Oscar Avendaño: "¡Lo tengo en vinilo!"


Por: Kepa Arbizu.

Todo grupo de personas que expresa una profunda afición por una disciplina creativa determinada comparte ciertos códigos de lenguaje que, como si de un ritual secreto se tratase, adquieren significantes sólo descifrables por ellos mismos. Así, en el ámbito musical, exponer que un disco se posee en vinilo, desterrando el insustancial y cada vez tristemente más extendido esnobismo, supone por un lado la preferencia por dicho formato sonoro pero igualmente el no menos esencial lazo emocional prendido por aquellos ritmos escondidos entre sus surcos. Sólo bajo dicho subtexto se puede comprender y disfrutar en toda su dimensión el primer libro de Oscar Avendaño, que bajo el explícito título de -como no podía ser de otra manera- “¡Lo tengo en vinilo!” (NeoPerson Sounds, 2024), se constituye como una selección de álbumes que, al margen de su especial aprecio -temporal o infinita- por ellos, sirven como múltiples piezas que una vez unidas reflejan la biografía, o por lo menos parte de ella, de su autor.

Puede que para los más versados en el arte de las letras, y no tanto en el musical, el nombre de quien firma esta obra no alcance especial trascendencia, pero sin embargo todos aquellos que en las últimas décadas han degustado las diferentes ofertas surtidas por los sonidos eléctricos no necesitarán mayor presentación de quien, tras dejar atrás múltiples proyectos, ahora se puede presentar en solitario, enfundado en un impoluto traje blanco para exprimir el jugo del rock and roll con The Bo Derek’s o haciendo que su bajo palpite en los míticos Siniestro Total. Un lujoso currículum que sin embargo no debe obviar que estamos frente a la figura, por desgracia no tan habitual como a priori sería deseable, de quien antes que un profesional es un apasionado y entendido del arte que el mismo despliega. Una diletante actitud que si bien desprende buen gusto y erudición, no hay más que ver la extensa y exquisita lista de discos escogida y su contextualización, es expuesta, como introduce el propio Julián Hernández bajo su habitual irónica locuacidad, con la absoluta naturalidad de quien habla en confianza y sin tapujos, consiguiendo un estado de cercanía, y confidencia, que propicia más todavía la inmersión del lector en esta particular retrospectiva existencial impresa sobre acetato. 

A veces las circunstancias menos halagüeñas acaban convirtiéndose en el imprevisto escenario para posar el primer pie en un camino que nos aguarda con innumerables tesoros. Por eso, que un niño de frágil estructura ósea necesitara acudir al gimnasio no parece la inauguración más apasionante, sin embargo descubrir que mientras ejercitaba su cuerpo sonaban de fondo las irreverentes canciones contenidas en “Cuándo se como aquí”, estreno de la banda viguesa Siniestro Total, fue el descubrimiento de un mundo al mismo tiempo incomprensible (para esa edad) pero excitante, tanto como la sensación de estar escuchando aquello que unos padres nunca aconsejarían. A partir de ahí, y a pesar de que la juventud de nuestro protagonista navegaba alrededor de una escasa pericia social, el recorrido se apuntala entre los monolíticos pero vibrantes ritmos de AC/DC o unos Ramones a los que, la encomiable honestidad en la narración, exenta de todo tipo de innecesarias genuflexiones ni misticismos, convierte en un sanctasanctórum capaz sin embargo de ofrecer un desastroso espectáculo en vivo, mácula que por otra parte sigue guardando como oro en paño. 

Primeras etapas de un aprendizaje -no sólo sonoro- carente de vuelta atrás y enunciado lejos de adormecedoras  líneas rectas, incorporándose a una carretera repletas de curvas emprendida junto a manos amigas a las que les concederá prácticamente el don de la infalibilidad cuando de recomendaciones musicales se trata. Un ejercicio de espeleología compartido que desembocará en los pantanos donde hallar a la Creedence Clearwater Revival o que se sumergirá en oscuro ecosistema habitado por "Roky" Erickson . Trayectos que se bifurcan por igual para abrazar la majestuosidad de aquel Roy Orbison interpretando “You Got It” como si tocara a las puertas del cielo, atravesando veloz el horizonte mientras suenan los Sonics o caer rendido ante la melódica belleza de The Band. Un encuentro con la banda estadounidense generado por otra pasión ampliamente representada en el libro, ese séptimo arte que tantas veces se convirtió también en puerta de entrada para, por ejemplo, la irreverencia de los Sex Pistols en "The Great Rock 'n' Roll Swindle"  o proyectar una fuerza de la naturaleza llamada Elvis Presley

Si fue la armónica escuchada en el tema "I Should Have Known Better", primeriza aproximación a los Beatles completada por la adquisición del "Rubber Soul", lo que sacudió la pretensión de ese precoz oyente por querer reproducir dicho sonido, cada uno de los álbumes que descubrimos en el transcurso del libro significan, de una manera u otra y bajo diversa intensidad, empujones que le incitan al autor a dejar de ser un mero espectador del teatro del rock para empezar a convertirse en protagonista. En esa andadura siempre necesitada de refrentes, aquellos que se alojan más cercanos enseñan a soñar de manera más plausible, por eso encontrar en otros gallegos, Los Contentos, reminiscencias de algunos de sus grupos favoritos, parecen acercar la posibilidad, alimentada también por  verbos que no necesitan ser descifrados en un ingente trabajo de exploración en las letras expuestos por Los Deltonos o Los Enemigos, de liberar ese ímpetu por emprender un vuelo de largo trayecto. 

Al igual que el bagaje existencial nos ayuda a perfilar nuestra identidad, la acumulación de discos, adquiridos en un proceso evolutivo que lleva desde los grandes superficies a las rastros para acabar en tiendas especializadas, nos abre, mientras cierra otros, diferentes travesías. En esa constante y dinámica mutación, existen aquellos exentos de variación y por los que la admiración nunca fluctúa, devoción que Oscar Avendaño traslada a la genialidad de Dylan o al siempre admirable tesón, a veces irregular pero que todavía le engrandece más, expresado por Neil Young, mientras loa en paralelo particularidades menos generalistas como Violent Femmes o The Boys. Junto a esos tótems imposibles de desplazar, los amores intensos, percibido en unos Stones que pese a su desgastado fervor siempre consiguen encender la llama en sus buenos momentos; aquellos que han necesitado el mimo y la atención propia de una relación estable, léase Wilco o Thin Lizzy, o incluso quienes con su imagen y actitud, demostradas por Johnny Thunders o Andy Chango, consiguen prender la mecha, también forman parte de su acerbo sentimental. Y ahora mismo no necesariamente estamos hablando de música, o no exclusivamente. 

Tan importante en esa paulatina representación de nosotros mismos resulta mostrar los afectos como lo contrario, por eso contiene un valor añadido que la poca atracción, o por lo menos no la que se podría esperar a priori, por Tom Petty no impida sus alabanzas hacia “Wildflowers”, como su animadversión actual por el personaje de Calamaro no le exima de salvar y llevar a buen cobijo “Honestidad Brutal" o la enmienda a la totalidad del legado de Guns N' Roses sólo deja en pie, pero de manera enérgica, a Izzy Stradlin en solitario. En esta cartografía, que al igual que cualquier hoja de ruta une puntos de lógica cercanía, haciendo que la constelación “stoniana" señale a los Faces, y estos a Rod Stewart o Ronnie Lane, y acoge esos focos luminiscentes de rápida combustión pero de menor recorrido, simbolizados en Dr. Explosion, Hellacopters o Black Crowes, según las páginas leídas empiezan a ser superiores en número a las restantes, el sentimiento global se encona y se vuelve más melancólico. Un tono nostálgico, espolvoreado en un precioso capítulo protagonizado por unos The Byrds servidos como analgésico contra el furor felino de una gata, que se vuelve especialmente trágico y doloroso en episodios donde sólo Nick Drake parece poder soportar el desmoronamiento anímico y Townes Van Zandt acompaña el desolador final de una relación sentimental. Tampoco el maridaje entre sexo, drogas y rock and roll, sobre todo en su repunte más álgido, encontrará en la escritura del autor un encaje que no sea una poco recomendable huida hacia adelante. Una escapatoria inútil cuando se trata de esquivar la sombra más lúgubre, recogida en los estremecedores, y al mismo tiempo sensibles, momentos donde el fallecimiento de sus progenitores cuenta con Syd Barrett y The Sadies a modo de cortejo fúnebre. Simas emocionales que acaban en la consulta psicológica durante un COVID que limita su actividad profesional y que encuentra en la rabia luciferina de Beasts of Bourbon la única forma de derribar dicho colapso. 

Para muchas personas, entre las que se encuentra por supuesto el escritor de “¡Lo tengo en vinilo!” y seguro un buen número de sus lectores, no existe una clara diferenciación entre la existencia y la música, por lo que una banda sonora siempre suele ir ligada a una experiencia personal y cada acción destacable -no necesariamente encomiable- en nuestro periplo desata la melodía de una canción. Ese es el absoluto propósito del debut literario de un excelente compositor que tiene la osadía de exhibirse sin miramientos para contar una historia propia, y como tal no acepta contrariar sus opiniones, que paradójicamente se convierte en la de muchos otros. Cambiarán nombres, apellidos, consideraciones y matices, pero este extraordinario texto es también la vida de todo aquel que entiende que amigos, unos firmes y otros líquidos; amores, de mayor consistencia o de irregular naturaleza, y sobre todo el conocimiento sobre uno mismo se esconden casi siempre empacados en fundas de discos.

J. Teixi Band: "Diez de Diez / Instrumentales"


Por: Txema Mañeru.

¡Qué ganas de que llegue la nueva fecha de presentación del disco de la J. Teixi Band para volver a disfrutar con sus cercanos, calientes e intensos en directo en las distancias cortas del mejorado Azkena de Bilbao! Y, además, con “nuevo” y muy especial disco calentito. Bueno lo de “nuevo” lo hemos puesto entrecomillado porque hay de todo. Siempre nos ha encantado mogollón la J. Teixi Band (y antes Mermelada o Los Elegantes) en directo, pero también hemos gozado mucho de sus buenos discos. 

En casi todas sus actuaciones y en casi todos sus discos nos han sorprendido gratamente con algunos temas instrumentales que se han convertido, merecidamente, en clásicos de la banda. Algunos de ellos bien y sabiamente utilizados como carta de presentación, pero igualmente como buenos momentos para sus siempre calientes directos. Varios de sus discos arrancan con destacados temas instrumentales. Como ellos mismos dicen, un buen instrumental, al estilo Nueva Orleans, es la mejor manera de empezar a sentir la congregación que va a disfrutar de algo especial. Y la Teixi lo son, y por eso será un placer congregarnos con ellos lo antes posible en para disfrutarlos en las distancias cortas. Rhytmn And Blues con mayúsculas que cuenta con arrebatos de emotivo soul y arranques de buen blues eléctrico. El disco tiene edición en vinilo que puedes conseguir en www.jteixiband.es, y de paso enterarte de sus próximos y siempre bien recibidos conciertos. 

El álbum está dedicado a uno de sus ídolos, que también lo es nuestro, casualmente o no. Te hablamos del gran e inolvidable Wilko Johnson. Comienza de manera magistral por uno de los tres temas nuevos. Se trata de "La Mula", y no es el pesado tema del eterno solo de batería de los Deep Purple, sino una versión del "The Horse" de Cliff Noble fechado en el 68 pero popularizado dos décadas después por al excelente versión de aires más soul aún de los Dexy’s Midnight Runners de Kevin Rowland. Una gozada total. Siguen con su ya conocido "Lincoln Avenue" sonando más funk que nunca y con excelente órgano de Galiacho para pelear con la guitarra de Teixi. Aires rhythm and blues, a los Blues Brothers, se dan cita en"‘Go-Win", mientras que los Homenajes a Rolling Stones y Burning en ese gran clásico de Smokey Robinson que es "Going To A Go-Go" son evidentes. Los festivos teclados y la excelente armónica anuncian otra de las novedades, titulada "Sintonía Nº 2". 

La excepción, con bastantes destacadas partes vocales, aunque sea a modo coral, es "Lo Quiero", decorado con un piano y órgano de Galiacho que se sale. Los aromas a garito nocturno y humeante y espectacular solo de saxo, de Juan Muro, describen el "The Ghetto", de Donny Hathaway. De paso, hay que advertir que varios temas del disco están acompañados por un cuarteto de viento que, como siempre, no tiene desperdicio. Es el caso de su otra buena versión, "¿Dónde Está Sally?" (Manuel / Tobes / Jones). El influjo del Santana de "Oye Como Va", a cargo del órgano, el ritmo y los punteos, presente en "Memphis Boulevard’ se agrandan todavía más para su "Hot Flamingo 303". 

De despedida llega otro gran tema nuevo como "En El Club 66", con la firma de Teixi, principal compositor junto a Galiacho, donde los aromas noctámbulos prendidos por unos vibrantes punteos sirven para alumbrar las paredes de esos clubs con poca iluminación que, a veces, echamos de menos, aunque el humo no tanto. A ver si nos visitan antes de que pase el invierno para calentar nuestros maltrechos corazones… Realmente se hace notar que han disfrutado muchos componiendo y/o adaptando estos destacados temas instrumentales.

La Estrella Azul y Cuti Carabajal: “Mauricio Aznar vive en la chacarera”


Jardín de Invierno, Zaragoza. Miércoles 9 de octubre de 2024. 

Texto y fotografías: Javier Capapé.

Cerrar los ojos y escuchar a Mauricio. Abrirlos y presenciar algo único. Frotarlos para asegurarnos de que es real. Irrepetible. El cielo acababa de descargar su furia minutos antes de esta cita en el Jardín de Invierno del Parque José Antonio Labordeta de Zaragoza, pero poco a poco las nubes desaparecieron para dar paso a una velada de las que dejan huella. Una de las más esperadas en estas fiestas del Pilar recién terminadas. Los allí congregados sabíamos que estábamos ante una cita que pocas veces se puede presenciar. Los astros se alinean, las circunstancias se ponen a favor y se hace historia. La reunión del grupo que dio vida a Más Birras en la magnífica cinta "La Estrella Azul" nos permitiría volver de nuevo a esos años noventa a ritmo de rockabilly y aromas de rock latino, pero ahí no quedaba todo. El cineasta Javier Macipe se uniría a ellos. De todos son sabidas sus dotes como guitarrista y cantante, pero sobre todo su amor por la música, como bien demuestra su ópera prima, en la que se embarcó con muchas idas y venidas hace ya más de diez años. Y junto a ellos el verdadero motivo que otorgaba a esta cita el calificativo de histórica. La llegada desde Santiago del Estero del gran Cuti Carabajal, artista de la chacarera y protagonista junto a Pepe Lorente en la cinta de Macipe. Cuti no se presentaría solo, lo hizo en compañía de su hijo Florián, y con ellos viajamos hasta el corazón de esa música eterna y sentida que nace en la provincia norteña de Argentina. No faltaron tampoco Almagato, el último grupo que fundó Mauricio Aznar y que pervive hoy en día recogiendo con estilo la tradición musical del Cono Sur, o la presencia del gran amigo y autor de muchas de las canciones de los Birras junto a Mauricio, el doctor Gabriel Sopeña. Todas estas circunstancias hacían de este concierto algo que iba más allá de lo estrictamente musical, que trascendía hasta llegar a la esencia de la emoción que mueve al artista y la comparte con todos los presentes cual regalo que encapsula por siempre el momento único.

Pero vayamos más allá de la estricta enumeración de los que pasaron por el cada vez más reivindicable escenario zaragozano. Los remozados Más Birras del film abrieron la velada con el torrente instrumental comandado por la guitarra de Alberto Solobera o la batería de Carlos Páramo junto a la poderosa voz de Pepe Lorente, que encarna a la perfección el espíritu de Mauricio, tanto en la película como sobre las tablas. En el más estricto formato de rock, junto al saxo que siempre definió al cuarteto original, encararon "Esa chica se llama soledad" o "Al este del Moncayo" con suma solvencia y con la entrega de un público que retrocedía sin querer a los tiempos del "Interferencias" o la sala "En Bruto". Javier Macipe entró en escena para acompañar al grupo principal en la interpretación de las más sentidas "Promesas rotas" o "Hay una Cruz en el Saso", antes de tornarse hacia el swing de "Moliendo café" o la rockabilly "Tren de medianoche". Pepe Lorente, en la piel de Mauricio Aznar, reivindicó el papel del director de cine zaragozano como otro baturro quijotesco que se enamoró de su proyecto antes incluso de conocerlo, al igual que le pasó a Mauricio con la música de Santiago del Estero o al propio Quijote con su amada Dulcinea. Así, con todo el público ya rendido al buen hacer de esta banda "de película", remataron con la versión rock de "La Estrella azul" antes de que entraran en escena los mentados Almagato y la estrella de la noche, el inmenso (además de también el más humilde) Cuti Carabajal. Ellos tendieron los puentes que un día tendió el joven Aznar Müller para que nosotros los cruzásemos esa noche, comenzando así una auténtica fiesta con la chacarera como absoluta protagonista. 

Entre canción y canción, las infinitas tablas del maestro Carabajal nos sumergían en historias de su tierra que daban sentido a sus canciones, así como en anécdotas (reales o ficticias) que engrandecían todavía más la esencia de estas canciones, y así escuchamos "Gatito del dulce amor" o la maravillosa "La pucha con el hombre", en la que puso su voz Jaime González de Almagato.  

Uno de los momentos más emotivos (a la vez que el más íntimo de la velada) fue cuando Pepe y Cuti se quedaron solos, ambos con guitarra en ristre, para cantar "Vuelvo a amarte mi pueblo" y "Coplas para mi hermano". El público enmudeció y todo cobró sentido. Santiago del Estero y Aragón hermanadas en la voz de dos espíritus libres que aman y sienten la música como vehículo que une y concilia, dando sentido al oficio compartido como ejemplo de comunicación plena. 

Cuti Carabajal nos habló del gaucho Martín Fierro, así como de los poetas Ariel Petrocheli o Pablo Trullenque, que pusieron letra a sus canciones, dando sentido a algunas de sus chacareras más recordadas. Nos recordó, sin una pizca de impostura, la importancia de cuidar esta vida desde el convencimiento de que luego no vamos a tener más. No eran frases hechas de "Mr. Wonderful", era la palabra de una persona curtida y vivida con tanta pasión como sencillez. Las palabras de un sabio, que también entiende el escenario mejor que nadie (¡menuda lección dio a todos!), con humor y entrega. 

La fiesta final se iba a producir con todos los músicos sobre el escenario de nuevo y con un público que se soltó a bailar en corro tal y como muestra la película. "La Telesita", "Entre a mi Pago sin golpear" o la más blues "El tren aguatero" sonaron como clásicos entre el público enamorado de la película en la que también cobran vida las mismas. Con "Déjame que me vaya", tras un pasaje digno del mejor cómico sobre las tablas por parte de Cuti, el grupo se despidió y Mauricio Aznar, en boca de Pepe Lorente, invitó a su mejor amigo desde los tiempos de la infancia, con el que había compuesto y compartido tantas canciones, el mismísimo Gabriel Sopeña. Juntos interpretaron una versión desnuda de "Cass", seguida de la más enérgica "El hombre del tambor" y la más grande (e internacional) de todas de las canciones de Mauricio "Apuesta por el Rock and Roll", en la que el maestro Carabajal se atrevió a entonar una de las estrofas (la primera vez en su larga y nutrida carrera que se lanzaba con el rock).
Después de esto vino una larga ovación. Entusiasta, sentida, real. No queríamos salir de ese estado de éxtasis. No queríamos despertar de ese sueño, por más que lleváramos dos horas y cuarto frente a ese escenario. 

El tiempo había pasado fugazmente, como siempre que se vive de veras, que se exprime y se aprovecha. Y así, "De los pagos del olvido", el último texto escrito por el protagonista de la noche y convertido en canción por el propio Macipe, nos brindó el mejor y más sentido final esperado. Mauricio dejó escrito: "Camino en la noche larga, pero camino al amor". Ahí llegamos nosotros, tras un camino con obstáculos y trampas, como las que vivió el mismo Javier Macipe para llevar a la gran pantalla esta historia o como las que llevaron a ese trágico desenlace al propio Mauricio Aznar. Una noche larga, pero caminando hacia el amor, que es lo que derrocha la música que fue protagonista el pasado nueve de octubre en Zaragoza y la que hizo de la misma una noche a buen seguro irrepetible, de la que podremos presumir pasados unos años de haber sido testigos de excepción. Aquella en la que el alma de los Carabajal y el propio Mauricio Aznar se dieron la mano en Aragón, en la que ese hermanamiento desde las tierras áridas al este del Moncayo y las también gemelas de la estepa Argentina se hizo realidad. Una noche para tocar el cielo y abrazar a Mauricio conducidos por la "Telesita" y el rock hermano de Más Birras.

Ryan Adams: “En busca de la redención”


Sala Bataclan, París. Jueves, 3 de octubre del 2024.

Texto y fotografías: Álex Fraile 

Situada en pleno Distrito XI de París, la sala Bataclan sobrecoge nada más acercarse. Este templo cultural en forma de pagoda china – otrora testigo de vodeviles, espectáculos populares, del éxito de artistas franceses como Maurice Chevalier o Édith Piaf – siempre estará ligado a lo que ocurrió aquella fatídica noche de noviembre de 2015. La capital francesa sufrió una serie de atentados, siendo este lugar el epicentro de la barbarie. El concierto de Eagles of Death Metal se convirtió en un campo de tiro muriendo 90 personas. 

Al entrar, resulta imposible no sentir un escalofrío. Un torrente de tristeza y rabia se apodera de nosotros, pero esa noche de principios de octubre se presentaba como una oportunidad para la redención. Dentro nos esperaba Ryan Adams. Un ser inescrutable. El prolífico músico americano lleva años subido a una montaña rusa. Desde su época con los añorados Whiskeytown, sus inicios en solitario con el imprescindible "Heartbreaker" o el posterior "Gold" pasando por la etapa junto a The Cardinals y su fiel escudero Neal Casal, el cantautor de Jacksonville abrazó el éxito. Sin embargo, las adicciones y sobre todo acusaciones de acoso, maltrato y abuso de poder le llevaron a los infiernos. Denostado y cancelado por la industria musical desapareció por completo. De un tiempo a esta parte parece dispuesto a redimirse. Buscó ayuda, dejó las adicciones y siguió componiendo literalmente sin respiro. A principios de este año publicó nada más y nada menos que cuatro discos de estudio y un recopilatorio por no hablar de su obsesión por reconstruir discos ya de por sí excelsos como el "Nebraska" de Springsteen o el "Blood On The Tracks" de Dylan

Llegó a París en plena recta final del Solo 2024. Una gira en solitario que le ha llevado por Reino Unido y unas pocas ciudades europeas. Un tour concebido como celebración del vigésimo y décimo aniversario respectivamente de "Love Is Hell" y el homónimo "Ryan Adams", donde también tendrían cabida clásicos y favoritos de toda una carrera. Las instrucciones anunciadas con antelación en las redes sociales quedaban claras. «Tómate un respiro de tu teléfono, tus preocupaciones, tu trabajo, tus dudas... déjame cantarte un puñado de canciones y hacerte reír entre medias y recordarte lo maravilloso, triste, hermoso y lo condenadamente valioso que es todo esto... Tú y yo». 

Apareció en escena bajo la penumbra, iluminado por unas tenues lámparas, rodeado únicamente de unas cuantas guitarras y de un piano. Tras los primeros acordes de la melancólica "Oh My Sweet Carolina" daba la sensación de que Ryan interactuaba directamente con cada uno de los asistentes que llenaban la sala. No estaba Emmylou Harris, poco importaba. El efecto hipnótico se apoderó de una Bataclan en escrupuloso silencio mientras siguió desempolvando joyas del baúl de nuestros recuerdos. Ashes & Fire dio paso a dos cortes del infravalorado "Easy Tiger": "Everybody Knows" y "Two". "New York, New York" sonó especialmente emotiva con Adams sentado al piano, dando la espalda al público, inmerso en sus pensamientos. Resultaba inevitable no pensar en los paralelismos entre la Gran Manzana y la capital francesa.

Parecía sentirse a gusto. Bromeando; ofreciendo amablemente agua a una señora que luchaba por mitigar su toz; contando su amor por París. Una ciudad en la que llegó a vivir, dónde compuso algunas de sus canciones más conocidas y vinculada a dos de las bandas a las que rindió tributo durante esa noche. The Doors y la Velvet adquirieron especial protagonismo. "Car Hiss By My Window" sonó con hermosa crudeza mientras Adams se recreaba a la harmónica y "Pale Blue Eyes" consiguió estremecernos al evocar a la Nico más sensual. Entre medias fue repasando éxitos suyos como "Firecracker", nos regaló una vibrante "My Winding Wheel" que arrancó de nuevo los vítores, sin olvidar un homenaje a Dylan en forma de "Love Sick". 

La interacción con el público iba en aumento. Simulaba atrapar con su mano a su Musa o impartía un sentido alegato contra las plataformas de streaming. La noche transcurría y Ryan no daba muestras de fatiga. Una entusiasta recreación de "Dear Chicago" dio paso a dos nuevas canciones de "Love Is Hell": "English Girl Approximately" y "This House Is Not For Sale".

Adams no necesita de la aprobación de la audiencia pero explicó que el setlist era especial, dando mayor relevancia a los covers que en previos conciertos. La sorpresa de la noche llegó de la mano de una preciosista versión de una de las joyas del soul: "The Tracks Of My Tears", de The Miracles. Acto seguido se empeñó en hacernos llorar con otro guiño a The Velvet Underground y se abrió nuevamente en canal, en esta ocasión con "Please Do Not Let Me Go". Una gema con reminiscencias folkies. Al terminar la canción se dirigió con gracia a los responsables del bar. Hace tiempo que abandonó la bebida, aunque necesitaba un poco de aceite. La puerta del fondo no cesaba de chirriar, poniendo a prueba su concentración cada vez que tocaba un acorde a la guitarra. 

Estando en París no iba a perder la oportunidad de rendir tributo a Morrison, rescatando su mayor éxito. "The End" sobrecogió al más pintado. Bueno, a toda la Bataclan menos a un osado «espectador» que al abandonar la sala quiso provocar al músico norteamericano. En otro tiempo hubiera entrado al trapo, pero haciendo de tripas corazón indicó que tenía previsto un buen final para el show. Nadie lo iba a estropear. "Answering Bell" impregnó de magia la sala. Rebosante de energía, con ese estribillo que se cuela en nuestros corazones como un mantra y esa última frase que pronunciada con vigorosa energía no parecía indicar el final de una noche redentora. «But I’m saying hi». No fue un saludo. Fue un adiós. Tras casi tres horas de magisterio abandonó el recinto con todo París aplaudiendo sin cesar, aunque con la extraña sensación de que ese energúmeno nos privó de algunas gotas más de eternidad. Sin embargo, este no es el fin. Ya de madrugada, camino de Londres, Ryan Adams nos mandaba un mensaje. «Adiós a París. Siempre es una despedida agridulce. La noche hace lo que hace y nos separamos. Cuidad de Jim por mí, por favor».

VV. AA.: “The R&B Scene”


Por: Txema Mañeru. 

La verdad es que este año Universal nos está trayendo excepcional material en cuidados vinilos de alto gramaje y calidad. Especialmente sembrados están con algunos recopilatorios sesenteros. Fue el caso de “The Northern Soul Scene Collection”, con una gran repercusión, también alcanzado por el estupendo triple CD “PSYCH! British Prog, Rock, Folk & Blues 1966-1973” que ya pasó merecidamente por las páginas de El Giradiscos

Ahora era de justicia que le tocara el turno al también excelso “The R&B Scene” (Decca / Universal) que tiene una espectacular edición en doble vinilo blanco. La edición en compacto igualmente está más que cuidada con un libreto de 12 páginas realmente completo con buenos textos de John Reed, información y fotografías de todas y cada una de las bandas. Además añade algunos carteles de actuaciones de dichas formaciones y otras en míticos locales de la escena como el Marquee o The Ram Jam Club. 24 destacados temas registrados entre 1962 y 1966 cuyas ediciones en single de Decca / Deram son tesoros muy buscados. No extraña al estar entre ellos nombres míticos e inmortales como Davie Jones With The King Dees (David Bowie), John Mayall And The Blues Breakers, Rod Stewart, The Byrds (Ronnie Wood), Zoot Money, Lulu, Alexis Korner, The Graham Bond Organization o Steve Aldo. Pero es que además encontrarás gemas más ocultas con nombres más oscuros, pero en canciones que fueron éxito en single en su momento, dada la calidad de las mismas. 

Pero, además, en algunas de estas grandes formaciones había músicos que luego serían enormemente famosos. Es el caso de la Alexis Corner Blues Incorporated con John McVie (Fleetwood Mac) en el bajo o de la Graham Bond Organization, con Jack Bruce y Ginger Baker, que luego formarían Cream junto a Eric Clapton. Tenemos aquí, por tanto, a la flor y la nata de la exitosa escena musical británica de Rhythm & Blues de la década de 1960. Abren fuego The Birds con Rod Stewart y Ronnie Wood al frente de los mismos. Escuchar "You’re On My Mind" y no alojarlos directamente en tu mente y en tus oídos es un delito, al menos musical. Luego encima crearon los Faces y eso ya fueron palabras mayores. La armónica resuena cruda y afilada. Pero es que luego siguen dos grandes sorpresas como son The Fairies y Blues By Five. Los primeros también con gran armónica y a mayor velocidad. Los segundos bordando el "Boom, Boom" de John Lee Hooker

Pronto nos llega el gran Dave Berry con su inmortal "Don’t Give No Lip Child". Con la muy famosa en los 60 Lulu estaba también Jimmy Page (Led Zeppelin) en una preciosidad como "I’ll Come Running Over", que suena sorprendentemente rabiosa y rhytmn and blues y con la guitarra de Page brillando de verdad. The Graham Bond Organization bordan la popular "Long Tall Shorty", brillando el propio Bond con su teclado, pero también las guitarras. The Frays suenan como los Rolling Stones de sus 2 primeros discos. Bajo y armónica realmente brutales. Te sorprenderá un joven Davie Jones (luego David Bowie) con los aires mods, hasta en el título, del clásico "Louie, Louie Go Home". John Mayall And The Blues Breakers nos traen uno de sus primeros y más inmortales hits. Nos estamos refiriendo, ni más ni menos, que a la explosiva "Crawling Up A Hill", con la voz y el órgano del propio Mayall en primer plano. Con Zoot Money tenemos a otro de los teclistas claves de los 60 junto a Graham Bond, también aquí, Georgie Fame o el joven Stevie Winwood

Otra grata sorpresa, para un servidor, es el guapo lento "Can’t Let Her Go" de The Hipster Image. The Exotics nos abrasan el corazón con su "Cross My Heart", combinando rhytmn and blues con un ritmo ska, y Rod Stewart (Rod The Mod) se merienda un explosivo "Good Morning Little Schoolgirl", de Sonny Boy Williamson. Alexis Korner’s Blues Incorporated se lo montan con Muddy Waters en la siempre trepidante "I Got My Mojo Working". Destacado piano y armónica, pero también esa poderosa sección de ritmo. Emoción también con otros desconocidos para mí, como The Plebs, con su ruptura amorosa en "Babe I’m Gonna Leave You". Steve Aldo nos trae el éxito de Motown, "Can I Get A Witness". Buen trabajo de coros y rulando a mayor velocidad que la original. The Redcaps se lo hacen con Chuck Berry y su "Talkin’ About You", con crudas guitarras y rabia a tope. Es otra maravilla conocer el "See That My Grave Is Kept Clean", interpretada por Paul’s Disciples. Como colofón despedida repitiendo con The Birds y su gran versión del "You Don’t Love Me", de Bo Diddley. De nuevo trepidante y con una armónica que te abrasa por dentro. ¡Ojalá nos sigan trayendo recopilatorios de este calibre y de estas décadas gloriosas la gente de Universal!

Josep Coll presenta "Voy Buscando Un Inversor", el segundo single de su proyecto "Rock & Business"



El emprendedor Josep Coll publicará "Rock and Business Vol 1", el primer disco dirigido a motivar a las personas emprendedoras que busquen luz en su vida profesional y que quieran tener su propio barco (empresa). 

Banda sonora del proyecto "Rock and Business" donde como trovadores van con su conferencia "Aprende a emprender experience" por las ciudades y los pueblos explicando su historia de emprendimiento y dando luz a personas que tienen sueños profesionales. 

"Lucha, Emprende, Camina Tu Libertad!" están incluidas en la conferencia show "Rock and Business" donde los emprendedores Josep Coll y Coque Moreno, recorren los pueblos y ciudades, explicando como dos músicos, uno de Sant Feliu de Guixols y otro de Badalona, sin ningún conocimiento empresarial ni tecnológico, montaron startups que hoy son un referente dentro del ecosistema tecnológico europeo. 

"Rock and Business", es un proyecto docente, donde como trovadores, transmiten todos sus conocimientos, todos sus errores, por pequeñas localidades, en una conferencia única, acompañada de una banda de rock, en la cual, trasmiten los valores del rock aplicados al mundo emprendedor. 

El movimiento "Rock and Business", aparte de conferencias, han editado libros con gran éxito (15.000 libros vendidos) “Como montar una startup de éxito con 3.000€ al 4 intento”, pero su última idea ha sido el "Bolton Móvil", camperizando una autocaravana 4x4, para poder llegar donde los grandes eventos de emprendimiento no llegan, donde ofrecerán asesoramiento y luz en pequeñas localidades. Con esta maquina infernal, el "Bolton Móvil", están actualmente grabando un piloto para poder realizar un programa de TV. 

Josep Coll y Coque Moreno, tienen juntos una larga trayectoria musical, 30 juntos en la carretera, más de 500 conciertos y 8 discos, formaron parte del grupo Discípulos de Otilia, Sin Papeles, Gospel Punk y actualmente de Predicador JJ Bolton and Old Stars Ska Cover Band y como emprendedores pertenecieron a los equipos fundacionales de importantes startups tecnológicas, actualmente Repscan, una compañía para detectar y eliminar contenidos nocivos de internet, ciberbullying, fotos, videos, fake news etc.. 

Con su próximo EP "Rock and Business Vol.1", quieren crear un nuevo concepto musical, música vitalista, donde pretenden dar luz a personas perdidas en el limbo profesional. Con "Rock and Business. Aprende a emprender experience" ya recorren teatros y eventos de emprendimiento por todo el territorio, y con este paso, quieren crear un nuevo concepto musical motivacional, el cual, el 100% de los ingresos musicales digitales y de la venta del merchanding online (primera línea de ropa pensada para emprendedores) se destinarán 100% a la investigación del cáncer infantil, a la Asociación Anita, asociación que Josep Coll fue cofundador.

Entrevista: The Lightning Seeds


"Me ha costado pero ahora estoy feliz encima del escenario. Ha sido un viaje realmente largo"

Por: Àlex Guimerà.

Este octubre, con motivo del 35 aniversario de los Lighnting Seeds, se publica el recopilatorio “Tomorrow's Here's Today, 35 Years of Lightning Seeds”, a la vez que tenemos anunciada una gira de la banda con tres paradas en nuestro país, los días 15 (Madrid, Sala Changó), 16 (Barcelona Razzmatazz 2) y 17 (Valencia, Sala Moon) de octubre. Todo ello hace que sea una buena excusa para acercarse a las maravillosas canciones pop de esta formidable y única banda británica tras la que se esconde un proyecto muy personal. Con este pretexto nos atiende un risueño y emocionado Ian Broudie con el que mantenemos una cálida charla repasando su trayectoria musical y alguna que otra anécdota.

Este 4 de octubre habéis publicado el álbum recopilatorio, “Tomorrow’ s Here's Today, 35 Years of Lightning Seeds”, que viene acompañado de una gira conmemorativa. ¿Es este momento el fin de una era y el comienzo de una nueva era para la banda?

Ian Broudie: Es difícil de decir, ya hemos publicado álbumes recopilatorios antes, si no recuerdo mal, uno en 1997 y otro en 2006. Siempre piensas que no quieres hacer un recopilatorio para que no sea el final de la banda, pero luego eliges escuchar a The Doors o a Buffalo Springfield, o la banda que sea, y buscas un trabajo de ese estilo. Es casi como si los álbumes se olvidaran y solo te quedaras con la compilación. Así que espero que no sea el final, ni siquiera sé si es el final de algo. Es un momento extraño, en realidad, porque hace unos años perdí el rumbo hasta cierto punto, y no me concentré en la banda, y fue como que si nos derrumbásemos. No tenía grandes músicos y siempre me sentí muy incómodo tocando en vivo.

Pero luego, hace unos siete u ocho años, recibí una nueva energía. Y en este momento puedo decir que tengo una banda formidable, con gente a la que amo. Hay buen “feeling” entre nosotros y hemos estado haciendo muchos shows, incluso más de los que yo hice en el pasado sin ellos. De tanto tocar juntos, creo que incluso nos hemos vuelto realmente buenos en vivo como banda. Y por esto siento que ahora es un buen momento para nosotros en el que nos expandimos nuevamente.

Pero es que además, ha sido genial para mí reeditar algunos de los álbumes que nunca salieron en vinilo. Eso ha sido bastante importante, por ejemplo, creo que “Tilt” (1999) nunca salió en vinilo, sólo en CD. Y creo que “Dizzy Heights” (1996) no ha estado disponible desde hace mucho tiempo.

Entonces es un cúmulo de cosas que me hace ver que me lo estoy tomando en serio y me viene la pregunta en mi mente en este momento: ”¿Quiero hacer más canciones? ¿Qué quiero?”. Lo que sé seguro es que me encanta tocar en vivo ahora. Hace unos años me gustaba el estudio, pero me sentía muy incómodo en el escenario. Ahora me encanta estar en é mientras que el estudio es más difícil para mí, aunque siempre estoy escribiendo canciones.

Pero sí, quizás sí que ahora siento que definitivamente es necesario pasar página, por lo que cualquier cosa que hagamos a continuación será un nuevo capítulo para la banda. Por ejemplo, y aunque suene algo extraño, estoy pensando en revisar algunas canciones antiguas que creo que podrían ser un poco mejores, al igual que quiero sacar algunos temas nuevos. Entonces si que probablemnte sea un momento de reflexión.

En cualquier caso me siento muy afortunado, son 35 años de carrera y todavía escucho mis canciones en la radio, los conciertos están llenos aquí, y espero que también en España, donde no hemos estado desde hace tiempo. Tenemos muchas ganas de ir, será genial y seguro que vamos a pasar un buen rato.

Lo siento, probablemente haya respondido 10 preguntas de golpe..

Al contrario Ian, me parece genial. Ya que hablas de nuevas canciones ¿Tienes planeado un nuevo álbum de estudio de Lighnting Seeds en un futuro cercano?

Ian Broudie: Sí, definitivamente lo haré. Se suponía que tenía tres canciones nuevas para acompañar la gira, y he tardado tanto que al final ha salido la recopilación. Pero bueno, tal y como está el mundo ahora, está bien. Con suerte, las nuevas canciones pueden salir digitalmente al mismo tiempo que el recopilatorio. De hecho hoy mismo estoy en el estudio tratando de cantar y terminarlas. Así que espero que salgan finalmente. Y luego, el año que viene, descubriré exactamente qué quiero hacer en cuanto a grabaciones en el futuro.

Además del recopilatorio, y como has dicho antes, este mes arranca una gira de la banda que pasará por nuestro país, por Madrid, Barcelona y Valencia. ¿Qué les dirías a los fans para que vengan a verte?

Ian Broudie: Es difícil saber qué decirles a los fans. Creo que con suerte mucha gente conoce nuestras canciones, pero también es cierto que hace años no tocaba mucho en vivo, y a que la mía ha sido una carrera muy extraña porque estaba produciendo a Echo and the Bunnymen y todas esas cosas. Y luego, cuando “Pure” fue un éxito, yo no tenía banda. Así que no toqué en vivo y realmente no salí al mundo como lo hacen la mayoría de las bandas cuando tienen un éxito. Algo que tiene su parte buena y mala, pero es verdad que fuera de mi país la gente realmente no me conoce mucho, debido a que no vine a tocar.

Simplemente Lighnting Seeds se convirtió en un disco más que en una banda. Así que creo que la gente conocerá las canciones, pero tal vez no las asocie con nosotros. Aunque sería bueno si la gente se acercara a los conciertos, porque suelen ser un poco como una fiesta, y normalmente se genera una sensación muy agradable en los shows. Por eso vale la pena venir, pero también porqué nos hemos convertido en una buena banda en directo. Entonces eso es lo que yo les diría a los fans: venid, puede que no haya otra oportunidad de vernos en España. Pero realmente queríamos tocar allí.

Ian, naciste y creciste en Liverpool. En mi caso he estado allí tres o cuatro veces y me parece una ciudad increíble, donde se respira la música en todas partes. Sin ser una de las ciudades más grandes del Reino Unido, pienso en Leeds, Manchester, Birmingham o Sheffield que son más grandes, es una ciudad donde siempre han surgido muchas bandas de rock con músicos de gran calidad. ¿Por qué crees que es así?

Ian Broudie: Creo, en primer lugar, que Liverpool es un puerto. Entonces allí se cruzan muchas culturas diferentes. Por ejemplo tenemos la comunidad china más antigua de Europa. Hay mucha mezcla de gente. También hay muchos irlandeses, y ya sabemos que la música es una parte muy importante de su cultura, lo que se transmite al Liverpool. Y luego estaban todas las poblaciones jamaicanas y diferentes con clubes de jazz durante los años 50 y 60, o también la base de soldados estadounidenses. Así que muchos soldados que tocaban jazz llegaban a Liverpool a los clubes y de ahí surgía mucha música. Y luego llegaron los discos debido al puerto en los años 60, lo que llevó a ver nacer a los Beatles.

Todo esto ha contribuido a que sea una ciudad muy diferente. Además creo que en Liverpool la música pervivie más tiempo que en otros lugares. En Londres, por ejemplo, cuando algo surge allí desaparece muy rápido. En Liverpool es otra cosa. Como cuando vas a un concierto, te encuentras una gran variedad de edades y diferentes tipos de personas, mientras que en otros lugares observo que hay un grupo reducido de personas.

Además culturalmente, todo es más fácil. Aquí puedes desarrollarte como personas creativas en arte, fotografía, o la rama artística que sea. Porque realmente es menos costoso tener un estudio, ensayar, conseguir cosas, porque es una zona más pobre, es el norte de Inglaterra. Creo que, como persona creativa, aquí tienes un poco más de tiempo para desarrollarte en ese tipo de áreas antes de que las cosas se aburguesen.

En el año 1977 eras guitarrista de una superbanda de punk llamada Big in Japan, en la que también estaban Hollie Johnson que luego fue el líder de Frankie Goes to Hollywood y Budgie que tocó la batería para Siouxie & The Banshees, y David Balfe que fue teclista de los Teardrop Explodes ¿Qué recuerdos tienes de esa época?

Ian Broudie: Fue una época hermosa para mí. No éramos una muy buena banda, y la única persona con la que todavía tengo relación es Holly. A parte de él, no les veo actualmente. Además de los que mencionas también estaba Bill Drummond, de KLF, que era el otro guitarrista. Pero fue una época bonita para mí porque acababa de dejar la escuela y quería ser músico y esa fue mi primera experiencia.

Todo comenzó en un club de Liverpool, en Matthew Street, que es la calle en la que se encuentra The Cavern. Allí había un club llamado Eric's que es dónde solíamos ensayar. Además yo solía trabajar allí, cargando el equipo para las bandas o haciendo de DJ o haciendo lo que pudiera. Me pasaba todo el día allí y fue una época en la que pude hablar con todas las bandas que amaba en ese momento: The Damned, los Sex Pistols, The Specials, The Clash.

En ese momento, la música que más se escuchaba era el punk rock inglés, pero las bandas que yo realmente amaba eran las de Nueva York: Johnny Thunders, los Ramones, Talking Heads, Jonathan Richman, Blondie.... Pude ver mucho a esas bandas, fue una especie de plataforma de lanzamiento para mí.

Y antes hablaste de que trabajaste como productor para Echo & The Bunnymen. Concretamente en los álbumes icónicos, "Crocodile" (1980) y "Porcupine"(1983). ¿Cómo llegó un músico como tú a trabajar como productor?

Ian Broudie: Ya ves, nunca antes quise ser productor. Y luego lo he hecho toda mi vida, primero con The Bunnymen y esa generación y luego con otras bandas de Liverpool cuando estaban comenzando, como The Coral y The Zutons, produciendo sus primeros álbumes. Creo que siempre he sido alguien bueno trabajando con otros músicos, aunque yo quería ser compositor. Pero no sé por qué acabé haciendo eso. Quizás porque era el tipo de persona a quien todos pedían ayuda para hacer los arreglos. Entonces, con The Bunnymen, que eran mis amigos y eran una gran banda, comenzaron sus primeras grabaciones y me tocaron sus primeras canciones como a un amigo. Y yo les dije "esto suena mal", "deberías ser más rápido" y esas cosas, como amigo que era, sin ninguna intención. Luego recibí una llamada de su compañía discográfica que me contaron que habían estado hablando con la banda y que les dijeron que yo tenía muchas ideas sobre lo que tenían que hacer. Fue entonces cuando me propusieron si quería ir al estudio con ellos, a lo que yo inicialmente les dije que no quería. Pero insistieron y al final les dije que sí que podía hacerlo, pero con la condición de que no fuera bajo mi nombre, sino bajo el pseudónimo de Kingbird. No quería que me afectara a mi propósito de ser compositor. Y así fue como comencé a producir.

Después de años de probar diferentes bandas y componer canciones, finalmente fundaste Lighnting Seeds en 1989. O más bien grabaste y publicaste el disco "Cloudcuckooland", que fue un muy buen disco, y con el que obtuviste el éxito. ¿En ese momento sentiste que al final de todo lo habías logrado?

Ian Broudie: Bueno, fue una situación extraña porque en aquellos días no había computadoras como las que hay ahora. Entonces, tenías que formar una banda. Y las compañías discográficas vinieron a Liverpool y me observaron, para finalmente contratarme. Antes no había podido encontrar a la gente con quien estar en una banda. Cuando estaba con los Echo and the Bunnymen tocaba la guitarra un poco y me pidieron que me uniera, pero sentí que quería hacer lo mío propio, por lo que no acabé con ellos.

Más adelante no supe qué hacer y sentía que me estaba convirtiendo en productor y no quería serlo. Por eso dejé de hacer esas labores y simplemente intenté escribir algunas canciones. Pero siempre estuve buscando un cantante que nunca encontré. Y al final escribí tres canciones y una de ellas era "Pure".

Pero nunca la terminé, sino que sólo hice una maqueta. Y luego un editor en Londres que conocía escuchó las tres canciones y me dijo que había que grabarlas. Pero como no tenía banda ni un manager ni una compañía discográfica decidió hacer 200 copias y ponerla en el mundo para ver si alguien la quería a pesar de que yo le dije que no estaba terminada. Entonces no tenía poder, si lo hubiera tenido habría dicho que no que quería terminarla así. Pero él simplemente la publicó y fue como un milagro para mí. Continuó difundiéndose y reproduciéndose en todo el mundo gradualmente. Pero cuando fue un éxito, fue difícil para mí porque no tenía banda y porqué nunca antes había cantado en público. Todo eso afectó la forma en que fue el resto de mi carrera, porque en ese momento no estaba en absoluto preparado. Fue como con los Echo & The Bunnymen, que hice una tontería porque no puse mi nombre en los créditos del disco y luego aparecieron otras personas afirmando ser el productor.

Quiero decir que ha sido en general una carrera muy disfuncional, lo cual es más dulce para mí porque ahora por fin tengo la banda que amo. Me encanta tocar en los conciertos, y por fin siento que encajo y tengo confianza. Me ha costado pero ahora estoy feliz encima del escenario. Ha sido un viaje realmente largo.

¿Y cuál es tu secreto para componer melodías tan perfectas? Tienes muchísimas melodías y muy distintas , creo que eso es un talento único en unos pocos músicos y compositores.

Ian Broudie: Gracias! Creo que para mí se ha basado en que siempre he tenido la visión primero, siempre trato de conseguir la canción para poder cantarla antes de tocar el instrumento. Entonces, primero intento captar la melodía y el sentimiento de la canción. Y creo que eso es debido a que siempre he sentido que no era un buen cantante ni un gran líder.

Tenía que encontrar la mejor melodía, ese era el único aspecto que yo podía controlar y destacar. Por lo que realmente buscaba que toda mi música fuera muy positiva y melódica. Me encantaba el pop-art de Andy Warhol, y eso es lo que trataba de buscar para mis canciones. Quería capturar un momento de color brillante y que la canción siempre tuviera vitalidad. Y me parecía que la mejor manera de hacerlo era a través de la melodía.

¿Y cuál es tu canción favorita de Lighting Seeds? Me refiero a la canción de la que estás más orgulloso.

Ian Broudie: Sin duda "Pure".

¿Y tu álbum favorito?

Ian Broudie: Nunca he sentido que mis álbumes sean como yo los quería. Pero creo que lo más parecido es "Jollification".

Lightning Seeds surgió en los años 90 y coincidió con el britpop. Y algunas personas lo consideran parte de este movimiento. ¿Estás de acuerdo con esta opinión?

Ian Broudie: Creo que ciertos aspectos sí confluyeron, pero es como si ellos estuvieran en la autopista y nosotros en el tren. Creo que por las melodías y las estructuras de las canciones podemos tener similitudes, pero si pones un disco de Lightning Seeds de esa época y luego un disco de Britpop, puedes observar que nuestros discos suenan muy distintos, se expresan con un ritmo diferente. Pero sí, tienen cierta conexión y creo que pudimos ser un referente.

Esta es una pregunta difícil porque somos un sitio web en España, y en nuestro país la canción "Pure" es conocida, lamentablemente, por haber sido plagiada para una popular serie de televisión. Sabemos que presentó una demanda contra el compositor y que fue desestimada. ¿Por qué motivo ya que el plagio es más que evidente?

Ian Broudie: Te contaré la historia. En aquellos días no había Internet, por eso nunca escuché antes la canción. Los editores de la canción en España, Chrysalis, se comunicaron con los editores de aquí y les dijeron que habían robado la canción. Presentamos una demanda e íbamos a ir a los tribunales. Yo lo tenía claro que iba a ir al juicio porque era evidente el robo. Así que quedamos que cuando tuviéramos una cita en el juzgado me lo dirían y yo iría. Pero, se olvidaron. Simplemente lo olvidaron y no me avisaron. Y luego, unos ocho meses después, recibí un mensaje del editor, me lo contó y en una llamada telefónica me dijo que lo sentía mucho. Los editores en España se olvidaron del proceso judicial, y como yo no estaba allí, fallaron en mi contra. Por eso esta historia es algo muy triste para mí. Sobre todo porque creo que cualquiera con oídos puede oír el plagio. Fue una locura y me siento fatal con ello porque fue un robo, fue algo sucio y el autor fue un impostor.

Hace poco leí que el sonido de Lightning Seeds es una mezcla entre la música de dos grandes bandas como son los Beatles y los Pet Shop Boys. ¿Estás de acuerdo?

Ian Broudie: Me gusta la idea, estaría muy feliz si fuera cierto. Pero no estoy de acuerdo. Me gusta mucho la descripción porque me gustan ambas bandas, pero creo que Lightning Seeds son muy diferentes. Aunque si te van a comparar con alguien, que sea con ellos está muy bien.

En 1996 hiciste la música de la canción "Three Lions", un tema que fue número uno en las listas y acabó siendo un himno del fútbol en tu país, Inglaterra, y en general un himno del fútbol. ¿Qué sientes cuando escuchas un estadio entero coreando tu música?

Ian Broudie: Muy feliz. Es difícil escribir una canción para el fútbol, cuando la escribí pensaba en una canción de fútbol que me encanta que es " You'll Never Walk Alone". Soy fanático del Liverpool y esa canción es una canción brillante, melódicamente, pero que además no trata de fútbol. Simplemente habla de comunidad y de estar juntos. Así que, si hacía una canción, no quería que fuera sobre un equipo, por lo que "Three Lions" trata sobre el pasado, los recuerdos, soñar con el futuro, perder y seguir creyendo. De eso se trata y creo que es por eso que ha conectado con la gente. Además la razón por la que acepté hacerla fue que, desde niño, nunca había habido una competición de fútbol en mi país, y de repente, iban a celebrar la Eurocopa de 1996 en la que habría partidos en Liverpool. Y como el campeonato ese comenzó en Inglaterra, por eso la letra dice "It's coming home, Football's coming home". No se trataba de trofeo, ni de ganar, simplemente de la presencia de ese torneo.

Y una última pregunta. Creo que la portada de este recopilatorio - le enseñamos la portada del recopilatorio de 1997 "Like You Do... Best Of The Lightning Seeds" - es una de las portadas de discos más ingeniosas y divertidas que he visto jamás. ¿Cómo se os ocurrió la fotografía tuya surfeando en el río Mersey? Para mí es fantástica.

Ian Broudie: Fue debido a que mucha gente decía que algunas de las armonías que estábamos haciendo eran muy estilo de los Beach Boys. Y yo amo a los Beach Boys, por lo que pensé que sería muy divertido que en lugar de surfear en el Pacífico, fuera en el río Mersey. Y entonces alguien dijo, "si va a ser en el Mersey deberías subir tú a surfear". Y así fue como surgió.

David Gilmour. "Luck and Strange"


Por: Javier Capapé.

No es cosa de nostálgicos. Cuando suena el nombre de David Gilmour entre los lanzamientos de nuevos discos para la temporada sabemos que calidad no va a faltar. Sus discos son necesarios y siempre concentran un nivel muy por encima de la media, incluso si dejamos atrás sus inevitables referencias a Pink Floyd. Si en directo se ha prodigado más en los últimos años Roger Waters (tirando de revisiones de sus álbumes clásicos con los Floyd, todo hay que decirlo) en lo que a nuevas creaciones se refiere le gana por goleada Gilmour, y eso que sus discos tampoco es que hayan sido muy numerosos en los últimos veinte años. Tan solo tres con este "Luck and Strange", además de un par de directos maravillosos (el "Live at the Pompeii" de 2017 es increíble) y una incursión experimental con The Orb. Ese es el currículum del inglés en el nuevo milenio, pero nos basta si tenemos en cuenta la gratificante sensación que supone para nuestros oídos. 

En su última criatura se muestran sus referencias sin miramientos, reconocemos una vez más su toque a las seis cuerdas desde el primer momento y nos deleitamos con sus atmósferas, que eso es más o menos lo que son las intros instrumentales "Black Hat" y "Vita Brevis". De nuevo la colaboración en las letras de su pareja Polly Samson se impone, pero esta vez destaca además la presencia de su hija Romany Gilmour a la voz y el arpa en un par de temas del álbum, que son de los más reseñables del mismo por salirse claramente del guión. Así nos lo muestra la pureza de la versión del dúo británico Montgolfier Brothers "Between two points", con ese arpa que la vertebra y la cálida voz de Romany conduciéndola. Una canción a la que el calificativo de dulce no le hace justicia, pues estaría mejor definirla como emotiva y deslumbrante gracias a una voz que hereda la personalidad de su progenitor. También padre e hija comparten protagonismo en "Yes, I have Ghosts", un dúo con tintes folk que ya conocimos en la pandemia y que se ha decidido a rescatar para cerrar el disco. 

Bajo la producción del propio Gilmour junto a Charlie Andrew, es la guitarra, como no podía ser de otra forma, la clara protagonista, o bien en clave de blues con "Dark and Velvet nights", o virando hacia la suavidad pop con "Sings". Pero donde verdaderamente destaca es en las canciones más emparentadas con el sonido clásico de Pink Floyd, entre las que encontraremos "The Piper's Call", con ese estribillo rocoso y su solo final tan característico, o "Luck and Strange", recuperada de una Jam session de los noventa en la que participó su compañero Rick Wright a la que ha dado una vuelta con la actual producción para dejarla presentable (aunque para quien quiera sumergirse en la esencia de esa Jam encontrará la pista extra de catorce minutos con la sesión improvisada original).  

"A single Spark" puede quedar en segundo plano por su ritmo electrónico más inapropiado en el conjunto, asi como cierta ligereza que podría descolocar en su primera mitad (la cosa mejora notablemente cuando ruge la guitarra eléctrica sobre un colchón de cuerdas en el tramo final), pero "Scattered" se erige como el perfecto tema meláncolico con la esencia del mejor rock sinfónico de los setenta representado en su pulso marcado, su sólido crescendo (con cuerdas incluidas), así como en el solo de guitarra final que podría recordar a la inimitable "Comfortably Numb" (combinando magistralmente guitarras acústicas y eléctricas). David Gilmour saca aquí toda su artillería para reafirmarse como el gran músico que es, representante de todo un estilo que él mismo afianzó gracias al carácter de su voz y su personal guitarra en discos clásicos como "The Dark Side of the Moon", "Wish you were here" o "Animals", en los que, aunque se imponían las composiciones de Waters, nunca dejó de resaltar su mano. 

Si los setenta y ocho años de Gilmour pueden ser sus nuevos cincuenta y ocho no lo pongo en duda, porque ha sido capaz de hacer un disco que está más cerca del logrado "The Division Bell" que de cualquiera de sus escarceos en solitario. Y cuando algo suena a los Pink Floyd, por muy lejos de Roger Waters o Syd Barret que esté, es una señal de calidad muy por encima de la añoranza de un pasado mejor. David Gilmour nos ofrece su mejor disco en solitario a punto de cumplir los ochenta, presumiendo de una nueva madurez o de un extraordinario gusto por hacernos disfrutar por encima de tendencias y modas. El rock sigue vivo, y "Luck and Strange" es otra magnífica señal que lo confirma.