Esta entrevista tuvo lugar detrás de los carteles luminosos de la Gran Vía, a espaldas del culto al comercio que parece haberse adueñado de toda la ciudad. Quique subió por la arteria comercial, pero en un momento dado giró por una calle perpendicular hasta el lugar en el que habíamos quedado. ¡Toda una declaración de intenciones! Vive fuera de la ciudad desde hace mucho tiempo, sin embargo, se sabe todos los trucos, su barrio siempre está presente en los recovecos de sus letras.
Mientras charlábamos en una mesa de la terraza en este mes de octubre que se ha disfrazado de septiembre, un músico callejero, cerca de nosotros, sostenía con su armónica un blues improvisado: qué mejor banda sonora para una entrevista con Quique, en la que el cine además tuvo mucho protagonismo.
El músico madrileño afincado en Cantabria transpira pasión musical casi sin proponérselo, ajeno a cualquier divismo, como si fuera un recién llegado, repartió elogios generosamente entre músicos cercanos y lejanos. Incluso restó importancia al papel que su determinación y talento jugaron a la hora de superar las enormes dificultades que han amenazado la consumación de este disco, cediendo el mérito a sus músicos y técnicos. En “1973”, que publicó hace apenas tres semanas, toma el callejón que va directo al corazón. Esta es la razón de haberse citado con El Giradiscos. ¿Por qué ocultar que es uno de los músicos que más emoción nos suscita? Quique González es parte decisiva de nuestra educación sentimental y musical. A finales de noviembre comienza una gira muy intensa en la que no deja de lado ningún rincón de nuestro país.
Has publicado muchos discos antes que éste, pero, ¿cómo se relaciona un músico con un nuevo lanzamiento, con un recién nacido de solamente unos días? ¿Sigues sintiendo esa presión inconfesable, a fin de cuentas todos sentimos la necesidad de la aprobación ajena?
Quique González: Creo que ahora sé mejor lidiar con ella. Como este disco nos ha costado tanto sacarlo adelante en todos los sentidos, no sólo en cuanto al tiempo, realmente ha sido muy farragoso el proceso, por esta razón me da tanta alegría que el disco esté ya listo y la gente lo esté disfrutando tanto, porque mientras estás metido en el proceso tienes muchas dudas. Lo escucho mucho mientras lo estoy haciendo, pero luego cuando por fin llega la publicación se lo doy a la gente. Estoy muy contento ya que estoy recibiendo los elogios de la gente y de vosotros, los medios musicales, y encuentro que ha merecido la pena.
La gira que has planteado, 22 actuaciones en cuatro meses, 2 conciertos por semana, tan ambiciosa, en plazas grandes y pequeñas, nos lleva a pensar que tienes mucha fe en este disco, ¿no es así? ¡Son muchas fechas! Y eso que tengo entendido que la grabación no fue sencilla, ni mucho menos. Una buena odisea, ¿cómo has sobrevivido como capitán, en el papel de Ulises, y has hecho llegar el disco a buen puerto?
Y respecto a la grabación con Howard, pues a veces ocurre que no conectas con la gente, no nos entendimos ni en lo personal ni en lo profesional. No me había pasado nunca antes con las personas con las que había trabajado. Ha sido algo nuevo para mí, siempre me he entendido con músicos, productores y técnicos, ha habido discrepancias, pero nada más. Ha sido una experiencia nueva para mí. Es como si te entran a robar en casa, es algo así. Pero luego te lo tienes que tomar con deportividad, a veces pasan cosas fuera del guion. Él no era productor sino más bien ingeniero de sonido, eso ha influido mucho. La forma de grabar de Howard no coincidía con la del productor Toni Brunet, ni tampoco con la de los músicos, no nos entendíamos. Había diferencias de criterio. Y faltaba implicación por su parte. Yo tenía la experiencia previa de grabar en EE.UU. con Brad Jones dos discos, y fue maravilloso el trato, yo pensaba que iba ser lo mismo y por eso me desconcertó. Me sentí decepcionado y frustrado. La suerte es que los músicos de mi banda tienen una implicación brutal y una actitud muy buena. A la hora de tener que volver a grabar nos hizo levantar el partido. Sobre todo, gracias al productor Toni Brunet que se encargó de que nos lo tomáramos con normalidad y que volviéramos a retomarlo con la intención de hacerlo todavía mejor.
Me pone muy feliz salir de gira con este disco… Además ha sido tan farragoso que me apetece más aún, juntarme con mis compañeros de banda y tocar esas canciones a las que les hemos dado tantas vueltas.
La confianza en tu banda tiene que ver seguramente en esta gira con tantas fechas cerradas… Para la gira has tenido que afrontar algunas sustituciones.
Q.G.: Edu Olmedo, batería magnífico y persona increíble, ha decidido dejar las giras, ha sido un palo, le ha sustituido “Charly” Arancegui, que grabó conmigo “Avería y redención”; es el único que podía cubrir ese hueco emocional y profesional (ha tocado con Mikel, Iván, Rulo, y ahora con Gorza Urbizu). Eso amortiguó un poco el golpe de la ausencia de Edu. Han sido varios contratiempos difíciles de afrontar, pero eso ha hecho que el disco sea mejor, se ha cocido mejor, a fuego lento, me ha dado la oportunidad de tratar de mejorar las cosas todavía más y creo que lo hemos conseguido. (Javi) Pedreira no va a estar en la gira, al principio íbamos a contar con él para 4 o 5 canciones y después grabó todo el disco. Está metido en varios proyectos que eran incompatibles con la gira. Faltará ese picante, pero lo haremos nosotros (Toni y yo). Toni Brunet con tres notas te mata, puede que no esté tocando durante el transcurso de la canción, pero entra y sucede algo. Estamos acostumbrados a guitarristas muy exhibicionistas, que no siempre están al servicio de la canción.
¿Qué proceso de cambio ha sufrido tu música desde “Sur en el valle”, publicado hace cuatro años?
Q.G.: “Sur en el valle” es un disco cuyas canciones compuse durante la pandemia. Acababa de ser padre, es un disco más difícil, más crudo, de una digestión más larga. En este disco hay cosas que utilizamos en “Sur en el valle”, pero hemos intentado hacer un disco distinto, siempre intento hacer discos distintos entre sí. Las canciones de éste son más luminosas, hay más luz y energía en este disco. “Sur en el valle” es más doloroso. “Sur en el valle” me encanta porque refleja perfectamente el momento en el que yo estaba entonces. Entiendo que guste más “1973”, hay más variedad y luz.
Lo que sigue presente es tu pasión inagotable por el cine. ¿De dónde viene esa afición? El videoclip de “De verdad lo siento” no es un producto audiovisual más, realizado con desgana, te conviertes en intérprete junto a Gorka Urbizu. ¿Por fin has llegado a protagonizar un corto cinematográfico?
Q.G.: Desde pequeño me fascinaban las películas del oeste a media tarde en los canales que había entonces en la televisión pública. Después me atrajo el cine comercial y me encantaba ver “Qué grande es el cine”, el programa de José Luis Garci, donde se hacía un análisis más profundo de las películas de cine clásico y otros géneros. Lo he dicho en muchas entrevistas, he sido un cineasta y guionista frustrado. Las canciones son pequeñas películas de tres minutos, a medida que hago canciones nuevas me interesa más crear imágenes, crípticas y abstractas, me interesa ese lenguaje, introducir fotogramas que dicen cosas, que las canciones no sean tan narrativas, aunque en este disco hay una mezcla entre las narrativas y las visuales. Es mi manera de acercarme al cine, y de satisfacer esa frustración. En una canción me acuerdo de “Calles de fuego”, peli un poco hortera, el tiempo no ha pasado bien por ella, pero me fascinaba de pequeño. Siempre me ha interesado meter actores y actrices en las canciones, a veces es un juego, introducir esas referencias. Están Kris Kristofferson, la película que he citado antes y dos o tres más.
“Descosiendo un milagro” de hecho, es una historia cinematográfica…
Las canciones son pequeñas películas de tres minutos, a medida que hago canciones nuevas me interesa más crear imágenes, crípticas y abstractas, me interesa ese lenguaje, introducir fotogramas que dicen cosas.
La voz de Fabián también está presente, os profesáis una admiración mutua. Además de los “sospechosos habituales” has convocado a César Pop, otra vez para las letras y como instrumentista.
Q.G.: Está presente como instrumentista y firmamos juntos “Cheques falsos” (exclamaciones ante esta extraordinaria canción). Un poco de César Pop es mucho. El sintetizador de “Terciopelo azul” es suyo. Fue idea suya, lo veía clarísimo desde el principio, un sinte tipo “War on Drugs”. En realidad no he recuperado a César, ha estado ahí siempre, desde la época de “Daiquiri Blues”, me ha ayudado a componer un montón de canciones en la parte musical, más que en las letras. En la estructura, es un “maestro de canciones”. En la mayoría de los discos ha intervenido mucho, en este no tanto, me dio una idea extraordinaria para la “reintro” de la canción, hacia la mitad de la canción.
Tienes mucha complicidad con Toni Brunet, qué características reúne como productor para haberle confiado las canciones de 1973. Es indudable que Raúl Bernal ha ganado mucho protagonismo.
Q.G.: Raúl es un regalo, tenerlo en mi banda y como amigo, uno de los mejores amigos de la música. Es un “poetazo”, sus canciones son increíbles, hace unas semanas me pasó seis canciones de lo que será su próximo disco. Es de los autores más brillantes de su generación. Hace algo verdaderamente especial, original y único. Hermoso y oscuro a la vez. En este disco ha estado más presente y ha sido muy importante. Uno de los primeros momentos en los que fui consciente del desencuentro con Howard es cuando éste se empeñó en que Raúl tocara un teclado que ya casi nadie utiliza, el (Yamaha) DX7, y puede que sea el teclado que más odia Raúl. Al principio le hicimos caso, pero en una canción vi a Raúl muy incómodo con el DX 7 y me planté. Mandé a “tomar por culo” el DX 7. Me da igual lo que piense Howard, no puedo soportar que mis músicos lo pasen mal. Esto es algo coral y todo el mundo tiene que sentirse cómodo.
Siempre nos has parecido un “hombre de banda”.
Q.G.: Es que a mí me gustan los músicos y la sensación de que estamos haciendo algo en común. Sentir que cada uno de todos los que estamos en una habitación grabando aporta su granito de arena o su montaña. Que sea un trabajo en equipo, no soporto que dos miembros de mi banda se lleven mal. A mí me importa mucho que mis músicos se sientan bien y que habiten la casa.
Respecto a Toni, él trata de huir de lo estándar, aunque sabe hacerlo, él siempre se reta y me reta en las canciones. Me interesa mucho eso, es un compañero generoso. Este disco lo ha salvado él. Yo lo tenía que pelear hasta el final, él podía haberlo abandonado; en realidad no lo iba a hacer, porque no se lo permite su amor por la música. Ha tenido que trabajar mucho y rascar mucho para arreglar los desastres de Mark Howard y lo que él no había hecho. Por otro lado es un guitarrista que solo necesita tres notas para romperte el corazón. Le gusta el minimalismo y la concreción, “menos es más” aunque él dice que no es así. Con poco que toque es mucho, tiene muchísima imaginación, y aparte es un tipo que ama las canciones. La gente no lo sabe pero tiene un disco increíble, la gente va a flipar con el disco que ha hecho. Original, personal, y conmovedor, le admiro mucho como compañero musical y amigo. Mira, el otro día vino a tocar varias cosas de la promo. Acudió al programa de Carmona a las 8 de la mañana, y a la SER, pese a que el día anterior había sufrido una operación en su mandíbula que duró 3 horas y media, no le importó venir; es muy generoso.
¿Cómo ha determinado tu vida tu año de nacimiento y la música de esa década, ya sabes, “The Last Waltz” de The Band, “Blood In The Tracks” de Dylan, “Born To Run” de Springsteen?
Q.G.: Los setenta son la época gloriosa de la música, tanto en cuanto al sonido como a la producción conceptual de los discos. Fue una época increíble, que se desvirtuó un poco después en los ochenta, sobre todo, por los sonidos no tan orgánicos como en la década anterior y la entrada de los sintetizadores. Es una época además que todavía está por descubrir, que tiene una identidad muy marcada: entre lo analógico y orgánico, una mezcla muy chula entre lo acústico y lo eléctrico.
¿Has visto “Un completo desconocido”, la película sobre Dylan y su encrucijada ante el folk y la electricidad del rock al abordar el Highway 61?
Hablemos un poco de las canciones que componen “1973”. “Cheques falsos” y “Terciopelo azul” son distintas, enormes, rítmicas, pero a mí me gustan las canciones “de manivela”, las que manejas con un pulso extraordinario. Joder, cómo consigues que no se te vayan de las manos.
Q.G.: Pues el secreto es que esas canciones me gustan mucho como oyente, de siempre. Se me dan mejor que las canciones con más músculo y más rápidas; me gustan mucho las baladas de Joe Henry, de Tom Waits, o las de Keith Richards. Lo otro me gusta, pero hay algo como fan que me pueden en ellas, esas canciones me duelen, me hacen “pupa”, me conmueven, y son las que intento conseguir. Son las que están en la segunda mitad del disco, que grabamos con Howard, eso nos gustó, tenía mucha profundidad, por la forma en la que las grabamos, había menos batería, son más aéreas. No hay un patrón, se mueven en el aire
Esas canciones no quieres que se acaben nunca, y a propósito de esto, otro detalle que tiene relevancia en este disco son esas prórrogas instrumentales, más importantes de lo que parecen.
Q.G.: Sí, no es porque sí, de hecho, tal vez más que en otros discos hemos dejado esos desarrollos instrumentales, sin que nos importe la duración. No fue algo deliberado al principio, entramos en ello gradualmente, nos hemos visto bien, estaban pasando cosas y las hemos alargado como si fuera una banda sonora que acompaña a la canción, estableciendo esa conexión con el cine como comentábamos antes. Eso me interesa mucho. Además todo el mundo ha tocado muy bien, es lo que da el tiempo y el conocimiento, y la conexión que tenemos entre nosotros.
Además todo el mundo ha tocado muy bien, es lo que da el tiempo y el conocimiento, y la conexión que tenemos entre nosotros.
No podemos ignorar un último asunto: la lírica, los textos de las canciones dan cuenta de que estás en un estado de gracia. Nos fascina “petricor”, una palabra que desconocíamos.
Q.G.: Le he echado muchas horas, el hecho de que haya pasado esto con Howard, y nos viéramos obligados a grabar de nuevo la mitad del disco, me ha hecho afinar todavía más, me ha servido para eso. Le he pedido muchos consejos a Raúl (Bernal) con las letras, me fío muchísimo de él, y a Toni también le he consultado. “Petricor” yo también la descubrí recientemente en una página que suelo consultar en la que proponen palabras mágicas y fuera de lo común, y me gustó mucho cómo sonaba y su significado. Muchas gracias por apreciarlo.
Gracias por tu generosidad y tu tiempo, Quique.
Q.G.: Gracias a ti.
Antes de despedirnos seguimos hablando de música con nuestro ídolo. Su cortesía nos ha emocionado, y como prueba de ello nos regala una recomendación. No dejéis de escuchar el triple disco que Jeff Tweedy publicó en septiembre: “Twilight Override”. Le haremos caso sin dudarlo, y nos volveremos a ver muy pronto, nosotros en la pista y él en el escenario.



