The Black Crowes: “Happiness Bastards”


Por: Àlex Guimerà

Muchas cosas han pasado tras su anterior álbum, "Before the Frost...Until the Freeze" (2008). Demasiado tiempo y demasiadas trifulcas para una banda que a principios de los noventa se suponía que había venido a salvar el rock. Desfasados respecto a la música rock de su tiempo (shoegaze, grunge, brit pop,....), recuperaban los sonidos añejos de los setenta, especialmente del rock sureño, y el legado de sus admirados Rolling Stones. Con una trilogía inicial impagable -"Shake Your Money Maker" (90), "The Southern Harmony And Musical Companion" (92) y "Hamorica" (94) - dejaron una marca propia en el panorama musical y una legión de fans para la posteridad. Con sus continuaciones, siendo algo irregulares, mantuvieron cierto pulso. Sin embargo, los problemas internos y la compleja relación entre sus líderes, los hermanos Robinson, Rich y Chris, marcaron un punto y aparte discográfico en aquel lejano año 2008 que hasta la fecha no ha tenido continuidad en forma de trabajo de estudio.

Entre medio, intentos de reuniones, giras interrumpidas, músicos saliendo del combo rebotados, discos en directo, reediciones discográficas para coleccionistas y una larga gira de conmemoración del "Shake Your Money Maker" que arrancó en 2019 y que pasó por nuestras ciudades el año pasado demostrando que que la banda aún conservaba músculo, si bien es cierto que de la formación inicial ya sólo quedan la voz de Chris y la guitarra de Rich (el bajista Sven Pipien está con ellos desde 1997), cuyos vínculos personales difieren mucho de la conexión artística que ambos logran cuando se lo toman en serio.

Y parece que con este nuevo trabajo la formación ha buscado refrescar su sonido bajo la producción de Jay Joyce (también de Wallflowers, John Hiatt o Crowded House), cuando entraron a estudio a dar forma las diez nuevas canciones que tiran hacia el lado más salvaje del rock. Por si había alguna duda de ello, desde el mismo arranque del disco nos encontramos con el riff pantanoso de una "Beside Manners" que lleva coros y unos bonitos teclados. Tras aquella, "Rats And Clowns" continúa con la tralla eléctrica a través de otro riff que parece robado a los mismísimos ZZ Top.

Si el blues hace acto de presencia con "Wanting And Waiting", el soul lo hace mediante el baladón, interpretado a dos voces con Lainey Wilson, una de las cantautoras emergentes del sonido Nashville. "Dirty Cold Sun" y "Flesh Bound" llevan esa etiqueta de los Aerosmith clásicos, y "Bleed It Dry" quizás sea más "stoniana" mientras que "Kindred Friend" cierra el paquete balanceándose al son de un dulce piano, una harmónica, solos de guitarra y la voz de Chris. Bonito cierre.

Tras las debidas y atentas escuchas... ¿Podemos afirmar que se trata de un buen regreso? A nuestro humilde entender, por descontado. La banda ha sabido jugar bien sus armas, explotando su talento para el rock sureño en un disco que trae un poquito de todo y bien hecho. Quizás nos queda aquello de que podrían haber hecho mucho más, eso sí. Para neófitos les diría que se olviden y vayan directamente a su trilogía de primera mitad de los noventa; para los fans de los de Georgia que no se lo piensen y que abracen esta "felicidad bastarda" ya que recuperarán viejas sensaciones. El mundo cambia pero el rock resiste y persiste.