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Jethro Tull: La finura de un trovador legendario


Teatro Capitol, Madrid. Lunes, 13 Octubre del 2025. 

Texto y fotografías: Fran Llorente

Volvieron por sus fueros el mítico Ian Anderson y compañía, facturando otro recital exquisito, si bien más corto y con un repertorio un poco menos “inspirado” de lo habitual; brillaron como nunca, eso si, los clásicos de siempre, mostrando una finura y una pulcritud dignas de encomio, unas formas musicales de pura excelencia, inasequibles al desaliento e inalcanzables para el común de los mortales… Cuarta incursión de nuestros protagonistas en lo que llevamos de década por estos pagos, donde el líder de Jethro Tull cercano a la temida jubilación, no da su brazo a torcer, y protagoniza otra nueva gira europea en loor de multitudes. A la vejez, viruelas, para alumbrar tres nuevas criaturas en un corto periodo de tiempo. Sus recientes elepés “The Zealot Gene”(2022), “RökFlöte”(2023) y “Curious Rumiant”(2025) ponen de manifiesto que quien tuvo, retuvo, y Ian Anderson no ha perdido en absoluto su capacidad compositiva pese a estar cercano a ser octogenario. Con 78 primaveras a sus curtidas espaldas, se muestra genio y figura hasta la sepultura, demostrando que es una de las grandes figuras de la historia del rock (con mayúsculas).

Arropado por un combo de músicos para frotarse los ojos y las orejas, compuesto por Jack Clark a la guitarra solista (brillante como nunca), David Goodier al bajo (tan solvente como de costumbre), Scott Hammmond a la batería (muy fino e inspirado durante toda la velada) y un algodonoso John O’Hara a los teclados, Ian Anderson dio el do de pecho, sin arriesgar demasiado en composiciones que le cuesten ya interpretar en directo. Él ya se vale solo, tocando la armónica, la mandolina o la guitarra acústica, amén de cantar (todavía bastante bien) y darle duro a su inconfundible flauta travesera.

La función se dividió en dos mitades, como viene siendo habitual, separadas por un pequeño descanso de un cuarto de hora. Pocas sorpresas en el repertorio, pues realizan el mismo guion de canciones en casi todos sus conciertos de esta gira europea. Abren fuego con las súper clásicas y deliciosas: “Someday the sun won’t shine for you”, “Beggar’s farm”, seguidas de unas diamantinas “A song for Jeffrey” y “Thick as a brick” (en versión reducida de unos diez minutos) unas rolas para echar a volar y relamerse como nunca en un trasiego muy luminoso que siguió al ritmo de “Moother Goose” y “Songs from the Wood”, dos caprichos folkies, antes de la arrebatadora “The Navigators”, que nos recordó mucho a la Flotilla pacifista rumbo a Gaza que fue maltratada por el genocida ejército sionista. Es curioso comprobar que esta gira de los Jethro Tull es bastante más políticamente correcta (dentro de lo que cabe) que las precedentes, donde se despachaban a gusto contra la guerra en rutilantes canciones como “Mrs.Tibbet” o “Dark Ages”, que en esta ocasión no interpretaron en directo. Cerraron la primera parte del evento con “Curious Rumiant” (composición que da título a su último plástico) y la sempiterna y primorosa “Bourée in E Menor”” de Juan Sebastián Bach.

Momento propicio para “Visite nuestro Bar”, si hay sed y emolumentos suficientes en la cartera, o echar un pitillo, aquellos que tienen el aciago vicio del fumeteo. Desde esta web recomendamos a nuestros queridos lectores que se quiten de tan funesta costumbre, que quema los pulmones y sobre todo, los bolsillos. Siempre apostaremos por la Salud (con mayúsculas), somos buenos y aplicados ciudadanos (modo ironía ‘on’) y nos gusta hacerle la campaña gratis al Ministerio de Sanidad. Bromas aparte, hace muchos años que Ian Anderson no permite fumar en sus conciertos, especialmente si estos se desarrollan en espacios cerrados. Por algo será…

Tras un breve y merecido descanso, abren la segunda parte con la rutilante y sarcástica “My God”, seguida de tres piezas un poco menos intensas: “The Zealot Gene”, la jocosa “The Donkey and the drum” (que nos gustó mucho) y “Over Jerusalem”, una gema de reciente creación, perteneciente a su último disco, donde Ian Anderson reflexiona sobre el conflicto que se cierne en aquellas tierras: “¿Soy el halcón? ¿Soy la paloma? ¿El buitre se abalanza desde arriba? ¿Soy el dron, dando vueltas altas?, zumbar sintonizados, con ojos de pastel en el cielo… Dioses enojados de retribución, odio sin solución. tribus perdidas, invasores de antaño, aspirando su reclamo de oro espiritual. No hay tiempo para la meditación…”.

Completado el ecuador del recital, llega la versión libre de “Aqualung” (con orquestaciones diversas) que vienen marcándose últimamente, mientras los desheredados del planeta muestran su rostro en la pantalla digital, situada al fondo del escenario, desde la India a Nueva York, pasando por otras grandes urbes planetarias, donde los mendigos viven su miserable existencia. Ya lo afirmaba, con notable rotundidad, el filósofo Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre” y los Jethro Tull lo subrayan en varias de sus ‘amargas’ e irónicas composiciones. Con todo el pescado vendido, un postrero bis: “Lcomotive Breath”, donde permiten al público hacer fotos y grabar videos con sus teléfonos móviles, pone el broche de oro a otra deliciosa actuación de esta banda inmortal. Bravo por su valentía y sobre todo por la finura y calidad musical que son capaces de transmitir en directo.