Chicago & Friends "Live At 55"

Por: Txema Mañeru. 

Un disco tan especial y tan histórico como sigue siendo “Chicago Transit Authority” merecía una celebración por todo lo alto, como ha sido el caso de ésta. 55 años han pasado desde aquel trabajo  que inventó el rock con vientos o el rock-jazz. No confundir con el jazz-rock o el jazz-fussion. Aquello fue otra cosa única, quizás solo comporables, en la misma época, con Blood, Sweat & Tears. A pesar de su cierta “dificultad” para los oídos no habituados consiguió el doble platino y fue el comienzo de unas ventas que, a día de hoy, superan ya los 100 millones de copias. Las múltiples ediciones son todas una chulada con especial mención para la de triple vinilo. Luego son una gozada las dos que acompañan al doble compacto con el concierto también filmado bien en DVD o en Blu-Ray. Quisieron grabar la película porque este concierto era muy especial para ellos. También porque en raras ocasiones tocan con invitados. Y en esta ocasión tuvieron hasta siete de primer nivel más tres voces. Si a eso les sumamos los diez miembros de los actuales Chicago, más el gran arreglista del concierto, comprobarás que acabaron más de veinte personas saludando desde el lujos escenario al concluir las casi 2 horas y media de concierto. 

Ha tenido tal calibre esta emotiva celebración que también han sacado productos exclusivos de Chicago & Friends que incluyen camisetas, sudaderas con capucha, un sombrero y hasta un vaso de vino. Prueba de que lo suyo nunca fue el jazz-rock, es que están en el Salón de la Fama del Rock & Roll. Este especial concierto tuvo lugar hace ahora justo 1 año (cuando se cumplían esos 55 del debut) en el Ovation Hall en el Ocean Casino Resort en Atlantic City, Nueva Jersey. 

La película, también muy lograda, está producida por el galardonado productor Barry Summers como parte de la serie de conciertos aclamada por la crítica "Decades Rock Live". En él tocan la mayoría del disco e incluso algunas piezas nunca antes interpretadas. No faltan sus más populares éxitos, ni tampoco curiosas versiones "unplugged" de algunos de sus clásicos. Los no habituales invitados, de postín eso sí, fueron Robin Thicke, Chris Daughtry, Steve Vai, VoicePlay, Judith Hill, Robert Randolph y Christone "Kingfish" Ingram. Cada actuación se visualiza con una animación vibrante con un increíble fondo led personalizado. 

Gran comienzo con ese inexplorado estilo de rock con vientos y múltiples voces que define a "Introduction" y "Does Anybody Really Know What Time It Is?". Sigue el clásico lento "Beginnings", con destacado piano, buenas voces y mágica melodía. Luego el estupendo bajo y trombón, junto a esos míticos coros, delinean el “Only the beginning”. Siguen con otro clásico como "Questions 67 and 68", reforzado de punteos increíbles, fantástica voz (con algunos momentos en falsete) y deliciosa melodía a la que se suman los vientos y su estupendo estribillo.  

El apabullante "Listen", con la presencia de Robert Randolph, se suma a una "South California" donde brilla un Steve Vai, acompañado de guiños a algunos clásicos del blues-rock, que repite Vai en un tema que se acerca al rock progresivo como es "Poem 58", con guapos desarrollos instrumentales. La estupenda "I’m A Man" suena potente, muy guitarrera y con unos excelentes coros instalados entre el imponente solo de batería y unas ricas y variadas percusiones para superar los 10 minutos de duración. Los aires soul-funk de "Dialogue Part 1 And 2", el brillo de Robin Thicke en "Call On Me" o el precioso lento de "(I’ve Been) Searchin’ So Long" configuran un repertorio regado de más funk en "Mongonulceosis" o soul aclásico, al estilo de la banda sonora de “Hair”, en una "Make Me Smile" que nos contagia sonrisas a través de los punteos de “Kingfish”, quien repite en "Colour My World", otro buen lento con destacad piano, voz y una exquisita flauta, y en el cierro del primero de los compactos con una festiva "Now More Than Ever". 

Arrancan en el segundo con el soul-rock contagioso de "Street Player", ritmos que en "Alive Again" (con Judith Hill) y en "Old Days" se acercan casi a la disco music de los Bee Gees de los 70. Chris Daughtry destaca también en esa balada con toques AOR titulada "Hard Habit To Break". A partir de ahí llega una buena tanda marcada por los VoicePlay en "Wishing You Were Here", el soul blanco de "Happy Now" o ese éxito total que fue el lento "If You Leave Me Now". Preciosas voces con momentos a capella vamos a encontrar en "Look Away" siendo la balada AOR, pero con vientos soul y buenos punteos, "Hard To Say I’m Sorry / Getaway" un momento especialmente gozoso.  

La vuelta al soul-rock, de nuevo con Robert Randolph, de la mano de "In The Country" nos conduce hasta los ramalazos progresivos y jazz de "Free" o el reposo, con Judith Hill que traslada "You’re The Inspiration". Los más de 20 músicos al unísono acaban con el clásico total "25 Or 6 To 4". Fuerza y coros impresionantes con varios solos de guitarra que cortar el hipo. Casi todos los temas seleccionados (31 en total) fueron singles de éxito. ¡Se nota que se lo pasaron en grande y un placer volver a oírles en forma 55 años después!

"Brilla" supone el último adelanto del disco debut de la banda El Mismo


La banda barcelonesa El Mismo presenta "Brilla", su último adelanto antes del lanzamiento de su esperadísimo álbum debut el próximo Enero de 2025. "Brilla" es una canción aspiracional, que quiere transmitir un mensaje de esperanza y resiliencia para todo aquel que ha pasado, o está sufriendo una situación difícil en su vida.  

Con un potente estribillo, una exquisita y cuidada producción repleta de paisajes sonoros y reminiscencias a las grandes baladas de Robbie Williams, Phil Collins o Bryan Adams, "Brilla" nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconectar con nuestra esencia para volver a creer en nosotros mismos. 

"¡Ahora permítete sentir, mereces ser feliz, viniste aquí para brillar!", esta frase define perfectamente el mensaje de la canción. En un mundo tan acelerado, dónde cuesta encontrar el equilibrio emocional, y cada vez hay menos espacio para la calma y la reflexión, quisimos reivindicar la necesidad de poder parar, respirar e intentar disfrutar haciendo lo que verdaderamente nos hace felices.00 La canción al igual que el resto del álbum, ha sido grabada en Room To Studio y producida por Jason Boshoff. El prestigioso productor ha desarrollado su carrera trabajando con artistas como Rufus Wainwright, Pet Shop Boys, o Elbow entre otros.

Paul McCartney, un viaje con destino a los sueños


WiZink Center, Madrid. Lunes, 9 de diciembre del 2024.

Texto y fotografías: Àlex Guimerà.

Menuda visita nos regaló Paul McCartney con el doblete en el WiZink Center de Madrid los pasados días 9 y 10 de diciembre. Creo que nadie se podía imaginar esa demostración de vitalidad y energía del músico considerando que su pasaporte señala inequívocamente que tiene 82 añazos. Muchos pensábamos que era nuestra última oportunidad de ver al genio de Liverpool, aunque después de la exhibición vista no tenemos nada claro de que realmente sea así.

Habiendo elegido la primera de las dos fechas señaladas, la del 9 de diciembre de 2024, el WiZink presentaba un mosaico diverso de edades y estilos: desde niños hasta abuelos todos puestos de acuerdo en gozar de  una experiencia que solo el ex-Beatle es capaz de ofrecer. Para los más jóvenes, quizás era una oportunidad histórica en sus vidas para presenciar a tal leyenda; para los más veteranos la ocasión les permitía volver a su pasado más lozano a través de unas canciones que les han acompañado todos sus días. Y es que la música une, transmite emociones, se vive de forma diferente en cada persona, y no se me ocurre mejor ejemplo de  todo este poder que las canciones de los Beatles. Ellos lanzaron el pop a otra galaxia, nunca su gesta ha sido superada, y su legado se transmite de generación a generación como un tesoro impagable.

Así lo vivimos las más de 15.000 almas que aguardábamos con ansias el regreso de Paul a la capital española, casi cuatro años después de su última visita. Con una puntualidad británica, escuchamos los primeros acordes de “Can't Buy Me Love”, ese clásico del “Hard Day’ s Night”  que fue publicado hace exactamente 60 años y que con el paso del tiempo se mantiene intacta. Era el comienzo de un viaje del que ya no teníamos retorno.

Saltamos justo diez años para instalarnos en 1974, con los dos temas que siguieron: “Junior Farm” y “Letting Go”, piezas menores de los Wings, ésta última con la sección de viento soplando desde en medio de las gradas. Saxo, trompeta y trombón complementaron a la perfección muchos de los temas que sonaron y que hicieron lucir a la banda de referencia de esta gira “Got Back Tour”, que en realidad son los músicos que acompañan al bajista desde hace décadas. Hablamos de los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, del teclista Paul “Wix” Anderson” y del batería Abe Laboriel, estos dos últimos ubicados en un segundo nivel, elevados en la parte trasera del escenario.

El concierto fue transitando por distintas épocas de Macca, con canciones de los Fab Four junto a otras de los Wings y otras extraídas del cancionero reciente en solitario. Piezas elegidas de entre tantas y tantas que tiene que se pasearon en detrimento de otras que bien podrían haber formado otro setlist igual de letal. De los Beatles sonaron “Drive My Car”, tras un formidable video con unos coches de protagonistas, o esa “Getting Better” del "Sgt. Peppers" que vino acompañado por otro video, en este caso mostrando unas ciudades (Londres, París) post-apocalípticas en las que nacían unas flores. El optimismo de McCartney siempre presente, él era el de la serotonina y Lennon el dramático y el de la desazón existencial. 

Me encantó la marchosa “Come On To Me” (“Egypt Station”, 2018), moderna y actual, con los vientos pegando el ritmo, pero también cuando al final de “Let Me Roll It” el octogenario la lió con un solo descomunal interpretado por su guitarra hippie intercalando los acordes  de “Foxy Lady”, de un Jimi Hendrix al que dedicó un recuerdo. La balada standard “My Valentine” la dedicó a su esposa, Nancy, presente en el recinto mientras las pantallas mostraban unos actores haciendo signos para sordomudos. El homenaje velado a su amada Linda lo puso con “Maybe I’ m Amazed”, no hizo falta ninguna dedicatoria.

Aunque la cosa se puso realmente seria cuando se sacó de la chistera “I’ ve Just Seen A Face”, que es una de las grandes maravillas de los Beatles aunque no siempre reivindicada, esos punteos con la acústica y esa melodía tan preciosa entró bien dentro de nosotros. La siguió, también a la acústica la, canción más antigua de todas, la skiffle  “In Spite Of All In Danger”, que compuso en la era de los Quarrymen. Este set medio acústico se rubricó con el que presentó como el primer éxito de los Beatles, “Love Me Do”. Le tomó el relevo Abe cuando bailó los pasos de la “Macarena” al son de “Dance Tonight” mientras  Paul tocaba la mandolina.

Impresionante fue ver a nuestro ídolo interpretando la bella “Blackbird” mientras se elevaba el cubículo del escenario en el que se situaba, alrededor de  unas preciosas imágenes de pájaros. Un momento íntimo imborrable. Elevado encima de todos continuó con “Here Today”, esa canción que compuso después de la muerte de Lennon y que le dedicó con todo su amor. Allí desnudo y sin banda, Paul no mostraba debilidades vocales, al contrario reafirmó que sigue siendo el de siempre.

Otro momento mágico lo vivimos al son de la que es la última canción de la legendaria banda “Now And Then”, creada gracias al desarrollo tecnológico, y presentada para la ocasión con su videoclip en el que coexisten los Beatles más jóvenes con los actuales. Su habitual pianola psicodélica y colorida apareció ante nosotros para abordar “Lady Madonna”, antes de la circense “Being For The Benefit Of Mr. Kite!” y de una “Something” arrancada con el ukelele y terminada con toda la banda a pleno pulmón. Sobra decir que se la dedicó a su hermano George. Paul a lo largo de la noche hizo esfuerzos en hablar castellano, se notaba que lo leía, pero no se le daba nada mal, por algo lo estudió en la escuela como segunda lengua.

La recta final había llegado y con ella “Obla-Di-Obla-Da”, con el público haciendo los coros, y la canción más reconocida de sus Wings, “Band On The Run”, con la portada del álbum en cuestión luciendo en la pantalla con sus personajes moviéndose al son de la música.  Para “Get Back” Paul volvió a agarrar su Hofner y volvió a darle caña, que es algo que no dejó de hacer en toda la velada; pero para “Let It Be” se puso tras el piano de cola para deleitarnos con uno de los mayores himnos que jamás hayan existido. Sin abandonar su puesto, “Live And Let Die”, que vino acompañada con la espectacular pirotecnia, fogonazos y aquellas bromas que muchos esperábamos en las que el músico hace ver que ha quedado ensordecido o afectado por los estruendos. Pero por si no habíamos tenido himnos ni trucos suficientes, “Hey Jude”, con esa otra artimaña habitual suya en la que hace corear los “nanananás” al público, mujeres y hombres por separado y a todos juntos en éxtasis. Era el broche perfecto al concierto antes de los bises.

Una pausa en la que no faltaron los cánticos “oe oe oe oé” a los que Paul se apuntó para musicalizar, y en la que las banderas española, británica y LGTB fueron ondeadas al unísono por la banda. La vuelta arrancó con uno de los grandes momentos (hubo tantos) de la noche: “I’ve Got A Feeling”, en donde Paul alternó con John en la pantalla como si estuviera presente en aquel momento, de hecho lo estaba, claro. La tecnología permite instantes asombrosos, como éste  en el que a uno se le pusieron los pelos de punta.

Más cañeras fueron el “Sgt. Peppers (Reprise)” y la satánica (?) “Helter Skelter”, que dejaron paso al final habitual con “Golden Slumbers-Carry That Weight- The End”, que fue el que en 1970 cerró el disco “Abbey Road” y la carrera de la banda más grande jamás conocida.Fue el final de un directo deslumbrante, por la perfección del sonido, por los medios puestos al son del espectáculo, por la destreza instrumental de los músicos, por la conexión de McCartney con su público, por las distintas atmósferas (festivas, introspectivas, emotivas, salvajes, modernas…) por las que viajamos a lo largo de las tres horas, pero sobre todo por ver a ese hombre que tanto y tanto nos ha regalado y comprobar que sigue más lozano, elegante y generoso que nunca, haciendo lo que más le gusta, vaciarse ante su público. Durante esa noche no hubo espacios para la nostalgia vacía, sino para la gratitud y para el homenaje sincero a los momentos compartidos con esas canciones que se han convertido en banda sonora de nuestras vidas.

El maestro se fue, y todo el Wizink siguió vibrando con ese sentimiento colectivo de admiración hacia un hombre que sigue desafiando el paso del tiempo con la misma energía que nos encandiló a finales de los sesenta.

José Ignacio Lapido: “Lo excelso no es sinónimo de triunfo”


Por: Javier González. 
Fotografías: Nacho García González.
Cartel: Alé Mercado.


Estos meses están siendo de lo más emocionantes en lo que al universo musical de José Ignacio Lapido se refiere. Hace apenas unas semanas reeditó “Ladridos del Perro Mágico”, el trabajo con el que arrancó su carrera como solista, una efeméride que tendrá su punto culminante el próximo fin de semana en el Teatro CajaGranada, donde los días 13 y 14 llevará a cabo dos conciertos especiales en los que repasará lo mejor de una de las discografías más potentes de nuestro panorama. 

José Ignacio vive sumido en una auténtica vorágine de trabajo, pues a la preparación de dichos conciertos y la citada reedición del álbum, hemos de sumarle una muy buena noticia para los fans de 091, ya que la banda ha comenzado a grabar algunas de las canciones que darán vida a un nuevo trabajo, el cual, previsiblemente, verá la luz a lo largo de 2025 bajo la producción de Raúl Bernal

Sin embargo, pese a semejante carga de trabajo y al estrés que conlleva, el genial compositor granadino ha tenido a bien dedicarnos unos minutos para que le sometamos a este cuestionario donde miramos a un pasado que ha posibilitado que en nuestra cabeza sigan retumbando estos maravillosos “Ladridos del Perro Mágico”. 

Recientemente ha visto la luz la reedición de tu primer disco en solitario, “Ladridos del Perro Mágico”, una edición que conmemora el 25 aniversario de dicha obra. ¿Hasta qué punto da vértigo mirar atrás y ver esa cifra? ¿En algún punto del camino pensaste que esta aventura solista llegaría a durar dos décadas y media? 

Lapido: No sabría decirte si la sensación es de vértigo o de incredulidad, porque, aunque se cumplen 25 años del comienzo de mi carrera en solitario, son muchos más años los que se cumplen desde que empecé a tocar en grupos de rock, allá por el año 79. Casi no me lo creo. Si contamos desde que grabé mi primer disco -un single con Aldar en el 81- son 43 años los que han pasado. Eso sí da vértigo. En aquel momento no se me pasaba por la cabeza en absoluto que mi carrera en la música fuera a durar más allá del tiempo que tardara en fracasar y tener que buscarme un trabajo “serio” como decía mi madre, pero aunque fracasé una y otra vez, me mantuve ahí, 14 años con los Cero, 25 yo solo y desde 2016, compaginando las dos carreras, o sea… un sindiós. Yo no me metí en esto para trabajar tanto. Hemos sido engañados.

“Con una ingenuidad enternecedora nos seguimos metiendo en laberintos creyendo que son atajos” 

Volvamos la vista a aquel período, si te parece. El álbum ve la luz en 1999, por lo que hay cuatro años de diferencia entre “Todo lo que Vendrá Después” y tres desde la edición de “Último concierto”. ¿Cómo viviste aquel período que suponía el mayor silencio musical en tu andadura? ¿En algún momento llegaste pensar en dedicarte a otra que no fuera hacer canciones? 

Lapido: No. En ese momento yo ya estaba profesionalizado desde hacía años. Estaba dado de alta como intérprete de instrumentos musicales y como compositor. Era mi profesión y no valoré hacer otra cosa, aunque poco después las hice. Lo que no tenía muy claro era si quería formar otra banda, si me dedicaría a componer para otros intérpretes o yo qué sé… finalmente opté por cantar mis propias canciones con mi propio nombre. Y aquí sigo. Los cuatro años que pasaron entre que terminaron los Cero y grabé “Ladridos” los empleé en distintas ocupaciones musicales, poco remuneradas, eso sí. Hice la banda sonora de dos o tres cortos, compuse alguna canción para otros artistas y también compuse y grabé la música para una obra de teatro. 

¿De qué forma y en qué momento surgieron las canciones que finalmente conformaron este trabajo?

Lapido: Pues supongo que surgieron en mi casa, como siempre, en el lapso de tiempo que te he comentado antes, entre que terminaron los Cero y el 99. Recuerdo que las iba grabando, con toda la tranquilidad del mundo, en un 4 pistas analógico Tascam de cinta de cassette. Tuve tiempo para ir acumulando una buena colección de temas. 

“Era consciente que no podía cagarla en el primer intento” 

Para aquel entonces tú eras un experto ya en grabaciones en estudio, pero me apetece preguntarte qué recuerdas de aquellas sesiones de grabación. ¿Sentías mayor presión que anteriormente? En caso de haber sido así. ¿Cómo lograste aplacar los nervios? 

Lapido: Fue una grabación larga. Las sesiones eran nocturnas, y cuando la base rítmica se estaba grabada me quedaba solo con JASS, el técnico de sonido del álbum, probando arreglos de guitarras y voces. No recuerdo que estuviera especialmente nervioso, aunque sí era consciente de que no podía cagarla en el primer intento. Era el inicio discográfico de una nueva etapa y supongo que era consciente de la responsabilidad que yo mismo me había marcado. Pero estaba convencido de que había buen material.

“Ser el centro de atención principal fue lo que más me costó asumir” 

También me interesa saber de qué forma afrontaste la grabación de las voces, ya que con 091 tu experiencia tenía más que ver con los coros. ¿Tuviste que encontrar tu propia voz interior? ¿Qué sentiste al escuchar por primera vez esta colección? ¿Te resultó extraño?

Lapido: Iba todo unido: el inicio de esa nueva etapa que he comentado antes, y el inicio de mi carrera como cantante. Con los Cero había hecho algunos escarceos, pero a partir de “Ladridos” eso iba a ser la tónica y debía asumirlo, tanto técnica como psicológicamente. Ser el centro de atención principal es lo que más me costó, pero se superó rápidamente… o quizá nunca lo he superado, quién sabe. Cantar es un oficio. Sólo los niños cantores de Viena nacen aprendidos. 

Los títulos de las canciones y las letras siguen sembrando dudas como en casi toda tu trayectoria musical, regalando a la vez muchas certezas sin pretenderlo. El tema es que viendo cuál podría ser por aquel entonces tu momento vital, no sé si hasta tu mismo crees que es el álbum donde más se tambalean los cimientos y donde menos seguridades hay de toda tu carrera. ¿Lo ves así? 

Lapido: Lo que creo, valga la inmodestia, es que tuve la paciencia de componer una muy buena colección de canciones. Las letras y la música. Ahora con la reedición he estado de nuevo prestándole atención a los textos y creo que tienen un nivel muy alto. Sonará raro que lo diga yo, pero dime algunos textos de canciones que fueran grabados en el 99 que se puedan comparar a estos. Yo ya venía trabajado en ese aspecto. En los cuatro últimos álbumes de los Cero yo ya había encontrado mi propia voz como escritor de canciones, y “Ladridos” fue un paso más en ese camino. El hecho de que fuera un primer álbum con mi propio nombre no podía borrar que era el álbum de un compositor que venía ya de largo. 

En este disco ya participa como batería Popi González, un fiel de tu causa desde entonces. ¿Cómo surgió la oportunidad de que formara parte de la grabación?

Lapido: Conocía a Popi. Los Cero habíamos compartido escenario alguna vez con su grupo, Christiania, y yo colaboré con ellos en un tema de su disco. Aunque ya no recuerdo si fue antes o después de “Ladridos”. Popi es un tipo encantador y un músico completísimo, quizás de los más completos que yo conozco. Aparte de magnífico baterista, es cantante, guitarrista y también compone. Una maravilla. Luego, cuando salimos a presentar el disco por los garitos, él no quiso sumarse a la banda, pero sí grabó el disco completo. Lo que son las cosas, luego, dos miembros más de Christiania pasaron por mi banda, Jesús Torres y Alex Bedmar. Popi sigue conmigo, aportando su talento a los directos y a los discos. Una gran suerte para mí. 


Debo confesarte que en este álbum incluyes una de mis canciones favoritas de toda tu discografía, tanto en solitario como con los cero. Se trata de la titular, “Ladridos del Perro Mágico”. A día de hoy me sigue pareciendo un bombazo de tema. ¿Para ti lo es?

Lapido: Pues… queda feo que yo lo diga, hoy estoy de una inmodestia desaforada, pero es un gran tema. Y le tengo un especial cariño porque fue el primero que grabé en esas maquetas del 4 pistas que te he comentado antes. En su momento me sentí muy orgulloso de la letra y de los arreglos de slide y toda la orfebrería de guitarras que lleva. Y lo sigo estando. El hacer una canción así, como primera pieza del álbum, me dio fuerza de ánimo para decirme a mí mismo: vas por el camino correcto al fracaso. Ya se sabe, lo excelso no es sinónimo de triunfo. 

Y ahora un paso más. De toda esta colección, ¿cuál es tu favorita o tu colección de preferidas? 

Lapido: Hay varias que me siguen gustando mucho… “Hablando en sueños”, “Cuando las palabras vuelvan del exilio”… 

Has incluido canciones que no vieron la luz en su día dentro de tu debut como “Dudas Razonables”, y “Me Voy”, también has cambiado el orden del mismo. ¿A qué responden estos cambios? ¿Es una forma de decir que este es el sentido y el contenido correcto? 

Lapido: Esas dos canciones fueron caras b de singles que salieron del álbum. “Dudas razonables” es un blues canónico, tocado con mi guitarra solamente, al viejo estilo del delta. La secuenciación de las canciones la he cambiado un poco, no mucho, porque la original estaba hecha para el CD, que es el único formato en el que se editó en su momento. Ahora se ha hecho para vinilo, y el dividir el disco en 4 caras te obliga a hacer otra secuenciación.

“El público me ha seguido con una fidelidad a prueba de bombas” 

¿Qué tal fue recibido en su día por el público y la crítica? Y ahora que ha pasado el tiempo, ¿qué te dicen la gente sobre el mismo? 

Lapido: No recuerdo bien las críticas… supongo que se centrarían en que el compositor de los Cero iniciaba su carrera en solitario y tal. A mí la crítica siempre me ha tratado bien, no puedo decir otra cosa. Han sido muy amables con sus reseñas de mis discos. Y el público que me ha seguido, igual. La mayoría, con una fidelidad a prueba de bombas. 

“Los conciertos serán una mezcla genuina de electricidad y sentimiento” 

Los días 13 y 14 de diciembre tendrán lugar dos conciertos realmente emocionantes en tu ciudad donde celebrarás estos 25 años de carrera. ¿Qué estáis preparando para esas dos noches que se antojan realmente emocionantes? 

Lapido: Después de más de un año de no tocar juntos, la banda al completo vamos a hacer un repaso exhaustivo a las mejores canciones de estos 25 años. Raúl, Jacinto, Víctor y Popi, todos dando lo mejor de sí y creando esa atmósfera especial que se crea cuando los cinco estamos en un escenario. Me encanta. Una mezcla muy genuina de electricidad y sentimiento. 

¿Habrá opción de ver estos conciertos conmemorativos en otros puntos de nuestra geografía?

Lapido: No, sólo vamos a hacer estos dos, por eso son especiales. 

“091 hemos registrado ya dos nuevas canciones, producidas por Raúl Bernal” 

En anteriores charlas informales nos comentabas que ya estabas inmerso en la composición de nuevas canciones, las cuales creo que verán la luz junto a 091. ¿Cuál es el estado actual de dichos temas? ¿Qué puedes anticiparnos de las mismas? 

Lapido: Sí, estamos liados ya los Cero con la preparación de un nuevo álbum. Con tranquilidad. Ya tocaba. “La otra vida” se editó en 2019 y tuvimos la mala suerte de que llegó la pandemia en plena gira de presentación. Ya hemos hecho una primera sesión de grabación en la que hemos registrado dos canciones, producidas por Raúl Bernal. Conforme vayamos ultimando temas en el ensayo los vamos a ir grabando. 

Más allá de estas incipientes canciones, la reedición de tu debut, y los conciertos que sabemos que ya tienes programados. ¿Por dónde pasa la actualidad más próxima de José Ignacio Lapido? 

Lapido: Pues en seguir picando piedra de sol a sol, como decía la canción. Esto es un no parar. Ya te he dicho al principio de la entrevista que habíamos sido engañados, y así es. Con una ingenuidad enternecedora nos seguimos metiendo en laberintos creyendo que son atajos.

The New Raemon: “La música es una forma de vida y de relacionarse con los demás, a mi modo de ver sigo una tradición trovadoresca”


Por: Javier González. 

El viernes que viene Madrid será el escenario de un concierto que promete ser un disfrute para los sentidos; el mismo estará protagonizado por dos de los compositores más brillantes y prolíficos de la escena actual. De un lado, representando al sector veterano Ramón Rodríguez, que estará acompañado por su hija Leia Destruye, joven talento proveniente de la nueva hornada de creadores y creadoras que poco a poco van haciendo suyo el panorama. Ambos se juntarán sobre las tablas para sacar adelante una actuación que seguro hará desbordar las emociones puesto que buenas canciones tienen de sobra.

Días antes de que se dejen caer por la capital, hemos contactado con el siempre amable Ramón para conocer de cerca todo lo que ha dado de sí un año de lo más prolífico en su carrera que rematará con esta velada enmarcada dentro del Imagine Music Fest 2024, organizado con sumo buen gusto en el privilegiado espacio que brinda el Hotel Barceló Imagine

Hace tiempo que no hablamos contigo, Ramón. ¿Qué tal estás? ¿Cómo va todo? Desde fuera da la sensación de que sigues en pleno estado de forma, tan prolífico como siempre y con ganas de ponerle melodía a los sentimientos. A nivel personal, ¿te invanden las mismas sensaciones? 

Ramón: Muy buenas, encantado de charlar de nuevo con vosotros. Estoy muy bien, de un tiempo a esta parte ando muy cómodo con la forma de llevar mis cosas. Monté mi propio sello y editorial volviendo así a los orígenes mi historia musical, vivo mi oficio de una forma muy saludable, curiosamente desde que llevo las cosas yo mismo tengo conciertos cerrados hasta noviembre de 2025. Me siento muy afortunado de poder viajar por todo el país para cantar por sus pueblos, conocer lugares nuevos y visitar a viejas amistades que he ido haciendo a lo largo de los últimos treinta años. Me parece una buena forma de vivir y relacionarse con las personas. 

Lo decimos porque en apenas poco más de un año has vuelto a regalarnos dos buenos trabajos; el primero en solitario, “Postales de Invierno”, un álbum de lo más intensos, marcado por la muerte de tu mejor amigo. ¿Crees que es el disco más austero, sentido y personal de cuantos has alumbrado en tu trayectoria? 

Ramón: Puede que tengas razón, para mí es un álbum muy importante, a todos los niveles, personal y artístico, también fue el primer disco que publiqué totalmente por mi cuenta, con la enorme ayuda de Raúl Marín (Creatibety), mi amigo y representante, que me animó mucho a hacer las cosas de otro modo e hizo posible sacar adelante mi propio sello discográfico. 

Y el más reciente “Bosques Nuevos”, en compañía de McEnroe, en otra vuelta de tuerca a tu alianza con Ricardo Lezón, uno de esos maravillosos “proyectos paralelos” a los que nos tienes acostumbrado. ¿Qué te aporta trabajar con otros compañeros y amigos de profesión? ¿De qué forma sientes que crece tu propuesta junto a todos ellos? 

Ramón: Componer junto a Ricardo es todo un aprendizaje, él es un auténtico poeta, de los que no sienten que lo son. Siempre cuento que con mis cosas intento practicar la poesía, siempre deseo seguir aprendiendo, con cada canción terminada, con cada colaboración con otro autor o músico, la vida es un eterno aprendizaje, la música un gran vehículo para transitarla y aprender algo nuevo de nosotros mismos.

“La música es algo hermoso, no una competición, así la entiendo yo” 

El viernes podremos verte en Madrid, tocando en formato acústico en compañía de Leia Destruye, una de tus hijas. La actuación tendrá lugar en el marco del Imagine Music Fest 2024, organizado en el Hotel Barceló Imagine de Madrid, un lugar exótico para la celebración de conciertos que ha recibido el beneplácito del público. ¿Qué sorpresas nos habéis preparado para la ocasión? 

Ramón:
Vamos a hacer un dueto mi hija y yo, llevamos un tiempo haciendo este formato y me parece algo muy bueno para los dos. Es una forma de pasar tiempo juntos haciendo algo divertido, viajar y aprender a tocar juntos. Planteamos el concierto de una forma muy minimalista, jugando con la dinámica, nunca tocamos igual, nos adaptamos al lugar, equipo técnico y público, dependiendo de las sensaciones que nos provoque hacemos sonar el repertorio más suave o más fuerte, jugando con los silencios, algo fundamental para sumergirse en las canciones. 

“Desde que llevo las cosas yo mismo tengo conciertos cerrados hasta noviembre de 2025” 

Da la sensación que ha salido tan prolífica y talentosa como el padre, puesto que compagina que sepamos dos carreras a la vez, la solista y la que lleva tiempo sacando adelante pese a su asombrosa juventud con Mourn, cuyo último disco reseñamos aquí. ¿Hasta qué punto te ves reflejado en ella cuando observas que desde su creatividad traza pasos parecidos a los tuyos en cuanto al devenir de su carrera? 

Ramón: Me veo reflejado en ella y en su hermana, pero es un reflejo que me sorprende, porque ellas tienen su propia personalidad y mucho talento, cuando me enseñan sus canciones nuevas descubro cosas nuevas, arreglos que no se me hubieran ocurrido, una forma de escribir propia que me interesa mucho. Muchos padres se equivocan intentando proyectarse a sí mismos en sus hijos, no ha sido nunca mi caso, para mí, mis hijas son en primer lugar personas que habitan el mundo, con su mundo interior; después son mis hijas, por una broma cósmica que agradezco al universo. Si además se dedican a lo mismo que yo y lo viven de una forma hermosa, pues doblemente feliz si ellas lo son. 

“Mis hijas han vivido en primera persona lo que es el abuso de poder” 

¿Qué consejos le has dado hasta la fecha para evitar en la medida de lo posible las trampas de este mundillo musical? 

Ramón: Han vivido en primera persona lo que es el abuso de poder. Lo que les ocurrió al principio de su carrera fue suficiente para que vieran lo falsa y tóxica que puede llegar a ser una parte importante de la mal llamada industria musical. Les llega a pasar aquello en pleno #metoo y más de una banda que se les echó encima públicamente en redes -siendo Leia menor de edad- no se hubiera atrevido a cuestionarlas. 

Antes hemos hablado de lo habitual que ha sido a lo largo de esta trayectoria ver asociado tu nombre a múltiples proyectos. ¿Qué te parece que lo que antes era puro deleite y disfrute ahora sea la única forma de salir adelante para artistas que quieren vivir de su música? 

Ramón: Pienso que los grupos y artistas que tienen más convocatoria tienen una responsabilidad, disponen de un poder para cambiar las cosas en ese sentido, negándose en rotundo a ciertas prácticas de negocio. Mientras se siga blanqueando todo lo que está mal o es injusto en nuestra profesión a cambio de éxito, atención o seguir tocando en festivales, no cambiará nada, seguirá yendo a peor. Es uno de los motivos por los cuales me importa bien poco no formar parte de esos escenarios. La música es otra cosa, algo hermoso, no una competición, así la entiendo yo. 

Me da un poco de vergüenza hacerte esta pregunta, básicamente porque hace nada acabas de editar el ya mencionado “Postales de Invierno”, pero claro, tratándose de ti, no queda más remedio que hacerlo. ¿Cuál será y bajo que piel el próximo paso de Ramón Rodríguez? 

Ramón: Me gusta escribir canciones, pienso escribirlas mientras pueda. Cada vez que consigo terminar una canción sigo adelante con mi vida hasta que tropiezo con otra, es mi forma de situarme en el mundo, no es la cosa más importante de mi vida – mis hijos lo son-, es algo profundo que forma parte de mi mundo interior y luego comparto con los demás. Curiosamente casi nunca hablo de música, ni en casa, ni con los amigos. ¿Sabes? Me hace gracia poder hacerlo ahora contigo e intentar explicar el motivo de hacerla, con los años he entendido que es una forma de vida y de relacionarse con los demás, a mi modo de ver sigo una tradición trovadoresca. Intento practicar la poesía con mis cosas, siempre ocurren cosas hermosas desde ese lugar. 

Atendiendo a tu historial y capacidad para hacer canciones, te das cuenta que quizás eres el más prolífico de nuestros creadores musicales. ¿Cómo se te queda el cuerpo? 

Ramón: No sé si soy el más prolífico, pienso que sí lo son Antonio Luque -Sr. Chinarro- y David Cordero, si David no tiene más discos que Bob Dylan estará casi a punto de superarlo.

Ilustres Principiantes: Terror Milk


Fotografía: Jesús García.

La historia de Terror Milk no se forjó en la oscuridad como suele ocurrir con las historias de terror. Llegó con las primeras luces del alba; nació de un vaso, de un vaso de leche. El vaso y su contenido eran obligatorios como parecía ser obligatorio el miedo de Luigi por ir al colegio cada mañana. Esta escena diaria se convirtió en un recuerdo y del recuerdo nace, años después, una banda. 

Hacer canciones puede ser solitario sin un amigo a tu lado: esto lo sabe perfectamente la vida, que tuvo a bien cruzar a Santi en el camino de aquel, ya crecido, niño del vaso de leche. Desde entonces comparten eso que solo se da entre compañeros de trincheras y de canciones (si les preguntas a ellos te dirán que, de lo segundo, mucho más). Seducidos por el Art Rock y el Noise Pop, decidieron grabar su primer LP con la producción del, numerosas veces galardonado, Iñigo Bregel (Los Estanques) y, junto a Mochas, Álex, Néstor y Nico, defenderían el ramillete de canciones. 

Las canciones de este disco debut, "¿Qué cuentan las ovejas cuando no pueden dormir?" (Altafonte), en ocasiones coquetean con ritmos y estructuras complejas que podrán sacarle una sonrisa al músico friki, pero jamás olvidan a quién están dirigidas: todas tienen una vocación pop, la idea es que algún día puedan aparecer en un karaoke junto a una de Julio. Y es que… ‘Se canta en el idioma en el que se folla’, estas fueron las palabras de un famoso periodista musical y querido amigo de la banda que terminaron por convencer a Terror Milk de que lo suyo era cantar en castellano: Fue en ese momento en el que abrazados al diccionario y siempre bajo el beneplácito de la Fundéu, tradujimos unas letras que una vez fueron en inglés. Lo que al principio fue raro luego se hizo imprescindible, necesario. 

Además de la melodía, el disco reivindica esa extraña belleza que sólo se puede encontrar en el ruido. Wilco, Big Thief o BCNR ya nos enseñaron que la perfección era un bajón: nosotros estuvimos atentos a esa lección. «Al menos una vez hacerlo a mi manera, a ver si sale bien» es el lema que resuena tras la nebulosa de armonías que es Terror Milk. Un abrazo entre el pasado y el presente, el contenedor verde para los consejos, una oportunidad al ruido.

Farewell Nacho: Un adiós a Nacho Para.


Por: Àlex Guimerà.

Fue en octubre de 2023 cuando Nacho Para vino a Barcelona para dar un concierto con su banda en la Sala Upload para presentar su disco "No Parking Tickets In The Clouds", pero también porque al mediodía presentaba su libro "Concierto para George: crónica íntima del último milagro beatle" en la mítica tienda de Discos Revolver de la calle Tallers, invitado por su amigo Jesús Moreno. Uno, que ya había leído el libro y escuchado el disco, no quiso perder ocasión para ir a ambos eventos y encontrarse con el que considero que era mi amigo también. Y digo amigo porque no encuentro otro modo de definir la relación de alguien que siempre estuvo atento conmigo, comunicativo y agradecido, compartiendo tanto sus gustos musicales como sus proyectos artísticos o demostrándome que no era el único que adoraba a los Beatles y a Bob Dylan a la vez. Nacho hacía sentir como amigos a todos los seguidores de su música, pues él, ante todo, era una persona cercana y humilde.

Recuerdo ese día cuando en Revolver, al finalizar la presentación, interpretó sólo a la guitarra "I Need You", con esa bonita voz que tenía y que emocionaba. Al terminar el acto charlamos con él y animó a mis hijos a aprender a tocar la harmónica ya que, según les dijo, era un instrumento que se podía llevar a todas partes y que les acompañaría mucho. Por la noche en la Upload pudimos gozar de su talento soplando el instrumento, como de esas canciones de estilo folk-rock (tan Tom Petty, The Band o Neil Young) que tan bien sabía componer con esas letras tan maravillosas. Un concierto que fue de muchos quilates y que envidiarían muchos artistas más consagrados tanto por el nivel instrumental como vocal. Por algo hace una década abandonó su profesión de periodista para explorar su talento y hacer lo que a él realmente le gustaba. Un tipo valiente, curtido en mil batallas como corresponsal en África, pero también como periodista de la sección cultural de El Periódico en Barcelona junto a su amigo Jordi Bianciotto (quien no quiso perderse ese día la cita con Nacho); cuando tuvo el valor de tomar el camino difícil pero que era el que le dictaba su corazón. Ese corazón que ahora nos lo ha quitado.

Pero volvamos a la noche del concierto, porque es una noche en la que demostró que él era un tipo especial, no sólo porque demostró su talento musical sino porque desplegó su simpatía y amabilidad y tuvo tiempo para saludarnos y hablar con todos y agradecernos haberle ido a ver. Lo cual es algo que uno no está acostumbrado ante un sector en el que muchos músicos ponen distancias y esconden la persona detrás del artista. Esa noche se veía a Nacho feliz, satisfecho por haber cumplido sus sueños, por hacer lo que quería y hacerlo a su manera.

Lo que percibía en las conversaciones que tuve con él por Whatsapp, como la entablada el pasado viernes 7 de diciembre (un día antes de fallecer) cuando le encargué una copia del reciente disco de la Bantastic Fand en la que celebraba los diez años de la bendita formación. Un disco que me mandó ese día y que me llegará pero sin él para comentarlo, aunque sé que estará en algún lugar junto a esas canciones que son las mías también.

Nacho tenía amigos en El Giradiscos y representaba a esos músicos que tanto adoramos desde aquí, por como luchan día a día por su arte, por como ponen alma en lo que hacen y por como hacen de la libertad su bandera. Descansa en paz y dale recuerdos a George de mi parte.

Los Hermanos Dalton: "La modestia no nos ha permitido creernos que éramos buenos"


Por: Àlex Fraile.

¿Dónde la radica la clave del éxito? El debate no tendría fin salvo que definiésemos claramente los criterios y llegásemos a un consenso sobre nuestra propia concepción del éxito. En clave musical, la tendencia – más en estos tiempos de inmediatez – es limitarse a criterios cuantitativos: tantas copias vendidas; tantos Wizink o similares llenos; tantas escuchas mensuales en plataformas digitales, y demás sin sentidos. 

Los Hermanos Dalton ni venden miles de ejemplares, ni tocan en recintos masivos y por no tener ni tienen su último álbum colgado en Spotify. ¡Ni falta qué hace! La banda gaditana ha trascendido en este país como como pocas. Fiel a sus principios, continúan en la brecha tras tres décadas de magisterio y convertidos en referentes indiscutibles del power pop nacional. Aprovechamos el reciente lanzamiento en formato vinilo de "Viajar en el tiempo y otras historias" ­– editado conjuntamente por Rock Indiana y Hurrah¡– para charlar de lo divino y de lo humano con Josema, cantante y el mayor de los Dalton. 

Recuerdo perfectamente que en algún que otra ocasión, al tocar en directo en la capital, solíais decir eso de «tratarnos bien que venimos de muy lejos». Esto nos lleva a vuestros orígenes, a la cuna de Camarón. ¿Cómo surgió la idea de crear un grupo – por no poner etiquetas desde el principio – en un lugar tan arraigado al flamenco como San Fernando? ¿Quién os engancho a estos «nuevos sonidos»? 

Josema Dalton: De joven, nuestros padres tenían un pequeño tocadiscos Dual y tres o cuatro discos, todos de flamenco, pero a mí aquello no me llegaba. Empecé a escuchar en la radio otros sonidos que me atraían, pero me preguntaba si ese tocadiscos serviría para ese nuevo tipo de música. Por entonces había una pequeña tienda de vinilos en San Fernando donde se encontraban discos mainstreams como los de Eric Clapton, Bob Marley, Bob Dylan etc. Así fui comprando vinilos, pero con miedo que no sonarán en el tocadiscos. A partir de mi propia curiosidad superé el flamenco, conocí amigos como Jesús Servan y Salvador Catalán ­– en la actualidad promotor de conciertos en la zona – que nos prestaba cinco discos cada semana. Así fuimos entrando en el buen camino de la música. Luego, cuando empezamos a subir a Madrid, descubrimos tiendas que permitían escuchar música con auriculares. 

Ni que decir tiene que la industria musical ha cambiado mucho desde vuestros inicios, pero creéis que la carrera de los Dalton hubiera sido distinta sin emisoras como Radio 3 que apostaban por grupos emergentes. ¿Os habéis planteado que sería de vosotros de haber empezado en la época actual, donde parece que si no triunfas al instante estás condenado al olvido? ¿A toro pasado fue una ventaja? 

Josema Dalton: Totalmente. Antes de firmar por DRO ya sonábamos en la radio gracias a maquetas y al Luces de Hollywood, el disco de versiones. De hecho, la compañía discográfica organizó un concierto en la Revolver para ver cómo funcionábamos en directo e invitó a la prensa. Julio Ruíz acudió y ahí empezó a consolidarse nuestra relación. Empezamos a mandar nuevas canciones etc. Radio 3 era un lujazo porque hubo un momento en que llegamos a sonar en todos los programas. Por entonces, la radio era la que hacía grandes a los grupos grandes y Radio 3 era la única a nivel nacional. Después, allá por 1996 – coincidiendo con la época del Vitamina D –, aquí en Andalucía hubo un programa en Canal Sur Radio que se creó para promocionar bandas locales. Esto nos permitió dejar de tocar de Despeñaperros para arriba. Empezamos a girar por toda Andalucía y cuando llegábamos a los sitios ya nos conocían, todo gracias a la radio. Luego surgieron festivales como el Espárrago Rock e incluso sellos como el malagueño Pussycats Records. Los grupos que surgían en el Sur sabían que iban a sonar en la radio y tocar en festivales. Todo tenía sentido. 

Supongo que mirando hacia atrás os dé vértigo recordar lo rápido que fue todo al principio. Firmáis por un sello como DRO y lo que es mucho más importante y difícil, lanzáis dos discos como Ya están aquí y Nada suena igual que poco a poco fueron marcando una generación y consolidaron el sonido power pop. ¿Fue algo natural o erais conscientes de que algo se estaba cociendo? 

Josema Dalton: La modestia no nos ha permitido creernos que éramos buenos. Siempre estábamos pensado que cualquier momento esto se iba acabar y que nos quitábamos de en medio. Nunca nos permitimos el lujo de pensar que íbamos a dar el pelotazo. Siempre vivimos el momento, el presente.

Algunos de vuestros primeros discos como "Nada suena igual" o "Vitamina D" fueron producidos respectivamente por amigos como Hendrik Röver de los DelTonos o Paco Loco. ¿Qué buscabais por entonces? Si no recuerdo mal en la letra de En el autochoque decíais que Phil Spector era un Dios. ¿Cuál sería el prototipo de productor ideal? Por supuesto, podéis tirar para casa. 

Josema Dalton: Tanto Hendrik como Paco ya eran colegas por lo que no costó nada trabajar con ellos y nos sirvió mucho para aprender. Por ejemplo, Hendrik sorprendía muchísimo por lo bien que tocaba la guitarra y descubrimos la manera de buscar los sonidos, de cambiar las válvulas de los amplificadores para conseguir nuevos matices. Con Paco Loco aprendimos que cualquiera cosa que se te pase por la cabeza se puede grabar. También nos gustó mucho la producción de Kurt Bloch – Fastbacks y The Young Fresh Fellows – para el Crash! Supuso trabajar a la americana, grabar todo en directo. Más adelante, el producir yo mismo los discos me ha permitido poner en práctica todo lo aprendido, llegar a los rincones que quería llegar y así es cómo me siento cómodo. Voy teniendo el concepto de la canción en la cabeza y soy capaz de plasmarlo luego en la grabación y en estos últimos discos he ido llevando al grupo en esa dirección. 

Josema, en más de una ocasión has hablado del efecto perverso que tuvieron programas tipo Operación Triunfo. A pesar de no competir en la misma Liga, cómo crees que afectó a grupos como el vuestro. ¿La industria se volvió más conservadora?

Josema Dalton: Fue el final. Operación Triunfo dejó todo desierto. Los grupos más convencionales y que vendían más ­– tipo el Canto del Loco, El Sueño de Morfeo, la Oreja de Van Gogh, Jarabe de Palo – pasaron a ser alternativos. Nosotros que éramos lo alternativo de lo alternativo nos quedamos fuera. Alrededor de 2002, cuando teníamos listo el que fue a la postre Esperando una señal tuvimos que esperar hasta 2010. Para ese disco hicimos veintitantas canciones y la compañía DRO nos llamó entusiasmada... Si nos creyéramos todo lo que nos dicen acabaríamos con un chaleco de fuerza. Esto fue un viernes. El lunes acabamos de grabar la maqueta y todo se terminó. Pasaron años y les dijimos a DRO que o lo grababan o nos íbamos de la compañía. Nos fuimos y lo sacamos por nuestra cuenta.

Supongo que todo esto, y vuestras propias circunstancias personales, han marcado que a partir de "Crash!" (1998) prácticamente tenían que pasar diez años entre cada nuevo disco de estudio: "Esperando una señal" (2009); "Revolución" (2014); y el último "Viajar en el tiempo y otras historias" (2024). 

Josema Dalton: Nos lo tomamos con sorna o cómo dice mi mujer: como un hobby pagado. Hasta el directo de Una noche más nos considerábamos profesionales. Ensayábamos cada día, con un horario de trabajo como otro cualquiera. Grabas, ensayas … Luego pasamos a ser amateur. Cada uno tenemos niños, un trabajo distinto. Ahora ensayamos para los directos, para la inmediatez, ya no nos reunimos para sacar canciones. La pandemia justamente me sirvió para componer los temas que luego se incluirían en este Viajar en el tiempo, pero con Revolución fue distinto. Nos costó mucho trabajo sacar canciones, encontrar tiempo, y al final el proceso se demoró demasiado. 

"Revolución" mostraba un aspecto combativo. Sin embargo, en este álbum existen muchas referencias al verano ¿Cada disco lo concebís como un nuevo inicio u os gusta pensar a nivel conceptual como parte de un todo a no y por lo tanto buscáis la continuidad? 

Josema Dalton: Nos hubiera gustado que este último disco hubiese sido más temático, con un mensaje más claro. Sin llegar a ser conceptual tiene muchas referencias al verano y sí que es cierto que con Revolución logramos ese enfoque conceptual. 

El nuevo disco ­– "Viajar en el tiempo"– refleja mucha energía marca de la casa, pero os permitís jugar más; experimentar con distintos estilos y ritmos. El paciente cero, el último corte de la Cara A de le edición vinilo; y Paren esto, inicio de la Cara B, son buen ejemplo de ello. ¿Ha sido intencionado? Entiendo que contar con un cuarto Dalton como Alberto – guitarra – os permite jugar con las texturas y los arreglos. ¿Qué sonido estabais buscando? 

Josema Dalton: En esta ocasión, desde el principio nos autoimpusimos hacer el disco con dos guitarras, bajo y batería para que sonase exactamente como en directo. Esto fue posible al tener cerca y contar con Alberto – el Bambino – lo que nos permite tocar en directo igual, igual que lo grabamos en estudio. Queríamos también que la batería tuviese mayor presión, al estilo de los discos que se hacían en los ochenta. Buscábamos menos rapidez en favor de la potencia. La batería en este disco manda y tiene un papel fundamental. 

Volviendo a las letras. ¿De dónde surgen las historias? Se perciben referencias al verano, al hastío del invierno y mucha ironía como en Dije cara y eso salió donde llegáis a cantar: «La política iba a ser mi salvación / me lo he gastado todo en donaciones … Las voces me recuerdan que tengo una navaja en algún cajón / Dieciséis centímetros que van bien en esta ocasión … No acertaste y fue tu cruz». 

Josema Dalton: Esta canción se basa en hechos reales, aunque un poco exagerados. Conocemos gente que se ha acercado a los políticos buscando un amparo y favores que luego no se han producido. Mi cabeza se fue imaginando que el tío se enfada tanto con el político de turno que termina cargándoselo. La mayoría son historias que voy escuchando por ahí y que exagero. Son historias dramatizadas. 

Una famosa emisora de radio patria – no diremos el nombre por si el resto se enfadan – durante años usó un lema bastante significativo. «Eres lo que escuchas». ¿Qué escucháis últimamente? Y aprovechando: 2 x 1. Teniendo en cuenta que sois un grupo referencial del power pop nacional, ¿cómo veis esta escena en la actualidad, existe algún alumno aventajado? 

Josema Dalton: Cada dos o tres años tengo mi grupo favorito. Diría que ahora son los franceses Phoenix. De ahí aprendí mucho y también me pegaron fuerte, por ejemplo, The Strokes o más recientemente Big Thief a los que desgraciadamente no pude ver en el último Canela Party. En cuanto al power pop, la verdad que llegamos a él de casualidad, al leer las críticas y ver que nuestro sonido era definido así. Nos encanta que fuera así, y nos dimos cuenta de que en la época en que mi cerebro absorbió más música – final de 70 y principios de 80­– coincidía con grupos como Paul Collins, The Clash… Ahora, los festivales a los que vamos están más centrados al power pop como el Caravaca o Cala Pop. Los que acuden son los mismos que van a nuestros conciertos. Somos una pandilla, nos conocemos entre todos, nos llevamos de puta madre y estamos deseando tomar cervezas con ellos. Da gusto ver también cómo surgen nuevas bandas, gente joven, atraídas por este tipo de sonido, alejado del reggaetón y de rollos mainstream. 

Resulta literalmente imposible hablar de los Dalton sin mencionar vuestra devoción por las versiones. Las hay de todos los colores. ¿Cómo es el proceso de selección? Supongo que será cómo preguntar a un hijo si prefiere a su madre o su madre, pero, ¿cuál es vuestro cover favorito? 

Josema Dalton: A la que tenemos más cariño, ya que ha sido como una tarjeta de presentación por todas partes y la que todo el mundo reconoce como de Los Hermanos Dalton es el Pink Panther y, aunque los puristas daltónicos no quieren que la toquemos en directo, fue la que nos sacó incluso del anonimato en algunos momentos porque a todo el mundo le llega de primeras. Esta canción la llegó a presentar DRO a los 40 Principales y la emisora les dijo que no querían apoyar a grupos españoles que cantasen en inglés. Luego llegaron Australian Blonde, Dover… Este tema paradójicamente nunca tuvo promoción y, sin embargo, junto a Los latidos de siempre ha sido la que nos sirvió para que la gente nos identifique. Las versiones salen porque al escucharlas nos damos cuenta de que les podemos dar un toque Dalton. Incluso, en algunos casos como la de Ya viene el sol de Harrison, teníamos en la cabeza cambiar la letra al español ya que cuadraba del todo. Otro punto es convertirla en a nuestro estilo.

Otra versión que nos encanta es el Downtown Train de Tom Waits que hicimos junto a Hendrik de los DelTonos. En esa época, estaban en juicio con su anterior sello – La Fábrica Magnética – a raíz de que firmasen por DRO. Hasta que se aclarase el juicio no podían tocar con nadie por lo que muchas guitarras que hizo en el disco aparecen como si fueran mías. Una de las más chulas, y que jamás hubiese podido sacar yo, son las de Downtown Train. Justamente en el directo que grabamos en acústico ­– Sin moverte del sillón – aparecen otros dos temas suyos: Vuélate la cabeza y el Cold Cold Ground. Ahí en cierto modo nos desquitamos con Waits. También hemos hecho versiones por «encargo» para recopilatorios u homenajes, como la de los Jesus and Mary Chain. En su momento, pedimos una banda sonora y la conseguimos con 800 balas. Desde los noventa seguimos esperando un anuncio de publicidad como consiguieron los Australian Blonde con el Chup Chup o los sevillanos Amphetamine Discharge con una marca de refrescos. ¡Nosotros lo seguimos pidiendo! ¡Aquí estamos esperando! 

 Vuestro hábitat natural ha sido el directo, aunque suponemos que por un motivo u otro no siempre es fácil salir de gira. A la vuelta del verano habéis tocado en el Caravaca Power Pop; en la sala Azkena de Bilbao o en Logroño. ¿Cómo fueron estos últimos conciertos y os veremos pronto de nuevo en la carretera y en directo? 

Josema Dalton: Este disco se merece que lo sigamos moviendo. Tenemos programado un concierto aquí en San Fernando y seguimos pendientes de cerrar fechas en Andalucía. Habrá alguna sorpresa por Madrid, pero por el momento no podemos hacerla oficial, aunque ya esté cerrada y confirmada. La verdad es que ahora nos lo pasamos mejor que nunca viajando, vemos que la gente se divierte más que nunca. Al bajar del escenario, el público nos comenta que son los mejores conciertos que hemos dado nunca. Comprobamos que todos estos años de rodaje han servido para que tengamos una maquinaría que funciona muy bien en directo. Encima la gente está disfrutando. 

Hablando de sorpresas, suponemos que más de uno a estas alturas estará de los nervios, ¿este año toca Villancico? 

Josema Dalton: ¡Ojalá! Lo hacíamos con nuestros hijos, pero han crecido un montón. Si ya es difícil cogerlos, disfrazarlos y que encima interpreten un papel ya resulta imposible. Lo tenemos en la cabeza, pero a estas alturas ya debería estar hecho por lo que este año, por desgracia, tampoco va haber Villancico. 

Por último, durante esta trayectoria tan longeva habéis sido testigo de los pros y contras de pasar por sellos «grandes» como DRO o más independientes como Rock Indiana y Hurrah con los que habéis sacado a medias el álbum en formato vinilo. ¿Volverías a pasar por el aro y a estas alturas grabarías de nuevo para un sello de los grandes – nos referimos por supuesto al tamaño? 

Josema Dalton: En nuestro caso, el haber pasado por una compañía grande como DRO nos permitió seguir tocando. Volviendo a lo que comentamos antes, de haber empezado ahora no hubiéramos hecho nada o casi nada. La razón por la que la gente se acuerda de nosotros es gracias a nuestro paso por DRO. En cierto modo, estamos viviendo de esas rentas, aunque no estuvimos el tiempo suficiente para poder haber triunfado. Tenemos la percepción de que nos aprovechamos más de ellos, que ellos de nosotros. Las grandes empresas disponen de más presupuesto para llevarte de promoción y eso facilitaba las cosas al llegar a una nueva localidad. ¡Vivimos de las rentas! 

Más que merecidas, después de treinta años de carrera...

Llega la hora del vermut y nos despedimos de Josema contagiados por su buen rollo y amabilidad sin igual. Conscientes de que pocos grupos desprenden tanta autenticad como los Dalton. Por supuesto, y ni que decir tiene, nosotros somos de los Dalton. ¡Lucky Luke es un triste!