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Islandia nunca quema: "Islandia nunca quema"

 

Por: J.J. Caballero

Tienen referencias ilustres, tocan y componen con conocimiento de causa y amplían su bagaje en el estudio con arreglos elegantes y los añadidos justos para ser la nueva comidilla del pop hispano. O al menos, así debería ser. El disco que entregan este año los catalanes Islandia Nunca Muere se baña en las fuentes del pop de grandes hechuras que practicaban los sacrosantos The Go-Betweens (no en vano participaron en el homenaje al desaparecido Grant McLennan e incluso tocaron con el mismísimo Robert Forster), y casi se podría asegurar, de no conocerla, que son de procedencia australiana, porque encontrar la sombra de The Church o bandas semiolvidadas como The Cruel Sea tampoco es idea descabellada. Oíganse “Somos imperfectos” o “Camisa de cuello Mao” para que dicha afirmación quede debidamente certificada. 

Parecen especializarse en ambientes de poso profundo y orillas poco transitadas, que si hiciéramos un símil floral podría describirse como un ambiente primaveral matizado por un viento suave, en este caso de aroma country, tal y como se ve –o mejor dicho, se escucha- en ese velado homenaje al baloncestista “Elgin Baylor”, marcado por esas calmas y puntos álgidos cercanos a la psicodelia que gobiernan el resto de un disco cálido, siempre marcado por las melodías, que dan un valor intrínseco a temas arrebatados y arrebatadores: “Pornografía amateur” o “L’animal”, sin ir más lejos, son piezas de factura estimulante, guitarras entrelazadas y sonido potentísimo. Una suerte de power pop de raíces sixty siempre pendiente de mirar por el retrovisor por si en algún momento pudieran encontrarse con The Sadies y subirlos al vehículo para poder continuar el camino que debieron iniciar juntos. O a Ray Davies portando su guitarra y sus ideas para mezclarlas con las propias de la banda, que lógicamente ha asimilado a la perfección la esencia de los Kinks y la trasladan a un “Ego trip” o a “UTC”, en la que se mezcla con el pop de cámara de The Magnetic Fields o The Divine Comedy. Para que luego los llamen indies con algo más de fundamento.

Sin hacer demasiado ruido, sin querer evitar ser más trascendentes de lo que deberían, pero empezando a recorrer un camino no tan transitado por bandas de su generación e incluso posteriores. Así es como crecen las cosas que acaban siendo grandes, por derecho y por justicia sobre todo. Islandia Nunca Quema no es solo un hecho meteorológicamente irrefutable, sino una realidad sonora físicamente irreprochable.