Entrevista: José Ignacio Lapido


“En mis canciones planteo dudas con acompañamiento eléctrico” 

Por: Javier González 
Fotografías: Nacho García González

José Ignacio Lapido nunca defrauda. Ahí está su extensa discografía para mostrar lo que muchos defendemos con pasión: El granadino es actualmente el letrista más en forma de nuestro rock, no nos cabe la menor duda. Disco a disco y composición a composición se encarga de mostrarnos que cada una de sus dudas, hechas canción, se sustentan gracias a la certeza del artesano, aquel que ha moldeado la materia prima original hasta convertirla en una nueva obra de arte, otra más en su más que dilatada carrera. 

En esta ocasión vuelve con “A Primera Sangre”, una esmerada colección de temas “lapidarios”, repletos de dulces trampas y un amplio abanico de matices, que no hacen más que mostrarnos la capacidad de José Ignacio para sorprender al oyente con su inabarcable catálogo de ases bajo la manga, elementos que de nuevo harán las delicias de los fieles seguidores del maestro, al que tras tantos años de silencio en su carrera solista había más ganas que nunca de hincarle el diente musicalmente hablando.

Nos ponemos en contacto con José Ignacio Lapido, el tipo que un día sin mayor pretensión nos voló la cabeza. El mismo hacia el que profesamos una admiración reverencial. El único artista que al pensarle nos hace evocar los Evangelios: “Señor no soy digno que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Palabras de mito, palabras de Lapido

Nueve discos en solitario y casi un cuarto de siglo después de lanzarte a la aventura de cantar y contarnos tus historias. Has vivido períodos de incertidumbre y otros momentos más dulces en tu trayectoria, llegado este momento. ¿Te sientes un superviviente o un guerrero de la palabra y las seis cuerdas?

Lapido: Vaya alternativa que me planteas… Parece un spin off de “The Last of Us”. Te puedo decir que voy capeando el temporal conforme llegan las tormentas, pero no está mal quitarle un poco esa pátina de heroísmo que nuestro oficio puede tener de cara al exterior. Sólo soy un músico profesional que se dedica a componer, a grabar y a tocar. En España, eso ya es un gran logro, sobre todo si llevas cuarenta años en el gremio, como es mi caso. Y cuando te dedicas a esto ya sabes que vas a tener unos pocos periodos de bonanza y largas temporadas de vacas flacas. Ser artista del alambre está bien pero no todo el tiempo. Llegados a una edad, esa incertidumbre no es del gusto de nadie. El estoicismo ayuda. Ya sabes eso de “la felicidad no consiste en desear cosas sino en ser libre”. Y sin embargo todavía conservas ases en la manga y la capacidad de sorprender a tu público, haciéndolo desde el mismo título. 

El álbum se llama “A Primera Sangre”, una referencia que hasta ahora creo que es novedosa en tu trayectoria. ¿Por qué motivo decidiste utilizarla? 

Lapido: Que yo sepa, la expresión viene del mundo de los duelos. Me gustó desde la primera vez que la leí porque tiene ese carácter polisémico que busco para los títulos de mis discos. Los duelos pueden ser “a muerte” o “a primera sangre”, que son los que terminan cuando uno de los dos contendientes es herido, aunque sea levemente. Buscando el título, me di cuenta de que para terminar estas canciones no me había tenido que desangrar anímicamente como en otras ocasiones, y que todo había sido más fácil. Desde la composición de las canciones a la grabación. Esta vez no he tenido que morir en el intento.

¿De qué tiene que protegerse José Ignacio Lapido? ¿A qué le atacaría con ganas? 

Lapido: Desde muy joven tengo visión de rayos x para detectar horteradas. Eso me ha servido mucho en estos tiempos en los que el blanqueamiento de la horterada de toda la vida es una constante que llega por tierra, mar y aire. Vivimos tiempos de chándal y ripios, y todos corremos el peligro de contagiarnos. Esto es como la película aquella de Don Siegel, “La invasión de los ladrones de cuerpos”. Como no estés alerta te conviertes en uno de ellos. 

De la producción se encarga el gran Raúl Bernal, un tipo con un bagaje espectacular y uno de tus hombres fuertes desde hace años, por si alguien no le conoce. ¿Qué podemos decir de Raúl que no hayamos dicho ya? ¿Qué te aporta su sabia visión y sapiencia? 

Lapido: ¿Que no hayamos dicho ya?... Pues voy a decir algo que ya he dicho muchas veces: Raúl es un tipo con un grandísimo talento musical ¡y literario! Es paciente, sabe escuchar y sabe meterse en la piel del artista que va a producir. Pero lo más importante: Raúl es mi amigo. Pero, claro, tú no te llevas a un amigo para que te produzca el disco por el hecho de ser tu amigo, sino porque confías en que te dé la perspectiva necesaria para darle forma a tus nuevas canciones. Raúl me ha animado a enfrentarme a estas canciones, me lo ha puesto todo más fácil y se ha encargado de que la grabación discurriera de la forma más placentera posible. En esto han ayudado también los músicos. Aparte de Raúl con las teclas, Popi González con la batería y Jacinto Ríos con el bajo han derrochado talento y generosidad. La labor de técnica a cargo de Carlos Díaz en sus estudios ha sido también fundamental. 

Llevo años siguiendo tu trayectoria solista, plagada de grandes discos y canciones, pero escuchando este “A Primera Sangre” muchas veces, con cascos para no perder ni un solo detalle. ¿Crees que estamos ante tu mejor trabajo en solitario? O en su defecto, el que más pequeños detalles esconde para bien del conjunto. 

Lapido: Decir de un álbum recién sacado que es tu mejor obra hasta la fecha es un clásico en la promoción de discos. En el cine pasa lo mismo. Oye a los directores y a los actores cuando estrenan película y hay que promocionarla: “Esto es lo mejor que he hecho nunca”, etc. Luego, cuando hacen la siguiente, ya empiezan a decir que no quedaron muy contentos con su anterior obra y toda esa mierda. Que si el productor era un cabrón o que el director no entendió el mensaje subliminal del guion. Normalmente son comedias perfectamente olvidables. Yo no voy a caer en eso. Los discos necesitan tiempo para ser valorados en su justa medida. Pero sí te diré una cosa totalmente cierta: este disco es el que más he escuchado, con diferencia, después de haberlo grabado. Y lo escucho con gusto, sin esa agonía con la que he escuchado otros anteriores. Sin falsa modestia, ¿puedo decir que es un disco cojonudo? 

Por cierto, ¿has vuelto a escribir los textos en los últimos quince días de la grabación? ¿Cómo pueden tener tanta calidad siendo escritos casi contra las cuerdas?

Lapido: No, no… Esta vez no. Ha sido todo un acontecimiento. Es la primera grabación en la que he aparecido en el estudio con todas las letras acabadas, al menos en un 90%. A falta de retocar alguna rima o cambiar algún verso, las letras estaban escritas. Iba levitando por el estudio, sin ese peso en mi conciencia que me hacía no disfrutar del proceso de grabación. Las letras siempre han sido un motivo de sufrimiento a la hora de acabarlas. Nunca das con la palabra adecuada para finalizar una estrofa. Esta vez, desde que le canté por primera vez las canciones a Raúl, prácticamente todas las tenía listas. No sabes qué tranquilidad da eso. Las letras hacen que una melodía y un ritmo se conviertan en canción. Y si das con las palabras y las rimas adecuadas te puedes dar con un canto en los dientes. Mira mi paleta rota. (Risas) 

En “De Cuando no había Nacido” cantas que “todo es igual aunque parezca distinto”. ¿Qué podemos hacer para luchar contra la gran farsa en que vivimos instalados? 

Lapido: Mi querencia por la historia me ha llevado a leer libros sobre la vida cotidiana en distintas épocas del pasado. Y si quitamos lo anecdótico y lo superficial, la vida es muy parecida desde los asirios a nuestros días. Unas sociedades más agrícolas, otras más tecnológicas. Pero lo básico, el tener que ganarse la vida, la lucha por el poder, tener que comer y reproducirse, sigue siendo igual desde el inicio de los tiempos. Todas las generaciones piensan que su época es totalmente nueva y no es así. Para empezar, los sentimientos son los mismos. La piedad, la ternura, la codicia o la crueldad. Hace 3.000 años existían y existen ahora. En cualquier caso, y abusando de tu generosidad, he de decir que ni en mis letras ni en la vida real se me ocurriría aconsejar a nadie sobre cuál es la causa justa por la que luchar, cuál es el camino correcto o cuál es el equivocado. Intenciones moralizantes, cero. ¿Cuánto bosques se han talado para editar los miles de libros de autoayuda que hay en el mercado? Una autentica pena y una pérdida de tiempo. Cada uno debe encontrar sus respuestas y cada uno debe hacerse sus preguntas, que es lo que hago yo en mis canciones: plantear dudas con acompañamiento eléctrico detrás. 

Me ha flipado “Nadie en su Sano Juicio”, donde repartes a diestro y siniestro, con referencia a “La Neurastenia” de Los Salvajes incluido… ¿Cómo de a gusto se queda uno al hacer una canción así donde radiografías a la sociedad, a los políticos e incluso a las fuerzas vivas? 

Lapido: Las referencias a músicos a los que admiro en mis canciones es una costumbre que empecé hace muchos años. Seguro que se me olvida alguno, pero por mis letras han aparecido nombres como Muddy Waters, Elmore James, Howlin’Wolf, Little Willie John, Jimi Hendrix… son pequeños homenajes. Los Salvajes, que aparecen en este tema que me mencionas, fueron fundamentales para mi cuando era muy joven. Sus adaptaciones de canciones de los Stones eran fabulosas y las suyas propias, también. En cualquier caso, esta canción es como un paseo por la fina línea que separa la cordura y la locura de la mano de la ironía y el sarcasmo.
 
¿Qué o quién le genera a Lapido “Malos Pensamientos"? Por cierto, pedazo de canción… 

Lapido: Muchas gracias. Es un blues con un sonido muy añejo. Me encanta. Al componerla me rondaban dos nombres en la cabeza, Otis Rush y Big Mama Thorton. La letra está hecha en el estilo de las viejas letras de blues, donde se mezclan consideraciones profanas y religiosas. El viejo tema del deseo y del pecado. Por ejemplo, “My Babe,” la famosa canción que popularizó Little Walter y que escribió Wllie Dixon. En sus orígenes era una canción de iglesia que se llamaba “This Train”, creo que la cantaba Sister Rossetta Tharpe. Dixon cambió las metáforas sobre la salvación y el Cielo por otras más carnales. Aquí hago lo mismo. 

Otros caramelitos son “Antes de que Acabe el Día”, un corte de ritmo optimista, y “Creo que me he perdido Algo”, donde pones en una balanza aspectos positivos de la vida y frente a ellas parte de la locura del día a día y del destino. ¿Qué opinión te parece este mundo de locos que se nos está quedando?

Lapido: Yo creo que los australopitecos pensaban lo mismo cuando se despertaban en su cueva y no tenían nada que echarse a la boca: “vaya mierda de mundo”. Pero salían a cazar, qué remedio. A nosotros nos pasa lo mismo, encendemos la radio o la televisión y pensamos “vaya mierda de mundo, ¿y qué hacemos? Hacernos un selfie bailando para Tik tok. Exhibicionismo pueril a mayor gloria de la vulgaridad. Ojalá tuviéramos que ir a cazar Mamuts, así nos dejaríamos de gilipolleces. 

“El repertorio de esta gira va a ser imbatible” 

Con el permiso de Ilegales, vuelves a salir de gira con la mejor banda de rock del país: Popi González, Raúl Bernal, Víctor Sánchez y la incorporación de Jacinto Ríos. ¿Cómo te sientes al mirar atrás y a los lados? 

Lapido: Que soy muy afortunado. Mis compañeros derrochan clase y saber hacer. Llevo con ellos muchos años y me han demostrado con creces su fidelidad. Es una verdadera suerte contar con ellos. Los primeros ensayos para la gira ya suenan increíbles. Espero que la gente se anime porque el repertorio va a ser imbatible. 

Te lo he dicho en privado varias veces, de entre las cientos y cientos de entrevistas que he hecho, la única a la que fui temblando y totalmente superado fue a la primera que te hice en los camerinos de “El Sol” hace ya demasiados años. Más tarde descubrimos que eras un tipo afable y de lo más cercano. ¿Por qué crees que la gente tiene esa sensación de que eres extremadamente serio?

Lapido: (Risas) Ya me imagino la escena. Tú pensando que te tenías que enfrentar a un pedazo de cabrón que a lo mejor te echaba a patadas de los camerinos. (Más Risas) No sé qué sensación tiene de mí la gente. Intento ser amable y educado con todo el mundo. Desde que he dejado de fumar soy un pedazo de pan. 

“Tener una industria discográfica potente y saneada es bueno para la música” 

¿No crees que es un insulto a la cultura de este país que nuestro mejor letrista activo se tenga que autoeditar? ¿Crees que algún día dejaremos de ser esta piel de toro cainita y descerebrada? 

Lapido: La autoedición fue la forma que encontré allá por el 2005 para poder seguir en el negocio. Se me habían cerrado todas las puertas de la industria convencional y no tuve más remedio que liarme la manta a la cabeza y tirar para adelante. Si no hubiera contado con la imprescindible y amorosa ayuda de María del Mar González, mi mujer, no habría sido posible, porque ella se encarga de muchas cosas que a mí se me escapan. A lo largo de los años, desde que empecé con esto, he visto caer y desaparecer a muchos de los que no quisieron saber nada de mí cuando lo necesitaba. Ahora ya no necesito a nadie y sigo aquí. Eso no me da ninguna satisfacción, todo lo contrario, porque creo que. Pero una industria con un criterio artístico fundamentado, que es de lo que carece, y por eso su decadencia. 

Llevas bastante tiempo sin salir con una gira programa con banda al completo. ¿Cómo se presenta la misma en un momento tan complicado para el rock de sabor añejo de buena añada como el tuyo? 

Lapido: Pues se presenta complicado. Salir a tocar por salas se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo. Los costes han subido una barbaridad y la afluencia de público, por lo que me cuentan, ha bajado significativamente. La proliferación de festivales tiene sus consecuencias. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Espero que bien y que dé pie a seguir tocando en más sitios. Hace cinco años que no salgo con mi banda al completo, con Raúl, Popi, Víctor y Jacinto. Y todos tenemos muchas ganas. 

El tiempo no está perdonando, poco a poco nos va dejando sin los viejos y grandes referentes. ¿Qué sensación te produce este hecho? ¿Ves un relevo generacional que venga desde el underground?

Lapido: Es una cuestión biológica. Primero murieron todos nuestros ídolos del blues, luego los del rock’n´roll primigenio, los últimos fueron Chuck Berry y Jerry Lee, y ahora están palmando nuestros héroes de los 60 y 70. Wilko no hace mucho; Jeff Beck el otro día, y ayer mismo Gary Rosington y Jim Gordon. El goteo de necrológicas en el rock va a ser continuo porque todos están cumpliendo los 80 y a partir de ahí cualquier día te puede llamar el buen Dios a su lado. ¿El relevo? Pues supongo que en un futuro habrá jóvenes que hereden la colección de discos de sus padres y abuelos y tengan esa necesidad de imitar aquellos viejos sonidos y les surja esa necesidad de gritar unas palabras que ahuyenten su frustración y su furia. Así ha sido y así será. 

¿Qué bandas emergentes de Granada nos recomiendas no perder de vista? 

Lapido: Bueno, no son emergentes, son bandas que tienen ya cierta experiencia y que creo que son muy buenos en lo suyo: Elemento Deserto y The FIxed Trio.

Roger Waters: Adiós, maestro


Palau Sant Jordi, Barcelona. Martes, 21 de marzo del 2023

Por: Àlex Guimerà

Los finales de época siempre son complicados. Y en lo que se refiere a los iconos culturales y en especial del mundo de la música, podemos decir que nos encontramos ante un cierre de una etapa gloriosa e irrepetible. Nuestros ídolos Dylan, McCartney, Van Morrison o Patti Smith ya se encuentran rondando los ochenta, habiéndonos dejado maestros como Bowie, Lou Reed o Leonard Cohen, por decir algunos. Son músicos que irán poco a poco desapareciendo de los escenarios y de las discográficas, por lo que debemos aferrarnos al momento.

Eso fue precisamente lo que sucedió el pasado martes 21 de marzo en el Palau Sant Jordi de Barcelona con el concierto de despedida del alma mater de Pink Floyd, Roger Waters. En su quinta visita a la Ciudad Condal, el fundador de la mítica banda llenó con su "Farewell Tour. This Is Not A Drill" para dejarnos un recuerdo imborrable de su grandilocuencia escénica y su incomparable sonido.

Apareció arropado por una impresionante formación musical en la que destacaban el virtuoso guitarrista Dave Kilminster y uno de nuestros músicos favoritos como es Jonathan Wilson, ambos repartiéndose los roles de David Gilmour con sus solos, efectos de guitarra y voces. Junto a ellos, las dos coristas, saxo, batería, apoyaron al bajista de 79 años quien lució una buena forma impensable a su edad. De nuevo el sonido del show resultaba de última generación y el escenario se conformaba en forma de cruz ubicado en el medio del recinto para que cualquier espectador pudiera ver el concierto en igualdad de condiciones.

Tras ser advertidos por pantallas del tiempo restante para el comienzo, del cierre de los móviles (que nadie hizo caso) y de irnos al bar si no nos gustaban las opiniones vertidas en el directo, el comienzo se basó en las pantallas emitiendo imágenes, sin poder ver la banda cómo interpretaba "Confortabily Numb", antes de que éstas se levantaran y quedaran en suspenso encima de un escenario que mostraba los músicos distribuidos en los distintos extremos y zonas de la cruz. Luego unos y otros se irían rotando a lo largo de todo el concierto por los espacios sin desmerecer con ello su perfecta coordinación musical.

Por si no habíamos tenido suficiente con semejante impacto visual y sonoro, le siguieron "The Happiest Days Of Our Lives" y el himno eterno "Antother Brick In The Wall Part 2", con todo el público coreando en éxtasis. Luego la parte tres del mítico tema de "The Wall" con el septuagenario contagiando su entusiasmo y energía.

Cabe recalcar que el concierto tuvo una alta carga política, ya que nuestro protagonista en los distintos parlamentos que dio y en las imágenes de las pantallas (perfectamente sincronizadas con la música, por cierto) mostró su desacuerdo con el mundo actual en el que vivimos, y que ojalá fuera el desacuerdo de muchos más, recibiendo aplausos a rabiar desde gradas y pista. De hecho criticó las distintas administraciones norteamericanas desde Reagan, pasando por Bush, Obama, Trump y Biden, pidió stop a la guerra de Ucrania, se postuló a favor de los nativos americanos, del pueblo Palestino, de los refugiados, en contra de la industria armamentística, los drones y las cargas policiales, temeroso de la bomba nuclear... y lo planteó en base a su nueva canción "The Bar", invitándonos a debatir, a discutir, a razonar los problemas del mundo como si estuviéramos en un bar tomando algo entre amigos. Eso era, dijo, lo que estábamos haciendo allí las miles de personas congregadas, compartir un bar. Y es lo que hizo interpretando su repertorio en solitario con temas como la propia "The Bar", junto con "The Powers That Be" y "Amused to Death" de sus lejanos álbumes " Radio K.A.O.S." (1987) y "Amused to Death" (1992).

Para la parte musical, en la que la puesta en escena con los cambios de ubicación de los músicos y los trabajados videos la hicieron aún más dinámica, destacó el esperado momento "Wish You Were Here" (disco del 73) con el tema que lo titula tocándolo con la acústica justo delante de nosotros, pero también con "Shine On Your Crazy Diamonds" y "Have A Cigarret", rindiendo homenaje al fundador de los Pink Floyd, el desaparecido Syd Barrett. Para el cierre de la primera parte llegó "Sheep", ese temazo del álbum "Animals" (1977), disco inspirado en el libro "Rebelión en la Granja" de George Orwell. Orwell y su "1984" junto a Aldous Huxley fueron mencionados como visionarios de unas sociedades distópicas que por desgracia se han hecho realidad en parte en nuestros días.

Con una oveja-zeppelin volando por todo el recinto y haciendo giros y piruetas, y la banda metiendo caña entre sintes, guitarrazos y golpetazos de batería, llegó el intermedio. Tras él, una inmejorable reanudación con el triunfalismo de "In The Flesh?", con Roger vestido de dictador y las banderas de los dos martillos ondeando encima del escenario antes de sacar la metralleta y dispararnos sin compasión, mezclado entre sonidos de aviones. La siguieron una coreada "Run Like Hell", también del "The Wall", y la más desconocida "Deja Vú", del notable y más reciente álbum "Is This the Life We Really Want?" (2017). Y el cerdo, ahora sí, sobrevolando nuestras cabezas.

La parte "Dark Side Of The Moon" (este año el disco cumple 50 añazos) nos trajo los ritmos de monedas de "Money", con todo iluminado de verde color billete y Wilson tomando protagonismo a las voces, los pasajes instrumentales sensacionales de "Any Colour You Like", la emotiva "Us And Them" y la parte final "Brain Damage" y "Eclipse", con una gigante pirámide de luces envolviendo el escenario e iluminándose de todos los colores.

Luego, con Waters rodeado de los suyos ante el piano y tras un alargado (e injustamente silbado) speach, brindó con chupitos de Mezcal para escenificar el espíritu del Bar en el que nos encontrábamos. Le siguió el cierre al espectáculo que no pudo ser más emotivo con una alargada "Outside The Wall", tocada con la banda abandonando el escenario y desfilando hacia bastidores. Era el adiós del músico, del mito y de un ser humano cargado de ideas y artífice de algunos de los mejores discos del milenio pasado. ¡Hasta siempre Mr. Waters!

Entrevista: Alondra Galopa


"Nos gustan los contrastes, algo que es evidente en todos nuestros discos"

Por: David Marsé

La melodía y la distorsión. La crudeza y la delicadeza. El dúo Alondra Galopa es una formación que encuentra en la dicotomía su tesoro inspiracional. Con un pie en la electricidad de las fornidas guitarras de Juan A. Salinas y otro en la melódica y dulce voz de Mónica Navarro, su nuevo homónimo disco vuelve a dibujar un paisaje donde los áridos terrenos instrumentales son atravesados con calmadas interpretaciones. A veces intrigantes, otras impulsivas y siempre abrazadas por la melancolía, estas nuevas canciones son el reflejo de un proyecto tan particular como interesante, por ello nos ponemos en contacto con su parte femenina para conocerlo y descubrirlo en profundidad. 

Han pasado cinco años desde vuestro anterior disco, ¿es un tiempo consecuencia de la consabida pandemia o esa demora es el resultado de una mayor elaboración en su contenido 

Mónica Navarro: Evidentemente la pandemia supuso un parón grande en nuestros planes, como para todo el mundo, imagino, pero la verdad, es que se mezcló también con cuestiones personales y familiares, que al final, nos hicieron posponerlo todo hasta que se ha podido.

Sois un dúo compuesto por dos personas provenientes de escenas muy diferentes, ¿Alondra Galopa es el resultado de un punto medio común donde os encontráis o la unión de dos personalidades musicales casi opuestas? 

Mónica Navarro: Al principio seguramente llegábamos a ese punto medio común, quizás porque musicalmente nos conocíamos menos, pero ahora, que nos entendemos bastante bien, unimos nuestras propuestas en una sola. 

Electricidad y melodía, post punk denso y pop, ¿Alondra Galopa se nutre principalmente de elementos opuestos? 

Mónica Navarro:  Totalmente, además, nos gustan los contrastes, y creo que es evidente en todos nuestros discos, con temas que pasan de la oscuridad a la luz en cualquier momento. Un hecho que es el reflejo también del tipo de música que escuchamos en el día a día, lo mismo podemos ir a Fugazi que Belle & Sebastian, Idles, Sonic Youth, Beak, Yo la tengo o por otro lado Deerhunter, Perfume Genius, Real Estate o Sufjan Stevens… 

¿En la escritura de las canciones, hay roles claramente asignados? ¿Cada uno de vosotros representa una de esas dos corrientes que alimenta el proyecto?

Mónica Navarro:  Normalmente Juan Antonio hace todas las guitarras, las rítmicas y melodías iniciales, y a partir de ahí, en su cabeza ya se van dibujando el bajo y la batería. Las letras, melodías de voz y teclados suelen correr a mi cargo, aunque no siempre, muchas letras están hechas entre los dos, o bien por uno u otro. 

Para componer, siempre partís de un aspecto instrumental o a veces es la propia voz, una melodía cantada, la que puede originar una canción? 

Mónica Navarro: Casi siempre solemos partir de una base rítmica de guitarra, y a partir de ahí, hacemos la melodía de la voz y las letras. En ciertas ocasiones han surgido de alguna improvisación grabada de la que ha podido nacer alguna melodía que hemos usado. 

Tengo la sensación que este es el disco en el que plasmáis esa faceta eléctrica de manera más contundente y cruda, ¿eso es algo que se plantea antes de iniciar el proceso de composición? 

Mónica Navarro:  Que va, llegamos de manera natural, no tenemos una idea preconcebida de cómo queremos que sea este disco o el otro, o los temas en concreto, siempre nacen de la sensación que nos aporta cada momento. Conforme iban saliendo las demos de los temas, nos pedían algo más de "gain" en las guitarras y a raíz de esto cohesionamos la producción con un sonido concreto. 

Tu voz es fundamental en este proyecto, sobre todo porque no solo se trata de cantar acompañado de una presencia sonora, sino que se modula y moldea según la canción lo demande, adoptando el rol casi de un instrumento más... 

Mónica Navarro: La versatilidad en mi voz me permite jugar con las melodías en cada tema, pasando del grave al agudo según la canción lo requiera, pero comportándose, como un instrumento, más que como voz principal, empastando con los demás instrumentos. En esta producción cantaba las canciones en varias tomas octavando arriba y abajo para llegar a donde queríamos. 

“Despiértame” es la canción más oscura y cruda del repertorio donde no está presente ese contrapunto más melódico, ¿desde el primer momento tuvisteis claro que debía adoptar esa forma? 

Mónica Navarro:  Realmente con este tema estuvo claro desde el principio, no encajaba el contrapunto pop por ningún lado y tampoco quisimos dárselo, se fue creando así de forma natural. Incluso en la última revisión que hicimos del tema, se le añadió unas guitarras extra que lo hacen aún más inquietante. Probablemente por eso la voz principal en este caso es la masculina, creando un pack completo de graves y oscuridad junto al sintetizador, bajo y guitarra. 

Los textos tienen en común su faceta realista pero abierta a su interpretación y un sentimiento de desamparo y de incertidumbre, ¿el propio sentido musical del proyecto propicia ese tipo de textos? 

Mónica Navarro: De eso se trata, aunque estén escritas desde una vivencia o sensaciones personales, las letras deben estar abiertas a interpretación y por supuesto, que cada persona que lo escuche lo puedo llevar a su terreno. En cuanto a la hora de concebirlas, si el tema está más o menos cerrado, la letra se intenta adaptar a la canción para completar el sentido del tema, pero en general, solemos tratarlas de forma individual. 

Ese sentimiento que late en el disco, ¿es resultado de las sensaciones producidas por la época que estamos pasando o responden a una reflexión más universal… 

Mónica Navarro:  La situación que vivimos durante la pandemia creo que fue algo abrumador para todo el mundo y creó una sensación de incertidumbre y desasosiego generalizados. Sin embargo, nuestros temas se alejaron un poco de ese sentimiento, porque a nivel personal, pasaron cosa en nuestras vidas que influyeron mucho más en nosotros a la hora de componer. 

Además de este EP tenéis pensado sacar otro más adelante que se juntarán para dar forma a un disco completo, ¿desde el primer momento tuvisteis en la mano las composiciones para un disco largo que decidisteis partir en dos o fue al revés ese proceso? 

Mónica Navarro: No, desde el principio íbamos a sacar un Ep, pero todavía había temas y bocetos por terminar y decidimos que podíamos hacer un segundo que sacaríamos algo después, para después juntarlos y editarlos en vinilo. 

Entiendo que ambos discos (cortos) tendrán una identidad identificativa, que posibiliten escucharlos en solitario, pero al mismo tiempo capaz de construir juntos una idea común que dé forma a un álbum... 

Mónica Navarro:  Efectivamente, aunque serán dos trabajos diferentes, seguirán una línea común, de tal forma que se puedan escuchar por separado pero al unirlos, formen un solo álbum. La producción, mezcla y masterización está planeada para que se haga con las mismas manos y esperamos que el próximo EP no sea una reiteración de lo anterior, si no que por el contrario sea un complemento perfecto. 

De hecho cerráis el disco con un “tema” de aspecto casero donde solo se oye una acústica, ¿es solo un cebo advirtiendo que habrá una continuación o nos ofrece alguna pista del sonido que tendrá? 

Mónica Navarro: Como su “título” indica con unos puntos suspensivos. Se deja la puerta abierta al siguiente Ep. En realidad es una melodía de veinte segundos. Y puede que la desarrollemos de alguna manera para Alondra Galopa EP2. Pronto lo sabremos...

Neuronium & Vangelis: "In London (Platinum Edition 2022)"


Txema Mañeru 

¡Fantástica recuperación la de esta colaboración improvisada que tuvo lugar hace 42 años! Parte de lo grabado se conocía por raros piratas, pero no había circulado jamás, como debiera, la grabación completa. Grabación que unió al grupo más famoso en España de música electrónica planeadora, cósmica y ambiental de los ochenta, Neuronium, con el absoluto maestro del género a nivel mundial, Vangelis. También son claros los efluvios que proceden de los sonidos más característicos de los años setenta de otra banda esencial en el género, como son Tangerine Dream

Neuronium lo formaban el belga Michel Huygen y el español Carlos Guirao, pero funcionaron, generalmente, desde aquí, aunque consiguieron salir por Europa y adquirir un relativo prestigio. Creo que debutaron en el 78. “In London (Platinum Edition 2022)" (MIG-Music / Karonte) surgió como una colaboración a trío para un single, pero la magia surgió y el propio Vangelis les dijo que no tocaran nada porque había estado todo en su punto. La buena remasterización y las remezclas de Johannes Scheibenreif hacen que el sonido sea una gozada absoluta para los amantes de este tipo de atmósferas. Todo con los sintetizadores analógicos de la época y con muchos ambientes cercanos al sinfónico. Los fans llevaban años reclamando estas grabaciones y su presión ha conseguido que lo tengamos aquí, porque la publicación anterior oficial, creo que en el 96, tuvo muy poca repercusión. De hecho, lleva también el subtítulo de “The 45th Neuronium Anniversary Edition” y lo tenemos en un cuidado triple digipack. 

Por entonces, Vangelis estaba en lo más alto con su “Chariots Of Fire”, aunque todavía no había llegado su cumbre con “Blade Runner”. Neuronium y Vangelis hasta realizaron un mini-concierto para el programa de TV español Musical Express, presentado por Ángel Casas. Los 20 minutos de "In London" tiene un arranque mágico y reposado muy planeador y vaticina, casi, la próxima aparición de ese maestro “Blade Runner” de Vangelis. Según pasan los minutos va creciendo la intensidad, por momentos, algo que es marca de ambos artistas. El tramo final tira mucho por el lado Vangelis y obras claves del griego (estuvo junto a Demis Roussos en el indispensable grupo de rock progresivo Aphrodite’s Child) como “Spiral” u “Opera Sauvage”. 

La versión "In London (After Hours)" parece mostrar todavía una mayor intensidad final, a pesar de no llegar a los 19 minutos. Finalmente "In London (Radio Edit)" es un buen resumen para pinchar en las radios aunque se pierdan la mayoría de esos ricos crescendos y algunos momentos especialmente melódicos y delicados también. Yo debo reconocer que no conocía la obra y la llevo oyendo bastantes días con sumo gusto. Gran acierto el de su recuperación con estas buenas características.

Los Fusiles: “A Mano Armada”


Por: Txema Mañeru 

Nos encantaron los sevillanos en sus dos flamantes discos anteriores que estuvieron entre los mejores de sus respectivos años para la prestigiosa revista Ruta 66. Volverán a repetir seguro con este “A Mano Armada”, tercer disco y de nuevo para el gran sello Family Spree Recordings. Lo puedes oír, como siempre, y/o comprar en su bandcamp junto a otras golosas referencias cercanas en el tiempo como lo nuevo de Les Envahisseurs, porque también nos traen algunas destacadas propuestas internacionales.

“Victoriosa” nos cautivó con esos ecos a bandas clásicas foráneas como The Clash o The Rolling Stones, pero más aún a bandas de aquí como Burning, Los Enemigos, Silvio, Gabinete Caligari, 091 o los mismísimos Tequila. ¡Buenas referencias, qué carajo! También les gusta el pop francés o propuestas latinas clásicas como Antonio Machín o Los Cinco Latinos, eh. Además, inteligentes letras muy trabajadas de su líder, cantante y guitarrista Pablo Cuevas, al estilo de las de Lapido, Josele Santiago o Fernando Alfaro.

Este año además los catamos en directo en el 3ª Family Spree Party Weekend poniendo el cierre a dicho festival tras compartir escenarios dicho día con Los Paniks y Thee Braindrops. Un excelente colofón a un gran festival en una actuación en la que ya nos adelantaron alguno de los nuevos temas de este tercer LP como ese pegadizo "No Pierdas El Norte".

El nuevo trabajo comienza con las guitarras y el saxo muy Burning de Javi Cambra en un temazo con gancho de puro rock’n’roll como es "A Tumba Abierta". Siguen con la rápida "El Ritual" con unos riffs muy The Clash y Joe Strummer (Pablo le imita hasta en su look, al menos en directo). Luego llega el turno para una preciosa melodía con mucho aire a Los Enemigos. "El Intento" es un excelente medio tiempo marca de la casa y ha sido el otro single previo a la aparición del LP y es más demostrativo del sonido habitual de la pujante banda. Guapo órgano y buenos riffs con una voz, otra vez, muy Josele y un trote exquisito en las guitarras. Luego llega el tema más breve. Un "Capitán" con poco más de 2 minutos y medio y otro rock’n’roll a lo Tequila que te carga las pilas. La cara A se cierra con un precioso lento muy Josele Santiago con unos exquisitos arreglos titulado "Nada Importante". Aquí gozamos del órgano y el Melotrón de Jesús Chávez.

La cara B la abre el tema que fue primer single de adelanto. Un "Que No Se Acabe Nunca" que es el único tema que supera los cinco minutos de duración. Tiene unos guapos aires soul entre Paul Weller y Dexy’s Midnight Runners. Cálidos teclados y logrado estribillo y los destacados coros de Pilar Angulo, también presentes en "La Esquina De Tu Casa". Los arreglos de cuerda de Chávez están también en su punto justo de cocción. Luego tiene unos excelsos punteos con esos aires latinos que también les gustan. Tras él, más riffs pegadizos de rock’n’roll y más aromas a los comienzos de Los Enemigos. Tras ella, la citada "No Pierdas El Norte", un tema contagioso para el directo y que es de los que más nos recuerdan a los mejores Tequila, pero sonando más melódica en la voz al estilo de un siempre presente Josele Santiago. Se van por territorios ska al estilo de The Specials en "La Esquina De Tu Casa". Un pegadizo tema gracias a sus vientos (saxos y trompeta de Cambra), coros y teclados. "No Me Tientes" nos tienta con su ritmo vivo y sus guitarras otra vez mirando a The Clash o 091, también con la buena aportación al órgano de Chávez

Acaban con la magia acústica y la buena historia de "La Maestra". Cuatro minutos con chula armónica de entrada. Pablo canta de miedo y nos encanta su historia entre romántica y nostálgica. Un excelente colofón al que puede que sea el mejor disco de la banda hasta la fecha. Atención especial para la preciosa portada en la que aparecen por primera vez ellos. Portada y arte gráfico diseñado por El Ciento y la foto original capturada por Despeina Dos. ¡Se han despeinado y armadas sus manos para bien!

_Juno: “_BCN747”


Por: Javier Capapé

Zahara y Martí. Martí y Zahara. Nuestros queridos “junitos” han vuelto. Esta vez no han dado la gran sorpresa de la temporada como hicieron cuando decidieron unir sus esfuerzos en un proyecto común al cien por cien Ya sabíamos quiénes formaban este dúo pseudo electrónico que nos cautivó desde una habitación de hotel en el verano de 2020. Esta vez _Juno han decidido salir al exterior. Abrir sus horizontes. Dejar los interiores para dar una oportunidad a las experiencias vividas al aire libre, entre viajes y revueltas. Así nos lo muestra su título “_BCN747”, como si de un vuelo con escalas se tratase. Un vuelo que abre horizontes y despliega las alas de este dúo, de por sí ya muy abierto a todo tipo de experiencias, pero que esta vez nos lo ofrecen a las claras desde su presentación con cámara fotográfica en mano, tal y como vemos en su portada. Esa cámara que registra momentos vitales en nuestro camino. Porque no se trata de una cámara digital, sino de esa réflex que capturaba instantes únicos, con la que nos jugábamos si el enfoque o el encuadre sería el adecuado, pero que realmente nos regalaba la magia del instante capturado no perfecto. El que de verdad se guarda y vale la pena. Adiós a los posados y bienvenida la espontaneidad. Esa puede ser la mejor forma de presentar este disco, con la frescura del momento viajado y vivido, el que saboreamos a placer, de forma instantánea. Sin pose ni artificios.

_BCN747” se abre con una guitarra, como queriendo dejar atrás cierto aire industrial que respiraba su debut, aunque más tarde volverá, inevitablemente. Martí Perarnau IV lleva la batuta con su particular voz, que susurra y se arrastra. Esta vez está mucho más presente en las voces, adelantándose hasta el frente para conducir el timón, dando espacio a Zahara en la retaguardia, entre juguetes y sintes. Los dos son uno, comparten su cuota de protagonismo, ambos en una misma dirección, pero podemos decir, gracias a la continuación del proyecto, que esto, definitivamente, no es un divertimento de la ubetense. Es un combo que funciona a la perfección con el catalán. Una media naranja musical que está desgajando los buenos frutos que desprende la hiperactividad de ambos. Y eso que esta vez, como señalaba al principio, han perdido el factor sorpresa y quizá por eso el disco se tambalee en algunos momentos debido a haber dejado demasiado libres sus impulsos.

Se respira cierta calma, como queriendo imponerse frente a la tempestad del mundo que vivimos, aunque también hay momentos desoladores y una actitud pesimista frente a esta sociedad borracha de capitalismo exacerbado en la que todos estamos implicados. _Juno han tratado de ser críticos con este sistema que nos engulle y oprime, pero a la vez se han dado cuenta de que forman parte del mismo, de que también son responsables de él, como se refleja mucho más gráficamente en uno de los cortes más destacados del disco: “_Anikillación”. La canción emblema del lote, su espíritu particular, que simula el final de los personajes creados por este dúo (representando la globalidad de esta sociedad devoradora) para flotar en un limbo en el que replantearse presente y futuro, en el que volver empezar de nuevo. Porque para renacer hace falta destruir. “_Anikillación” es una llamada de atención necesaria, la crítica constructiva que necesita nuestro mundo de likes y falsedad. Y todo contado sin pelos en la lengua, lanzando estrofas cargadas de realidad a bocajarro. Pero no todo es reflexión y búsqueda de replanteamientos vitales entre estas diez canciones, también hay espacio para el placer de las buenas melodías y del baile como terapia, así podemos encontrar a “_Steffen Berkhahn” como ejemplo de lo primero (con una coda reposada y una melodía conducida por el prophet al más puro estilo del Peter Gabriel de los ochenta) o “_Por algo será” de lo segundo. Esta otra también destacada por fluir en la alternancia vocal de sus estrofas entre el catalán y la andaluza, como pasa en muchas otras canciones del disco, pero logrando un atractivo especial en ésta. Una canción con un ritmo de tecno industrial (como si de unos primerizos Depeche Mode se tratase) urgente, construida desde un sample de Rufus T. Firefly reproducido a la velocidad incorrecta (y prácticamente imposible de identificar).

_La canción que no vas a hacer hoy” fue también el primer y único adelanto de la colección, lanzado a modo de aperitivo tan solo un par de días antes del disco al completo, con la particularidad de que ésta es la canción quizá más alejada del espíritu común del disco. Más cotidiana y más unida a su anterior trabajo o al sonido representado en “Puta”. Es la más pop o directa del conjunto, lo que pudo confundir a alguien si esperaba más de lo mismo en el resto de los capítulos que conforman “_BCN747”. Así, y en contraposición a ésta, podemos encontrar la melancolía de “_La Biblioteca Nacional”, que se mueve entre las teclas y la voz ronca de Martí en una especie de espiral infinita que se reconduce con algo más de color cuando entra Zahara en su segunda parte, o “_Cuando llegué yo ya estaba aquí”, que es un diálogo apocalíptico a dos voces que en su parte central se torna en una especie de banda sonora de misterio con un piano que poco a poco se va desafinando, como si se diluyeran esos cuerpos que van hacia el fin.

No es un disco de digestión fácil (salvo con alguna excepción más suave como “_SCLHR”), pero no por ello deja de ser dulce y maravilloso. Ese espíritu como de fin de una era con cierto toque postapocalíptico se respira también en “_Los Feliz”, que cuenta con un inicio ambient (casi parece tocado por la mano de un Vangelis ensuciado) para transformarse al entrar la voz de Zahara en una especie de canción de cuna cruel, algo que también se percibe en su cierre con “_LHR410”, que nos mece entre la guitarra y el piano con cierta suavidad, como queriendo afrontar con esa serenidad el renacer que demandan estas canciones. La catarsis perseguida por el dúo al darse de bruces con su realidad, que es también la nuestra. Quizá nos quieran decir que esa serenidad y pureza (vestida muchas veces de electrónica minimalista), que predomina en estos casi cuarenta minutos de reflexión con uno mismo, es la que nos salva después del fin. Pero cuando creemos que todo va a acabar, acompañado por la sedosa melodía del último corte del disco, en los segundos finales del viaje, arranca un ritmo dance a modo de “rave infinita” que nos recuerda los contrastes de nuestra vida, simbolizada en el recorrido de esta peculiar pareja desde el interior de la habitación que fue “_BCN626” al exterior del plano secuencia de nuestra nueva vida que es este “_BCN747”.

Still River: “Flow Me”


Por: Kepa Arbizu 

Cuando el cineasta francés Jean-Luc Godard expresó que en el acto creativo más importante que la procedencia de los elementos utilizados era la manera de disponerlos, no hacía sino priorizar, más allá de conocer y manejar con habilidad las referencias con que se trabaja, la capacidad para ser ejecutadas en aras de alcanzar una expresividad particular. Una enseñanza que la banda vizcaína Still River, con su tercer trabajo, materializa en toda su extensión. Porque si bien sus dos antecedentes previos, “DEMO” y “Wood & Wire”, sobre todo este segundo lanzamiento, habían sido todo un despliegue de enseñanzas adquiridas por los diferentes acentos que conviven en el rock sureño, su actual grabación, “Flow Me”, se vale de ese exquisito empleo de ingredientes con el fin de empastarlos hasta quedar admirablemente integrados en un resultado final que, si bien evidencia cuáles son sus orígenes inspiracionales, logra exportar al oyente una imponente identidad propia.

Haciendo caso al título del disco, y tomando alguno de los posibles significados que se pueden extraer de él, ese fluir al que hace referencia perfectamente podría tratarse del común denominador impuesto a lo largo del repertorio entorno a la traslación de un "groove" y una cadencia que impregna todos sus surcos de un dinámico y característico ambiente señalado por el nervio rítmico. No importa la dirección hacia la que señale la brújula estilística encomendada a cada pieza, porque sea cual sea ese punto cardinal termina por desembocar en un escenario de intensas emociones. Consecución que solo puede ser tildada como un rotundo éxito en el que mucho tiene que ver una grabación llevada a cabo casi en directo por una banda por fin constituida de forma estable como quinteto. Convirtiendo su local de ensayo en un estudio donde recoger esa complicidad colectiva, todos los implicados demuestran su condición de protagonistas al mismo tiempo que asimilan con exactitud la función a desplegar dentro de un cuerpo unitario. Prescindiendo esta vez de colaboraciones externas, otrora habituales y considerables en su aportaciones, “Flow Me” se revela como la instantánea de una banda tocada por la suma de talentos individuales pero principalmente por esa especial inspiración que solo anida en la confluencia de caracteres en busca de un bien común.

Por si fueran pocos los alicientes presentados en lo que respecta a su formulación musical, el disco respira bajo un derroche lírico que se transforma en un revulsivo a la hora de articular con versatilidad las contradicciones anímicas que jalonan la existencia. Como en aquella alegoría esgrimida por Platón del carro alado, donde un carruaje era tirado por las dos fuerzas contrapuestas, manifestados en sendos corceles, que suponen el bien y el mal, este disco tiene su motor en esa misma dicotomía, convirtiéndose las escenas de penumbra y aquellas más esperanzadoras en, pese a su antitética naturaleza, el inevitable empuje que marca su recorrido. La vida convertida en un laberinto llamado a ser irremediablemente completado -aunque sepamos dónde desemboca su salida- y que en cada puerta abierta o esquina trazada nos aguarda un imprevisible horizonte al que enfrentarse.

El arranque de “On A Velvet Cloud”, y por extensión del álbum, consiste en un mullido tono de intimista melancolía que sin embargo pronto se tornará, al igual que esos días que comienzan soleados para cerrar su jornada con tormenta, en una de esas sinfonías inspiradas por Quicksilver Messenger Service de tinte sureño y psicodélico con la que avivar todavía más ese perturbador imaginario poético que nos pone en aviso de la gran incógnita existencial. Nobleza obliga cuando un tema lleva por título "Brothers & Sisters (Tension & Time)" a sacar a relucir el nombre de The Allman Brothers, quienes tutelan la serpenteante guitarra que hace de guía para un intenso envite convertido en retrato pandémico con una carga desesperanzada que enorgullecería a Lovecraft. Premonición de los malos augurios que serán entonados bajo el poder de esos pantanos que calaron en el imaginario musical de figuras como Tony Joe White o la Creedence en “In Your Bones”.

Pero lo que podría parecer hasta el momento todo un rosario de calamidades, contiene, siempre desde un realismo nada edulcorado, un ánimo por horadar esos siniestros túneles en busca de una luz a la que encomendarse. Subterfugios para esquivar la tragedia que serán invocados desde su aspecto más onírico, el que visibiliza una “Go If You Want” que sin embargo despega bajo una lluvia de fuegos artificiales que demuestra la cohesión y el compacto sonido de una banda que con la misma naturaleza cambia al instante a un entorno más evocador, como desde el presumido paso funk con que despliega su plumaje “Heave-Ho”, convertido en la imprescindible resistencia para aceptar la condición de eternos púgiles instados a levantarse por cada golpe encajado. Pero si existen amuletos incunables para enderezar el espíritu, uno de ellos es sin duda el amor, representado de maneara explicita en una luminosa “My Love”, digna del más granado repertorio de los Travellin' Brothers. Sonidos de ascendencia negra que se impondrán, con el gusto de unos Traffic o Blood, Sweat & Tears, en “Take A Little Sip”, haciendo del brindis y las bebidas espirituosas, que también exhalan sus vapores en la cabaretera “Mulberry Wine”, otro antídoto infalible, aunque sea temporalmente, para enfrentarse al rugido de las bestias. Como declaración de principios, y de intenciones, el final del álbum se corona, exhibiendo la cálida emotividad que siempre son capaces de descargar The Band o Little Feat, con una sobrecogedora “The Emperor’s Clothes”, donde se recoge esa dualidad que supura todo el álbum aquí comprimida en la asunción de que el veneno y su antídoto tienen origen común, complicado pero inevitable juego de equilibrio para superar el camino de espinas.

“Flow Me” representa ese trascendental momento, que no todos los grupos llegarán a conquistar, en que las aptitudes para desenvolverse con mayor o menor talento (en el caso de Still River siempre se manifestó en altas dosis) dentro de un género se subliman hasta llegar a ese estado de gracia que posibilita a una banda escribir su propia historia. Este segundo disco, en formato largo, contiene una identidad perfectamente delineada, y más allá de eso lo hace con una exuberancia instrumental y conceptual que transforman estas composiciones en su particular decálogo. Un sobresaliente manejo de los ritmos ligados al proceloso árbol genealógico del rock sureño que invocan a las luces y sombras humanas, un impoluto y emocionante lenguaje adscrito a su propiedad con el que sorber los tragos dulces y amargos a los que nos invita la vida.

Entrevista: Fino Oyonarte


“En este disco reflexiono sobre la vida y lo que hago”

Por: Javier González 
Fotografías: Ricardo Roncero

El segundo disco en solitario de Fino Oyonarte se llama “Arrecife” y es una delicia. Tan sencillo de decir y tan complicado de conseguir. Pues bien, Fino lo ha vuelto a hacer. Ha mirado a sus adentros, al hombre que es hoy en día, a su alrededor y también por el retrovisor al ejemplo dejado en vida por su madre y padre, una de esas parejas eternas, de las que parece que ya no quedan, para facturar un trabajo sobrecogedor, donde la pura emoción se torna costumbre en once hermosas composiciones que desde ya se postulan para aparecer en las listas de lo mejor del año de la música estatal. 

Semanas atrás pudimos sentarnos junto al almeriense por espacio de media hora larga para desgranar estas canciones. Ante nosotros un tipo que es pura afabilidad, satisfecho con el trabajo realizado y con unas inmensas ganas por continuar haciendo lo que más le gusta. Tocar, escribir canciones y seguir avanzando en una trayectoria inmaculada. 

Os dejamos en compañía de uno de los mejores artistas que tenemos en nuestra música contemporánea. Maestro y amigo, Fino Oyonarte.

¿Cómo estás, Fino? ¿Qué tal va todo? 

Fino: Estoy contento y emocionado de haber conseguido grabar un segundo disco y estar presentándolo. Se ha tardado mucho en hacer porque la pandemia estuvo de por medio. Me da alegría que “Arrecife” haya visto la luz y la gente esté conociendo sus canciones. Es un motivo de felicidad. 

Vuelves a la carga con este “Arrecife” bajo el brazo, tras la buena acogida que tuvo por parte de la crítica tu debut, “Sueños y Tormentas”. ¿Podemos hablar de un segundo round dentro de un mismo combate? 

Fino: Es verdad que son canciones con una temática similar, sigo escarbando por dentro de mí, todavía hay cosas que rascar. Comparten una sensación de introspección y de búsqueda de la forma de expresarme. Decir las cosas de una forma personal. Sigo en esa línea. Son canciones que estaban escritas a un sesenta por ciento cuando vio la luz el anterior trabajo, las dejé de lado porque Los Enemigos nos metimos a saco con “Bestieza” y necesitaba dedicación absoluta. Personalmente cuando me implico en algo lo hago en el cien por cien y más si se trata de Los Enemigos. No podía compaginar embarcarme en otra aventura paralela. Menos tres o cuatro canciones, entre ellas las dos que abren el disco que son más positivas, las escribí en plena pandemia. Parece que quería hacer ver que había que seguir adelante, haciendo lo que nos gusta. También hay dos canciones que dediqué a mis padres que se fueron en el transcurso de estos años a modo de homenaje a todo lo que me transmitieron. 

¿Cómo de complicado es mirar al interior de uno mismo y plasmarlo en canciones? ¿Da miedo desnudarse tanto? 

Fino: Al principio me daba vértigo y pudor. Al darme cuenta que la mejor forma de expresar lo que siento es esta, pensé que porqué me iba a condicionar o no la forma de decirlo. Hablo de lo que conozco. Hay cosas que necesito sacar de mí. Todavía tengo que aprender mucho a la hora de escribir de gente tan grande como Josele o el tristemente desaparecido Rafael Berrio. Necesitaba hacerlo de una forma honesta, sencilla y sincera. No quería nada críptico. Quería hablar de lo que sé y de lo que me pasa, emociones que tenemos todos y cosas que nos suceden casi a diario. En el primer disco no sabía si iba a ser capaz de cantarlas, luego vas tomando distancia y vas viendo que las canciones son parte de un personaje. Toman su forma y la gente se hace participe de las mismas por lo que ves, que son emociones compartidas entre todos. 

¿Sientes que el paso del tiempo es una constante en estas canciones que flota entre brumas como eje vertebrador? 

Fino: Hay una búsqueda de cómo he llegado hasta aquí, lo que quiero hacer, cómo hacerlo. También hay mensajes sobre no perder la ilusión. Me siento afortunado de hacer lo que hago y hacerlo con ilusión. Hablo del paso del tiempo, sí, pero también del amor, del echar de menos a alguien. Habla sobre la creatividad, pero no solo a nivel musical. A todos los niveles. Al hacer cosas vas a tener una satisfacción emocional solo por hacerlas. Habla de aceptarte como eres. A veces no sabes si vas buscando alguien como tú en el día a día. Se habla también de hacer las cosas por vocación y porque te ilusionan. No hay un condicionamiento de cubrir el expediente, hago música porque me sale del corazón, luego veremos qué tal funciona. Hay canciones que parecen que tienen el título opuesto. “Espejo” es como hablar del paso del tiempo, me sucedió una mañana al mirarme, entendí que el tipo del reflejo y yo nos teníamos que llevar bien juntos. 

Qué chulada ver a un tipo que ya peina calvas, cantarle al amor de la forma en que tú lo haces aquí en “A tu Lado” y “Tan Lejos”, más si cabe en un mundo con tantos divorcios como este. 

Fino: Es un juego acerca de las relaciones, además parte de la estrofa la canta Cris. Habla del amor y la amistad dentro de la pareja. Es una canción que surge por una frase de un amigo mío de infancia, al darle vueltas parece que es una frase que viene de la biblia, la dice Judas: “por qué me has elegido a mí”. Creo que son cosas interesantes para hablar en una canción, pero como todo, puede tener diferentes lecturas. 

“Tempestad” desprende un tono crepuscular con una letra a mitad de camino entre la desolación y el realismo más crudo. ¿De verdad sientes que ha llegado el momento de vivir el momento?

Fino: Es la eterna pregunta. Siempre hablamos de vivir el momento, pero nos achacamos no vivirlo como deberíamos. Ya lo decía Rafael Berrio en “Simulacro”, siempre se espera a que pasen otras cosas. La felicidad son detalles tan pequeños como ver un concierto, tomar una cerveza o ver a un amigo. No es una sensación estable o constante. Son momentos fugaces. Hay mucha ansiedad en estos tiempos. Esta canción tiene un título muy tremendo, pero realmente es positiva. Lo importante no es perder o ganar, lo importante es vivir el momento y disfrutarlo con la gente que te quiere. 

“Amor” es una pieza dedicada a tu madre que salvando la distancia me recuerda a “Amor de Madre” de Gabinete Caligari. 

Fino: Qué curioso. Toqué en un grupo que se llamaba Amor de Madre en Almería, éramos muy pop, muy Orange Juice. Está dedicada a mi madre como bien dices. Mis padres estuvieron setenta años juntos, ya en el anterior disco había imágenes de su relación. Fallecieron durante este año pasado, fue todo muy rápido. Tuvieron una vida muy plena. Mi madre es una mujer que transmitió su simpatía. Había que tener este homenaje en este disco. Es una forma de tenerlos cerca y a la vez pasar página. Recordarles de una manera muy personal. 

“La vida es un sueño” es un cierra delicado y precioso, dedicado en este caso a tu padre. 

Fino: Cuando bajaba a verles en los últimos años me di cuenta que eran los últimos momentos que nos tocaba compartir. Recuerdo que me iba a tomar algo con él. Le hacía entrevistas con un cuaderno, preguntándole quiénes eran sus amigos, qué hacía en el cole de niño y qué hacía con mi madre. Esa frase la decía él acerca de mi madre cuando ella ya no estaba. Había tenido mucha suerte de haber estado con una persona y ser tan feliz queriéndose tanto. Así surgió esa canción. Son imágenes muy personales, pero se transmite la cercanía con alguien que quieres. Para mí es una canción muy importante. 

En “Besteza”, el último disco de Los Enemigos, aportaste “Océano”, ahora te decantas por “Arrecife”, a la que añades otros títulos relacionados con el mar como “Embarcadero” y “Naufragar”. ¿Está echando Fino Oyonarte más que nunca su Almería natal?

Fino: No había caído. Es posible. Me vine de Almería en el año 1985. Hay muchas referencias al agua, hay mucho de simbólico. Iba mucho a zonas marítimas de pequeño y de adolescente a estar de juerga. Es una especie de homenaje a la costa de Almería y los momentos que he vivido allí. Esa es una canción en la que participa Joaquín Pascual. Es un tipo hablando de sus cosas entre riscos. Reflexiono sobre la vida y lo que hago, acerca de si es algo que me llena plenamente. Son elementos fugaces tanto interiores como exteriores a nivel de imágenes. 

Hay muchos nombres interesantes que colaboran, pero sobresale en la producción el de César Verdú.

Fino: César se vino a vivir cerca de mí al comenzar el confinamiento. Al darme cuenta que con Los Enemigos no íbamos a poder hacer nada de conciertos, me puse a leer, escribir y dibujar. Intentaba expresarme de alguna manera. Al pasar el tiempo pensé que era momento de recuperar las canciones que tenía para un segundo disco. Tener a César a mi lado ha sido un puntazo. Nos veíamos de vez en cuando. Estoy acostumbrado a hacer discos de forma más rápida, puesto que en este caso nos juntábamos a tirones, de vez en cuando. Nos fuimos a Valencia y grabamos las bases y después hubo más tandas de grabación. En su momento lo vi como tortura, ahora lo veo de forma distinta. Me sorprende que las canciones no hayan perdido vigencia y que me sigan gustando. A veces como músico estás deseando abandonarlas. Es como cuando tienes un hijo y ya deseas que se vaya de casa. (Risas)

También aparece Raúl Bernal, con quien recientemente colaboraste en el homenaje a Rafael Berrio. 

Fino: Raúl y yo no nos conocemos personalmente, es curioso. Me llamó a raíz del homenaje a Rafael Berrio para participar y le dije que encantado. Llevaba tocando “Simulacro” algún tiempo en directo. De hecho, al tocar en Donosti, Rafa vino a verme, ya estaba preparando “Niño Futuro”, fue algo muy emocionante. Cuando tocó aquí en Madrid, solo con guitarra y piano fue una pasada. Me iba a tocar solo por ahí y me llevaba su disco. La música de Rafa me ha tocado mucho. Le comenté a Raúl si quería hacer algo en el álbum y ha colaborado en algunas canciones. Hay otras muchas colaboraciones en el disco, grandes músicos que me han brindado una experiencia maravillosa. Joaquín Pascual también me ha implicado en otra aventura como es la producción del nuevo disco de Surfin´ Bichos, pasamos un buen rato juntos. Ayudé un poco a grabar el disco y producirlo. 

Sabemos que tienes mucha música en la cabeza, pero de entre el Fino rockero descarnado con Los Enemigos, el intimista o el productor de bandas con Los Planetas o Lagartija Nick y ahora Surfin´ Bichos. ¿Con cuál te quedas?

Fino: Es complicado. Me quedo con todas, lógicamente. Ahora tengo más interés en desarrollar mi carrera en solitario. Lo que no quita que en Los Enemigos me dejo la piel. Es mi vida y mi aprendizaje. Todo lo que hemos hecho es enorme. El agradecimiento de la gente durante todos estos años. Tocar seis discos antiguos como hemos hecho últimamente ha sido muy bueno. Disfruto mucho tocando canciones como “John Wayne” y “Septiembre”, las he tocado miles de veces, pero no las hago mecánicamente. Quizás ahora me interese algo más por una cuestión de tiempo hacer canciones para mi proyecto y para Los Enemigos, donde tengo mi aportación artística. Los Enemigos somos un ente en que todos participamos de alguna manera como una gran familia. Es difícil responder a esa pregunta. Haber hecho lo de Surfin´ ha sido muy interesante y me he volcado. A ver qué opina la gente. 

De entre todos los discos en que has participado, ¿cuál es el número uno de tu clasificación? 

Fino: Es difícil, hay discos que tienen un momento muy puntual en el tiempo. “Súper 8” de Los Planetas para mí es importante, lo hice a la vez que estábamos grabando “Tras el último no va nadie”. No dormía, salí de esa espiral de casualidad. Esos dos discos son importantes. Si imagino cosas muy puntuales, a veces tengo sensaciones de las vivencias que van unidas al disco. No solo me centro en los resultados comerciales. “Gas” o “La Vida Mata” son recuerdos muy potentes. A mí me hizo mucha ilusión hacer los álbumes de Clovis, luego fue decepcionante que no hubiera respuesta y muy duro sacar adelante las cosas. Sacar un trabajo y que solo puedas hacer acústicos. He tocado delante de dos y de miles personas. Me acuerdo más del concierto para dos. Si te enfrentas a eso sin naufragar, no te retiras. Ojalá pueda tocar este trabajo como suenan las canciones, pero si no, lo haré en acústico y con piano. Estos discos en solitario están en mi lista muy arriba. Ahora mismo son, junto a “Bestieza”, con los que me siento muy identificado. Son canciones muy distintas si comparas todas, unos tocando con toda la banda, disfrutando y dando saltos como un chaval, otros más reposados. Tocar con Los Enemigos es un chute de energía muy potente. 

¿Qué planes de gira planteas para “Arrecife”?

Fino: Empezamos a tocar en Murcia el día 10, presenté las canciones en formato solo con guitara acústica. Me gustaría montar banda y hacer conciertos. Todo está abierto, pero la realidad es la realidad. Sé cómo están las cosas y no voy a hacer una locura. Si tienes dos pinchazos lo notas demasiado. Quiero tocar, salir a la carretera y tocar mis canciones. No había hecho cosas así nunca antes de sacar discos en solitario. Encima me estoy autoeditando, con la cantidad de tiempo que te quita todo eso. Menos mal que me ayudan desde Emerge, pero todo esto te quita tiempo que te separa de la parte creativa. Es lo que hay. También eres dueño de tu propio trabajo y no está en manos de otras personas que no te hacen caso si no generas. Nadie va a cuidarlo más que yo.