Will Hoge: Rodeado de amigos


Sala El Sol, Madrid. Miércoles, 12 de febrero del 2025.

Por: Álex Fraile. 

Las ciudades se asemejan cada vez más unas a otras. ¿Caprichos de la globalización? Cada cual tendrá su opinión, pero pasear por el centro de Madrid por momentos resulta de lo más desconcertante, con todas esas tiendas cortadas por el mismo patrón. Sería eso o las malditas prisas, pero nada más salir del metro creí perder el sentido de la orientación. ¡Falsa alarma! Al girar a la izquierda observé el cartel de la sala El Sol. Uno de esos lugares seguros a los que acudir una anodina noche de invierno en busca de buena música y, por qué no, para huir del desfile de turistas que acecha a pocos metros. 

Nada más entrar y bajar las escaleras pude recuperar el pulso. Ya lo decía mi buen amigo Javi: “El Sol es el pulmón cultural de esta maldita ciudad”. Bastó asomarse al escenario para darse cuenta de que la noche del miércoles no sería una noche al uso. La sala empezó a llenarse de rostros familiares, fieles a una nueva cita con Will Hoge. Uno de esos músicos curtidos en mil batallas, representante de la mejor tradición americana y que cada vez que visita España demuestra que el country y el rock de raíces hace tiempo que dejó de ser un secreto. Ya nos lo dijo él mismo esa misma mañana: “El público aquí está muy comprometido con la experiencia en directo. Conocen las letras, cantan y participan. El apoyo sigue creciendo, cada vez que vengo hay más gente”. 

En esta ocasión el de Nashville no venía solo, sino acompañado por banda para dar forma a Tenderhearted Boys (2024), su intimista último disco, y de paso repasar una amplia mezcla de canciones de toda su carrera. Una carrera con mayúsculas, longeva, labrada a fuego lento y que, entre otros, incluye tesoros como Blackbird on a Lonely Wire (2003), The Wreckage (2009), Small Town Dreams (2015) o Tiny Little Movies (2020).

Bajo una luz roja, tan típica de El Sol, apareció en solitario Hoge. Una de esas personas que con su simple mirada transmite cercanía y buen rollo. Carisma le llaman algunos. Tablas y buen saber hacer otros. Sea lo que sea, bastaron unos simples acordes y los primeros versos de ‘Deadbolt’ para cautivar a toda la sala y demostrar que su música congela el alma. El embrujo ya había hecho su efecto cuando aparecieron sobre las tablas sus amigos. Su nueva banda. Cuatro músicos excelsos que, con maestría y delicadeza, como aquel que quiere pasar desapercibido, logran que las canciones de Hoge transiten por distintos caminos y cobren nuevas texturas. La maravillosa ‘When I Can Afford to Lose’ fue buena prueba de ello. Tan pronto sonaba cruda, bluesy, como por momentos se electrificaba con la ayuda incluso de un acordeón. 

Desde el primer momento, quedó claro que jugaba en casa. En un país, por el que siente especial predilección y donde, como comentó con alegría: “el público es sabio y no tengo que explicar quién es John Prine”. Así, sonriendo como un pecador en un mes sin domingos, feliz, viajando en el Cadillac de John Prine se acordó de una de las leyendas de la americana y de paso nos acercó un poco más a su Nashville natal. 

‘Too Old to Die Young’ dio paso a otra joya del disco Wing on My Shoes: ‘It’s You’. A estas alturas ni José Lanot – músico y mítico técnico de sonido de El Sol – podía disimular. Moviendo la cabeza, dejándose llevar como toda la sala por la magia y pasión de un gigante. Un músico que por amor es capaz de vender todos sus discos de The Beatles, The Stones y The Band. Pues eso: “Eres solo tú / Eres solo tú / Eres solo tú”. Tan pronto cogía la eléctrica como alternaba con su guitarra acústica para estremecer hasta el más pintado y ponernos los pelos de punta con ‘Even the River Runs Out of this Town’ – que por momentos recuerda al Springsteen de la época de Tom Joad – o para rescatar la soberbia ‘King of Grey’ con esa voz cruda, sentida, vivida que de repente daba paso para que la banda volase en perfecta armonía como en la magnética ‘The Curse’. 

Por si quedaban dudas, el público se sabe sus canciones y con su clásico ‘Even if it Break Your Heart’ surgió una inevitable nube de móviles mientras se escucha a coro eso de: “Wow, puedo oírlos tocar / Puedo oír el sonido de una vieja guitarra / Wow, puedo oírlos decir / Sigue soñando, aunque te rompa el corazón”. 

Hoge seguía saltando de un disco a otro, sin dejar de bromear y recordar que venía de dar unos conciertos en Italia. “Demostrad a esos jodidos espaguetis quién canta más alto”, soltó con sorna a modo de cebo. Como si se tratase de una cuestión de Estado, la sala entera entró en trance al son de esa contagiosa locura que es ‘(This Ain’t) an Original Sin’. No bajaron las revoluciones hasta que llegó el turno de ‘I Still Go It’, otro guiño al último disco con la que pareció despedirse, pero… sí. Volvió minutos después con la sola compañía de Mark a los teclados para brindar uno de los momentos de la noche. Una estremecedora ‘Lover Tonight’ con Hoge cantando con dolor, desde las entrañas. No podía ser de otra forma. El resto de la banda se sumó a la causa para la traca final y ese himno que nunca dejará de ser ‘Middle of America’. Un temazo que bien podría haber compuesto el propio Mellencamp y que transporta al corazón de los Estados Unidos. Un país, que como bien señaló el propio Will, no pasa por su mejor momento. 

Hasta lo bueno tiene su fin. Llegó el momento de las despedidas, aunque antes de cualquier adiós existe un hola. No podría haber sido de otra manera. Hoge fue uno a uno presentando a “mi amigo y ahora el vuestro”. Pues claro que sí. A partir del miércoles Mark Masefield a los teclados; Chris Griffiths al bajo; John Tyler Wiley a la guitarra; y el siempre certero Andy Herrin a la batería son nuestros amigos. La banda se recreaba, a modo de jam session, disfrutando cada último instante en el escenario. ‘Bad Ol’ Days’ puso el broche de oro a una noche con marchamo de clásico. 

El futuro siempre es incierto, pero Will Hoge y sus amigos, nuestros amigos, a buen seguro que volverán a España. Contamos para ello con los artífices de todo esto: Heart of Gold, pero antes quedan dos noches seguidas en la Loco Club de Valencia que nos consta de buena tinta que serán especiales. ¡Estáis avisados!

Biela: “Nuevas Emociones”


Por: Txema Mañeru. 

Hace tres años nos cantaban con emo-ción y nos contaban historias que hablaban tan solo de “Un Día Más”. Entonces el vinilo era de color negro y te hablamos de él en El Giradiscos. Ahora nos traen realmente “Nuevas Emociones”, ambos en el prestigioso e infalible sello Limbo Starr, encapsuladas, al menos en edición limitada, en vinilo blanco. Quizás algo paradójico, pues estas “Nuevas Emociones” sí que resultan nuevas y emocionantes, pero sus historias tienen un carácter algo más “negro” o triste con muchas relaciones deterioradas y duras rupturas, tratadas con naturalidad o con crudeza a lo largo de las 10 nuevas canciones que no llegan a la media hora de duración, pero que te dejan extenuado dada la intensidad de sus muy acertadas letras, perfectamente acompañadas por una música con muchos destellos épicos dentro de hyperpop actual que también juega con el indie-pop o lo mejor del midwest emo.

Esta buena nueva en forma de emociones han venido precedidas por tres impactantes temas de adelanto. El principal, para ellos o para Limbo Starr, es ese "Mensajes Pendientes" con sus características y poderosas guitarras, una perfecta melodía y el poderoso desengaño personal que supone sentir el haber perdido el tiempo y la imposibilidad de que las cosas puedan volver a ser como fueron. También llegó como adelanto un lento desgarrador como es "No Me Hago A La Idea", que abre una traca final con algún otro lento realmente cargado de poder y pasión. Un tema muy confesional trufado de elegantes sintetizadores en el que destaca la aportación de Néstor Sarabia. A ese impacto general del disco ayuda mucho la gran producción del experto Santi García en sus estudios Ultramarinos Costa Brava, igualmente encargado de la grabación y de las impecables mezclas. Presencia que se despliega para el otro adelanto, uno de los temas más rockeros, aunque también a ritmo pausado. Otro gran estribillo y otra profunda y triste historia en "Ya Ni Te Echo De Menos". Un giro en la vida que hace que al mirar atrás veas las cosas con más claridad, aunque ésta duela.

Así que con estos adelantos y con el listón tan alto que habían dejado en la presentación de su disco anterior se han lanzado ya a la gira de presentación y han conseguido llenar la Sala El Sol en Madrid. Será interesante que te pases por www.limbostarr.com para conseguir entradas para los próximos conciertos o no quedarte sin tu copia en vinilo blanco. Antes tenemos un intenso y gran arranque con"‘Salir De Aquí". Un estribillo épico que puede gustar por igual a seguidores de Los Planetas o de los Carolina Durante. Suenan más melódicos en "El Escenario", pero con sus duras guitarras y un bajo gomoso y atractivo en primer plano, y cierra la emocional y emocionante cara A con la dura historia de "Si Dejamos De Hablar", una vez más relacionada con las rupturas, pero con otro buena melodía pop.

En la cara B nos hablan de los sentimientos, los pensamientos y las relaciones que se van sucediendo en la dificultad del paso a la edad adulta. Así abren esta segunda parte con la entrañable y melancólica historia de "Cuatro Hijos y Una Casa Con Jardín". Continúa, al menos en cierta forma, la bajona con "Una Vida Nueva", dotada de ritmos propicios para cantar a pleno pulmón en sus conciertos. Sigue este tono en la más calmada y triste cara B, pues tras "No Me Hago A La Idea", se nos presentan otra vez a bajas revoluciones con "Mil Preguntas" rodeadas de guitarras intensas y épicas. Eso es antes de acabar con un hit emo-cional, al menos para mí, como es "Pensando En Ti", en el que se atreven hasta a meter vientos (o eso parecen por la naturaleza de la canción) para engalanar otra preciosa melodía marca de la casa.

No queremos finalizar este repaso a la gran reválida de Biela sin destacar lo cuidado del aspecto visual del disco con la inestimable ayuda de Pablo Alzaga y Lucas Criado. Todos los temas se mueven entre los dos minutos  y los tres y medio de duración, pero no necesitan más para hacernos llegar estas, de verdad, “Nuevas Emociones”.

Ghalia Volt, blues con mayúsculas


Sala Rockville, Madrid. Domingo, 9 de febrero del 2025. 
Texto y fotografías: Fran Llorente. 

Con cinco elepés ya a sus espaldas, Ghalia es una cantante y multi-instrumentista joven aunque suficientemente versada en la materia. Una ‘Jasp’ en toda regla. Traducido a la ‘lingua vulgaris’ o castellano viejo y ‘cristiano’(como rezan algunos): una joven artista emergente con todo el futuro por delante, que nos recuerda mucho a otra guitarrista y compositora nuestra, blusera autóctona para más señas, la sin par Susan Santos, a la que desde aquí mandamos un saludo…

Noche de domingo animada, con unas 65 personas en la sala, es decir, un cuarto de aforo. Ghalia, mostró un gran desparpajo escénico y un más que correcto dominio de nuestro idioma, que sorprendió al personal... Con la simpatía por bandera, fue abordando un repertorio de lija y seda, donde aprovechó para presentar diversas rolas de su último trabajo “Shout Sister Shout”(2023) y alguna otra de “Mississippi Blend”(2019), en medio de guiños cómplices con el público y divertidas chanzas que protagonizó con este humilde servidor. Todo a cuenta de la maledicencia de unos colegas puñeteros (con amigos así, quien necesita enemigos) que pronunciaron con cierta sorna mi primer apellido (que suena muy parecido a Torrente). Asomó entonces la sombra universal (e indeleble) de esta figura señera del españolismo más rancio. Cierto es que quien más quien menos tiene algo del personaje protagonizado por Santiago Segura, así que aprovechamos para echamos unas pequeñas risas -entre todos- la noche de autos.

Bromas aparte, Ghalia Volt se desenvolvió muy bien, guitarra en ristre, arropada por un combo de auténtico lujo, donde destacó en todo momento el virtuoso teclista Jay Stiles. La compositora belga cocinó, a fuego lento, una estupenda sopa de ritmos a medio camino de Memphis, Chicago y Nueva Orleans, con pequeñas pinceladas del blues del Delta y un cierto poso country. Con unas sonoridades que recuerdan bastante a Deb Ryder, y esa voz cavernosa, aunque despojada del toque más ‘pop’ que muestra Bonnie Raitt

Ghalia ha sido comparada con otras figuras emergentes del blues-rock como la norteamericana Katie Henry o la croata Vanja Sky, y amasa en directo una deliciosa mezcolanza de Boogie & Rock’n’Roll primigenio, aderezado con unas pequeñas chispas de blues pantanoso. Temas como “Every Cloud”, “Changes “, “Insomia” o “Shout sister shout”(que da título a su último álbum) hacen las delicias de propios y extraños, serpenteando por un camino polvoriento salpicado de peligros y las sorpresas propias de los territorios agrestes e inexplorados. 

En la parte final del show invitó a Javier Vargas, estrella internacional del BLUES (con mayúsculas) y artista superlativo donde los haya, a compartir escenario y tocar con ella el hermoso clásico: “I believe” de Elmore James (con unos ‘solos’ y unos punteos estremecedores por parte de Javier) más “Mike Bloomfield Blues”, de la cosecha de Vargas Blues Band en solitario. Un final para relamerse con pequeños guiños a “Shake your money maker” (de Elmore James) y Whole lotta shakin goin’ on’” (otro clásico arrebatador) en el postrero bis con el que terminó una actuación de bastante enjundia y que nos dejó un grato sabor de boca.

No los busques en el bosque, están en la ciudad… Juárez en Funhouse (Madrid)


Sala Funhouse, Madrid. Domingo, 9 de febrero del 2025. 

Texto y fotografías: Guillermo García Domingo. 

 Cuando acudimos con antelación a Funhouse, el magnífico garito de Chamberí estaba cerrado, aunque alguna tímida luz se atisbaba en su interior. Me pregunté si además de la entrada también nos pedirían la contraseña convenida para dejarnos pasar a ese aquelarre secreto que iba a celebrarse allí. Aquelarre o Akelarre es el nombre de un prado aledaño a la cueva de Zugarramurdi, que ha prestado su nombre a cualquier conciliábulo clandestino de brujos y brujas. Los apostados en la discreta puerta de Funhouse estábamos haciendo tiempo para asistir a un aquelarre eléctrico muy excitante.

La misteriosa cueva está en Navarra, donde está afincada esta banda. En el bosque de Arantza dieron a luz “El ciclo del sol y el final de los días” con la ayuda inestimable de Guille Mutiloa. Los temas de este disco podrían haberse sentido fuera de lugar en el corazón de neón de la ciudad, arrancados del entorno mágico del que brotaron, sin embargo, se ganaron el favor del público nada más llegar. Los cinco integrantes de Juárez venían con los deberes hechos. De un brinco se auparon a la tarima y en un suspiro ya estábamos inmersos en el viaje que proponen en el “El ciclo del sol y el final de los días”, que en la versión digital dura 16 minutos, más de lo que duró aquí. En general, todas las creaciones de su trabajo más reciente fueron defendidas con una seguridad impropia, habida cuenta de que han sido lanzadas hace solamente tres meses. 

El concierto desmintió lo que señalaba la primera canción, cada vez fue más enérgico, sostenido por los poderosos antebrazos de Iñigo Maya. Es un baterista impetuoso, sin ser tan anárquico como el gran Eric Jiménez. Mantiene un pulso óptimo para la propuesta de Juárez junto al bajista Alberto Rodríguez mientras Izaskun Munariz puntualizó muy bien los pasajes de las canciones mediante el sinte y la caja de ritmos de las que se encargaba. El desempeño de todos los miembros del grupo fue extraordinario. Cristina Aranguren asumió casi todas las voces, todavía más oscuras debido a la distorsión instalada en el micrófono, aunque compartió protagonismo con Jose Palanca en la siguiente canción: “La cumbres más altas”, en la que demostraron una gran complicidad, sosteniéndose la mirada mientras recitaban la hermosa letanía de la canción. En su repertorio incluyeron de su novedad discográfica “Luces negras”, “En la noche oscura” y “La deriva”, y la impresionante oda crepuscular “Bajo la tormenta”, que aprovecharon para bajar las revoluciones. El feedback del público les ayudó a soltar los nervios, tenían dudas de lo que pasaba en la cuarta pared y les sacamos de dudas, sonaba de cine, del género del western, para ser más preciso. Estábamos en el sitio correcto. 

El grupo es capaz de envolver majestuosamente el núcleo textual y poético, a menudo breve, de las canciones. El nervio de la guitarra de Cristina introdujo novedades en los intensos torbellinos que levanta Palanca, concentradísimo a lo largo de todo el recital. Cristina estuvo en su sitio, sin querer llamar la atención, siempre al servicio de la canción, salvo en los dos últimos temas, “ Al mar” y “Entre palmeras”, en los sacó brillo a los trastes de su guitarra. Ambas pertenecen a “Entre palmeras” (2020) con melodías más reconocibles, del que recrearon muchas canciones, con toda razón, porque es formidable, “El sol en movimiento”, “Champagne francés”, uno de los hitos del concierto, cerca del ecuador del mismo, “El día que todo empezó a temblar”, “Estrella negra” y la apocalíptica y adictiva “La guerra de los mundos”. “Duerme entre tú y yo”, teñida de electrónica, y “La historia interminable”, uno de los mejores canciones del elenco de Pamplona, “cómo iba a desaparecer, quedan tantas cosa por hacer”, para que luego les tilden de pesimistas. Espero que sigan haciendo canciones. Ambas están incluidas en “Luna Menguante”. 

Al final del concierto llegó la hora del trance como en cualquier aquelarre que se precie, propiciado por los brujos y brujas de Juárez. Todo acabó tal y como había empezado, de un salto, con toda naturalidad se bajaron del escenario para recibir nuestras felicitaciones. Antes de hacerlo, el bajista proclamó en alto: “Mañana hay que currar”. Este comentario revela que este grupazo tal vez no se gana la vida gracias a la música, pero propician que nuestra vida sea mejor. Seguid la pìsta de Juárez en el bosque o en la ciudad.

Pablo Gil: “Diez Horas Con Kiko Veneno”


Por: David Vázquez. 

Hay una frase en el transcurso de la conversación que define muy bien a Kiko Veneno: "Un músico que celebra la vida y las personas”. Este "Diez Horas Con Kiko Veneno" recoge la charla entre el cantautor catalán y Pablo Gil en un recorrido que parte, en muchas ocasiones, desde la anécdota personal para acercarse a su carrera musical. Desde el principio la conversación se vértebra alrededor de Veneno y "Échate Un Cantecito", alternando recuerdos de grabaciones con opiniones que surgen o se entresacan siempre con la presencia de estos LP. 

Si bien, "Échate Un Cantecito" supuso el momento clave para bien y para mal en su trayectoria profesional, quizá las diez canciones equiparados como los trabajos de Hércules (12 fueron para el semidios) tienen un peso excesivo en la charla, para la superficialidad con la que se acaban tratando. Por su parte, Veneno introduce la figura inseparable a lo largo de su carrera de Raimundo Amador, clave en el desarrollo musical y compositivo al mostrar fortalezas y debilidades que conformarán su metodología de trabajo.

Algo corto, incluso para recopilar esas diez horas, pasa e incluso obvia su etapa más reciente ("Sombrero Roto" y "Hambre") o sus colaboraciones con el G5 o C. Tangana, donde hubiese sido un buen repaso a su trayectoria musical, conectando la tradición con la vanguardia tan característica de esta. "Las canciones son adelantos acerca de la vida que nos gustaría hacer, visiones de un mundo futuro,” y es aquí, donde sin desligar su vida de su mensaje, Pablo Gil aprovecha para indagar brevemente en la forma de componer y los instrumentos que posee el catalán, mientras los capítulos se suceden picoteando de aquí y de allá, de lo político a lo cultural. Saltos cronológicos, de la historia musical a los cambios sociales, de los odiadores al impulso de Santiago Auserón. Sin embargo, la sensación que sí queda en el lector al cerrar el libro es que, por algún motivo, leer a Kiko Veneno es placentero, transmite sensatez y calma.

El único sin sabor, que una figura tan importante en la música contemporánea, por su participación en discos tan importantes como "La Leyenda Del Tiempo", o por su carrera en solitario, no se haya exprimido más. 

Will Hoge: “Quiero profundizar en mi propia conexión con el proceso general de hacer canciones”


Por: El Giradiscos. 

Will Hoge es un enamorado de España, lo demuestra en sus respuestas y en sus cada vez más habituales visitas a nuestro país, como la que tendrá lugar de manera inminente, en esta misma semana, donde estará repasando su notable discografía en una serie de conciertos que tendrán lugar en Madrid, 12 febrero, Sala El Sol, Barcelona, 13 febrero, Sala Upload, cerrando periplo en Valencia, los días 14 y 15 de febrero en el Loco Club, una ciudad a la que dedica unas palabras repletas de emoción. 

De forma apresurada nos ponemos en contacto con él para que nos hable de esta serie de fechas en las que traerá su rock abierto y pleno de intensidad hasta nuestras tierras, nos contesta afable y divertido, demostrando que su grandeza va más allá de lo estrictamente musical. 

En estos días andarás por España para dar cuatro conciertos. ¿Qué significa para ti regresar una vez más a nuestro país? 

Will: Me encanta estar aquí. Todas mis experiencias musicales en España han sido increíbles. Además, mi esposa y yo nos enamoramos mientras ella estaba en la universidad en España, por lo que es un lugar especial por muchas razones. 

Sabemos que has tenido noches memorables en nuestro país como tu participación hace del año 2019 en el “Huercasa Country Festival”. ¿Cómo ha evolucionado tu relación con el público español a lo largo de los años?

Will: El público aquí está muy comprometido con la experiencia en directo. Conocen las letras, cantan y participan. El apoyo sigue creciendo, cada vez que vengo hay más público. 

“Con Valencia tuvimos un flechazo, espero traer algo de alegría y alivio a quienes sufrieron tanto con la inundación” 

En esta gira visitas Madrid, Barcelona y Valencia en el Loco Club por dos fechas, una sala en la que actuaste tres años seguidos ¿Qué relación tienes con Loco Club y con la ciudad de Valencia? 

Will: Nos encantan todas estas ciudades, pero con Valencia tuvimos un flechazo. Nos pareció un “hogar” español. Estoy encantado de pasar dos noches allí, espero traer algo de alegría y alivio a quienes sufrieron tanto en la inundación. 

¿Nos puedes avanzar cómo será el repertorio de esos conciertos? 

Will:
Será una amplia mezcla de todas las canciones de mi carrera. Vengo con una banda completamente nueva, así que hemos tenido que aprender muchas composiciones, ha sido un viaje inesperado que hará crecer el espectáculo. 

¿Qué diferencia encuentras entre tocar en EE.UU. y en Europa? 

Will: Bueno, si nos enfermamos, la sanidad es mejor en España (Risas). Ahora hay lugares aquí que apoyan más la música que algunas ciudades mucho más cercanas a nuestro hogar. 

“Tennessee es la ciudad musical más grande del planeta” 

Naciste en Tennessee, una ciudad que respira música. Para todos aquellos que jamás hemos estado en la ciudad. ¿Cómo explicarías a un extranjero lo que es culturalmente la música para una persona nacida allí? 

Will: Es la ciudad musical más grande del planeta. Todo el mundo debería visitarla. Manténgase alejados de Broadway. (Más Risas) 

¿Alguna vez has pensado en grabar algo en español o colaborar con un artista español? 

Will: Grabar en español sería difícil, pero nunca diría nunca. Trabajar con un artista español es algo que me encantaría hacer mucho. 

Ya que hablamos antes del festival “Huercasa”, hace menos de un año publicaste tu decimocuarto disco "Tenderhearted Boys" donde hay una versión de “Good While It Last” de Hayes Carll, otro gigante de tu generación. ¿Qué músicos actuales escuchas? 

Will: Hayes y yo escribimos esa canción juntos para su álbum “Lovers & Leavers”. Siempre me gustó y estaba emocionado de poder hacer mi versión para el álbum “Tenderhearted Boys”. He estado escuchando el nuevo álbum de Tim Hause y es simplemente brutal. Otro artista de Nashville llamado Laney Jones también me gusta mucho. 

“Sheryl Crow es la mejor. Increíblemente subestimado como escritora, como intérprete y como músico en general” 

“Tenderhearted Boys” es una obra con una gran carga emocional. ¿Cuál fue el punto de partida de este álbum? 

Will: Ya casi había terminado con un álbum completo de la banda y luego me di cuenta de que iba a hacer una gira en solitario, así que quería tener algo que reflejara ese tipo de sonido. 

¿Cómo fue el proceso de escritura y grabación del álbum en comparación con tus álbumes anteriores? Te lo preguntamos porque en este disco tú tocaste todos los instrumentos y fuiste el productor. 

Will: Fue desafiante, pero realmente gratificante y divertido. Espero volver a hacerlo alguna vez. A su vez, también estoy emocionado de estar aquí ahora con esta gran banda. 

¿Qué canción de “Tenderhearted Boys” crees que conectará más con el público español en directo? 

Will: ¡No puedo esperar para descubrirlo! 

Tus inicios en la música con la banda Spoonful fueron en los años 90, por lo que llevas más de 30 años en la industria musical. ¿Qué cambios te han impactado más en la forma en que haces y compartes música?

Will: Sólo la vida normal cambia. Matrimonio, hijos, hacerse mayor… todas esas cosas juegan papeles bastante importantes e influyentes.

¿Cuál crees que ha sido la clave para permanecer tanto tiempo en la industria musical? ¿En qué medida la defensa de la independencia después de su salida de Atlantic salvó su carrera? 

Will: Realmente no puedo imaginarme haciendo otra cosa. Los años de “Atlantic” fueron realmente divertidos en muchos sentidos. Aprendí mucho sobre las giras, las grabaciones y el negocio en sí. Ciertamente me han permitido navegar mejor en las aguas aquí por mi cuenta durante más de 20 años. 

A lo largo de tu carrera has fusionado rock, country y folk. ¿Hay algún sonido o género que te gustaría explorar en el futuro? 

Will: No precisamente. Sólo espero profundizar mi propia conexión con el proceso en general. 
 
“Jack White hace de Nashville la increíble ciudad que es”

¿Qué se siente tener entre tus fans nombres tan importantes como Sheryl Crow, con quien compartiste dueto, Ryan Adams y Jack White? ¿Alguna vez has tenido la oportunidad de compartir escenario con ellos? 

Will: Sheryl es la mejor. Increíblemente subestimado como escritora, como intérprete y como músico en general. No he visto a Ryan en muchos años, pero espero que le vaya bien. No he tenido la oportunidad de trabajar con Jack, pero siento una gran admiración por lo que hace como músico y hombre de negocios, además de lo que hace para hacer de Nashville la increíble ciudad que es. 

Para alguien que aún no ha escuchado tu música, ¿qué canción o álbum recomendarías para empezar? 

Will: Cualquiera de ellos, ¡pero que los pongan altos para que suenen fuerte! (Más Risas).

Montefurado: "Necesitaba hacer algo que me gustase a mí y, a ser posible, a los músicos que me acompañan"


Por: Kepa Arbizu.
Fotografía: Diego Tioda.

Desde este momento, Montefurado ya deja de ser únicamente el nombre de un punto geográfico situado en Asturias para, a partir de la publicación del disco “Heavy Heads”, considerarse también un esplendoroso enclave sonoro construido por miembros de bandas como Peralta, Mockingbyrds, Electric Buffalo o Pelazo. Entre todos ellos, aunque comandados por Marcos Montoto, han dirigido su mapa de ritmos hacia un rock americano de tintes psicodélicos que acoge por igual a The Byrds, Neil Young, Grateful Dead, Big Star o The Zombies. Nombres que delatan, por supuesto, un estiloso clasicismo pero también una ductilidad para hacer de sus melodías encuentros con una atmósfera embriagadora. Paisajes que bajo ningún concepto abandonan un tejido eléctrico diestro para conectar épocas y sensibilidades a través de primorosas composiciones. Un debut que sitúa a los gijonenses desde su primera toma de contacto en una posición privilegiada y que nos obliga a contactar con su principal mentor... 

Dado que Montefurado nace de la unión de músicos procedentes de muchos proyectos previos, ¿qué fue antes, las canciones o la idea del grupo? 

Marcos Montoto: La idea del grupo era algo que albergaba desde hacía ya tiempo. Como siempre estoy componiendo o imaginando canciones, hubo un momento en el que tenía bastante material con el que poder empezar a armar algo, además contaba con unos músicos afines y con ganas de sumarse e implicarse en el proyecto. 

Teniendo en cuenta tu presencia en Peralta, que además comparte imaginario musical con Montefurado, ¿percibes éste como un proyecto más personal que como una banda? 

Marcos Montoto: Sí, eso es, aunque no he querido plantearlo tampoco como un proyecto en solitario porque todavía busco y creo en la química o energía que surge de la interacción entre varios músicos. Es decir, quiero hacer todo aquello que tengo en la cabeza pero también me atrae esa conversación musical, escuchar lo que hace otro y dejarme inspirar, responder y descubrir qué ideas surgen. Por eso me gusta acabar de matizar las canciones y arreglos en el local de ensayo. 

El hecho de contar con un bagaje amplio previo, ¿ayuda para sentirse más seguro o un disco debut siempre genera incertidumbre por cómo será recibido? 

Marcos Montoto: Pues la verdad es que he afrontado todo este proyecto con poca preocupación en ese sentido porque me di cuenta que necesitaba hacer algo que me gustase a mí y, a ser posible , a los músicos que me acompañan. Obviamente, quiero que se vendan los discos, y la mayor satisfacción es saber que conectas o transmites emoción a los que te escuchan, pero estando totalmente convencido e identificado con el material más que tratando de hacer canciones que se parezcan o recuerden a cosas que molan o encajen en una escena. 

Este “Heavy Heads” contiene muchos acentos sonoros pero bajo una identidad distintiva, ¿más que un género en concreto os interesaba la construcción de un paisaje sonoro particular? 

Marcos Montoto: He tratado de que todo conecte con un imaginario de paisajes y lugares determinado y que ha sido fuente de inspiración . Esto es muy subjetivo, por supuesto, y puede que alguien que lo escuche reconozca antes alguna de mis muchas influencias, algunas bastante evidentes, pero estoy contento y tambíén sorprendido con el resultado y el conjunto de canciones, creo que hay variedad pero sin perder demasiado la cohesión, y sobre todo me reconozco en todas ellas. 

Aunque ese aspecto visual está muy presente en la instrumental “Spaghetti Dream”, inunda todo el cancionero...

Marcos Montoto: Sí, nunca pierdo de vista los paisajes remotos del suroccidente asturiano, en donde casualmente tenemos raíces tanto Manfred como yo. En el caso de "Spaghetti Dream·, la canción surgió de forma curiosa: una vez soñé que estaba en una tienda de guitarras probando un amplificador con Deke Dickerson y él estaba tocando esa melodía, me desperté recordándola y ¡la grabé! 

Ese aspecto centrado en la naturaleza también se traslada al artwork del disco, ¿buscabas generar un todo entorno a ese concepto?

Marcos Montoto: Más allá de las referencias en las letras a esos lugares concretos, como sucede por ejemplo en "Fool's Moon", "Koonaklaster" y "Drifters", donde aludo directamente a ello,  quise compartir algo de esafascinación que me provocan esos paisajes y entornos. Y Héctor Castañón, de Ossobuko Studio, hizo un curro impresionante. Le hablé de todo ello, le dio un par de vueltas y la verdad que lo bordó. 

"El sonido de un guitarrista es tan importante como la cara que tenga un actor o la paleta de colores de un pintor"

Una de los elementos distintivos que tienen estas canciones es un tratamiento exquisito de las guitarras, que adquieren una presencia y un color imponente, ¿era un elemento que queríais que fuera protagonista? 

Marcos Montoto: Ante todo soy guitarrista y es el instrumento con que me siento más elocuente. Aunque no me considero especialmente técnico ni versátil, me siento cómodo al expresarme con ese instrumento. También tengo una obsesión muy seria con los timbres y texturas de unas y otras combinaciones de amplificadores y guitarras. Creo que el sonido de un guitarrista es tan importante como la cara que tenga un actor o la paleta de colores de un pintor, por ejemplo. 

Además comparto con Manfred, el bajista de la banda, y Wilón , el batería que grabó el disco, el gusto por los géneros musicales guitarreros. Y por supuesto, el trabajar con Hendrik Roever algo habrá tenido que ver... 

Ya que lo mencionas, ¿cómo fue la experiencia y qué aportó la presencia de Hendrik?

Marcos Montoto: Grabar con él es algo que quería hacer desde que lo conozco, y dado el momento en que se encontraba la banda ,en el que había que grabar esas canciones sí o sí, creo que era la mejor opción. Llevábamos una temporada con mucho baile de miembros y eso había producido bastante desgaste e impaciencia. Habíamos estado funcionando como trío y estábamos bastante engrasados así que fue llegar y al rato ya estábamos ventilando canciones una tras otra, grabando los tres en directo como si estuviésemos en el local de ensayo. 

La sala suena bien, y Hendrik saca un buen sonido, natural y espacioso. En dos días grabamos las bases de 15 canciones. El trato con él es muy bueno y es la eficiencia personificada, lo cual te da mucha tranquilidad y te permite centrarte en tocar. También nos puso las cosas fáciles la conexión que tiene con el estudio de grabación del bajista de Los Deltonos, Sergio Tutu, ya que nos permitió grabar overdubs y voces en su estudio de Avilés para después cocinarlo todo él en Guitar Town. Aparte de la complicidad de freaks guitarreros que tenemos y sus aportaciones al disco... 

Pese a esa electricidad que late en vuestra música, en ella se impone sobre todo un tono muy elegante, lo que parece demostrar que la intensidad no es sinónimo de estridencias… 

Marcos Montoto: He tratado deliberadamente de evitar o no abusar del argumento de la caña, y eso que he sido siempre muy fan del heavy primitivo y grupos garageros bastante cañeros, rollo Pink Fairies, etc...pero sí que quería tener coherencia con mi forma de cantar, bastante frágil y limitada, el habernos desfasado mucho con el “power” hubiera sido contraproducente, o eso creo… Por supuesto el haber contado con dos músicos tan finos como Wilón deCalle y Manfred facilita las cosas, porque aún viniendo de proyectos muy rockeros (Amon Ra, Electric Buffalo) tienen la versatilidad y flexibilidad para “andar por lo segao” como decimos en Asturias, cuando la canción lo requiere. 

Este tipo de sonidos son proclives a los desarrollos instrumentales largos, algo de lo que no habéis abusado en absoluto a lo largo del disco, ¿es una herramienta musical que no os seduce demasiado?

Marcos Montoto: Intento no caer en la autocomplacencia y el onanismo musical, y eso que hay discos de esa onda que me flipan, todo el rock ácido de la costa oeste, krautrock etc...pero creo firmemente en el menos es más, que cada nota tenga un propósito y aparte, hay que ser muy fino para improvisar y no dar la chapa. De hecho cuando empecé con McCoyson, que fue la primera banda para la que compuse de forma consistente, era reacio a los solos de guitarra, me mola más una buena guitarra rítmica , un arreglo puntual y efectivo y, si hay un solo, ir al grano...Comparado con eso lo que luego hice con Peralta, al menos en directo, era mucho más excesivo, pero trato de no perder de vista la canción y decir algo con ello. 

Aunque en el disco hay mucho rock, también hay pop y/o power pop, ¿las armonías son un elemento clave para estas canciones? 

Marcos Montoto: Sí, en mi caso es, en gran medida, porque no tengo una voz con mucha autoridad ni una gran técnica vocal, con lo cual siento que las armonías arropan y refuerzan la melodía. La verdad es que en el disco nos vinimos bastante arriba metiendo voces. 

"Este disco creo que surge de la oscuridad pero se dirige a la luz"

La única versión, “Cold Rain and Snow”, es de Grateful Dead, banda que por estilo supongo que es una de vuestras referencias, pero también es un tema que encaja a la perfección en la idea global del disco, ¿es algo que también habéis valorado a la hora de incluirla? 

Marcos Montoto: Pues la verdad es que en un principio yo no tenía intención de meter ninguna versión. La idea era grabar diez temas, pero Manfred cantó un tema suyo, "Dawning", y ya el recuento se quedaba en once canciones para el disco. Se sugirió grabar esa versión un poco por tener seis canciones por cara, pero al final creo que fue todo un acierto, porque, además como dices, encaja perfectamente con el resto. Además el solo de guitarra que metió en ella Hendrik es uno de los momentos memorables del disco. 

En cuanto a las letras del disco, me sugieren un encontronazo entre su lírica doliente y todo ese bucólico paisaje que las rodea...

Marcos Montoto: Sí, el disco está escrito en gran medida desde la confusión e incertidumbre, habla de desencuentros y frustración, pero también hay mucho de autorreconocimiento y fascinación genuina e inspiradora, lo cual sugiere un replanteamiento que creo termina por compensar esa oscuridad, aportando un sentido positivo y vital. Y así lo siento ahora que está acabado. Creo que surge de la oscuridad pero se dirige a la luz.

Aunque es inevitable no rememorar ritmos de otras décadas, al escuchar vuestra música al mismo tiempo no parece un ejercicio retrospectivo ni nostálgico, ¿sonar clásico es señal de sonar actual? 

Marcos Montoto: Para mí, sí, absolutamente. Siempre recuerdo la frase de Gaudí :”La originalidad es la vuelta a los orígenes”, y no puedo estar más de acuerdo. Si pensamos en la evolución del rock and roll desde mediados del siglo pasado, encontramos un  progreso continuo hasta mediados de los 60, pero en la segunda mitad de dicha década, que es cuando hubo una explosión creativa sin precedentes, casualmente coincide con una vuelta de la mirada hacia el pasado a través de los movimientos de revival folk, blues, american primitive, etc...Un montón de artistas retoman sonidos y recursos de la tradición y del pasado y los lanzan al futuro con más fuerza que nunca: Captain Beefheart es un ejemplo que se me viene a la cabeza ahora...

Cuando alguien graba un disco como este, que resulta evocador y que requiere una escucha, diría, casi contemplativa, ¿qué aspiraciones tiene en un mundo digitalizado y lleno de inmediatez como el actual?

Marcos Montoto: Mi principal aspiración es mantener la motivación para seguir haciendo música según mis propias pautas y, a algo más de una semana de haber publicado el disco, creo que he logrado el objetivo.

Lambrini Girls: “Who Let the Dogs Out”


Por: Javier González. 

Cuidado, un huracán repleto de violencia sonora se acerca desde Brighton. Viene apretando fuerte, desatado y responde al nombre de Lambrini Girls. Un dúo de auténticas riot girls, guerreras y descaradas, capitaneado por la rabia y el buen tino punk de Phoebe Lunny, voz y guitarra, y el saber hacer de Lilly Maceria, bajo, complementadas a la batería por la enigmática presencia de la activista “Bansky”.

Acaban de entregarnos su debut en formato largo bajo el reivindicativo título de “Who let the Dogs Out”, refrendando las buenas sensaciones que dejaron con su Ep “You´re Welcome”, donde abogan por escupir contra todas aquellas situaciones que les ponen de uñas, afilando instrumentos y afinando un discurso para nada condescendiente a través del que reparten mamporros a diestro y siniestro. 

Parece evidente que las brasas del fuego punk andan apretando fuerte de un tiempo a esta parte desde las tierras de Irlanda, Inglaterra o Australia, al menos así lo atestigua el crecimiento de bandas como Fontaines D.C. e Idles, cuya celebrada contrarréplica femenina no parece quedarse a la zaga merced al tino de proyectos capitaneados por chicas como Amyl and the Sniffers y estas Lambrini Girls, cuya juventud, insolencia y potencia invitan a pensar que la suya será una trayectoria larga muy a tener en cuenta. 

Las alarmas y un amago de himno marcial nos ponen en aviso en la inicial “Bad Apple”, a partir de entonces “Company Culture” se encarga de denunciar el machismo imperante con un tono irreverente y sarcástico, jugando con la condescendencia sin dejar de escupir fuego, algo que también se muestra a la perfección en las batallas sonoras que suponen “Big Dick Energy” y “No Homo”, masticando rabia y desprecio a cada frase; la particular visita al psicólogo de “Nothing tastes as Good As it Feels”, el brutal ataque a la especulación urbanística que incluyen en la diatriba de “You´re not from Round Here” y los sueños de clase quebrados escondidos tras “Filthy Rich Nepo Baby”, encarando el final del contenido sin bajar ni un milímetro la intensidad del discurso en “Special Different” y la que hasta ahora parece la favorita del público, “Love”, su particular opinión sobre lo que supone enamorarse, dejando para el final el amago de coqueteo electrónico que asoma en “Cuntology 101”, donde juguetean de forma sorprendente en un corte realmente pop que sirve de buen cierre a esta bomba de relojería repleta de canciones inflamables. 

Invitamos a nuestros lectores a dejarse arrastrar por este torbellino arrebatador que lleva por título “Who Let the Dogs Out”, once canciones que representan auténticos puñetazos sonoros con los que las chicas de Lambrini Girls se bastan y sobran para poner patas arriba al más pintado. Phoebe y Lilly han llegado para quedarse, demostrando que se acabó la condescendencia y el buen rollo, porque la llama punk de Patti Smith, Siouxsie Sioux, Debbie Harry o Bikini Kill permanecía en estado latente en un local de ensayo situado en Brighton. Ahora, esa puerta se ha abierto y mucho nos tememos que retumbará valiente y aguerrida por buena parte del mundo.