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Micah P. Hinson: La música como acto de fe


Por: Àlex Fraile. 
Fotografía: Lina Sabria.

El madrileño barrio de Carabanchel intenta huir de la implacable tiranía de las grandes ciudades y de la inevitable gentrificación, siendo incluso calificado por algunos como el Soho de Madrid. Cierto que proliferan los artistas, las galerías de arte y las propuestas "coolturales", pero el barrio sigue latiendo con la calma de antaño. Sentadas en un banco, junto a la terraza del bar La Cuna, dos parejas de ancianos departen a la vieja usanza: con confianza extrema, como los amigos de toda la vida, ajenas a las prisas. Por momentos da la sensación de que el tiempo se ha parado. Otro Madrid es posible. Tras pagar mi té y la tostada de pan con aceite y tomate – aquí no hay aguacate ni demás modernidades – me dirijo a la cita.

Nada más llamar al timbre, compruebo con alivio que no se trataba de una broma. La dirección es la correcta. “Hi amigo. Come on”. La voz suena cálida y acogedora desde el otro lado del interfono. Al salir del ascensor, ahí está él: Micah P. Hinson. Abriendo las puertas de su casa de par en par. Al observar su espigada figura, su forma de vestir con una camiseta vaquera abierta, el pelo largo recogido con una trenza con los laterales de la cabeza rapados, los tatuajes de su cuello que luce con orgullo y que remiten al arte de su pueblo – los Chickasaw – uno se da cuenta de que el músico americano irradia autenticidad. No es simple pose. Basta cruzar un par de palabras con él para comprobar que desprende honestidad por todos sus poros.

Nos recibe en un coqueto apartamento decorado con sumo gusto con dibujos de comic; tablas de skate tuneadas, sombreros texanos con plumas, guitarras, un toca discos y libros, como el que luce en la mesa baja frente a la que nos sentamos. En efecto, antes de llegar a su casa, Micah pasaba el tiempo tranquilo leyendo una versión inglesa antigua y vivida de "Cien años de soledad". Eso, y fumando. Fuma sin parar, pero lo hace a su manera. Con parsimonia y dando caladas a cigarrillos con boquilla. Tal como señala Josh T Pearson al recordar a su amigo Micah en una de las notas de prensa que la promotora compartió antes de la entrevista: “Fue en esta época, o en la siguiente, que lucía boquillas raras y cortas que solo se veían en viejas películas de gánsteres, en los vídeos de la fase budista de Leonard Cohen o en alguna estrella de Hollywood de la época dorada...”


Desde hace un tiempo Micah vive en Madrid. Se instaló aquí principalmente por amor, aunque cierto es que tampoco debe ser fácil vivir en Estados Unidos en los tiempos que corren. “Es la primera vez en mi vida que tomo conciencia de que mi país está en la lista negra de otros países, los cuales avisan a sus ciudadanos de los peligros de ir a Estados Unidos. Es en cierto modo normal porque el gobierno solo está interesado en la destrucción, y desde luego no en la defensa de los Derechos Humanos”, señala con convencimiento. “Para mí es muy extraño porque supuestamente vengo de la tierra de las libertades y oportunidades. Debería sentirme libre de decir lo que me diese la jodida gana, pero me cuestiono si es lo más inteligente y si no debería tener cuidado. El gobierno no está interesado en la distinción solo en la primacía de la raza blanca, de la religión etc.”, completa con cautela. Micah no reniega de su país, pero nunca olvida sus raíces. Es ascendiente de los Chickasaw, una de las cientos sino miles de tribus olvidadas. “En la escuela nos decían incluso que en nuestro país solo había cinco o siete tribus, pero era mentira, solo su realidad, su parte de la historia”, afirma contrariado al recordar incluso que con ocho años en la escuela les obligaban todos los días a honrar la bandera con la mano en el corazón. “¿Un niño de ocho años debe hacer eso? ¡Son mierdas espeluznantes!” 

Micah no rehúye ningún tema y ve con pavor como en muchos lugares el miedo a la inmigración acapara la atención, pero es hora de hablar de música. Hoy mismo se publica el magnífico "The Tomorrow Man" (Ponderosa Music Records, 2025). Una nueva transformación en la carrera de Hinson. Un disco rebosante de melancolía, madurez y donde la voz se sitúa en el centro de todo. El propio Micah señala que ahora tiene la capacidad de escribir canciones con mayor claridad e incluso sabiendo de lo que habla. “Posiblemente una de los temas por los que más me reconocen o más exitosos pueda ser "Beneath the Rose" e incluso hoy en día no tengo la pajarolea idea de qué va. ¡Ni idea! Son todas bonitas palabras, acordes, pero no tengo ni idea de qué va”.

El nuevo disco sigue en cierto modo la senda del anterior – "I Lie to You" – y representa una cierta ruptura con el pasado tal como comenta el propio músico: “Por supuesto, es importante mirar al pasado, pero si ves los discos que hice antes como por ejemplo con The Musicians of the Apocalypse; Presents the Holy Strangers etc. me centraba todo el rato en relaciones y emociones pasadas y al hacerlo no hay manera alguna de encontrar paz. Antes discutía, argumentaba sobre fantasmas, gente fallecida, relaciones rotas”. 

 

Fue criado en la Iglesia de Cristo, bajo el hombro de Jesús y basado en esas creencias tomó sus propias decisiones, lo que le avocó a momentos duros. “Si te fijas en mi obra anterior a "I Lie to You" te das cuenta de que mi destino, el único lugar al que estaba avocado era una enfermería. Estaba tan atrapado en la fórmula de la cristiandad gringa que nada bueno iba a ocurrir fuera de ahí”, indica con una honestidad que congela el alma.

Micah concibe su música como parte de un todo que involucra su vida entera y las decisiones que tomó. "The Tomorrow Man" le ha servido como una segunda oportunidad y para tomar decisiones que sirven para escapar de esa vida pasada. “Es algo rarísimo porque tengo la sensación de que toda mi carrera ha sido una continua huida: escapar de una relación, de las adicciones a las drogas; de Jesucristo … Debe ser tan extraño para la gente escuchar mi música. Se preguntarán, ¿de cuántas cosas debe huir este tipo?”, comenta Micah con sarcasmo y sentido del humor.

En esta línea canciones como "Hallow" abordan esa idea del futuro como forma del pasado y del pasado como forma del futuro. “A fin de cuentas, parece muy humano porque todo el mundo evoluciona. Mi objetivo es acompañar a la gente a medida que ellos mismos evolucionan”, comenta al respecto. En cuanto al primer single del disco: "Oh, Sleepyhead" – un tema que atrapa con esas orquestaciones, el tono crooner y ese in crescendo – representa un punto de inflexión, un inicio, una especie de llamada a las armas, una necesidad de romper con la vida que tenía con su ex mujer y salir de su país. “Fue bello componer esa canción y que sirva para demostrar que no tenemos que estar tristes, aunque esta familia que construimos se derrumbase. Nunca he escrito una canción tan potente como esta”, comenta con entusiasmo.

Otra canción especial es "Think of Me", la cual sobrecoge por su simplicidad y honestidad. La compuso en plena pandemia, cuando todavía vivía en Texas y compaginaba el trabajo diurno en una pizzería y el nocturno en un videoclub, mientras intentaba seguir con su carrera de músico y componer canciones. Las cosas no iban del todo bien, empezó a comerse la cabeza. No tenía discográfica, su agente de contratación no le ayudaba y consideró seriamente volver a los estudios. “Un día al volver del trabajo cogí la guitarra y esta canción me vino de inmediato a la mente. Fue mágico, en menos de una media hora la tenía. Ese tema parecía una canción de amor a la vieja usanza, pero en el fondo no se trata de una canción romántica ya que en algunas líneas hablo de las cosas que me persiguen”, recuerda mientras señala que el amor no arregla todos los problemas. Micah ahuyenta su pasado y no cree del todo en la idea clásica de familia en base a la cual pretendemos que ciertas personas hagan ciertas cosas en cierto modo, para ciertas personas. Sea como sea, "Think of Me" es espiritual y como él mismo señala cargada de emoción y de verdad. 

 

Micah es una caja de sorpresas. Llama la atención el hecho de que a pesar de haberse criado en Texas y dentro de una familia religiosa de joven escuchase más bien a bandas como My Bloody Valentine. “De hecho creo que grupos como Dinosaur Jr. era lo más parecido al country que había escuchado. De joven, la idea de tocar música country, folk era una blasfemia”, comenta con guasa. Sus gustos musicales son muy ecléticos y siente devoción por una banda y un disco que le cambió la vida. El "Time" de la Electric Light Orchestra, que salió en 1981, el año en que nació. “He tenido varias discusiones con amigos y los he animado a que me demuestren que los Beatles son mejores que ELO. ¡Cabrones, demostrádmelo!”, exclama sin parar de reírse. Ahora anda enganchado al directo de Juan Gabriel en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México y le encantan Los Panchos o Roy Orbison, otra influencia. 

Una novedad de este disco es usar por primera vez el click track – un tipo de señal de audio con un ritmo constante – en las grabaciones, lo que permite que todo esté en su tempo y de paso que su voz emocione más que nunca. Un disco grabado en una localidad secreta en el norte de Italia. “Es algo extraño porque en estos momentos toda mi vida gira entorno a Italia. Mi agencia de contratación es italiana, mi productor es italiano, mis músicos son italianos”, bromea al respecto.

Por el camino aborda toda una ristra de cuestiones: la escasa importancia hoy en día de los singles; la inmediatez que rige nuestra sociedad; el modo de entretenimiento de la gente; la industria discográfica y el diabólico rol que juegan plataformas como Spotify. Tras una hora y cuarenta minutos de entrevista apago la grabadora consciente de que ya he molestado lo suficiente. “¡No te preocupes! ¡cuándo quieras la vuelves a encender!”, comenta sabedor de que apagar ese instrumento no es del todo una buena idea. Escuchando a Micah, uno olvida la noción del tiempo y se siente, nunca mejor dicho, como en casa. La charla – al menos para alegría de quién escribe – no está cerca de terminar.

Los temas vuelven a surgir con facilidad: anécdotas con músicos de su generación como Iron & Wine; el formato de conciertos como los Tiny Desk; la importancia de su otra familia: Ponderosa; los conciertos a los que ha acudido recientemente – el día de la entrevista iba a ver a Gogol Bordello y antes vio a la fantástica Lorena Álvarez – o su faceta un tanto olvidada de escritor. En España llegó a publicar un libro con la editorial Alpha Decay, un "You Can Dress Me Up but You Can’t Take Me Out" traducido aquí a las bravas como "No voy a salir de aquí".

Ha pasado otro buen rato – no intenten adivinar cuánto, no acertarán – y es hora de dejar a Micah tranquilo. Como él mismo dice, creer lo que la gente dice de uno puede resultar perverso. Cada cual tendrá su opinión, pero Micha P. Hinson desprende un aura especial, mágica y se esfuerza al máximo para escapar de ese sambenito de persona triste y atormentada. Micah no quiere sentirse solitario. Ya lo podrán comprobar en sus propias carnes cuando escuchen estas nuevas canciones y no se pierdan su mini gira española. Desgraciadamente el Tour europeo solo parará en Sevilla, Madrid – doble pase en La Clamores – y Barcelona. De todas formas, no pasa nada, Hinson es uno de los nuestros. Chokma Micah!