Los Radiadores: “Sorbos de Electricidad”


Por: Javier González.

Seamos francos, en esta casa siempre hemos sido muy seguidores de Los Radiadores, no es algo nuevo ni puntual. Ahora bien, si encima a su habitual forma de proceder para facturar un rock sin concesiones, crudo y directo, le suman la capacidad de aportar unas guitarras todavía más furiosas y cañeras, algo que han hecho a la perfección en este “Sorbos de Electricidad” (Bonavena Música 2024), no nos queda más remedio que rendirnos sin condición ante esta nueva colección, a sabiendas que el regusto dulce en el paladar perdurará por bastante tiempo. 

Y es que en esta entrega se nos presentan supervitaminados con la aceleración propia del punk y el nervio deudor del rock and roll primigenio, desde la inapelable declaración de amor que supone “Moriré por Ti”, el surf- doo wop de hechuras ramonianas de “La Misma Canción”, impensable dejar de tararearla; la gamberrada rockabilly repleta de sorna de “He Visto Cosas que no Podrás Creer”, con ese rollazo a “La Mafia del Baile” de Loquillo y Trogloditas, y la no menos vacilona “Querido Dolor”. 

También demuestran que sin perder el punch son capaces de acercarse a sonoridades que son pura new wave algo que bordan en “Han Vuelto a Llamar”, entre referencias a The Shangri- Las, el King Creole y The Cramps, volviendo a aporrear las quintas en “Ya no somos Jóvenes” y “Esto ya lo Ví”, acercándose por concepto a The Stranglers en “Ayúdame”, facturando su particular “No More Heroes”, recordando a los héroes del rock que ya no están, para cerrar este suculento festín con “Rápido”, totalmente tribal y caníbal, en la línea de los mejores trallazos de los primeros discos de Ilegales

Debemos agradecer a Raúl Tamarit, voz y guitarra, José Antonio Nova “El Joven”, guitarra, Sergio Domingo, bajo, y Vicente Vila “Metralla”, batería, la mera existencia de una banda como Los Radiadores, inasequibles al desaliento, ajenos a la sordera del público mayoritario, ennobleciendo la profesión rockera sin defraudar nunca con sus trabajos y siendo capaces de seguir grabando a estas alturas de la película auténticos discazos como este “Sorbos de Electricidad”, donde elaboran un brebaje que sabe a gloria gracias a la acertada mezcla de actitud punk, una pizca de sarcasmo y altas dosis de un rock con hechuras primigenias ideal para los amantes del género cantando en castellano.

“Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una canción tuya bastará para sanarme…” A propósito de la presentación el pasado 15 de marzo en la Librería Jarcha de “El tiempo, lo soñado y lo real. Homenaje a José Ignacio Lapido”.


Por: Guillermo García Domingo.

La librería Jarcha era un sitio idóneo para citarnos con José Ignacio Lapido. Aunque su figura digna y vestida de negro no estuviera previsto que viniera. Incluso antes de fundar 091, Lapido ya había hecho un nido de papel acogedor con las páginas de Baudelaire, Edgar Allan Poe, Emilio Salgari o Kafka. Esta librería que está abierta desde 1974 (el mismo día de la presentación recibió el Premio a una trayectoria librera, concedido por CEGAL durante el Congreso de librerías celebrado en Pamplona) ha tenido siempre interés en divulgar y prescribir lecturas musicales. De hecho, está situada en un barrio rockero por excelencia, el distrito de Vicálvaro, meca a finales de los setenta y buena parte de los ochenta del rock suburbial.  

Una vez cumplida la cortesía del agradecimiento a nuestros anfitriones por la oportunidad de presentar el libro colectivo “El tiempo, lo soñado y lo real. Homenaje a José Ignacio Lapido” (Ed. Comares) y después de haber ponderado su importancia en este barrio popular de Madrid, antes de presentar a los protagonistas del acto, el que esto escribe, que hizo las veces de presentador, quiso que apreciáramos que Lapido, tanto en su etapa de "Cero" como en solitario desde 1999, siempre ha sabido estar “donde las palabras le encuentren”, tal y como sostiene Lucinda Williams en una de las mejores canciones de su último trabajo. 

El guitarrista y compositor de Granada, aunque él afirme que supone una “dulce agonía” el oficio de “picar piedra” con el fin de erigir canciones, dispone de un imán infalible para atraerlas. Obras de orfebrería al decir de Olga Elwes, que si hubieran estado escritas en inglés tal vez habrían tenido el reconocimiento que por alguna razón incomprensible no le brinda mayoritariamente el público de nuestro país. ¿Quién podría haber llegado a ser Lapido si hubiera nacido en Memphis? Aunque también es verdad que es de recibo interrogarse, aunque invalide la anterior pregunta, ¿qué habría sido de Lapido de no haber nacido en Granada? Javier González, el otro protagonista de la noche, junto a Olga Elwes, apuntó que él añadiría otra pregunta todavía más pertinente, ¿qué sería de la música popular en Granada si no fuera por la influencia benefactora del propio José Ignacio Lapido?

Olga Elwes y Javier González se sientan efectivamente a la diestra y a la izquierda del Dios "lapidiano". La literatura, la lírica de las canciones, y la música, a un lado y a otro, así tiene que ser. El segundo, fundador de El Giradiscos y redactor imprescindible de nuestra revista, fue el primero en intervenir para describir con suma elocuencia el devenir de la carrera musical de Lapido. A continuación, contó para regocijo de los asistentes que habían ocupado el aforo completo de sillas de la librería la anécdota de cómo los miembros de 091 conocieron a Joe Strummer, mientras éste seguía los pasos de Lorca por la ciudad del sur de España, y antes de concluir nos emocionó con una elegía, una saeta profana, por qué no decirlo, dedicada a Lapido, por quien Javier profesa una fe incondicional desde que lo entrevistó por primera vez en un camerino de la sala El Sol, justo cuando daba comienzo la andadura de nuestra revista que este año cumple 15 años. Juzguen ustedes mismos:  

"El mito se hizo carne, nos dedicó su tiempo y toda su corrección, esa que tanto impresiona en las distancias cortas, creo que solventamos el trámite. No sé si hubo pena, estoy seguro que no rascamos ni un atisbo de gloria. Al menos nos siguió concediendo entrevistas con cada publicación, pero antes de eso, la misma noche de autos, desgranó gran parte de las canciones de “Cartografía”, mientras nosotros estupefactos recibimos parte del magisterio del que hace gala con su Gibson SG roja y negra en primera fila. Jamás podremos olvidarlo… De vez en cuando le suelto un “Señor no soy digno que entres en mi casa…pero una palabra tuya bastará para sanarme”, lo hago sin atisbo de broma, ni con intención de ofender a personas creyentes, es pura convicción sobre lo que Lapido significa para mí. Por su parte, él suele responderme con una frase también extraída de las sagradas…Lapido comenzó ensayando en los locales situados en las cuevas del Sacromonte, últimamente fantaseo con que una noche de jueves santo, sus fieles sacaremos una talla en su honor desde la Abadía del Sacromonte, recorriendo con él a hombros a los pies de La Alhambra el Paseo de los Tristes, un nombre de lo más poético para nosotros, sus acólitos, mientras alguien le canta una saeta rockerizada al estilo de las de Silvio que diga: “La sangre que sale de su mano tras cada actuación, son jirones de piel propia con los que riega la siembra de cada letra antes de hacerla germinar”.

La siguiente en intervenir fue Olga Elwes, que es la autora de un texto canónico sobre el “poeta eléctrico”, el artículo titulado “José Ignacio Lapido: orfebre de la palabra en tiempos de confusión y resurrección” (2017). El otro texto académico sobre el músico, “En cada lamento que se hace canción”, está firmado por Jordi Vadell, un profesor catalán, que ha sido decisivo en la edición de este libro. La Academia tan renuente a admitir la calidad literaria de las obras rockeras hizo estas dos excepciones. Ya lo dijo Machado a través de Juan de Mairena, “se creen que saben porque no beben el vino de las tabernas”, ni escuchan las canciones memorables de Lapido y de otros.  No obstante, el texto de Olga Elwes apareció en un libro dirigido por Luis García Montero, cuya complicidad la filóloga y profesora de la UCLM reconoció durante el acto.  

La filóloga y profesora de la UCLM repasó los méritos de todos los miembros del equipo que ha hecho posible este homenaje en forma de libro. A los ya citados, habría que añadir a Javier Gilabert, Fernando Jaén y Arancha Moreno. Desde diferentes lugares de la geografía española se han coordinado para sacar adelante este proyecto más que justificado y sobrado no solo de buenas intenciones sino de aportaciones de incuestionable calidad. Sería demasiado prolijo incluir aquí todos los ejemplos de lo que acabo de afirmar, pero es justo destacar, y me hago responsable de ello, el texto que tira del hilo de las canciones cuya autora es la propia Olga Elwes, el breve encomio del “cazador de eclipses” de Raúl Bernal, tan decisivo en la etapa solitaria de Lapido, la intervención de Bunbury, el análisis asombroso de “En el ángulo muerto” de Miguel Ríos, y el de Héctor Tuya por la misma razón, el héroe de película del Oeste que es, según Antonio Álvarez, el propio Lapido, la sinceridad de Fernando Navarro, la analogía que encuentra Ordovás entre Dylan y el de Granada, aunque a Javier González le recuerda más al “hombre de negro”, a Johnny Cash. Y el juego divertidísimo que propone Juan Soto Ivars. Seguro que se me han pasado por alto algunos más, porque ninguno ha estado por estar.

    

Todos los editores, sin ninguna contrapartida económica a cambio, y con la ayuda inestimable de María del Mar, “compañera de vida” del músico, y a espaldas de él, para que no se enterara, han dedicado muchos meses a reunir los textos enviados por cerca de 70 artistas, periodistas, poetas, y admiradores de Lapido que estaban dispuestos a devolver al maestro lo que él les ha ofrecido a lo largo de más de 40 años. La propia Olga Elwes nos confirmó que todos aquellos que en nuestro país seguían incondicionalmente a la banda 091 y quedaron huérfanos después de su disolución (menos mal que “resucitaron” en 2016) han formado una “secta” de bien e improvisada en torno a la personalidad de Lapido y se volcaron de una forma abrumadora ante la convocatoria hecha por ellos. Los textos de diversa índole fueron llegando ante la sorpresa de todos, y fueron catalogados en los tres apartados del libro: El tiempo, lo soñado (los textos de ficción), y lo real. No contentos con esto, algunos de los participantes grabaron para la ocasión temas inspirados en el mundo particular de Lapido, que se pueden escuchar con la ayuda del correspondiente QR incluido en el libro. Alfonso PerroRaro, que otras veces se ha ocupado de las portadas de los trabajos de Lapido, ha embellecido el libro con una brillante portada y ha coordinado a otros ilustradores cuyas obras se pueden encontrar en las páginas interiores. Una de las personas que han colaborado acudió al acto en la librería, y a su debido tiempo fue invitado a participar. El crítico musical Chema Domínguez suscribió con elegancia y convicción las razones por las que Lapido merece un homenaje así.  No solo porque es un artista único sino porque a tenor de lo que dice José Antonio García además es “un hombre bueno”.

Después de oír todo lo anterior, a ninguno de los presentes nos sorprendió lo que con tanta emoción nos describió Olga: el apoyo multitudinario que recibió la fiesta final del homenaje al maestro, que se celebró el pasado 7 de marzo en Granada, por supuesto, y la generosidad con la que se prodigaron sus compañeros de profesión delante de Lapido, que estuvo presente junto a su familia para ser honrado en la ciudad que, como antes había precisado Javier, tanto le debe. Nuestro homenaje, que acaeció a continuación, fue más modesto, pero no menos sentido y corrió a cargo de Enrique Tapia, librero, locutor, y vocalista de varias bandas de blues, y de Ricardo Virtanen, nuevo colaborador de El Giradiscos, historia viva del rockabilly en España junto a Lobos Negros, al mando sobre todo de la batería, pero también a la guitarra como en esta ocasión. Ambos interpretaron dos canciones del mismo álbum, “El alma dormida” (2017). Nada menos que “¡Cuidado!”, y en segundo lugar “Lo que llega y se nos va” para deleite de los que disfrutamos de esta inolvidable presentación porque “las canciones de Lapido son verdad”, tal y como podemos leer en el texto aportado por Eduardo Ranedo, en este libro que cualquier aficionado debería adquirir en cuanto pueda en Jarcha o, en su defecto, en cualquier librería independiente.        

The Bevis Frond: “Focus on Nature”


Por: Kepa Arbizu. 

A raíz del accidente de moto sufrido a mediados de los sesenta por Bob Dylan, surgió el enunciado de todo un relato mí(s)tico que pretendía tejer interpretaciones sobre su vida y obra a partir de aquel hecho. Quince años después, cuando Nick Saloman se vio también inmerso en un grave percance con su vehículo de dos ruedas, se convirtió en un mero hecho anecdótico que no despertó literatura alguna que descifrara la relevancia en su carrera, a pesar de que dicho altercado, que puso en duda su movilidad para poder tocar la guitarra, sirvió como -involuntario- acta fundacional de su, en un principio, solitario proyecto, The Bevis Frond. Una disparidad en la resonancia de ambos sucesos, sustancialmente iguales, que ni mucho menos responde a una proporcional distancia en cuanto a los talentos artísticos de sus protagonistas, sino a la caprichosa, y tantas veces injusta, dirección con que apuntan los focos de la fama, capaces de convertirse en la luminosa aspiración de Ícaro o de ejercer como tenues farolas ubicadas en alguno de esos barrios por los que nadie quiere transitar y que sin embargo, en este caso, contiene una extraordinaria banda sonora amasada entre el folk, las ensoñaciones psicodélicas, la maestría eléctrica setentera o el enturbiado nervio que dictó el nacimiento del indie-rock y herederos.

Bajo estas circunstancias, y hay que suponer también que debido a las restricciones que inevitablemente impone su estrenada condición de septuagenario de su factótum, la publicación del nuevo disco de la banda nace en paralelo al anuncio de una gira que hará las veces de ceremonia de despedida. Un adiós que probablemente cargue con el mismo sigilo, en materia de repercusión, que desgraciadamente ha distinguido a su carrera. Una noticia que por otra parte nos induce a descifrar su actual cancionero dotando de nuevos significados a la particular melancolía, o descreimiento, que se encarama a ese habitual verbo ácido que suelen destilar algunas de sus creaciones, y que en este caso no esconden su relato coral sobre el colapso, individual y global, en el que andamos sumergidos, a pesar de que nuestros modos de vida se esfuercen en emitir bajo frecuencias coloristas y de impostadas sonrisas que pretenden disuadirnos del estruendo.

Lo que para cualquier otro músico sería un dispendio inusual de canciones con las que conformar un álbum, quedándose en esta ocasión a una de a la veintena, en la biografía de Soloman, esculpida a base de un ritmo productivo y una dedicación estajanovista al arte de la creación, supone un simple afiche más en su caudalosa trayectoria. Torrencial masa inventiva a la que se ha entregado ya fuera desde sus primeros movimientos, bajo esta nomenclatura, convertido en un alquimista encerrado en su propia taller y grabando de forma autárquica sus ensimismaciones sonoras, como en la actualidad, cuando su proyecto ha mudado hacia una expresión grupal que asume, por supuesto, su absoluto liderazgo. 

Cualquier disco que discurre bajo una considerable extensión acepta como primer y esencial reto conseguir trazar un recorrido lo menos rígido posible, con la intención de no entorpecer o convertir su listado de temas en una prueba de esfuerzo insuperable para el oyente. Una aspiración que para ser superada por el británico cuenta con dos bazas realmente importantes: una buena cantidad de talento y un manejo versátil y efectivo de diversos géneros. Dos elementos que en su perfecta comunión hacen de este repertorio justo lo contrario de un engorroso catálogo de composiciones demandantes de concreción; un espíritu abreviado que ni anhela ni necesita este proyecto. Porque es precisamente ese derroche procreador lo que otorga a The Bevis Frond esa natural peculiaridad de estar fuera de cualquier coordenada regida por el mercado y sus (inexplicables) leyes, convirtiendo su idiosincrasia en toda una declaración de intenciones a la hora de entender como innegociable cualquier estorbo, en forma de fútil decoración, que enturbie el vínculo entre intérprete y oyente.

Hay en la música de este inglés un carácter vocacional, casi amateur y juvenil si se prefiere, que le sitúa como una representación orgánica y atemporal, lo que en paralelo le facilita desenvolverse anárquicamente por diversas épocas, logrando que temas como "Heat", en la que a base de tensionados riffs hace que supure la herida que asestamos diariamente al medio ambiente, se acomode entre el rock clásico y una escenificación noventera, ecuación asumida con derroche de solvencia por bandas como Pavement. Vigor eléctrico y nostalgia melódica, propiedades asociados a Lemonheads, que hacen de vehículo para arrojar a través de "A Mirror" el reflejo turbio donde en tantas ocasiones ángel y demonio comparten estancia. Un incremente en términos de distorsión que hace de "God’s Git", y su aguerrida aflicción grunge, una enmienda a la “divinidad” con que se envuelven ciertos seres humanos, mientras que el tumultuoso encuentro celebrado entre el garage y el punk en “Empty”, dulce hogar para, por ejemplo, The Stooges, se retuerce entre la agonía derivada del asedio de propósitos con que es ungido el individuo del siglo XXI, o “Hung on a Wire” se vale de una recitativa interpretación y juguetones rifss hardroqueros para recordar que la mezcla entre Jimi Hendrix y los más atinados The White Stripes puede engendrar un delicioso y rabioso vástago.

No hay mejor escenario sonoro para acompañar a esa necesidad por observar e interpretar las revelaciones que nos ofrece la naturaleza que el proporcionado por el intimismo herido de Neil Young en el tema homónimo, una huella que se extiende igualmente por varios momentos como "Vitruvian Man". Abatimiento con que entona un críptico -entre lo evangélico y apocalíptico- "Leb Off" por medio de ese lenguaje que encuentra vocablos tanto en el plano acústico como  eléctrico, compartiendo escuela anímica con Elliot Smith. Emociones de corte trágico que ponen en pie una caustica "Happy Wings", retrato de esa adicción a la comida rápida que lejos de ser esbozada como herramienta del progreso  se presenta como simbólico ejercicio del consumismo más apático. Si los insinuantes teclados que hacen flotar a "Here for the Other One" tienen su enclave de origen en los lisérgicos devaneos emitidos por la California de los setenta, la psicodelia casi mística, heredada legitimante por Love, diseña una explicita "I Can't Breathe" a la hora de auscultar la asfixia existencial.

Al igual que esa flor de rimbombante y salvaje nombre, diente de león, que ocupa la portada de este extraordinario disco es capaz de quedar desvestida con tan solo un soplo humano, con la misma fragilidad define este cancionero de Nick Saloman el ecosistema, interno y externo, que soporta nuestros pasos. El colapso, no como premonición futura ni lanzada cual anestesiante miedo atávico, sino como realidad para ser conjugada urgentemente en el presente, se desliza en un repertorio que asume todavía un mayor clamor apocalíptico al convertirse en la coda final de lo que ha sido una extensa e impoluta carrera firmada bajo el nombre de The Bevis Frond. Sabemos a ciencia cierta que su desaparición, artística, al igual que ha sucedió con su existencia, no congregará llantos populares ni será objeto de reuniones en la redacción de los medios de comunicación. Pero ese no fue nunca su propósito, o no por lo menos el prioritario, el suyo fue concederle todo el crédito y la honorabilidad a ese pequeño animal, a veces rabioso otras candoroso, que son las canciones. Pequeños trozos de vida que a partir de ahora se hospedarán en el único lugar donde nunca caducan, la memoria musical y humana del oyente, el verdadero destino para el que fueron creadas.

Rubén González: “Piedra contra Tijera”


Por: Javier González. 

Conozco a Rubén González desde hace quince años, no recuerdo el momento exacto en que nos vimos por primera vez, pero estoy seguro que fue en alguna sala del centro capitalino. Desde entonces coincidimos muchas más veces: conciertos, presentaciones, rondas de entrevistas, etc… éramos conocidos de vista, como lo éramos de Arancha Moreno, Carlos H. Vázquez, Wilma Lorenzo y tantas otras personas que pululaban por aquel Madrid repleto de “wannabes”, que asistían como espectadores de lujo al crecimiento de una escena musical donde creíamos que podía pasar algo realmente importante, una amalgama de sonidos en ebullición que buscaban su lugar en la historia. 

Unas expectativas cumplidas en casos muy concretos que nos legaron grupos y proyectos que hoy merecen el apelativo de míticos, lo que demuestra que no teníamos tan mal ojo. Y que en otros casos dejaron bonitos cadáveres capaces de firmar canciones y discos mayúsculos que, en la mayoría de supuesto, parafraseando al gran Edi Clavo, fueron música para (casi) nadie. Sobre unos y otros va este libro, pero con su permiso, seguiré hablando de aquel Madrid y de por qué motivo Rubén es la persona adecuada para hablar de este período de la particular forma en que lo hace. 

Vaya por delante una aclaración, nunca fui amigo de Rubén, en aquellos tiempos la gente de El Giradiscos pensábamos que teníamos la carta ganadora y apostábamos por la endogamia. Nuestros amigos, nuestra web y proyecto, y el resto era poco menos que ruido de fondo, personajes secundarios en nuestra particular trama. 

Por suerte, digo bien, por suerte, el tiempo nos fue poniendo en nuestro sitio, la realidad mostró que no había mucha gloria en esto del periodismo musical, a partir de ahí, surgió una cierta empatía que posibilitó que pasados unos años muchos comenzáramos a seguirnos en redes, intercambiar mensajes y con la pandemia, viendo las orejas al lobo, acabáramos por reconocernos como vampiros amantes de la música, por lo que aquella frialdad y orgullosa indiferencia, un mal de juventud como otro cualquiera, quedó enterrada bajo la idea de compartir una trinchera donde lo importante era el sentimiento común dejando atrás cualquier posible diferencia, algo que dio paso a una sincera cercanía. 

Valga esta chapa introductoria para dejar claro que Rubén González estuvo ahí, picando piedra, rodando por aquella escena de martes a sábado, durmiendo poco y escuchando mucho. Pasando horas y horas planteando entrevistas que habían de convertirse en textos y luchando por dar visibilidad a quien estimaba merecía de su humilde altavoz. Guerreando, apretando puños y dientes, llegando a tener la osadía de lanzar un proyecto como “Club de Música”, revista mensual y gratuita en papel, donde desarrollaba cualquier labor que humanamente se pueda imaginar: editor, cronista, director... y todo ello sin morir, ni de hambre ni en el intento, ambas cosas muy ligadas al periodismo musical independiente. Digno de admiración. 

Por todo ello, decir que “Piedra contra Tijera” (historia del rock español 1991-2021) es exclusivamente un libro sobre la música facturada en nuestro país durante los últimos treinta años sería mentir; cuanto menos resultaría un ejercicio de reduccionismo, una amputación en toda regla, puesto que detrás de esta obra estajanovista hay mucho más. Es una narración desde dentro, en la que hay análisis, crónica social, política y cultural. Un paseo por las entrañas de todas las escenas habidas y por haber, del heavy al rock, con parada en la música comercial y círculos muy minoritarios. Dotando de contexto histórico a los diversos movimientos musicales, citando a los grandes nombres y referentes, así como a sus obras, sin por ello olvidar ni un solo proyecto que haya gozado de la más mínima repercusión, elaborando de esta forma un relato que es pura “microhistoria”, en la mejor tradición marcada por Carlo Ginzburg, pero traída al terreno de aquello que podríamos denominar con trazo muy grueso como pop-rock estatal. 

Hay juicio y buenas dosis críticas, Rubén desgrana las políticas estatales de derecha e izquierda en ámbito nacional a través de los sucesivos gobiernos, donde reparte buenos palos a conservadores, sin renunciar a meter el dedo en llaga con respecto a ciertas decisiones progresistas, no abandonando un perfil donde el idealismo es palpable (vamos, que se le nota la vena roja bien marcada en el cuello).

“Piedra contra Tijera” es una impresionante base de datos, quizás la radiografía de precisión más milimétrica de unos años donde los cambios, las modas y las expectativas se sucedieron sin remisión hasta legarnos el panorama actual con sus maravillosos y escasos pros y una ingente cantidad de contras a los que seguimos tratando de sobrevivir. 

Este es el ensayo de una aventura de la que disfrutamos en plena juventud, diría, sin atisbo de afectación, que en primera persona, en algunos casos muy cerca de los protagonistas, y donde la dura realidad se impuso a la gran mayoría de nosotros, condenándonos al cajón del olvido, huérfanos del mal llamado éxito, pero con el dulce regusto de habernos permitido vivir una historia digna de ser contada, tal y como ha hecho Rubén González, firmando el libro que debe ser tenido como heredero natural de los volúmenes escritos años atrás por Salvador Domínguez, “Bienvenido Mr. Rock. Los primeros grupos hispanos (1957-1975)” y “Los hijos del Rock. Los grupos hispanos (1975-1989)”, pero yendo más allá en los que a los acontecimientos periféricos se refiere, legando un volumen enciclopédico de obligada consulta.

Tiburona: “Nos extinguimos”


Por: Txema Mañeru. 

Las madrileñas Laura, Rita y Supercarmen se han cascado su disco definitivo hasta la fecha a pesar de llevar tan solo otro LP, un “Sola y Feliz” con la gran producción de Paco Loco. También tienen algún EP realmente jugoso. Pero es que “Nos Extinguimos” (Montgrí) es su trabajo más variado y el que tenían ganas de hacer tres años después. No abandonan, en absoluto, su gran pasión por el garage-punk&roll y lo seguirán demostrando en sus sudorosos y agresivos conciertos. Pero no han tenido miedo de adentrarse con acierto en otros territorios musicales. 

Esto lo hemos venido apreciando con los 3 diferentes singles de adelanto que nos han entregado hasta la fecha. El primero fue el luminoso y “romántico” "Pensando En Ti", con una potente base rítmica, melodía con gancho y pegadiza y cuidados arreglos vocales en una historia tóxica de amor. El vídeo lleva esta violencia tóxica a un punto espectacular y merece la pena verse y analizarse. Buen punto pospunk a lo Alaska Y Los Pegamoides o Las Chinas y buen estribillo y guitarras. 

El segundo, totalmente distinto, un espectacular "Horizonte de Sucesos", donde ponen en evidencia la falta de futuro por la torpeza de la humanidad. Un tema de mucho colorido y variación, porque, dentro de su poderoso rock’n’roll, meten guitarras españolas y hasta castañuelas. Pero es que añaden toques western-Morricone, combinado con el pop sesentero español de Los Brincos en esos siempre cuidados coros. 

Y más cercano a la publicación del LP llegó otro grito de empoderamiento femenino como es "Relación Abierta", un tema tema con estupendo videoclip y, ahora sí, acercándose más al garage-punk sesentero de sus comienzos. Sus juegos vocales eran también muy característicos y aquí los volvemos a apreciar en todo su esplendor… y hasta su punto de locura. Nos hablan en él de su compromiso, de la mentira o la desconfianza y también del exacerbado consumismo. ¡Vaya letra, coros y estribillo con aromas a Fuzztones o The Cynics! Una pena que no hayan metido en el LP su destacado anterior single en vinilo, "Cartel Precioso". 

Su gran actitud y aptitudes, tanto en disco como en vivo, ha hecho que la banda el pasado año consiguiera el primer premio en el Certamen Rock Villa de Madrid. Un galardón que ratifica un estupendo disco que cuenta con la buena grabación de Raúl Pérez y Borja Pérez en La Mina, las mezclas de Raúl Pérez y la masterización en Ultramarinos Costa Brava.

Buena idea resulta la apertura del disco con la citada "Pensando En Ti", que deja paso a la crítica y más dura "Gobierno Cero". Un tema de punk acelerado con buenos punteos y estribillo pegadizo. Tras el citado "Horizonte de Sucesos" cierran la cara A con "Persona Favorita Pt. 1". Pop triste y melódico combinando aromas indie y sixties pop. Preciosa melodía y hasta algún sorprendente destello shoegazer.

Merece la pena beberse a tragos su "Brebaje de Amor" que inaugura la cara B. Más sixties pop en esta gran versión del "Love Potion Number One", versionado por Angélica María, que contiene una deliciosa melodía y más coros que nos hacen enamorarnos del brebaje. Tragamos a gusto también su "Almuerzo Desnudo", suponemos inspirado en la novela de Burroughs, para desprender algo de más de tristeza y, quizás, las mejores voces de todo el disco en un apartado vocal que brilla como nunca. Más oscuras aún suenan en "Errante", un tema bien adornado por los teclados psych de Rita. Final mortal de necesidad con "Que Mueras Bien", casi una canción acústica de iglesia que puede gustar hasta a los seguidores de Kikí D’Akí y que tiene unos preciosos arreglos que vuelven a demostrar la enorme evolución sufrida por la banda de cara a este precioso disco. Qué ganas de que vuelvan a visitarnos cuanto antes.

Genesis: "BBC Broadcast"


Por: Javier Capapé.

No es necesario posicionarse cada vez que se habla de Genesis. Si estamos más cerca de su época sinfónica con Peter Gabriel o de su etapa más pop con Phil Collins. Tampoco hace falta aclarar lo mucho que este grupo aportó a la música con discos tremendamente genuinos en sus más de veinticinco años de historia. Aquí estamos para hablar de sus directos, pero concretamente de los recogidos en la excelente box set que se lanzó el pasado año con sus más destacados registros en vivo emitidos por la BBC. Un artículo no solo para coleccionistas sino también para todos aquellos que apreciamos la magia de la música en directo, y más si viene de parte de un gigante como Genesis, auténticos dominadores de esta faceta. En sus diferentes formaciones siempre lograron conseguir que sus directos se convirtieran en la celebración de un instante único e irrepetible, plagado de sorpresas escénicas además de un singular cuidado de los efectos de luces (suya es la incorporación de los imprescindibles vari-lites en todo gran concierto que se precie), sin olvidar la calidad y precisión musical que aportaron en cada una de sus actuaciones, quedando aquí perfectamente ejemplificada. 

Genesis siempre fueron muy exigentes para llevar sus grabaciones de estudio al directo, midiendo hasta el más mínimo detalle y efecto sonoro, algo que bien pudimos ver en la manera en la que afrontaron su definitiva gira de despedida "The Last Domino", donde brillaron a todos los niveles, a pesar de tener que presentarse con Collins en una silla cada noche. Esta atractiva caja (tanto en continente como en contenido) recoge grabaciones para la BBC de conciertos de todas sus etapas, desde los especiales para los programas "Night Ride de 1970", "Sound of the 70s" de 1971 y "Top Gear" de 1972, a varias presentaciones en el mítico escenario de Knebworth e incluso uno de sus directos más buscados entre las redes piratas, ese grabado en el Lyceum londinense en mayo de 1980, en el que Phil Collins se consagró como frontman de gran carácter, pues sus discursos entre canciones fueron tan valiosos como algunas de sus interpretaciones vocales. Así pues, hay para todos los gustos en esta caja de cinco cd's (más reducida en su formato vinilo incluyendo sólo tres LP's). Podrían haber sido más, pero la selección es muy jugosa y viene muy bien acompañada por un libreto que nos sumerge en algunos de los pormenores de estas grabaciones así como de extractos de entrevistas con los músicos de los momentos en los que se grabaron los conciertos. 

Los hay que preferirán sumergirse en las primeras interpretaciones más pastorales (magníficas en esta línea "Stagnation" o "Harlequin") o los tótems del rock sinfónico del primer disco (con ese "The Musical Box" que nunca defrauda o con la más dura y a la vez adictiva "Watcher of the Skies"), y los que se decanten por el mastodóntico concierto de Knebworth del verano de 1992 que contiene el quinto cd. Por mi parte, y pese a que me encanta Gabriel, me quedo con este último por motivos estrictamente personales. Recuerdo aquel concierto (el mismo del que se recogen aquí seis temas, como el premonitorio "Fading Ligts", el épico "Driving the Last Spike", o el irrepetible "Old Medley") retransmitido en directo en nuestro país por una cadena de televisión privada. En riguroso directo y en horario de gran audiencia. Un grupo de rock copando la programación de una gran cadena de televisión una noche de sábado veraniego. Hoy esto parece ciencia ficción, pero recordar un momento tan intenso para mí no tiene precio. Aquella noche permanecí impasible y atónito ante la televisión, alucinando con cada una de las canciones que se sucedían en la pequeña pantalla mientras las dejaba registradas en una cinta vhs que luego quemé viéndola hasta la saciedad. Dos horas y media de puro disfrute (aquí condensadas en la mitad de ese tiempo) que en el caso de nuestro país se retransmitieron por televisión con señal de la BBC tras la cancelación del paso del grupo por Madrid, debido a problemas de aluminosis en el estadio donde se iba a celebrar el concierto. Como digo, tiempos que no volverán, pero que nos marcaron a muchos y cuyas sensaciones vuelven intactas al reproducir algunas de estas canciones treinta y dos años después.

Nostalgias aparte, la caja recopilatoria contiene también una de las joyas en directo muchas veces buscada por sus seguidores. El concierto antes mencionado del Lyceum londinense de 1980 durante la gira de presentación de "Duke". En ese momento el entonces trío estaba asentándose con su nueva formación y en este registro vemos como se produce un perfecto compendio entre su pasado más elaborado y su presente más encarado hacia el pop. Éste es además el único concierto de los aquí reunidos que se nos presenta prácticamente completo (únicamente con algún leve cambio en el orden del setlist original), lo cual nos permite entender a la perfección su propuesta en vivo, que a juzgar por las resultados era infalible. La suite del álbum "Duke" suena contundente y los extractos de sus primeros álbumes como "Dancing with the Moonlight Knight" o el desarrollo final de "I Know what I like" constatan la fuerza de este grupo en un momento de plena transformación. Destaca también uno de sus temas más emblemáticos perfectamente defendido por Collins como es "The Carpet Crawlers", así como las más inclasificables "Deep in the Motherlode", que abre con ciertos aires punk el concierto, o "The Lady Lies", que nos demuestra como de todas sus etapas podemos sacar mucho jugo. La clásica "In the Cage" se mezcla magistralmente con "Afterglow", algo que se instauró de forma oficiosa en sus conciertos desde mitad de los setenta hasta el final de su carrera, sin olvidar la rabia que desprende su prematuro clásico "The Knife" para cerrar por todo lo alto su directo. 

También podemos disfrutar de la serie de conciertos más masivos del grupo, en su momento de mayor éxito global, cuando la gira "Invisible Touch" recaló cuatro noches en el Wembley stadium de Londres. Un concierto que habían presentado previamente en dvd y que aquí nos ofrece los pasajes más luminosos de aquel disco superventas mezclados con gran acierto entre las piezas más acertadas de su última etapa como "Mama" (¡qué manera más sugerente de comenzar un show!), "Home by the Sea" o "Domino", sin olvidar el carismático "Drum duet", que en este caso enlazaba con "Los Endos", tal y como ocurre en el otro de los conciertos seleccionados por la BBC cuyo escenario es de nuevo el mentado Knebworth, pero esta vez en el año 1978, en sus primeros pasos como trío presentando el más irregular "...And then there were three". Precisamente de este concierto del '78 nos quedamos con ganas de más, ya que únicamente cinco temas seleccionados saben a poco, y más cuando el nivel de "Dance on a Volcano", por poner un ejemplo, nos da muestras del gancho del grupo en grandes recintos, pero es lo que el festival en el que se insertaba el mismo les permitía porque, al igual que ahora, estos eventos hacen acortar más de lo que nos gustaría los repertorios. 

El caso es que algunas de estas canciones ya habían sido publicadas con anterioridad, o bien en otros boxsets de la banda (aquel imprescindible "Archive vol.I") o bien en DVD's oficiales y otros piratas, pero reunirlas aquí les da una entidad conjunta que nos permite entender mejor la fuerza en vivo de este grupo irrepetible, además de mostrar la apuesta de la BBC por la música hecha en sus fronteras, cadena radiofónica abanderada década a década de lo mejor de la escena del pop y el rock internacional. Estos discos sin duda nos muestran que Genesis fueron un ejemplo perfecto del espíritu refinado del mejor rock británico y la BBC estuvo allí para testificarlo. 

Para rematar el artefacto, otro de los valores añadidos del lote, es que únicamente está disponible en edición física (cinco cd's o tres lp's) lo cual hace que valoremos más el artículo como objeto de coleccionista, de gran atractivo para los completistas de la banda, pero es que tenemos ante nosotros una edición de lujo. Digna de la estantería del mejor melómano. Y más allá de esto, repleta de grandes momentos que hacen más necesario si cabe desenfundar el objeto más allá del "yo lo tengo". Una box set que nos muestra lo que mejor supieron hacer Genesis. Música en vivo para todos los sentidos. Libre, ambiciosa, en ocasiones inabarcable, pero exquisita. Imprescindible.

Nick Cave and the Bad Seeds, anuncian las fechas en la península Ibérica de su próxima gira


Foto: Megan Cullen

Nick Cave and the Bad Seeds volverán a pasear su excelencia por los escenarios de nuestro país en los próximos meses con motivo del “Wild God Tour”, concretamente las citas de presentación en territorio nacional del nuevo material de la banda tendrán lugar los días 23 de octubre (Palau Sant Jordi de Barcelona) y 25 (Wizink Center de Madrid), completando periplo en la península con la cita que tendrá lugar el 27 en el Lisboa MEO arena

La venta de entradas comenzará a ser efectiva a partir de las 10 horas del viernes 22 de marzo, pudiendo apuntarte a la preventa de las mismas para estas tres citas a través del siguiente enlace: https://cloud.lasttour.info/NIC24_Preventa_ES 

Una oportunidad de oro para disfrutar en nuestro país de uno de los artistas más venerados por crítica y público, secundado por un combo de aura mítica que nunca defrauda en sus presentaciones en directo y que a buen seguro volverá a emocionarnos con sus nuevas canciones, tal y como parecieron anunciar semanas atrás con la publicación del primer single de adelanto del que será su próximo álbum, “Wild God”.

The Rolling Stones: "Live At The Wiltern"


Por: Txema Mañeru. 

Este pasado año The Rolling Stones sacaron un disco de estudio más que digno. Quizás el mejor en los últimos treinta años al menos. Claro que el listón lleva ya varias décadas que estaba muy bajo. No sucede lo mismo con sus actuaciones en directo. Tampoco con la publicación de trabajos de giras de muy diferentes épocas. Especialmente recomendable su colección “From The Vault 71-90: The Complete Series" o la buena idea de recuperar su “Rock And Roll Circus”. 

Desde luego que una de sus giras más significativas de todos los tiempos fue la de su 40 Aniversario, celebración en la que aprovecharon también para sacar su destacado recopilatorio “40 Licks”. Por eso me ha parecido una buena noticia la publicación de alguno de los conciertos tan especiales de dicha gira. Gira que reunió 117 actuaciones y que alternó estadios, arenas y teatros, preparando repertorios muy diferentes según la ocasión. De hecho, hasta ensayaron un total de 120 canciones para toda la gira. 

Por eso este "Live At The Wiltern" (Universal) es tan especial, como lo ha sido la publicación en múltiples formatos. Destaca en primer lugar la del triple vinilo, pero hay igualmente edición en doble compacto y otras en la que los compactos vienen acompañados por el correspondiente DVD y el Blu-Ray. Por cierto, del mismo modo ha aparecido en lujoso triple vinilo el directo del 82 de The Who, "Live At Shea Stadium 1982", de la gira en que The Clash fueron sus teloneros, y que es también más que recomendable. Además, es otra de esas bandas grandes y clásicas que demuestran siempre su infalibilidad en directo. 

Pero regresando a los Stones, recordar que la formación y acompañantes de esta gira fue un lujo como pocas veces. A la banda habitual y Darryl Jones, se suman los casi fijos y grandes Chuck Leavell y Bobby Keys. Además, Bernard Fowler y Lisa Fischer en las voces, una sección de viento completa y dos gigantes en las percusiones como Jim Keltner (Neil Young, John Hiatt…) y Blondie Chaplin (The Beach Boys, Brian Wilson) que también añade voces. La guinda es la presencia del gigante veterano Solomon Burke en "Everyboy Needs Somebody To Love", un gigante del soul que fue telonero en muchos de los conciertos de dicha gira.  

Entre las muchas sorpresas de la gira y de este directo es que ensayaron al completo el “Exile On Main St.” y casi al completo también el “Some Girls” o el “Black And Blue. El Wiltern Theatre de Los Ángeles tenía capacidad para 2.000 espectadores y entre los presentes estuvieron celebridades musicales y artísticas como Tom Petty, Neil Young, Sheryl Crow, Johnny Depp, Stephen Stills o Eddie Murphy. Es raro que en este directo no aparecieran temas casi fijos como "Satisfaction", "Gimme Shelter" o "Sympathy For The Devil", pero nos consuela que están en casi todos sus otros directos. 

Fue igual de sorprendente que arrancaran la actuación de más de 105 minutos con un clásico que suele aparecer más en los momentos finales o en los bises, como "Jumpin’ Jack Flash". La gran lucha entre el piano y el saxo marca el ritmo del frenético rock’n’roll "Live With Me", las mismas teclas que sobresalen, junto a la voz de Mick, en "Hand Of Fate". Country cálido y una brutal pedal steel de Ronnie dirigen una "No Expectations" que abre el espacio para una tanda relajada que incluye también la poco habitual, pero genial, "Beast Of Burden", con excelentes punteos y los destacados coros de Lisa. Se rockerizan con otra poco corriente "Stray Cat Blues" y sorpeden con una mayúscula "Dance Pt. 1", del “Emotional Rescue”, con puro baile y muchos vientos. Vientos que también destacan en el citado tema de Solomon Burke, acompañados por él y que popularizaron The Blues Brothers en su “Granujas A Todo Ritmo”. Siguen esa estela negra con un Mick Jagger cantando como nunca el "That’s How Strong My Love Is", de Otis Redding. Cierra el primero de los compactos otro tema soul bailable con gran solo de saxo como es el "Going To A Go-Go", de Smokey Robinson And The Miracles

El segundo compacto se abría con el momento vocal para Keith Richards con otras dos absolutas sorpresas. El primero es el maravilloso lento "Thru And Thru", con guapos punteos y más coros al estilo “Emotional Rescue” del “Voodoo Lounge”. Luego, del “Bridges To Babylon”, buenos vientos y órgano con aromas reggae, pero ritmo casi ska, en "You Don’t Have To Mean I"’. Explosiva y también muy soul resulta el "Can’t Your Hear Me Knockin", donde destaca un Mick con su armónica en paralelo a un gran trabajo de saxos, órgano y las ricas percusiones. Puro blues destila "Rock Me Baby" mientras que combativa y a tope agresiva se presenta "Bitch". La traca final viene con una maravillosa "Honky Tonk Women", arrastrada como siempre con pelea entre órgano y punteos por encima de los 10 minutos. Luego, dos habituales puro Stones como "Start Me Up" y "Brown Sugar".  

El fin de fiesta es para un "Tumbling Dice" con más vientos y coros espectaculares, además de otro mágico piano. En el cuidado libreto podremos encontrar amplias notas a cargo del experto Paul Sexton que ha entrevistado en multitud de ocasiones a lo largo de los años a los Stones y tiene hasta un celebrado libro sobre Charlie Watts. ¡Fans de los Stones a pasar por caja, y si no eres asiduo también es un estupendo directo más que especial!