Amaral: la belleza de la Dolce Vita


Pabellón Príncipe Felipe, Zaragoza. Viernes 16 de mayo de 2025 

Texto y fotografías: Javier Capapé. 

Eva Amaral y Juan Aguirre siempre van un paso por delante. Saben que se espera mucho de ellos, pero consiguen no defraudar. Cada gira que nos regalan supera a la anterior en propuesta escénica. Se vuelve más y más grande. Dominan el escenario y entregan un espectáculo inmersivo. Recuerdo perfectamente cada una de sus giras. Son muchos conciertos del dúo a mis espaldas. Desde los tiempos de las salas en Zaragoza (mi añorada Morrisey) a aquella gira como teloneros de Jarabe de Palo. La primera vez que se presentaron en la Plaza del Pilar con el estreno de "Estrella de Mar", un día de San Jorge, o la última vez que lo hicieron en esa misma plaza totalmente llena de gente con la puesta de largo de "Salto al Color". De La Casa del Loco a la Sala Oasis. Del Teatro Principal al Pabellón Príncipe Felipe. En su casa, que siempre será Zaragoza, han pisado todos los escenarios posibles y han confirmado en cada uno de ellos que siempre han sido profetas en su tierra. Que la emoción y admiración que despiertan no ha dejado de crecer. Algo aplicable también a sus espectáculos. Ya nos dejaron con la boca abierta con su gran escenario semicircular de "Gato Negro Dragón Rojo", que además contaba con una pasarela central (una de las primeras que pudimos ver en la gira de un artista nacional). Se superaron con la pantalla lunar de "Nocturnal" y su gran versatilidad, así como con el muro de cristales de "Salto al Color", pero lo que nos han traído con este "Dolce Vita" es de otro planeta.

La gira de presentación del noveno disco de los zaragozanos presume de un gran formato, totalmente justificado por su numeroso público. Nos encontramos directamente con dos elevados cubos que alojan los teclados de Sergio Valdehita y la batería de Álex Moreno a gran altura, convirtiéndose en complementos visuales, así como en extensiones de la gran pantalla central de gran definición en la que predominan las proyecciones de inmensos paisajes naturales y evocadoras postales de gran formato. Las visuales funcionan más como complemento, con un sentido totalmente ligado a las letras de las canciones que interpretan, que como simple ampliación de lo que ocurre en el escenario para los que se encuentran más alejados del mismo. El dúo ha querido llenar de sentido cada una de las canciones que han elegido para el setlist con estos apoyos visuales (mucho más que meros videoclips) que constituyen por sí mismos una gran apuesta artística. Pero evidentemente lo que venimos es a escuchar sus canciones. Mucho más allá de lo que nos puedan ofrecer como espectáculo. Al menos eso es lo que quiero creer.

En la entrevista que mantuvimos con el dúo al lanzar el disco, Juan aseguró que iban a interpretar todas las canciones de este "Dolce Vita" en su gira y la verdad es que ya entonces la apuesta me pareció arriesgada. Siempre han sido de dar mucho peso al disco que tienen entre manos en sus giras de presentación. No se han rendido exclusivamente a sus éxitos más claros, pero pensé que no se atreverían con las quince de "Dolce Vita". Demasiadas canciones bloqueadas en el setlist podían dejar fuera a muchas otras necesarias y más evidentes. Pero me equivocaba. La apuesta por su último disco es firme y no se dejaron ninguna en el tintero, desde la titular para comenzar, al que fuera el segundo adelanto del lote, "Ahí estás", para cerrar. Y para no dejarse demasiados de sus éxitos en la cuneta, interpretaron algunos en versiones más cortas o acústicas que consiguieron no alargar demasiado el timing final.

Al poco de comenzar, Eva nos confesó que las expectativas son muy altas cuando juegan en casa, y visiblemente emocionada tuvo que dejar su discurso a un lado antes de afrontar "Moriría por vos", con un significado lo más ajustado a lo que parecía querer decir Eva a su público. No había impostura en ese arrebato emotivo, como tampoco la había cuando Juan habló con ternura de la situación personal que les hizo retrasar el lanzamiento del disco, así como recordando sus primeros años entre los barrios de Delicias y Universidad mientras componían su excelsa "Tardes", que encaró él solo desde la pasarela central del escenario. Cierto que hubiera sido mejor escucharla en la voz de Eva, pero definitivamente es una canción muy especial para Juan y se dio ese capricho. Las palabras de Eva y Juan nos demostraron que estaban realmente agradecidos y entusiasmados por tener delante a un público entregado, que les quiere de veras y que había agotado con bastante antelación las entradas para los dos días en la capital aragonesa. Nada mal.

Reconocieron que este disco hablaba de la belleza, por eso mismo las proyecciones se tornaron en bellas postales de naturaleza salvaje. Esculpidos valles graníticos nos condujeron por "Dolce Vita" (se nota que Eva se ha ido a vivir a Galicia al deleitarnos con estas estampas), inmensas masas forestales para perderse en ellas en "Hacia lo salvaje", caminos cruzados en "No lo entiendo", un mar tan bello como embravecido en "Mares igual que tú", mariposas, pequeños reptiles o pájaros en la canción que lleva a estos por título (que terminaron con un nuevo arreglo final contenido y casi a capella), o hasta la naturaleza abriéndose camino entre la chatarra en "La unidad del dolor". Son solo ejemplos de la capacidad y apuesta por unir música e imágenes con gran acierto durante todo el concierto que, como ya he comentado, fue una de sus señas más destacadas. Pero cuando hubo que ir a la esencia y centrarse en la música también supieron hacerlo. Ahí estuvo la búsqueda de lo más básico con la interpretación a dúo del clásico "Sin ti no soy nada" o su acercamiento a la figura de Víctor Jara en "Podría haber sido yo", con toda la banda unida en un lado del escenario, buscando la intimidad del club, en la que fue una de las canciones más intensas y celebradas de la noche.

Tampoco podemos olvidarnos de la banda. Los mentados Sergio Valdehita y Álex Moreno fueron reforzados por el bajo de Ricardo Esteban y las dos sorpresas de la noche, pues no habían compartido escenario con el dúo zaragozano hasta esta gira. Hablamos de Laura Sorribas, que se encargó del cello, teclados y percusiones, y Míriam Moreno, que hizo lo propio con los vientos (fantástico el arreglo de travesera sin tener que recurrir a sintetizadores en "El universo sobre mí") y percusiones puntuales. Las dos, además, aportaron sus voces para dar mayor empaque a una Eva Amaral algo más contenida que en otras ocasiones. Su potencia vocal, que siempre ha derrochado con creces en sus directos, se resintió la noche del viernes en Zaragoza. Me atrevería a decir incluso que en "Ruido" le falló la afinación. Aún así, fue solvente y atrevida, nos encandiló con su forma de entonar "Salir corriendo" o "Como hablar", pero nos dejó algo fríos al encontrar menos momentos en los que explotar y dejarnos totalmente extasiados con sus juegos vocales. No obstante, resultó tremendamente reveladora al sumergirnos en la épica "Eso que te vuela la cabeza", en la enigmática "Los demonios del fuego" (con Eva empuñando la guitarra acústica mientras recorría la pasarela de forma automática sobre una plataforma móvil) y en la contundente "Hasta que la música se acabe". Las tres de su último disco, pero coreadas verso a verso (por momentos me parecían incluso más populares entre la mayoría que las canciones de su mítico "Estrella de Mar").

Estoy seguro de que para muchos, el momento de la noche, por lo efectivo de su escenografía, fue ese en el que Eva se elevó por encima del escenario con un traje rojo de gasa que le confería un aire celestial durante los estribillos instrumentales de "En el centro de un tornado". Desde luego que fue tremendo y efectista, pero prefiero quedarme con la música. Esa que no se resintió en clásicos por derecho propio como "Revolución" (inevitable que me ponga los pelos de punta cada vez que la escucho desgañitándome y con el puño en alto), "Resurrección" (con un nuevo arreglo vocal con el que vistieron su intro), o la siempre tan bien recibida "Días de verano" (mucho tendrán que ver con su éxito esas palmas espontáneas que siempre nos despierta).

Antes de terminar esta reseña no puedo pasar por alto que se olvidaran de su fantástico "Nocturnal" en el set, ya que fue el único disco del que no rescataron ni una canción, y no será porque no tenga auténticas perlas. Me faltó y me sorprendió, porque en ese disco precisamente reivindicaban su cara más oscura y rock. Aunque este "Dolce Vita" es mucho más equilibrado y acertado que "Salto al Color", me da a mí que parecen conformarse con su cara más amable, aquella que no escuece y que deja a todos satisfechos (siempre que no seamos excesivamente exigentes). Me falta el riesgo de la más desgarrada "Llévame muy lejos" o la experimentación de la propia "Nocturnal". Desde luego que el común de los mortales prefiere seguir encandilado con "Marta, Sebas, Guille y los demás", pero por mucho que cuente con más de ochenta millones de escuchas en Spotify es de lo más vacío en intención de su carrera. Una lástima que siga siendo su obligada concesión a la masa. Algo similar a lo que ocurrió al contar con la presencia del jotero, a la par que "triunfito", Juanjo Bona, para encarar "Toda la noche en la calle", aunque su voz apenas se escuchó. Otra concesión más dedicada a su público adolescente, que también lo había, y en número nada desdeñable, en el Pabellón.

"¿Es esto cuestión de suerte?" Esa fue la pregunta que lanzó al aire Eva antes de "La suerte", una de las más bellas canciones de este disco, dedicado precisamente a esa belleza que podemos empezar buscando en lo cotidiano. No, no es cuestión de suerte, sino, como dice su letra "suerte de vivir para contarlo". Definitivamente la experiencia que vivimos con el concierto de Amaral en su casa, en Zaragoza, fue un gran viaje. Con idas, venidas y trazados más o menos firmes, pero un viaje fabuloso, para qué negarlo. Potentes imágenes e impecable sonido unidos, porque es cierto que la banda suena como un tiro. Confeti y luces de móviles para emular a los grandes recintos y festivales. Emoción, al fin y al cabo. Eso es la "Dolce Vita" y esta gira en consecuencia. Un derroche emocional con la naturaleza, el espíritu combativo y la utopía musical como estandarte. Como broche, antes de retirarse del escenario y proyectar a todo el staff en sus pantallas, Amaral agradeció a su público que hubiéramos estado ahí siempre a cada giro de guión que habían dado. No sé si esto es exactamente un giro de guión, pero está claro que su público seguimos ahí y a buen seguro ahí estaremos "hasta que la música se acabe".

Brian D'Addario: “Till The Morning”


Por: Àlex Guimerà 

¿De dónde surge toda esta creatividad de Brian D' Addario? No es normal que con 28 años ya haya publicado hasta seis álbumes y un EP con Lemon Twigs junto a su hermano menor Michael. Pero más sorprendente es ver la enorme calidad del material. Canciones de maravillosos estribillos, cambios de estilo, múltiples referencias y una producción mayestática. Los dos anteriores años la banda no sólo se sacaron de la chistera "Everything Harmony" (2023) y "A Dream Is All We Know" (2024), sino que se patearon medio mundo ofreciendo ese impactante directo que tienen. Entonces surge una segunda pregunta: ¿De dónde sacan el tiempo? Las respuestas a ambas cuestiones planteadas resultan fáciles de responder: estamos ante un par de genios generacionales. Y esto, es un motivo de celebración para los seguidores de la música pop analógica, a quienes únicamente nos queda que tener que prestar atención a lo que nos deparen este par de musicazos oriundos de Long Island

Ante eso, "Till The Morning" aparece publicado sólo bajo el nombre de Brian y no con el de la banda, cuando en realidad Michael sigue colaborando en él junto a su hermano, aportando instrumentos y coros. Si bien, es quizás el carácter personal tanto musical como de las letras lo que hizo que optaran por lanzar este trabajo en forma de debut en solitario de Brian D' Addario. Sea lo que sea es una grata noticia para los fans de la banda pues, sin apenas tiempo de recuperarnos, descubrimos un nuevo aspecto sonoro de los Twigs que rompe con la línea anterior. Descubrimos una faceta más cercana, relajada, delicada, menos grandilocuente y enérgica, y se me permite, más personal y centrada en el plano individual.

Quizás el peor ejemplo de ello, y la que más encajaría con las dos últimas entregas de la banda, es la que titula el disco. Se trata de una pieza pop luminosa, digna del mejor Sunshine Pop californiano clásico: The Association, Millenium, Yellow Balloon,.. y todas esas bandas maravillosas que a pesar de estar a la sombra de The Mama' s & The Papa's y los Beach Boys siempre merecen ser reivindicadas. También tenemos folk-country alegre digno de los Monkees ("Nothing On My Mind") o el atraco a los Byrds que Brian hace en "This Summer".

Pero que nadie se confunda, porqué el álbum tiene un tono mayoritariamente intimista, lo que confirman las desnudas "Song For Everyone" y "What You Are Beautiful", donde la voz luce como nunca. También la balada a lo Gram Parsons "One Day I' m Coming Home", con esos slides de pop cósmico, "Only To Ease My Mind" en el que Brian se emparenta con Simon & Garfunkel, la tierna y frágil "Company" que parece surgida de un musical y la barroca "Unless Tears" que nos trae de vuelta a los Left Banke. Para el cierre, sigue con la tónica con una alargada y creciente balada al piano ("Spirit Without A Home").

En definitiva, con "Till The Morning" el hermano mayor de los D' Addario no solo enriquece el universo sonoro de los Lemon Twigs, sino que reafirma lo que ya intuíamos: que estamos ante una fuente inagotable de talento cuya creatividad parece no tener techo.

Robert Gordon, Link Wray & The Wildcats: "Live At Rockpalast 1978"


Por: Txema Mañeru. 

La verdad es que Robert Gordon se convirtió en 1977 y hasta primeros de los 80 en el principal revitalizador e intérprete del más clásico rock’n’roll y del rockabilly. Antes que los Stray Cats incluso. Junto al gran guitarrista del género, Link Wray (ya pasó con un excelente recopilatorio por las páginas de El Giradiscos) sacaron dos discos tan espectaculares y contagiosos como “Robert Gordon With Link Wray” y “Fresh Fish Special”. Con dichos trabajos triunfaron en todo el mundo y llegaron en el 78 al Rockpalast alemán junto a The Wildcats que eran, ni más ni menos, el brutal bajista Rob Stloner y el batería Anton Fig, que venían de tocar en la Rollin’ Thunder Revue de Bob Dylan. Un Dylan también enamorado de Gordon y Wray que afirmaba que en aquellos momentos nadie más hacía rock’n’roll de verdad.

Rob Stoner, procedente de grabar en el exitoso “Desire” de Dylan, se encarga de las cuidadas, amplias y muy interesantes notas del libreto habitual en esta colección. De nuevo, en triple digipack y con DVD de regalo ampliando la duración del guapísimo compacto con 20 temas. Estaban en lo más alto y con todo lo más granado de su repertorio, perteneciente, en su gran mayoría a esos dos discos y rescatando algún clásico del más veterano Link Wray. La inmensa mayoría de los temas eran clásicos ya interpretados por artistas como Gene Vincent, Eddie Cochran o Carl Perkins, más algunas composiciones de Wray, pero las hicieron soñar como un cañón y totalmente vigentes de nuevo. 

Comienzan con el puro baile de "Rock Therapy" a la que da continuidad "The Way I Walk", de Scott, popularizado por The Cramps con su gran estribillo y los primeros y destacados punteos de Wray. Aceleran el "Mystery Train" de Elvis y suenan pegadizos y muy Stray Cats en "Lonesome Train". Una gozada supone el lento, puro Elvis, "I Sure Miss You" con el brutal bajo de Stoner brillando también, al igual que en muchos otros momentos. El máximo brillo para Link Wray llegó con sus propios clásicos "Rumble" y "Baby, What You Want Me To Do", con repetidos y variados punteos. En el segundo clásico se vuelve a salir Rob con su poderoso y potente bajo. Excelentes manejos guitarrísticos también en "Hot Dog!" o en la fogosa versión del "Fire" de Bruce Springsteen. Más agitación encontramos en "Baby I Don’t Care", junto a unos buenos coros que, además de su bajo y los riffs, protagonizan el "Wild Wild Women" de Chris Spedding. Una gozada resulta el "I Got A Woman" que popularizaron Elvis Presley o Ray Charles. Los singles "Sea Cruise" o "Red Hot" casi los hicieron propios Gordon y Wray, de hecho hay una segunda versión del primero con otro bajo de Stoner todavía más brutal. Cierran con dos versiones del "Flyin’ Saucer Rock’n’Roll" más veloces que un platillo volante y con nuevos y destacados punteos de Wray.'' 

Por último, recomendar también de esta gran colección que es “Live At Rockpalast”, otros artefactos similares de grandes de la época como Herman Brood, Graham Parker, Joe Jackson, Stiff Little Fingers o los Stray Cats que grabarían en el 81 y en el 83. ¡Long live for Rock’n’Roll!

Filmin incorpora este viernes el documental Qué te debo, Malcolm? a su oferta de películas musicales


El documental "Qué te debo, Malcolm?" se estrena en la plataforma de cine en línea Filmin el próximo 16 de mayo. La película, producida en colaboración con Sagesse, refleja la vida y obra de Malcolm Scarpa (1959-2022), artista muy valorado entre muchos críticos y músicos de nuestro país que no ha logrado reconocimiento comercial en vida pese a la solidez de su obra. 

En enero de 2023, se celebró un homenaje en el que participaron más de treinta músicos procedentes de todo el país. Fue en Madrid, en los bajos del cine San Pol, espacio que inspiró una de sus canciones más celebradas. En el largometraje se recogen varias actuaciones de ese encuentro, junto a entrevistas con participantes en el homenaje. Colaboraron músicos treintañeros, cuarentones, cincuentones, sexagenarios y septuagenarios, con un abanico sonoro que abarca desde el blues, el pop o el jazz hasta la psicodelia, una mezcla simultánea casi imposible de encontrar en la escena musical. Todas las canciones del documental están compuestas por Malcolm Scarpa.

Las actuaciones se intercalan con entrevistas a la organizadora del homenaje (la hermana de Malcolm) y a músicos que colaboraron con él. Los testimonios abordan desde distintos ángulos el talento de Malcolm y explican algunas claves que apuntan a su genialidad. También se desgranan anécdotas reveladoras de una personalidad fuera de lo común, junto a reflexiones en torno a los motivos que le impidieron alcanzar el éxito. 

Malcolm Scarpa encarna la vida del bluesman como casi nadie en nuestro país. Vivió una infancia nómada por la cornisa cantábrica, al vaivén de las paradas del puesto de tómbola que alimentaba a la familia. Ese trasiego le sitúa desde los primeros compases en la senda de los pioneros de la música del Delta. Su interés por el cine le llevó a componer la BSO de "Mamá es Boba" (1997), dirigida por Santiago Lorenzo, y también el acompañamiento sonoro para la película muda "Umarete wa Mita Keredo" (1932), de Yasujiro Ozú. ooSu amplia visión artística se constata también en el libro que publicó en 2001, "Qué te debo, José?", de donde este documental toma su nombre, obra reeditada el año pasado por Sílex. En 2025, está prevista la publicación de una segunda entrega cuyo título será "Memorias de Pepe Guinea" (Editorial Desacorde). 

La galería de músicos que aparecen en "Qué te debo, Malcolm?" incluye nombres relevantes del panorama musical, como Los Estanques, banda que colaboró durante el tiempo de rodaje con Anni B. Sweet tras alumbrar el álbum "Burbuja Cómoda y Elefante Inesperado", considerado como uno de los mejores discos del año por la crítica. Los músicos de Los Estanques son Iñigo Bregel, voz y teclados; Germán Herrero, guitarra; Daniel Pozo, bajo, y Andrea Conti, batería. 

El bloque musical dedicado al blues lo protagoniza The Jokers, nombre de la banda que fundaron en los años ochenta Ñaco Goñi y Malcolm Scarpa, tras abandonar la Tonky Blues Band, probablemente la primera banda de blues en Madrid. Se ha recuperado la denominación para agrupar a la docena de bluesmen que participan en el homenaje, casi todos pertenecientes a la primera camada del género del Delta en nuestro país. Entre los que aparecen en "Qué te debo, Malcolm?" están Ñaco Goñi, Xulián Freire, Francisco Simón, Osi Martínez, Rafa Sideburns, Mayka Edjole, Steve Jay Jordan y Danny Boy, entre otros. También figuran dos instrumentales a cargo de Flaco Barral (Montevideo, 1945), uno de los pioneros del blues en Uruguay que formó bandas como Opus Alfa y Días de Blues, nombres de leyenda en el país americano. Desde que se instaló en España ha colaborado con cientos de músicos en su dilatada trayectoria, desde Hilario Camacho a Azahar, desde Labanda a Miguel Ríos, entre otros muchos. Otros músicos que participan en el documental son Luis Prado, Pablo Solo, Luis González, Juan Ferrari, Jackie Revlon, Ameba (Raquel y Héctor), David Cobo, Luca Frasca, Román García, Armando Marce, Josele Martín, Héctor Oliveira, Ramblin Edu o Héctor Rojo, entre otros. La puesta de largo se enmarca en Filmin Music Feest, un ciclo de documentales musicales que se estrena a finales del próximo mayo, junto a otros títulos de ámbito nacional e internacional. 

Ficha: 

Género: Documental musical 

Dirección: Enrique López Marijuan (Madrid, 1999) 

 Producción: Ana Hortelano, Rosa M. Scarpa y Miguel López, en colaboración con Sagesse. 

 Guion: Miguel López Diseño de sonido: Guillermo Ibáñez Música: 

 Duración: 72 minutos Idiomas: español e inglés 

 Localizaciones: Madrid (Los Bajos del Cine San Pol y Pueblo Nuevo), Deusto y Barcelona.

El “penúltimo” vals de Ariel Rot. Reedición en vinilo de “En vivo mucho mejor”.


Por: Guillermo García Domingo. 

Llevamos un cuarto de este siglo, en el que iba a sobrevenir “el fin de la historia”, un período en el que, según algunos optimistas, dejaríamos atrás para siempre cualquier problema social, político o económico. Entonces, ¿por qué y cuándo “se torció” el siglo XXI? Tal vez fuera en septiembre de 2001, recién comenzada la nueva centuria, precisamente en ese mismo año Ariel Rot publicó este disco que ahora Warner reedita en una versión si no “mucho mejor”, al menos “mejor” que aquella, que rinde tributo a la excelsa música en vivo que se esconde en cada uno de los surcos del doble vinilo. Dos colores naranja y azul y cuatro caras, por tanto, en las que se suceden las canciones en el mismo orden en que fueron tocadas en aquella noche única del mes de marzo, contradiciendo el orden del cedé original. Las fotos de Ricky Dávila por fin se disfrutarán a un tamaño que hace justicia a su maestría. 

En lo que va de siglo es difícil encontrar una grabación en directo que tenga la misma categoría artística. En la conversación que mantuvimos con el músico argentino (y español) desveló algunos secretos de esta velada y dejó la incógnita de por qué se grabó en Galapagar. La sierra madrileña parecía un sitio demasiado alejado de los neones de la capital madrileña, que es la protagonista de algunas de las canciones de este concierto sin igual.

Tampoco hay parangón de este concierto en la carrera larguísima de Ariel Rot, entre otras cosas, porque los sueños, si se repiten, dejan de serlo. Y para esta ocasión el guitarrista de Tequila y Los Rodríguez reunió a una banda de ensueño. Quería resucitar a The Band, en este caso de nacionalidad hispano-argentina, y bailar con ellos un vals, como aquel que inmortalizó Scorsese en los años setenta. Necesitaba tres guitarras en su mejor plenitud, dos teclados de distinta índole: un órgano y un piano. La diosa del Rocanrol se lo concedió todo en virtud de los méritos que Ariel había hecho: dejar una huella indeleble con dos grupos fundamentales sin los que el rock en nuestro idioma no habría sido factible, y cumplir con todos y cada uno de los preceptos del rock, los que siempre ha profesado Rot hasta el día de hoy, revitalizando el rocanrol primigenio de mitad del siglo XX en adelante. 

La banda a la que persuadió para este único concierto quita la respiración: Tito Dávila (Piano, órgano y coros), Ricardo Marín (Guitarra eléctrica y acústica, coros, percusión), Pablo Serrano (Batería), Jacob Reguilón (Bajo eléctrico), Osvi Grecco (Guitarra eléctrica, española y acústica, coros); hasta aquí los sospechosos habituales, que escoltaron a Ariel Rot en la gira posterior a “Hablando solo”, su primer proyecto en solitario grabado en Francia en 1997, y que cumplieron con creces en el difícil papel de sustituir a The Attractions (con los que había grabado en el estudio). Son aquellos que le acompañarán, por cierto, en la gira que está a punto de dar comienzo. Los que disfrutamos del tremendo concierto de la sala But hace un año y medio sabemos de lo que son capaces. 

Además de los citados arriba se sumaron a la aventura de Galapagar Dani Nel·lo (Saxo y armónica), Rodney D’Assis (Percusión) y Ciro Fogliatta (Órgano Hammond, armónica y kazoo). Qué grandes teclistas ha ofrecido la música popular argentina. Si tienes a tu disposición a estas personalidades musicales, ya no necesitas a Robertson, Manuel, Danko y compañía. A todo esto, hay que añadir las virtudes guitarreras del propio líder. Ariel Rot es uno de los más dotados guitarristas de nuestro país y del otro lado del Atlántico. Escogió la guitarra antes que el vulgar colegio, tal y como afirma en la autobiográfica canción con la que se inauguró la velada , “El vals de los recuerdos”. Nada podía salir mal en Galapagar.

La dedicación de Rot no decayó durante los ensayos diarios que se prolongaron a lo largo de los dos meses previos al concierto. La noche prevista acudieron con los deberes hechos y eso se percibe en cada una de las notas de este disco. La emoción es el último e imprescindible miembro de cualquier banda de rock que quiera dejar huella. En las tablas del teatro Jacinto Benavente estaba en el elenco, por supuesto. 

La confianza de Rot se había fortalecido gracias a dos pruebas superadas con un resultado sobresaliente. De ahí que tenga sentido comenzar sacando pecho del presente (de aquel entonces): El “Vals de los recuerdos”, “Hasta perder la cuenta” y “Colgado de la luna”, pertenecientes a “Cenizas en el aire” y “Hablando solo” respectivamente. Tres argumentos a favor de la tesis que defiende que Rot es un letrista fuera de lo común, al que le bastan pocos versos para erigir historias personales y ficticias de encantadores perdedores, que viven peligrosamente, y la mayoría de las veces pierden, aunque siempre con elegancia y una actitud irreprochables, y en contadas ocasiones la vida les sonríe. Pero es que el pasado de Rot era y es brillante, al igual que los vinilos de esta hermosa edición. Las dos canciones de esta primera cara así lo atestiguan: “Nena” y “Señorita” de Tequila. “Nena” es una novedad, aunque podía disfrutarse en el DVD. Y es un acierto haberla incluido, un punto más lenta que la original del 81, más auténtica y bluesera. El “tempo” elegido embriaga como el alcohol de alta graduación. Rot hace de las suyas con las cuerdas y el pedal de su guitarra. Las dos “señoritas” de ambas canciones son irresistibles. La cara B sigue por el cauce abierto por Tequila, que después utilizaron tantos otros grupos posteriores. Si “Quiero besarte” se hubiera denominado “I Want To Kiss You”, habría sido un éxito internacional. Su groove si te muerde no tiene antídoto. La banda está ya a pleno rendimiento desde su increíble introducción, la percusión de Rodney de D´Assis y el bajo de Reguilón están sobresalientes. Como también lo está Tito Dávila en el tema que ya es un clásico: “Sin saber qué decir”. Sin tiempo para descansar, en la madrugada se extiende la “Bruma en la Castellana”, en la que la música de Rot exalta la grandísima letra de Moris, otro de los personajes exiliados que a finales de los setenta sentía la “Fiebre por vivir” del ambiente cultural, social y político de la capital madrileña. Es una versión perfecta. De aquella época regresamos al presente gracias a la excitante partida de cartas de “Dos de corazones”. 

La siguiente cara, la C, pertenece a los invitados, Chirinos salda la deuda con creces con Ariel Rot, quien produjo el disco de Pistones y la canción que aquella noche interpretó, “El pistolero”, claro está. Después de la electrizante, “Adiós, mundo cruel”, llega el turno de Carlos Tarque y su garganta de arena, hecha a medida para el rocanrol. En el medley rebosante de “Tequila” formado por “Necesito un trago”, “El ahorcado” (la autoría de su letra tan mordaz es de Sergio Makaroff), “Mr. Jones” (esta es de Charly García, cuidado) y “Matrícula de honor”, que los profesores con sentido del humor disfrutamos al máximo, la voz de Tarque se luce. Todo el mundo sabe que después de Tequila, Rot fue una parte fundamental de Los Rodríguez, por eso es necesario escuchar, una de sus mejores canciones: “Me estás atrapando otra vez”, en la que Ariel Rot, escoltado por Ciro Fogliatta, se pone al piano. No echamos de menos a Calamaro y ya es decir. Para la canción instrumental “Confesiones de un comedor de pizza” regresan los ocho músicos a un ritmo frenético, demostrando su talento en cada uno de sus instrumentos. En la última cara están incluidos cuatro temas de probado éxito y calidad indiscutible. La exquisita “Vicios caros” es interpretada con un pulso perfecto, y la voz de Ariel más tersa y persuasiva que nunca; el órgano de Tito Dávila y la guitarra de Ricardo Marín la engrandecen. Somos multitud los que la consideramos como una de las mejores canciones de Ariel Rot. Con el paso del tiempo todavía resulta “mucho mejor” . Las siguientes, quién no las conoce, son historia del rock en español: “Milonga del marinero y el capitán”, “Baile de ilusiones”, y “Mucho mejor”, canallas y excelsas al mismo tiempo. La apoteosis estalla con la irrupción determinante del saxo del barcelonés Dani Nel·lo, que influye de forma decisiva en el destino de las tres últimas canciones. 

Ahora que nadie puede disimular o decir que no lo sabía, sería una gran equivocación no acudir a la tienda de discos o a alguno de los conciertos de esta gira. ¿Quién puede rechazar este regalo? El guitarrista Ariel Rot no solo ha sido miembro destacado de bandas sin las cuales es imposible concebir la música popular, además, como demuestra este disco, es un sólido compositor, un vocalista elocuente y un líder sólido. No hay excusa que valga: ¡Viva el Rock and Rot!

"Platero y tú. Yo Quiero Rock And Roll", de Javier M. Alcaraz


Por: David Vázquez. 

El periodista almeriense Javier Martínez Alcaraz, quién ya escribiese sobre rock urbano en "Poesía básica. Extrechinato y Tú ensancha el alma" (Efe Eme, 2023), ahora ordena entre fotografías, la historia de Platero y Tú. La confección de esta cronología, de una forma amena, ayuda al lector a contextualizar el nacimiento de la banda. Una tarea necesaria.

Como Los Rodríguez, Platero y Tú cerraron su carrera en el momento de dar el salto. Y la dificultad a la que se enfrenta está biografía es la existencia de un relato ya aprendido por los seguidores. Que sean conocidas las anécdotas supone para el biógrafo una ventaja y un inconveniente.

Centrado en los pormenores personales y sociales, recorre la trayectoria de los bilbaínos. Por momentos la cautela a la hora de revisar la trayectoria de la banda, hace que el lector perciba que falta un empujón más en la historia. Sin embargo, dentro de este recorrido resulta interesante el círculo de bandas que rodean a los cuatro músicos y que confirman una pequeña escena que encuentra su cuartel general en el bar Umore Ona.

Según se avanza con la lectura, no es necesario, como en otras biografía, ir a la par con la escucha de su discografía, no es demasiado extensa, pero sí que al acabar uno la retoma. Se agradece lo pequeños apuntes más técnicos sobre instrumentos, dando nombres y modelos, que salpican con acierto el relato. Así como el análisis de las canciones, de forma breve y concisa. Por otro lado, cuando se aborda la indisoluble relación con Extremoduro, quizás acaba adquiriendo un peso excesivo en el relato situando a la banda bajo la sombra de Robe; faltaría saber qué hay o qué queda de la gira conjunta. Tener el por parte de la discográfica una explicación de si hay grabaciones que den fe de aquella gira, o bien si podrían desde Warner DRO rescatar el material de aquellos conciertos, no sólo el "Iros Todos A Tomar Por Culo". Al igual que se indica avanzada la lectura (página 193) y se reclama el sentido de alumbrar el material inédito existente de distintos conciertos.

Según se diseccionan el trabajo de estudio, es interesante el punto que plantea el autor donde, a partir de "7", se fragua el proyecto de Fito y Fitipaldis. Además de insistir mucho en la idea de una gira de despedida, tanto desde el deseo de la reunión como desde el cierre de la banda.

Y la historia que empezó con la pregunta de Iñaki «¿Te sabes alguna de Leño?», se cierra con el anhelo de que hay poco rock n' roll. Aunque como explica Juantxu al definir al grupo como «cuatro descerebrados que se lo pasan muy bien tocando y como nos lo creemos y nos lo pasamos bien», quizás fuese ese el gran motivo, que dejaron de pasárselo bien.

Puritani publica "El único motor", con Shuarma, primer adelanto de su nuevo disco, "Catedrales en la niebla"


El martes, día 13 de mayo, se ha presentado el primer tema de adelanto de lo que será el nuevo proyecto musical de Puritani, y que llevará el nombre de "Catedrales en la niebla". Dicha canción, "El único motor", cuentan con la colaboración destacada de Shuarma, vocalista de Elefantes, que aporta su lírica a una composición de acento "lorquiano" donde se canta al amor incandescente y viaja de Cuba a Italia. 

Se trata la primera pieza que conocemos de lo que será un álbum, "Catedrales en la niebla", que responde a un espíritu de creación colectiva y producido de manera colegiada por Joaquín Pardinilla y Pablo Pardinilla. Incluye seis composiciones musicales propias, una canción compuesta junto Alberto Solobera (Santoral y La estrella azul live) y una composición junto a Joaquín Pardinilla, cuya letra es un poema adaptado a canción, de la escritora Angélica Morales: última galardonada con el premio Santa Isabel de Portugal de poesía, otorgado por la DPZ

Un disco que habla de la creación artística y de su acción terapéutica sobre el ser humano. Aquí, poesía y canción respiran en el mismo hábitat, retroalimentándose. Sonidos del folclore ibérico, poemas de amor y compromiso social se mezclan con músicas de raíz que viajan desde América hasta la península, con última parada en una Italia abierta y luminosa. Estas son las costuras y la médula del proyecto: transciende géneros para abrazar los grandes temas literarios —el amor, la muerte, el paso del tiempo— sobre un crisol de sonidos intercontinentales, suma de folclores seculares y contemporáneos. La música conecta con el Mediterráneo más costero y porteño; se entrelazan bolero, blues, rock de raíz, son, soul, funk, y ecos de cabaret y crooner mediterráneo.