda alguna el álbum es de lo mejor que nos ha dado este año que estamos acabando, no solo por la parte emocional del personaje y de los textos, si no por el envoltorio musical con el que llega, no falto de unas melodías, ambientes y sensibilidad que sólo alguien como el añorado Leonard Cohen es capaz de regalarnos desde el más allá.