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Jaime González: “Mauricio Aznar y Almagato. La Historia”


Por: David Vázquez. 

A finales de 2016 se publicaba el recopilatorio "Maldita Sea Mi Suerte (Discografía Completa 1985 - 1993)". Posteriormente llegaría el libro de Jorge Martínez, "Más Birras. Del Barrio A La Leyenda" (Editorial Doce Robles, 2023) y "La Estrella Azul", de Javier Macipe. Y es en 2024 donde se cierra el póker entorno a la figura del músico y compositor zaragozano con la publicación de "Mauricio Aznar y Almagato. La Historia." (Pregunta Ediciones) de Jaime González. Si bien, la sombra de la película de Macipe parece haber tapado el resto de material, este libro es un cierre perfecto por el recorrido vital y musical de Mauricio Aznar.

Y es que la historia de un grupo se puede contar desde la pasión hacia el mismo o la vivencia, habiendo sido parte. En esta última se añade en multitud de ocasiones la admiración por alguno de los miembros, cuya forma de ser marca al relator. Este es el caso de quien escribe la historia de Almagato, una narración itinerante entre Zaragoza y Santiago del Estero.

En este libro, Jaime González recoge, desde la experiencia propia -es miembro fundador de la banda Almagato- el viaje por Argentina. El libro de centra en el inicio y primera etapa de Almagato, una vez Mauricio Aznar decide tomar un rumbo artístico diferente al de su anterior banda. Es el relato de quien lo ha vivido uno de los puntos fuertes, pues las anécdotas o las impresiones son de primera mano. 

Además de los recuerdos, otro de los puntos fuertes es el archivo personal fotográfico que acompaña los capítulos, instantáneas no profesionales que acercan más la intimidad y las revelaciones de González. En ningún momento el lector encontrará un análisis de los trabajos, las canciones o las letras, porque el libro no se enfoca en un descifrar de una forma sesuda la obra de Almagato. El único capítulo más técnico es el que muestra la confección del bombo legüero y su explicación sobre la confección del mismo.

Dice la editorial que este resulta un testimonio íntimo de un grupo que aspiraba a tender un puente transoceánico. Legado que igual hicieron a la postre otras bandas zaragozanas. Es maravilloso que una historia local tenga tantos vértices para comentarse y despierte un interés fuera de quienes conocieron a Mauricio y la música que compuso. Un muy buen broche para completar el relato de un músico tan innovador e inquieto. Habrá que esperar al siguiente año bisiesto para disfrutar del recuerdo a través de sus canciones y sus compañeros.

Carlos H. Vázquez: “Cómo Perdimos Madrid, Gabinete Caligari”


Por: Javier González. 

Siempre es un placer acercarse a la historia de Gabinete Caligari, más si cabe cuando quien guía el relato en cuestión es Carlos H. Vázquez, uno de los críticos de nuestro rock que nunca ha escondido lo más mínimo su pasión por la música del trío madrileño. Algo que corrobora la fina meticulosidad con la que ha abordado este conjunto de páginas que son en parte “compendio de hemeroteca, entrevistas y análisis crítico”, tal y como queda recogido en la contraportada del mismo, a las que el autor aporta un estupendo tino y sentido a la hora de entregar una obra que diversifica y amplia los relatos de Jesús Rodríguez Lenin, “Gabinete Caligari, el lado más chulo de la Movida”, y los textos autobiográficos aportados por Edi Clavo en “Electricidad Revisitada” y “Camino Soria”, libros todos ellos que giran, ya sea en su totalidad o en parte, en torno a la historia del que para algunos representa el mejor grupo de rock de nuestro país. 

El libro muestra una fotografía global que va desde la prehistoria de la banda hasta su separación, añadiendo un breve pero significativo capítulo que trae retazos de la actual carrera en solitario de Jaime Urrutia, donde el autor bucea con soltura y gracejo en la hemeroteca, dotando de voz a personajes principales y a una nutrida cuadrilla de secundarios de lujo que convivieron junto a los Gabinete en diferentes proyectos y lugares para sumergir al lector en un largo trayecto donde gloria y olvido muestran ser dos caras de la misma moneda. 

Arrancaremos en un España en blanco y negro que poco a poco va despertando, vista desde el particular prisma de la familia Urrutia, dando paso a una nueva generación en color que mezclaba las ansías de libertad con veleidades “artístico-culturales”; así irán desarrollándose los primeros ensayos y grupos, algunos con éxitos efímeros como Ejecutivos Agresivos, la consolidación de la banda y una aventura independiente que arrancará junto a sus cámaras de Parálisis Permanente y amplificará su eco con DRO, merced al primer disco de oro de una “indie” por la venta de 50.000 copias de “Cuatro Rosas”. 

Entre otros capítulos acertada y brillantemente titulados que no desvelaremos aquí para que sea el propio lector quien los disfrute, asistiremos como espectadores de lujo al subidón continuo, a las giras multitudinarias y a fiestas plenas de excesos. También a encontronazos con compañeros de profesión como Jorge Martínez de Ilegales y Ramoncín; al ascenso al Olimpo de la mano del genial y mayúsculo “Camino Soria” y los sinsabores que aparecieron para no abandonar a la banda desde la edición de “Privado”, un trabajo con composiciones colosales lastrado por una producción poco afilada, que tuvo su epílogo con “La Culpa fue del Cha-Cha-Chá” y la maldita imitación por parte de Martes y Trece, anuncio inequívoco del comienzo de otra época donde el protagonismo recaería sobre una nueva hornada de bandas, legando a Gabinete a un injusto y progresivo olvido que acabaría con su separación definitiva y la formación de dos bandos antagónicos que rompería dolorosamente y para siempre la amistad de Jaime con Edi y Ferni

Leer estas páginas es un perfecto recordatorio de la grandeza que atesoraba Gabinete Caligari, una banda de pies a cabeza. Lo tenían todo. Canciones, coherencia y contexto. Actitud inigualable y seriedad formal. Un cantante de voz profunda y lírica personal. Un batería chuleta, ajustado cual metrónomo y auténtico como pocos, capaz de destilar sabor castizo a cada frase y paso. Y un bajista de rostro imperturbable, metódico al extremo y dotado de un bagaje cultural excelso. Ellos fueron los más macarras, arrogantes y altivos; los primeros siniestros y nuestros chicos de oro independientes, antes de que el manoseado término pasara a estar demodé. Surcaron los cielos del éxito sin renunciar al rock. Fundieron la calidad con el sello comercial. Aceptando el descenso a los infiernos con estoicismo castellano sin flagelarse por ello. Dignos en vida y orgullosos en muerte. Dijeron adiós para no volver nunca y dejaron una huella de lo más profunda, tanto que todavía hoy nadie ha tenido narices a ocupar su trono.

Ni qué decir tiene que todo lo que se escriba sobre ellos es poco. Y este “Cómo Perdimos Madrid” no es una excepción, pues es un lúcido y sentido agradecimiento a los más grandes, ajustado con mimo, coherencia y objetividad. 

Paso la última página y cierro el libro, mientras resuena un fino swing llamado “Esclavo de tus Pies” y me asalta una dolorosa pregunta, a la par que pienso en el desolador panorama de esta España yerma de talento, pese a estar llena de amagos de artistas precocinados incapaces de vocalizar que hoy representan una cultura decadente, donde hace no tanto cualquier canal televisivo y radiofórmula parecían bañadas en oro: ¿Cómo nos permitimos perder a Gabinete Caligari?

"Platero y tú. Yo Quiero Rock And Roll", de Javier M. Alcaraz


Por: David Vázquez. 

El periodista almeriense Javier Martínez Alcaraz, quién ya escribiese sobre rock urbano en "Poesía básica. Extrechinato y Tú ensancha el alma" (Efe Eme, 2023), ahora ordena entre fotografías, la historia de Platero y Tú. La confección de esta cronología, de una forma amena, ayuda al lector a contextualizar el nacimiento de la banda. Una tarea necesaria.

Como Los Rodríguez, Platero y Tú cerraron su carrera en el momento de dar el salto. Y la dificultad a la que se enfrenta está biografía es la existencia de un relato ya aprendido por los seguidores. Que sean conocidas las anécdotas supone para el biógrafo una ventaja y un inconveniente.

Centrado en los pormenores personales y sociales, recorre la trayectoria de los bilbaínos. Por momentos la cautela a la hora de revisar la trayectoria de la banda, hace que el lector perciba que falta un empujón más en la historia. Sin embargo, dentro de este recorrido resulta interesante el círculo de bandas que rodean a los cuatro músicos y que confirman una pequeña escena que encuentra su cuartel general en el bar Umore Ona.

Según se avanza con la lectura, no es necesario, como en otras biografía, ir a la par con la escucha de su discografía, no es demasiado extensa, pero sí que al acabar uno la retoma. Se agradece lo pequeños apuntes más técnicos sobre instrumentos, dando nombres y modelos, que salpican con acierto el relato. Así como el análisis de las canciones, de forma breve y concisa. Por otro lado, cuando se aborda la indisoluble relación con Extremoduro, quizás acaba adquiriendo un peso excesivo en el relato situando a la banda bajo la sombra de Robe; faltaría saber qué hay o qué queda de la gira conjunta. Tener el por parte de la discográfica una explicación de si hay grabaciones que den fe de aquella gira, o bien si podrían desde Warner DRO rescatar el material de aquellos conciertos, no sólo el "Iros Todos A Tomar Por Culo". Al igual que se indica avanzada la lectura (página 193) y se reclama el sentido de alumbrar el material inédito existente de distintos conciertos.

Según se diseccionan el trabajo de estudio, es interesante el punto que plantea el autor donde, a partir de "7", se fragua el proyecto de Fito y Fitipaldis. Además de insistir mucho en la idea de una gira de despedida, tanto desde el deseo de la reunión como desde el cierre de la banda.

Y la historia que empezó con la pregunta de Iñaki «¿Te sabes alguna de Leño?», se cierra con el anhelo de que hay poco rock n' roll. Aunque como explica Juantxu al definir al grupo como «cuatro descerebrados que se lo pasan muy bien tocando y como nos lo creemos y nos lo pasamos bien», quizás fuese ese el gran motivo, que dejaron de pasárselo bien.

Jim Morrison: “Obra Reunida: Poemarios, Diarios, Transcripciones y Letras”


Por: Txema Mañeru. 

Todos hemos oído hablar en multitud de ocasiones del infausto, pero muy popular, “Club de los 27”. No hace falta decir quiénes son los más célebres miembros de dicho club. Eso sí, no cabe duda que uno de los que más ha sido recordado, a pesar de haber transcurrido más de 50 años desde su muerte, es Jim Morrison, El Rey Lagarto. Hay muy buenos libros sobre su vida y obra en cualquier rincón del mundo. Tenemos también un buen ejemplo de aquí con la prestigiosa firma de Eduardo Izquierdo (Ruta 66) al que siempre vale la pena recurrir.

Pero Jim se merecía una obra de estas características, este tamaño y esta lujosa presentación, como nos acostumbran en Libros del Kulturm. Es cierto que estamos ante la antología definitiva de su obra con todas sus letras, poemas, diarios, fotografías y amplios extractos de sus 28 cuadernos de notas inéditos. Vamos, todo lo que el fan más encarnizado desea tener. Un total de 536 ricas y visuales páginas, a precio asequible. Si pasas por www.librosdelkultrum.com comprobarás que hay elegantes tochos similares, más o menos recientes, de Frank Zappa, Nick Cave, Joni Mitchell o Paul Simon, sobre todo, centrándose en sus letras, pero también de los más personales de Amy Winehouse o Taylor Swift. Los más parecidos son los de Zappa y Cave, pero esos solo se centran en el apartado de letras cuando aquí tenemos mucho más. Aprovechamos también, para recomendar un reciente libro de la editorial, muy distinto a lo habitual, e ideal para los amantes de la música clásica. Te hablamos de “Melodía Del Alma – En Cuatro Estaciones-“, con la firma de Aina Vega I Rofes que es, como reza en su portada, un sentido y sensible paseo por las emociones de la mano de grandes compositores. Además con todos los códigos QR para escuchar la mejor música clásica de la historia. 

Pero volviendo a este especial libro decir que está editado en rica y buena edición bilingüe en colaboración con el Estate of Jim Morrison. Además, está desarrollado a partir de las directrices que el propio artista esbozó en “Plan for Book”, interesante documento que se incluye entre las reliquias exhumadas póstumamente de los cuadernos de Morrison. La lectura de esta ambiciosa antología se acompaña de un total de 160 fotografías que incluyen extractos de sus veintiocho cuadernos, escritos todos de su puño y letra, y publicados aquí por primera vez, así como de una amplia selección de fotografías y comentarios sobre la obra del propio autor. 

Conviene hacerse eco de importantes opiniones al respecto como la de Barbara Vanderburgh, del USA Today: “La imagen del cantante consagrado al sexo, las drogas y el rock ‘n’ roll que inmortalizó a Morrison eclipsó sus no pocas vocaciones artísticas: poeta, cineasta, compositor y letrista. Esta antología [“definitiva”] promete corregir ese trillado sesgo. Jim Morrison: obra reunida reúne en un solo volumen la prodigiosa producción artística de Morrison. Creado en colaboración con el Estate of Jim Morrison y editado con una introducción de Frank Lisciandro (cineasta, fotógrafo y amigo de Morrison de su época en UCLA), el libro extrae gran parte del material de 28 cuadernos y cientos de páginas sueltas escritas a mano, y presenta fotografías, letras y tratamientos cinematográficos desconocidos. Gran parte del material no había visto la luz”. En People nos dicen: “Jim Morrison: Obra Reunida es una auténtica revelación para los fans, en particular para aquellos deseosos de ver más allá del personaje del Rey Lagarto y de descubrir sus otras facetas creativas”. The i news te afila también los dientes: “Tan sugerente como provocador y, más allá de la fanfarronería priápica, Morrison es también elegíaco”. Pat Carty va más al grano y afirma algo muy tangible: “Este es un hermoso artefacto que todo aficionado a The Doors codiciará”. Si tú lo ves, lo lees y eres uno de ellos estarás totalmente de acuerdo. 

Algunos de esos “opinadores” de prestigio ya han elogiado el más que interesante prefacio de Tom Robbins, así como la completa introducción y buenas notas a cargo del editor Frank Lisciandro. Además, el prólogo de la propia Anne Morrison Chewning. Tenemos aquí, por tanto, todos los poemas y escritos auto-editados en The New Creatures, The Lords/Notes on Vision, An American Prayer y Ode to LA while thinking of Brian Jones, Deceased. Hay obra publicada e inédita y una amplia selección de los escritos de sus cuadernos: “The Anatomy of Rock”, “The Celebration of the Lizard”, “The American Night”, “DryWater” y “Tape Noon”. Todo un festín para gourmets, vamos. Hay que añadir también la transcripción, fotografías y notas de producción de la última grabación de poesía de Morrison en su vigésimo séptimo cumpleaños en el Village Recorder y The Paris Notebook, su último diario reproducido íntegramente. Suma y sigue con los extractos de los cuadernos escritos durante el juicio de Miami en 1970 y el guion y fotogramas de la película HWY, que nunca llegó a estrenarse. Por supuesto, no faltan las letras completas de las canciones publicadas y también las inéditas.

Por cierto, en este aspecto decir que el capítulo IV titulado “Letras” acaba con las buenas apalabras del propio Morrison distinguiendo entre poemas y letras de canciones: “Para mí, una canción viene con la música, luego me invento las palabras tan rápido como puedo para aprovechar la onda hasta que música y letra se funden casi simultáneamente. Con un poema no hay música necesariamente… Hay un sentido del ritmo y en ese sentido, cierta música, pero una canción es algo más primitivo. Normalmente tiene rima y una métrica elemental, en tanto que un poema puede hacer lo que quiera”.

Curiosos también los numerosos borradores manuscritos. La guinda un más que curioso Epílogo titulado “Mirando Atrás” que es una especie de autobiografía en verso. Lo mejor de él es que a su conclusión tenemos un montón de fotografías familiares realmente encantadoras y entrañables. Bueno, en este aspecto resaltar de nuevo que todo el apartado fotográfico, siempre en cálido y elegante blanco y negro, es una gozada con algunas fotos incluso a tamaño de doble página y eso que el formato es muy amplio, además de las siempre atractivas tapas duras. ¡Completo es poco!

Noelia Murillo: "Glam Rock: La Revolución de las Lentejuelas"


Por: Txema Mañeru.

¡Un libro sobre el Glam o el Glitter Rock (como prefieren en los USA) tenía que contar con el espectacular despliegue visual, colorista y fotográfico que tiene este precioso volumen! Era uno de los pocos estilos musicales que faltaba en la Colección “Guías del Rock”, aunque no esté directamente en dicha colección que se caracterizaba por ser en blanco y negro. Ahí teníamos volúmenes sobre Rockabilly, Soul y Rhythm & Blues, Punk, Country Rock, Disco, Rap, Folk Rock, Blues, Reggae, Hard Rock, Dance & Electronic Music o Indie y Rock Alternativo, entre otros; y por fin lo tenemos aquí. Por supuesto, David Bowie tenía que aparecer en su portada y tenía que guardar un gran número de páginas para su seminal legado, junto a Marc Bolan y sus T. Rex. Les acompañan Kiss y Lady Gaga.

Por supuesto, este tenía que ser un volumen a todo color, como ya hemos dicho, pero es que este estilo tan visual y colorista lo pedía a gritos. De su firma se encarga, con buenos resultados, la debutante Noelia Murillo que ya había escrito de todo y sobre todo. Lo que más le gusta es la música y su primer libro tenía que ser éste. Ella ha sabido capturar la esencia del género más extravagante, audaz y visualmente impactante que ha dado el rock. Sí es cierto que con el Glam o el Glitter la música se vistió de lentejuelas y también que el estilo y sus protagonistas desafiaron todas las reglas establecidas hasta la fecha. 

Todo nació con la década de los 70 y los citados Bowie y Bolan. Como cantaban Dinarama… “te has quedado en el 73 con Bowie y T. Rex”. Este género tuvo, sin duda alguna, una gran importancia musical, pero quedan claro otros tres elementos esenciales como son la vestimenta, el uso del maquillaje para favorecer la androginia (al menos en sus inicios) y la teatralidad. También hay que tener en cuenta su importancia como movimiento social. Fue muy importante la absoluta libertad creativa, a través de personajes y estilismos únicos. Además de los clásicos citados tenemos otros nombres básicos de ayer como Alice Cooper, New York Dolls, Jobriath, Gary Glitter, Jayne County, Roxy Music, Wendy O’Williams (The Plasmatics), Mötley Crüe, o de hoy, como Lady Gaga, The Darkness o los eurovisivos Måneskin. Mucha documentación (por parte de una gran amante del cine clásico también) y muchas y buenas fotografías llenas realmente de colorido. Muchas de ellas son de tamaño de 1 página, como una preciosa en la que aparecen David Bowie junto a Mick Ronson.

Son 224 páginas con muy buenos y amplios capítulos en los que, además, de los más grandes (la mayoría ya citados) hay espacio para el glam para bailar (Mott The Hoople, Slade, Sweet, Gary Glitter), la cara B del éxito (Hello, Chinnichap, David Essex, Alvin Stardust, Chicory Trip), el Art Rock (Queen, Roxy Music, Brian Eno, Bryan Ferry, Genesis, Sparks, Steve Harley, Elton John), el glam tardío (The Hollywood Brats, Dogs D’Amour, The Tubes), el camino hacia el punk (New York Dolls, Lou Reed, Iggy Pop, New Romantics), mujeres y glam (Suzi Quatro, Jayne County, The Runaways, Grace Jones, Lady Gaga o nuestra Nat Simons), o el Sleaze rock (Mötley Crüe, Twisted Sister, Guns N’ Roses, Poison, W.A.S.P., Hanoi Rocks).

Muy bueno el capítulo para el estilo en España definido como Gay Rock. Ahí tenemos a los seminales Brakaman (de Jaime Stinus), Orquesta Mondragón, Cucharada, Burning, Tino Casal, Almodóvar y McNamara, Sangre Azul, Bella Bestia o Babylon Chàt. Caben también países latinoamericanos, el estilo en Eurovisión o dos capítulos finales más que interesantes. En concreto el de “El Glam en el Cine” o el de “Documentales Imprescindibles”.

No queremos dejar pasar la oportunidad para recomendaros que paséis por www.redbookediciones.com, porque así te enterarás de otras jugosas novedades como son los volúmenes de Kiss, AC/DC y Ozzy Osbourne, en la Colección “La Novela Gráfica del Rock”, una preciosidad sobre Hans Zimmer, otro colorista volumen de “Generación Manga + Anime” y el estupendo libro sobre los grandes festivales y la música en directo “En Los Santuarios del Rock” con la firma de David López. Por cierto, en estos libros y también en el que estamos hablando sobre el Glam, tenemos los habituales y jugosos playlist de Spotify y, en otros casos también vídeos en YouTube. Desde luego que hacen de ideales bandas sonoras para amenizar las lecturas de cada libro.

Peter Ames Carlin: "Este grupo se llama R.E.M."


Por: Raúl Julián. 

Pocas bandas traspasaron con tanta determinación la frontera que separaba escena independiente de un público generalista como R.E.M. Menos aún, luciendo como bandera, a lo largo de toda su carrera, una innegociable integridad artística. El cuarteto tiró abajo una puerta que, a finales de los ochenta, parecía cerrada a cal y canto para un grupo indie y fichó por una multinacional (Warner Bros.), en un trato que comenzaba con “Green” (88) y provocó gran estruendo, consecuencia de aquel (cacareado) contrato multimillonario que, por entonces, resultaba inaudito para con una banda de sus características.

Es sólo una de las numerosas historias desgranadas por Peter Ames Carlin a lo largo de las quinientas páginas del presente volumen dedicado a la imprescindible banda de Athens (Georgia). “Este grupo se llama R.E.M.” es una obra imponente, casi escalofriante, que no solo alberga una cantidad de detalles del todo inauditos, sino que consigue plasmarlos utilizando una óptica natural e inmersiva, arrastrando tras de sí a un lector que queda directamente atrapado en la historia, casi como un protagonista más de la misma y en una secuencia que alarga acción durante varias décadas.

El autor consensua (¡y de qué manera!) el improbable logro, materializándolo en narración extremadamente vívida que puede presumir, al mismo tiempo, de tal soltura y riqueza que el lector puede llegar a creer que la acción sucede en tiempo real. Un desarrollo plagado de nombres, detalles, fechas y acontecimientos (en ocasiones inauditos para una persona que, en realidad, no estaba allí), potenciando así la riqueza de un contenido que comparte protagonismo con el propio ritmo ágil y desenvuelto que guía el libro desde el mismo comienzo hasta la última de sus páginas.

La conclusión es un tomo tan histórico como dotado con un realismo y una credibilidad poco habituales en una biografía musical. Una referencia orgásmica para cualquier seguidor en firme de R.E.M., que se verá abocado a seguir leyendo por encima de cualquier otra necesidad básica. Y, si por alguna extraña razón, usted va a adquirir un único libro de temática musical este año, debería plantearse seriamente que su elección recaiga sobre “Este grupo se llama R.E.M.”. En uno y otro caso, prepárense para compartir (casi de manera tangible) las aventuras y desventuras de Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry. Impagable.

Lol Tolhurst: “Gótico, una historia”


Por: Javier González. 

Hace apenas unas semanas llegaba a nuestras manos “Gótico, una historia”, el segundo libro firmado por Lol Tolhurst, quien fuera miembro fundador de The Cure, editado con mucho cariño por NeoPerson Sounds y que cuenta con la agradable adaptación a nuestra lengua firmada por parte de Ainhoa Segura Alcalde. Una obra que aparece casi siete años después de tener la oportunidad de reseñar en estas páginas su debut, “Cured, The Tale of Two Imaginare Boy”, volumen que ahora se ve parcialmente complementado gracias a esta nueva entrega donde, abordando profundamente la historia del género del que son parte fundamental, sigue relatando capítulos vivimos en primera persona junto a la banda por la que siempre recordaremos al bueno de Lol

En ese primer aspecto, en el que ahonda en lo tocante al género gótico, tanto en lo relativo a su terminología y nacimiento como en lo que atañe a referentes y evolución posterior del mismo, lo primero que se viene a la cabeza es el notable trabajo que meses atrás nos entregaba Cathi Unsworth, “Temporada de brujas, el libro del rock gótico”, pues ambos comparten bastantes nombres y hasta un cierto planteamiento de partida común, residiendo la principal diferencia, como ya se ha comentado, en que el volumen que hoy nos ocupa vira irremediablemente en determinados momentos hasta derroteros más personales, los cuales sirven en bandeja de plata curiosidades, vivencias e historias protagonizadas por The Cure para regocijo y deleita de sus fans. 

A través de tres partes tituladas “orígenes, eternos y legión”, Tolhurst desarrolla con gran elocuencia la iconografía y referencias del mundo gótico, desde sus precursores musicales y literarios hasta lo puramente estético, desgranando entre líneas más capítulos de la historia de unos chicos crecidos en Crawley, ciudad situada a las afueras de Londres, y criados en la fe católica, elemento tremendamente importante en la evolución de su potente lírica tanto por el sentimiento de culpa que oculta dicha doctrina como por pertenecer a una minoría en un país que abrazó el anglicanismo mayoritariamente. Elementos que unidos a sus contactos con el movimiento punk y un profundo mundo interior repleto de sensibilidad, llevó a la gestación de un género musical ligado eternamente al arquetipo sonoro de lo que propusieron en la famosa trilogía siniestra que firmaron con álbumes míticos como “Seventeen Seconds”, “Faith” y “Pornography”, complementada años más tarde con el inconmensurable y catedralicio “Disintegration”, trabajo que quizás represente su más grande y mejor cota artística.

El libro encierra extractos realmente interesantes contados en primera persona que logran emocionar con suma facilidad,  tales como las referencias a Ian Curtis y Cocteau Twins, hacia quienes se nota profesa un especial cariño, el relato de las noches en que se convirtieron en uno junto a Siouxsie and the Banshees, donde no esconde su compromiso con la perspectiva de género al comentar la de veces que nuestra amada Sioux tenía que parar los pies a machirulos recalcitrantes, y los párrafos en los que refleja la fraternidad con otro gran batería, Budgie; la sincera amistad que forjó con Andy Fletcher, miembro de Depeche Mode, cuando ambos compartieron tratamiento psiquiátrico en el mismo centro, y las emocionantes noches en el Batcave, donde todas aquellas personas diferentes encontraban un reducto de libertad en el que juntarse y disfrutar rodeados por otros semejantes.

Hablar de “Gótico: Una Historia” es hacerlo de una obra tan interesante como emocionante que recorre con sentido y sensibilidad el sendero de la oscuridad propia de este género  para seguir arrojando luz sobre el mismo. Un mundo particular y único al que todavía nos asomamos a menudo para reencontrarnos con aquel adolescente perdido que fuimos y al que ahora debemos agradecer habernos brindado la posibilidad de llegar hasta aquí alejados del rebaño, sabedores de nuestra condición única, acompañados siempre de una perfecta banda sonora a la que el paso del tiempo no afecta en lo más mínimo.

VV.AA.: “No sonamos mal: Crónica oral de la nueva escena indie de guitarras”


Por: Javier González.
 

Aplauso rotundo el que merecen Dani Vega, Enrique Zamorano y Víctor Terrazas al firmar de forma conjunta un libro que nos trae el aquí y ahora de la música de guitarras que se factura a lo largo y ancho de España; lo hacen bajo la batuta de la siempre interesante editorial de los compañeros de Muzikalia, quienes no han vacilado a la hora de lanzar al mercado un trabajo urgente que toma al pulso a la situación actual de los proyectos de variada índole y condición que actualmente conforman el presente más interesante de nuestra música. 

Un obra que muestra al lector múltiples factores relacionados con esta escena, lo cual, todo sea dicho, no siempre ayuda a la hora de efectuar una reseña del mismo, pues en el caso de quien esto suscribe me ha llevado al extremo de recordar obras con las que, desde sus respectivas vertientes, bien podría conformar una perfecta fotografía del panorama estatal de los últimos treinta y cinco años. Y es que tan solo unos meses atrás desde El Giradiscos seleccionábamos el libro de Rubén González, “Piedra contra Tijera: Historia del rock español 1991-2021”, como uno de los mejores firmados en 2024; pues bien, ahora tras leer “No Sonamos Mal”, debo confesar que creo firmemente que este último bien podría ser la perfecta continuación del mismo, dando protagonismo a una nueva generación de creadores y creadoras que se toman la labor musical muy en serio, pese a la cantidad de trampas a las que se deben enfrentar para poder desarrollar su actividad, algo que queda perfectamente reflejado a lo largo de estas páginas. 

Estamos ante muestreo donde se ha dado voz y libertad total en sus respuestas a más de cuarenta solista y bandas de géneros tan diversos como pop, rock, punk, afterpunk y electrónica; todas ellas curtidas en los escenarios, con trabajos en el mercado, un conocimiento de los males que azotan a los artistas milimétrico, puesto que los sufren en primera persona, y en muchos casos situados en niveles de repercusión mediática que les permiten (mal)vivir de la música. 

Todo ello trae como resultado una cuidada fotografía sociológica que muestra a una juventud que de unos años a esta parte ha vuelto a apostar por las guitarras, dando una vuelta al concepto “do it yourself”, mostrando una forma de hacer más directa, descarada y por momentos desenfada y descreída, algo que se refleja en unas letras cotidianas, la cercanía que muestran con su público y en una estética totalmente casual de andar por el barrio (confieso que este último punto es el que más me cuesta asimilar en ocasiones como perro viejo que soy). 

El relato tiene pasajes altamente estremecedores que hablan de precariedad y de la falsa ilusión del éxito, sin dejar de la lado las dificultades de conciliar una vida familiar o el trabajo que te mantiene a flote con la realidad cada vez más incierta del mundo de la música; horas y horas de charlas donde, entre otros y otras, podemos disfrutar del huracán Carolina Durante, la frescura de Camellos, Alcalá Norte y Ginebras, las brillante disonancia de un enorme Carlangas; la claridad de Biznaga, la visión autogestionaria de Cala Vento, la voz de la experiencia de Triángulo de Amor Bizarro, Mujeres y Kokoshca y la franqueza de las enormes y nunca lo suficientemente bien ponderadas por estos lares Hinds

“No Sonamos Mal: Crónica Oral de la nueva escena indie de guitarras” es una lectura necesaria para dejar claro que en nuestra actual “juventud” musical se encierra un tesoro del que debemos disfrutar. Estos muchachos y muchachas crecidos en un mundo en llamas que les niega el presente y el futuro han decidido rebelarse, tomando conciencia de la situación en que viven para expresarse de forma clara, concisa y directa, dejando un testimonio generacional al que se han sumado un buen puñado de iguales, capaces de identificarse con sus letras y postulados vitales. 

Mientras remato estas últimas líneas, atronan por los cascos las chicas de shego con su canción “La Fiesta”, una de las composiciones de su nuevo álbum, “No lo Volveré a Hacer”, donde cantan un más que ajustado: “da igual donde sea la fiesta, estamos ahí, todos juntos entre la mierda, ¿te quieres venir?”, perfecto epitafio para un libro tan valiente como necesario, pues parece resumir la opinión de toda una nueva y aguerrida generación musical dispuesta a dejar su huella en el imaginario colectivo como otros lo hicieron mucho antes.

“Serrat: La música de una vida”, de Jaume Collell 


Por: David Vázquez.

"El abuelo es Bruce Springsteen, el rey es Elvis y el verbo es Serrat", vino a expresar Fernando Navarro al recoger el premio FAM Cultura Pop Eye rememorando una anécdota familiar. Jaume Collell traslada esa importancia, no exenta de admiración, a este "Serrat: La música de una vida" donde no se sabe si trata sobre la carrera de Serrat, contextualizada en su época social, o el texto versa sobre un tiempo al que el autor acompaña con la banda sonora de Serrat y otros músicos. O ambas. Es por ello que consigue dotar de una universalidad al volumen y logra que esa universalidad se traslade al personaje que, si bien es el compositor, podría ser un anónimo retratando Barcelona. El texto determina el sustrato musical del cantautor de Poble Sec a partir del mapa del barrio que traza reabriendo/revisando los locales. La descripción de la Barcelona de primera mitad del s. XX sitúa al lector entre sus barrios.

No es solo un acercamiento a los gustos musicales de Serrat, sino un recorrido por la música de los años de crecimiento y formación personal, así como de la historia de un barrio. Un recorrido social a través de músicos, compositores e intérpretes que se convertirían en influencia directa o indirecta. Un recorrido de cuando las ventanas abiertas radiaban como emisoras locales con la voz de madres y abuelas: "se canta tanto para llorar como para reír".

Por momentos el autor consigue que parezca que bebe de la fuente y en otros que nunca se sentó a conversar con el músico, tirando de documentación. Además, sabe que Serrat, al igual que artistas como Manu Chao, valora que su vida privada permanezca fuera de los focos y existe un recelo de todo lo que sea forastero. Por este motivo, adentrarse de forma respetuosa en esa intimidad sacia la curiosidad del fan sin amarillismos y centralizando el foco en la parte artística. Así, el periodista estructura una biografía a partir de la línea temporal, bien expuesta y sin perderse, en donde aparece el círculo del barcelonés y otorga también el protagonismo a los arreglistas, compositores, músicos que erigen también la obra del de Poble Sec.

"La música de una vida", subtitula, pero ¿de quién? Del autor, de un género, de una escena, del propio Serrat. Todas confluyen. Pero no únicamente. La formación como letrista a partir de poetas, de Miguel Hernández a Joan Salvat-Papasseit; o como músico centrando el aprendizaje a través de las versiones que el mismo cantautor hace, temas de otros o su primera banda Setze Jutges, dejan claro el camino para crecer: "Aprender de la nada no es una audacia, es una necesidad". La concepción del arte en Serrat constituye una serie de vasos comunicantes, de la misma manera que su vida, su entorno y sus caricias. En lo que a las canciones se refiere, las influencias de compositores de música clásica, autores como Atahualpa Yupanqui o Buarque; de figuras del jazz con formación clásica es uno de los puntos sobre los que gira el texto, alrededor de las composiciones y las influencias legadas y recibidas. Situando las canciones según el momento personal y desgranar las historias sin florituras ni sesudos estudios. Por otro lado, destaca el capítulo dedicado a las versiones de los temas suyos complementan una banda sonora, enriquecida por no aplicar sesgo por géneros. Recorrer el cancionero de versiones, siendo muy interesante las líneas que traza de la obra de Serrat, mostrando por dónde se diseminan sus composiciones más allá de la propia discografía.

Para resolver muchos de los fragmentos o capítulos utiliza las anécdotas como rituales, salpicando las descripciones de quienes asoman por las páginas: "Xavier Montsalvatgr, que siempre se arrodillaba cuando para por delante de la casa de Ravel". Es, en definitiva, el viaje como encuentro con el destino, con su ritmo, con sus luces, pero también las crudas sombras. Es el deambular entre la luz y las personas/gentes.

Como describe Collell, Serrat se convirtió en voz universal, hoy presente en títulos como "Serrat y los poetas", de Luis García Gil (Editorial Efe eme), "Y Uno Se Cree", de Jordi Soler (Alfaguara ) o este mismo. Porque la carrera de Serrat repasa la historia sentimental de su país. Como escribe Jeff Teedy: “No importa cuánta gente escuche la misma canción; siempre hay una versión que te pertenece a ti”. Eso ocurre con figuras como Serrat. Y eso explica Jaume Collell. 

Pablo Gil: “Diez Horas Con Kiko Veneno”


Por: David Vázquez. 

Hay una frase en el transcurso de la conversación que define muy bien a Kiko Veneno: "Un músico que celebra la vida y las personas”. Este "Diez Horas Con Kiko Veneno" recoge la charla entre el cantautor catalán y Pablo Gil en un recorrido que parte, en muchas ocasiones, desde la anécdota personal para acercarse a su carrera musical. Desde el principio la conversación se vértebra alrededor de Veneno y "Échate Un Cantecito", alternando recuerdos de grabaciones con opiniones que surgen o se entresacan siempre con la presencia de estos LP. 

Si bien, "Échate Un Cantecito" supuso el momento clave para bien y para mal en su trayectoria profesional, quizá las diez canciones equiparados como los trabajos de Hércules (12 fueron para el semidios) tienen un peso excesivo en la charla, para la superficialidad con la que se acaban tratando. Por su parte, Veneno introduce la figura inseparable a lo largo de su carrera de Raimundo Amador, clave en el desarrollo musical y compositivo al mostrar fortalezas y debilidades que conformarán su metodología de trabajo.

Algo corto, incluso para recopilar esas diez horas, pasa e incluso obvia su etapa más reciente ("Sombrero Roto" y "Hambre") o sus colaboraciones con el G5 o C. Tangana, donde hubiese sido un buen repaso a su trayectoria musical, conectando la tradición con la vanguardia tan característica de esta. "Las canciones son adelantos acerca de la vida que nos gustaría hacer, visiones de un mundo futuro,” y es aquí, donde sin desligar su vida de su mensaje, Pablo Gil aprovecha para indagar brevemente en la forma de componer y los instrumentos que posee el catalán, mientras los capítulos se suceden picoteando de aquí y de allá, de lo político a lo cultural. Saltos cronológicos, de la historia musical a los cambios sociales, de los odiadores al impulso de Santiago Auserón. Sin embargo, la sensación que sí queda en el lector al cerrar el libro es que, por algún motivo, leer a Kiko Veneno es placentero, transmite sensatez y calma.

El único sin sabor, que una figura tan importante en la música contemporánea, por su participación en discos tan importantes como "La Leyenda Del Tiempo", o por su carrera en solitario, no se haya exprimido más. 

Javier "Jerry" Corral: “Fiesta y Rebeldía: Historia Oral del Rock Radical Vasco”


Por: Txema Mañeru. 

Si no es este el "tocho" con más paginas de Liburuak en cualquiera de sus colecciones, sí creo que es seguro el que más tiene (844 páginas que se pasan en un santiamén) firmada por un escritor vasco. ¡Y vaya escritor (y mucho más)! Javier Jerry Corral es uno de los hombres más importantes (más o menos en la sombra en según qué aspectos de este, nuestro, sector favorito de la cultura) en la música de Euskadi. Por ejemplo ha recibido un muy merecido Premio Koska a la Difusión Musical. o ha sido jurado en el Concurso Villa de Bilbao durante 30 años y, quizás lo más significativo personalmente para mí, ha organizado el estupendo Ciclo de conciertos Izar & Star desde su creación hace casi ya 14 años. En él hemos disfrutado de lo más selecto que se ha hecho en la música de Euskadi en todo este tiempo, siempre abriendo dichas bandas a las mejores músicas del mundo y a muchos de los nombres más significativos de la historia del rock’n’roll. Imposible citar todos ellos. 

Por si fuera poco, también había participado en varios libros. Entre ellos en el reciente y más que recomendado “Kokotxas: Las Más Selectas Delicias Del Periodismo Musical Español Vol. 1”, con la gran selección del prestigioso Bruno Galindo y dentro de la Colección Bihotza de Liburuak. Casualmente, o seguramente no, en dicho libro aparece bajo el estupendo capítulo “The Clash + Pearl Harbour”, un artículo de Gaur Express del año 81, junto a otro grande como Pedro Elías Igartua (¿para cuándo su libro completo?), y hablándonos de ese concierto especial (yo también estuve y nunca lo olvidaré) y de esa banda que fue el pistoletazo de salida de El Rock Radical Vasco. Si, hasta sacaron a un txistulari al escenario, se bailó un aurresku y portaron una ikurriña cuando eso todavía era un acto peligroso y rebelde en dichos días. También supuso el empujón para que la izquierda abertzale pasara de enemiga acérrima de los punks, a sumarse (no siempre con total justicia) a su causa y, como dicen en la contraportada de “Fiesta y Rebeldía”, a cambiar el kaiku por la chupa de cuero.

 Jerry Corral, era por tanto, el periodista ideal para encargarse de este histórico volumen. "Fiesta y Rebeldía" tuvo una muy buena acogida en la Azoka de Durango y se trata de una “Historia Oral del Rock Radical Vasco”, como se subtitula el libro de genial portada de tapas duras. Para ello Jerry reúne casi todas las voces del movimiento musical más mítico de los años ochenta en Euskadi. Crónica oral y coral en la que convivieron diferentes escenas, ideologías y generaciones. Y están (casi) todos, los que lo cantaron, lo contaron y se sumaron, pero también los que se opusieron en cierta forma al auge del fenómeno. 

Con un total de 71 entrevistas inéditas a músicos y periodistas claves, especialmente en el capítulo “Voces De Una Revuelta”, como son Evaristo, Pako Eskorbuto, Fermin Muguruza, Loles Vulpes, Aurora Beltrán, Pablo Cabeza, Marino Goñi, Carlos Tena, Kaki Arkarazo, Kirmen Uribe, Ramoncín, Mikel Erentxun, Anje Duhalde, Servando Carballar (Aviador DRO), Mikel Abrego, Ruper Ordorika, Chill Mafia, Anari, Verde Prato, Txerra Bolinaga (RIP) o el propio Roberto Moso (Zarama), autor también del recomendable “Puto Boomer”, también de Liburuak y del pasado 2024 y que también vendió lo suyo en Durango. Tiene mucho y buen espacio para él. Pero hay bastantes opiniones más que merecen la pena leerse para repasar lo acaecido aquí en esos tiempos y con repercusión musical que ha llegado hasta nuestros días. Jerry consigue organizar el relato de lo que fue el RRV a las mil maravillas. Para ello se mete directamente con sus orígenes, para saltar de ahí al ascenso que tuvo, pero también para hacerse eco de su estrepitosa caída e incluso, como hemos dicho, de la amplia herencia del fenómeno. 

No faltan un buen montón de estupendas y señaladas fotografías (la mayoría de ellas con tamaño de página completa). A esto hay que sumar el destacado Prólogo, de otro grande de la prensa que vivió el período como nadie y jodió coches de concierto en concierto. Por supuesto que estamos hablando de Pablo Cabeza, otro gran periodista y fotógrafo que debiera sacar tiempo para firmar su propio y, seguro, recomendable libro. De hecho le propuso hacer este el propio Jerry.  

Ya te hemos hablado también de la importancia de The Clash y su concierto en todo este movimiento y tiene su merecido espacio en el guapo capítulo “Y Llegaron Los Clash”. Enmarcado dentro de una de las partes esenciales para presentar la historia como es “El Mundo Miraba A Inglaterra” cuya página de fotos de presentación trae la guapa foto del cartel de dicho concierto y la entrada del mismo. El Epílogo lo firma otro periodista mítico como es El Teniente BluxBerry con su buen humor y textos de Muskaria. Si quieres revivir un poco lo que fue este movimiento este libro es ideal y también te servirá, si tienes una edad, para quitarte unos cuantos años y algo de moho si has dejado que entrara en tu cuerpo, como cantaba Neil Young.

Simon Goddard: “Canciones que te Salvaron la vida: The Smiths 1982-1987”


Por: Javier González. 

The Smiths fueron una supernova, fugaz y radiante que iluminó el mundo pop durante el breve lustro que duró su existencia, suficiente tiempo para alumbrar una sutil colección de himnos imbatibles, donde confrontaron abiertamente con lo establecido, dando voz y esperanza a un montón de inadaptados, desarrapados y solitarios que encontraron en sus letras un fiel espejo donde verse reflejados, algo que muestra a la perfección este “Canciones que te Salvaron la vida: The Smiths 1982-1987”, que nos llega ahora en su edición en castellano merced al buen hacer de la editorial Ondas del Espacio

A través del mismo, Simon Goddard, autor y fan confeso de la banda, nos muestra, con afán crítico y sin caer en la indulgencia, la historia de un ente único surgido en las poblaciones colindantes del industrial y obrero Mánchester, cuyas particularidades radicaban en gran medida en la personalidad de dos tipos repletos de talento. 

Ambos descendientes de irlandeses, pero nacidos en Inglaterra -como el genial Shane MacGowan y tantos otros artistas de diversas generaciones, estableciendo, quizás, un patrón que bien podría ser recogido en un más que interesante libro sobre la especial importancia del acervo cultura irlandés en el rock británico-, melómanos y buenos conocedores de la mejor tradición del pop-rock, desde los años cincuenta, pasando por los sesenta y aterrizando en los setenta, amantes del northern soul, el rockabilly y del punk.

Uno, Johnny Marr, un virtuoso de la guitarra, dotado de un gran talento natural para las melodías y capaz de imaginar brillantes arpegios; el otro, Morrissey, dotado de un excelente bagaje cultural, apasionado por la música, el cine y la literatura, lo que le otorgaba una excelente facilidad para la escritura, vocación que explotó como letrista, mostrando una conjunción de sensibilidad extrema, afán crítico y una innata capacidad para lanzar dardos repletos de veneno. Juntos representaban el motor creativo de la banda, debidamente secundados por la brillante base rítmica que siempre conformaron Andy Rourke y Mike Joyce, dos secundarios de lujo dispuestos estoicamente a llevar a las canciones al mejor puerto posible, sin personalismos ni estridencias. 

Bajo estos parámetros se desarrolla la trama de estas “Canciones que te salvaron la vida”, aludiendo a la prehistoria de The Smiths, con el mítico encuentro entre Johnny y Steven como “big bang”, cuando el primero acude a casa del segundo, y este le invita a pasar a su habitación para arrancar el proceso de composición de canciones; un proceso que es uno de los puntos fuertes de la obra, pues aparecen recogidas todas las que el grupo grabó, desentrañando sus referentes, tantos sonoros, estéticos como literarios. Especialmente reseñable en este punto son las curiosidades que revela sobre la grabación e intención de grandes temas como “Panic” o “There is a Light That Never Goes Out”, donde se elucubra al extremo sobre el significado  de la letra y su posible destinatario, y de trabajos tan potentes como “Meat is Murder” y “The Queen is Dead”. 

No falta en el desarrollo  ni su meteórico ascenso a la fama, ni muchos menos sus agrias polémicas con la disquera que los fichó, Rough Trade, ni tampoco las malintencionadas opiniones de la crítica, especialmente duro fue el ataque que les brindaron los tabloides por la canción “Suffer Little Children”, donde Morrissey relata los terribles asesinatos de los páramos, crímenes llevados a cabo entre 1963-1965 por Ian Brady y Mira Hindley, algo que debió ser realmente doloroso para ellos. De la misma forma que también se hace una inteligente fotografía del desgaste que sufrieron por el peso de una independencia que en su caso era radical; o se habla a las claras del por momentos soterrado enfrentamiento entre Morrissey y Marr, sobre todo en lo relativo a las preferencias en cuanto a productores y en última instancia acerca de posibles desavenencias musicales en algunas canciones de la última etapa. Y sí, también se repasa, cómo no, el especial carácter y en ocasiones “peculiares” formas de proceder del sin par Steven

Para todo buen aficionado a The Smiths es un placer y un privilegio poder contar por fin con la versión en castellano de esta formidable obra firmada por Simon Goddard, cuyo valor principal consiste no solo en mostrar con todo lujo de detalles el proceso de gestación y grabación de cada una de las canciones que componen su legado musical, sino también desentrañar con pericia las influencias sonoras y líricas del genial tándem compositivo Morissey/Marr, elementos perfectamente hilvanados que van apareciendo mientras disfrutamos de un viaje por la trayectoria de la banda y conocemos las difíciles relaciones que mantenían con discográficas y crítica en general, elementos que potenciaron un desgaste en la relación interna entre los ideólogos del combo, desembocando en un abrupto y frio final, cuyas heridas parece claro que jamás llegaron a cicatrizar del todo. 

The Smiths dejaron de existir hace casi cuarenta años, sin embargo, la reedición en castellano de libros como “Canciones que te Salvaron la vida: The Smiths 1982-87” vienen a seguir mostrando la vigencia de una banda única, ejemplo de talento, cultura, independencia y compromiso. Sonará a tópico, sobre todo cuando se habla de ellos, pero, entre nosotros sigue existiendo  una luz que nunca se apagará. 

"Taylor Swift. Las historias detrás de sus canciones", de Annie Zaleski


Por: Javier Capapé. 

Todas sus canciones. Todas. Incluidos bonustracks, nuevas versiones de sus álbumes clásicos regrabados o sus temas de la colección "From the vault". El libro de Annie Zaleski dedicado a la artista norteamericana es precisamente, como ilustra su título, un análisis de las historias de sus canciones. Un acercamiento a lo que movió a la artista para componer cada una de las mismas, desde su temprano álbum de debut, lanzado a sus escasos dieciséis años, hasta su más reciente antología embriagadora y resiliente que es "The Tortured Poets Department". 

Con una edición sumamente cuidada en gran formato, tapa dura y un generoso despliegue fotográfico de todas sus etapas (aunque más especialmente deteniéndose en "The Eras Tour"), el libro nos introduce en orden cronológico en cada uno de sus discos y, respetando el orden de las canciones de los mismos, las analiza, especialmente en su contenido lírico. Pero su autora intenta ir más allá y se atreve también a dar algunas pinceladas del estilo que las caracteriza, viendo así la evolución de Swift desde su country primigenio (con presencia casi exclusiva hasta su álbum "Speak Now"), al pop brillante perfectamente representado en "1989", el coqueteo con la electrónica más gótica de "Reputation", los sonidos indie-folk de "folklore" o "evermore", o su explosión electro-pop de sus más recientes entregas (con "Midnights" como principal exponente).

El libro hará las delicias de aquellos que quieran encontrar el sentido de cada una de sus canciones. Su inspiración directa y algunos de los detalles más curiosos que llevaron a su composición. Aunque dejará con ganas de más a aquellos que desearan encontrar una referencia a sus modos de composición o producción, pues a parte de mostrar su pléyade de colaboradores en términos de composición y enumerar los productores de cada tema, no entra en muchos más detalles en estos términos. Y aquí es donde podría haber sido más interesante la información, en una hipotética versión algo más melómana del mismo, reflejando con más precisión sus métodos de trabajo (algo que se dejó ver mucho más claramente en el documental de Disney+ sobre las sesiones de "folklore"), ya que en términos líricos, la artista de Pensilvania se recrea una y otra vez en hablar de tormentosas relaciones amorosas, en tratar de hacerse fuerte tras una ruptura o en poner palabras a la chispa con la que comienzan todas las relaciones (en sus múltiples variantes), y eso puede llegar a cansar. De hecho, donde encontramos más "chicha" es, de nuevo, en los contenidos de sus discos pandémicos, donde Swift inventó historias y ofreció protagonismo a otros personajes ficticios en sus canciones, lo que liberó de cierto peso personal a sus más habituales textos, narrados siempre en primera persona en el resto de sus canciones. 

De Swift aprehendemos que lo suyo ha sido desde el principio captar las múltiples e ilimitadas sensaciones que desprende el amor de pareja. Desde el enamoramiento a la plenitud y el fracaso, aunque es verdad que leídas todas las tramas de sus canciones, son el dolor y la pérdida lo que más abunda en sus textos. Lo que sí podremos apreciar con gran precisión es su crecimiento hacia la madurez de sus primeras canciones a las últimas, encontrando en éstas un mayor sentido de la aceptación y la resiliencia. También veremos la manera en la que Taylor ha ido encontrando paz a través de la aceptación de las rupturas, y su incansable sentido de superación y búsqueda, ya que se sobrepone una y otra vez a cada uno de los reveses vividos, incluidos los que tienen que ver con sus críticas desde otras personalidades del sector o hasta de sus propios fans, para los que también tiene palabras por su excesiva intromisión y búsqueda de explicaciones ante cada nueva letra desgarradora.  

A través de las historias de sus canciones conocemos a sus parejas, ambiciones, preocupaciones y retos. Todo desde una lectura ágil que hará las delicias de todos los "swifties", ya que tener ante sí las explicaciones de todas sus canciones es un auténtico lujo que ya quisieran para sí otros muchos seguidores de artistas míticos. Muchas de estas entramadas historias están sostenidas por las palabras de la propia Swift, que recogidas entre publicaciones en redes sociales o entrevistas, aparecen para guiar y dar luz a las tramas de unas canciones poderosas, valientes y, ante todo, personalísimas. Porque en las canciones de Swift siempre ha predominado la primera persona, haciendo de las mismas una especie de terapia personal con la que exorcizar sus temores, aprender de los errores y mantenerse en pie. Sus canciones son sus experiencias vitales y Annie Zaleski ha sabido entenderlo a la perfección dando voz a su protagonista en cada renglón y haciendo partícipes a todos sus seguidores de esta gran historia de superación dentro de este devorador establishment (algo que precisamente se ve muy bien reflejado en una de sus últimas composiciones, que tiene a "Clara Bow", e indirectamente a sí misma, como protagonista). 

Algunos de sus más interesantes datos aparecidos entre estas páginas son la estrecha colaboración con su mano derecha desde "1989" Jack Antonoff, con el que ha firmado sus mayores aciertos, la aportación del batería de Wilco, Glenn Kotche, a su último álbum, la fructífera amistad con Aaron Dessner, que nos ha dejado algunas de sus canciones más delicadas desde que se conocieran para afrontar su álbum "folklore" y que aún hoy sigue dando frutos (y si no deténganse en la versión "Anthology" de su último álbum), la complicidad con Ed Sheeran, que llegó en un momento tan decisivo para su carrera como fue "Reputation", la composición a cuatro manos junto a su expareja Joe Alwyn, el pilar inquebrantable que ha sido siempre su madre, sus más y sus menos con la industria del country y sus dificultades para hacerse un hueco en el pop (con su sonado incidente con Kayne West) o su admiración temprana por Tim McGraw, que le llevó a componer uno de sus temas más conocidos y a colaborar con el que fuera su ídolo de juventud. Estos son sólo algunos de los detalles que encontraremos entres sus líneas y que nos harán entender algunas de las motivaciones que han llevado a esta artista a ser una de las más influyentes a nivel mundial en la actualidad. Una artista de la que se están escribiendo muchos libros últimamente, pero de los que quizá éste sea de los más atrayentes, porque pone a las canciones por encima de todo (mucho más allá de sus flirteos o páginas rosas de su currículum). Un acercamiento sincero y conciso al tamaño de su obra, que goza de gran relevancia, mucho más allá de su vida privada. 

La catarsis de todas sus canciones ha podido ser su actual "The Eras Tour", que sale a colación en muchos de los comentarios de las canciones de este libro, así como en tremendas fotos que ilustran los mismos, pero sin duda, lo que define a esta artista de relevancia mundial son, y siempre serán (mal que les pese a sus detractores interesados en la prensa sensacionalista), sus canciones, las protagonistas de este fantástico libro que ningún seguidor de la artista estadounidense, o aquel que se quiera acercar a su obra y comprenderla desde el principio, debe pasar por alto.

Marina Diamandis: “Eat The World”


Por: Nuria Pastor Navarro

El médico, atónito ante la juventud de la chica que acababa de salvar, le había preguntado por los sufrimientos que ella podría estar pasando a esa temprana edad para querer quitarse la vida.  “Obviamente, doctor, usted nunca ha sido una chica de trece años”, responde Cecilia, la menor de las hermanas Lisbon protagonistas de la obra “Las vírgenes suicidas”. Y era cierto, el doctor nunca sabría cómo es ser una chica de trece años.

Al igual que Cecilia, Marina Diamandis no pasó por una adolescencia fácil. Si hay algo que caracteriza a la juventud (y posiblemente aún más la femenina) es la vorágine de sentimientos en la que sume a su víctima: la constante búsqueda del significado del “yo”, el tira y afloja entre cuerpo y mente, las ganas de comerse el mundo y no saber cómo o por qué. A fin de cuentas, una experiencia que no tiene principio o fin exactos, un océano en el que, de pronto, alcanzas a tocar tierra firme.

Marina, más conocida por su faceta musical como MARINA (antes Marina and the Diamonds), navega en este océano usando su primer libro de poemas como tabla. Lo primero que sorprende al tener entre las manos un ejemplar de “Eat The World” es su pequeñez: formato A5, con poco más de cien páginas y una ligereza extraña si tenemos en cuenta sus tapas duras. A medida que leemos los poemas comprobamos que el peso no reside en sus páginas, sino que te apedrea con cada una de las líneas que componen los versos. Duras como rocas van cayendo las palabras de Marina, sin tapujo alguno, dando la sensación de que estamos violando su diario personal o escuchando de su propia voz una confesión desesperada a un amigo o amiga.

Naranja fosforito y rosa chillón nos lanzan a la cara el grito juvenil de la cantante-poeta: “Pensé que si me comía el mundo, finalmente estaría llena y nunca más tendría hambre de nuevo”. Son muchos los motivos que pudieron haberle generado ese vacío eterno en el estómago. Marina nació y se crio en Gales, con unos padres que se divorciaron cuando ella tenía dieciséis años. Con dieciocho años comenzó a escribir música, lanzando poco después su primer EP en Myspace y consiguiendo su primer contrato discográfico inmediatamente después.

Desde entonces, Marina ha sido un icono de la decadente dificultad que supone simplemente ser una chica, sin dejar de lado nunca su ácida crítica hacia numerosos aspectos de la sociedad. “The Family Jewels” (2009), “Electra Heart” (2012), “Froot” (2015), “Love + Fear” (2019) y “Ancient Dreams In A Modern Land” (2021): uno tras otro, sus álbumes han ido erigiendo la estatua de la leyenda en la que se ha convertido la cantante, aportando a la vez pistas sobre sus inseguridades y miedos más profundos.

“Eat The World” es el culmen de toda su poesía, antes expresada en notas musicales, recogiendo como un collage los recortes de los sufrimientos, victorias, amores y desamores, y, en definitiva, el abanico completo de una vida humana. Y es que otro de los grandes atractivos del libro es su diseño editorial interior. La norma brilla por su ausencia, pues cada poema está escrito de una forma diferente. Los versos bailan, se caen de la página, se enrollan al más puro estilo vanguardista. Las letras se recortan, se ensalzan en negrita o se empequeñecen según sea lo que Marina esté sintiendo en ese momento. Todo ello, junto a las ilustraciones sacadas de ese ambiente de póster retro o revista femenina, remata este diario feroz.

Son muchos los temas que Marina pone sobre la mesa con sus poemas: su complicada relación con el concepto de familia, sus raíces (tanto personales como humanas) que siente perdidas, su capacidad para elegir siempre a los hombres incorrectos, su miedo a la catástrofe climática y, ante todo, su rápido ascenso a las estrellas. Porque no olvidemos que Marina sí que fue una adolescente… pero una adolescente famosa.

Con poco más de veinte años, “Hollywood”, uno de sus temas más conocidos, ya estaba dando la vuelta al mundo. Y eso, cómo es evidente, encasilló mucho la vida de la joven cantante. El poema “Aspartame” (el título ya es toda una declaración de intenciones) muestra el preludio a esa fama explosiva. Marina explica que llegó a Estados Unidos con veinte años, muy delgada y fingiendo ser la “girl next door”, como una chica americana normal en un mundo americano normal. Su carrera (su sueño, aún non nato), cerca del fracaso; su pareja, terrorífica y exigente con no sobrepasar su bajo peso. “I was a bulimic college dropout with no family”, llega a declarar en mitad del poema. Sin embargo, años más tarde en un encuentro fortuito, aquel chico le diría que odió su canción “Hollywood” porque le hizo darse cuenta de que Marina había alcanzado sus sueños, y entonces ella pudo dejar atrás a su yo de diecisiete años y sanar.

“Smoothness of Money” es otro de los poemas que nos ayudan a brujulear en la juventud de la cantante-poeta. En él, reflexiona sobre lo doloroso que era tener una pareja con una vida perfecta y dinero de sobra, mientras ella atravesaba dificultades que la “suavidad del dinero” no le ayudaba a superar.

Su indecisión entre formar una familia o seguir con la vida del músico queda patente en muchos versos, pero especialmente en “Four Seasons”, donde la aflicción de ver familias felices en las piscinas de los hoteles es aplacada aceptando que “la vida no es un buffet, no puedes tenerlo todo”. Mientras, “Soft Warning” nos aguijonea con el miedo que le produce a Marina vivir en Los Ángeles: una ciudad que ama y que teme perder por la catástrofe climática que parece estar cada vez más cercana a nosotros.

Tras más de treinta poemas (obras de arte en miniatura o flechas dolorosas), el encargado de poner la guinda es el homónimo “Eat The World”, en el que, por fin, nuestra amiga Marina consigue llenar ese vacío que siempre ha sentido.

Este poemario tiene mucho de las ganas adolescentes de encajar de “The Family Jewels”, mucho del icono decadente y triste en el que se convirtió “Electra Heart” y mucho de la crítica social, feminista y climática que nos avasalló en “Ancient Dreams In A Modern Land”. Lo que consigue “Eat The World” es llenar los silencios de los pentagramas que llevábamos escuchando desde 2009, hacernos partícipes del corazón dolorido y posteriormente sanado de Diamandis.

En la introducción, la cantante declara que espera que este libro traiga consuelo a aquellos que lo necesiten, pero ha ido más allá. Este poemario, ligero físicamente y pesado emocionalmente, consigue ser una mano amiga para todas aquellas chicas como Cecilia, rodeadas de gente que están a años luz de saber qué significa la juventud femenina.

Sara Morales: “¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total”


Por: Kepa Arbizu. 

Ni las mentes más optimistas, ni por supuesto los propios protagonistas, podrían haber vaticinado que aquellos jóvenes que interrumpieron su ronda nocturna consecuencia de un grave accidente de coche el 20 agosto de 1981, iban a despedirse de los escenarios cuatro décadas más tarde con dos llenos consecutivos en el Wizink Center de Madrid, ni que por supuesto su disco debut en formato largo, “¿Cuándo se come aquí?”, se iba a convertir en parte indispensable de la cultura popular ibérica, tanto como para que su portada, realizada por Oscar Mariné, consiguiera decorar las paredes del Museo Reina Sofía. Éxitos de una dilatada carrera que sin embargo, como toda historia, tiene unos orígenes más precarios pero alimentados por el impulso juvenil. Un iniciático relato que también necesita ser puesto en orden, labor que asume la periodista y escritora Sara Morales, que si bien cede el protagonismo narrativo de su libro, "¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total", al extenso universo que circundó a la banda gallega en aquellos pretéritos tiempos, su agazapada pero encomiable maestría para enhebrar tal muestrario de testimonios, conforma lo que se presenta como un mapa detallado y prolijo de ese ese gran estallido que significó la ruidosa y oxigenante irrupción de Siniestro Total. 

No hay un periodo, en nuestro entorno más cercano, que acumule tanta mística, para bien y para mal, como los años ochenta, una década a la que se llegaría dejando atrás la decrépita voz que anunciaba la muerte de Franco, momento que dos jóvenes compañeros de clase, Alberto Torrado y Julián Hernández, aprovechaban para bailar sobre la tumba de “el Generalísimo” a lomos de su primera guitarra eléctrica. Una amistad construida entorno a esa fuerte ligazón que emana de manejar gustos parejos alejados del común denominador, una condición que también compartían con otros dos estudiantes del instituto llamados Miguel Costas y Javier Soto. Los cuatro, alrededor de visitas al Rastro, intercambio de discos y lecturas del Disco Express, quedaban unidos -sin saberlo todavía- por un destino común bautizado pronto, tras estrellarse el vehículo en el que viajaban con una piedra, como Siniestro Total. 

Puede que la historia que a partir de ese momento estaba por escribirse no contara en apariencia con un enunciado sustancialmente muy distinto al de otras muchas bandas de rock, pero el destino, y por supuesto el talento, quiso que la suya comenzara pronto a dar visos de una irredenta genialidad. En esa necesaria confluencia de circunstancias que todo nacimiento exige, que Julián Hernández - siempre rodeado merecidamente de esa figura de "ilustrado salvaje"- estuviera a caballo entre Vigo y Madrid (donde estudiaba en el conservatorio), lo que le facilitaba tender puentes con la vanguardia artística de su ciudad, con especial dedicación al movimiento Rompente, espacio en el que participaba Antón Reixa, y embeberse del florecimiento cultural de El Foro, y que el aspecto físico fuera suficiente aval para confraternizar con Germán Coppini, precipitaron el discurrir de unos hechos que, el virus del punk y sobre todo asistir a la actuación de los Ramones en directo, acabaron de delinear un rumbo hecho de bulliciosos renglones torcidos.

Puede que el colegio Salesianos de Vigo, enclave donde tuvo lugar la primera actuación de la banda, y salas míticas como Rock-Ola parezcan a priori ejemplares de diferentes especies, pero en la biografía “siniestra” representan paradas de un itinerario común. El mismo por el que Jesús Ordovás, eminente locutor de Radio 3 que lanzó las inaugurales soflamas del grupo a las hondas hertzianos, y Servando Carballar, cantante de Aviador Dro pero sobre todo creador del sello independiente DRO, primera casa discográfica de la formación gallega, hicieron acto de aparición para acabar siendo piezas casi fundacionales del surgimiento de un fenómeno que, visto la buena acogida de su maqueta “Ayudando a los enfermos”, encontraba en el paso a la grabación de un disco largo su lógica continuación. 

La feroz originalidad que trasladaban las composiciones de estos gallegos llegados para conquistar La Movida madrileña se sustentaba sobre muchos pilares. Su intérprete, Coppini, por ejemplo, era capaz de transformar su personalidad seria y callada en un iracundo “voceras” capaz de abrumar al espectador más curtido, mientras que el ácrata y delirante concepto manejado por la banda, y guiado en esa época básicamente entre Julián Hernández y Pepo Fuentes, significaba, más que un soplo de aire fresco, un diluvio galaico. Características que les hizo partícipes de las denominadas “Hornadas irritantes”, contubernio surgido como respuesta al “pop baboso” y compuesto por bandas como Glutamato Ye-Ye , Derribos Arias o Sindicato Malone, todas ellas inspiración y aliados de un discurso que sin embargo renunciaba conscientemente a ser abrazado en exclusividad por la logia del imperdible y el escupitajo, abogando por la hermandad generada entre barras de bar y surcos de vinilo. 

Con la edición de “¿Cuándo se come aquí?”, frase que reflejaba el clamor por un inexistente gremio de la hostelería entorno al estudio de grabación, no solo se alteraba la base sobre la que hasta ahora se apoyaba el pop (como término genérico) español, sino que quedaba inaugurado el, hoy manoseado, concepto de transversalidad, solo así se puede entender que un mismo álbum tuvieran cabida The Cure, los Jam, Dead Kennedys, Makoki o Petula Clark, o que sus textos sumergieran el costumbrismo en un ácido hecho de serie B, cómics, rock and roll o geopolítica. Sabedores y ejecutores de la frase de Eugenio d'Ors, donde acuñaba que todo lo que no es tradición es plagio, lo suyo era un desinhibido y talentoso apropiacionismo cultural que se expresaba tanto por afinidad como por oposición, y donde incordiar significaba la única ley sagrada.

Aunque convertido paulatinamente en factótum de la formación, pero relegado a la batería en un primer momento, Julián Hernández, junto a Alberto Torrado, un estupendo bajista sin ínfulas grandilocuentes, formaban la acelerada base rítmica que hacían de soporte a la fogosidad eléctrica de Miguel Costas, único encargado de las seis cuerdas mientras Soto se veía "castigado" a servir a la patria haciendo la “mili” y centrado en formar Os Resentidos, y el rugido espetado por Coppini. Una alineación que pese a su rudimentaria y amateurista puesta en escena era capaz de desbocar el ritmo hasta olfatear postulados casi hardcore en "Todos los ahorcados mueren empalmados"  o "El cobrador loco" o encomendarse a los arranques melódicos de "Ponte en mi lugar". Un repertorio que descubría el proceloso mundo de los pedales de distorsión en “La revista” mientras que merodeaba por el post punk oscuro de “Juegas al Palé”, al mismo tiempo que engendraba clásicos para una maleducada posteridad, y no aptos para los recopilatorios más ñoños de la Movida, bajo el nombre de "Matar jipis en las Cíes" o "Ayatollah". Un listado de títulos que sonrojarían a la RAE -lo que seguro generaría satisfacción a sus creadores- pero que agitados con esa constante vehemencia instrumental adquirían tintes de invocación al apocalipsis cotidiano. 

Si la ya icónica portada del disco, pergeñada por Oscar Mariné, donde convierte a la banda en los hermanos Dalton, se ha acomodado como una parada ineludible en el imaginario de la genealogía del punk, no lo son menos unos ripios deslenguados, acogidos con deleite juvenil y bajo la horrorizada incredulidad de progenitores, que llegaron a erigirse como un desbocado caballo de Troya que incluso llegó a entrar en las tripas del Imperio, llámese Los 40 principales o El Corte Inglés. Andanadas líricas que merecen un apartado muy destacado en el libro como reflexión acerca de su posible encaje, incluso legal, en el momento presente. Reconocidos algunos de esos versos por sus propios instigadores como soeces, quizás la consideración más acertada, y posiblemente la única que proteja el carácter simbólico del arte, recale en lo inapropiado de intentar descontextualizar de su época cualquier obra, apreciación extensible a autores clásicos como Cervantes o Quevedo, y ser consciente de que la sobreexposición a la que se encuentra sometida hoy en día cualquier manifestación expresiva, y más un arte popular como la música, significa que hasta la mínima brizna de aire puede adquirir la resonancia propia de un huracán, lo que en realidad no impide que siga siendo una mota en el universo.  

“¿Cuándo se come aquí?”, inevitablemente es hijo de su tiempo, pero es un vástago orgullosamente descarriado que supo convertir el exabrupto y la ironía, al ritmo de unos sonidos que nacían para extinguir de una vez por todas las pisadas de los viejos dinosaurios, en un hecho histórico para el rock hecho en nuestras fronteras. Pero más allá de su elogiable papel, al que este excelente libro de Sara Morales rinde un profuso tributo, a la hora de derribar ciertos muros de carga y alisar el terreno para la creatividad, su reproducción hoy en día no ha perdido nada de esa caótica irreverencia ni de su nervio musical. Parapetados tras esa caracterización de cuatreros, ya desde su debut, Siniestro Total dejó claro que su labor consistía en desenmascarar al bueno de la película, trabajar denodadamente para el enemigo y encargarse, con corrosiva lucidez, de hacer el balance de los daños. 

Will Hodgkinson: "Superestrella de las calles. Un año con LAWRENCE"


Por: Raúl Julián.

Escuchando las singularidades latentes en los diferentes proyectos que ha venido liderando Lawrence Hayward desde comienzos de los ochenta –desde los reverenciales Felt hasta los actuales Mozart Estate, pasando por Denim y Go-Kart Mozart–, resultaba obligado que, para que un libro sobre su figura tuviera sentido y peso propio, debía huir escandalosamente de lo que viene siendo una biografía al uso. Por eso, la perspectiva que toma Will Hodgkinson para acercarse y escudriñar la personalidad latente en tan misteriosa figura resulta del todo acertada y valiosa. 

Una apuesta arriesgada teniendo en cuenta que, para conseguir el objetivo, el autor quedó implicado, expuesto (y quizá atrapado) entre las especificidades que delimitan el mundo exclusivo de Lawrence. El resultado queda expuesto con envidiable pericia, concretando aquella idea que en origen propulsó el libro en una obra magnética y adictiva, en todos sus tramos y hasta extremos casi enfermizos. “Superestrella de las calles. Un año con LAWRENCE” (Contra, 2024) es el resultado, asimilado y ordenado, de compartir experiencias con Lawrence, compartiendo con el músico peculiaridades, manías, contradicciones y también recuerdos. Un bagaje que, para el receptor, resulta impagable. 

Un contenido de gran intensidad (y alejado ¡y cómo! de los tópicos del rock & roll) que, en manos de Hodgkinson, resulta una suerte de obra tan personal como poderosa. Este es el relato copado por un auténtico outsider; un tipo de gran talento y una personalidad a la que el término extraño se le queda ridículamente raquítico. Un tipo frágil, sensible y delicado, pero también excéntrico hasta la exasperación, caprichoso, egocéntrico y convencido de que su talento merecía otro tipo de suerte y reconocimiento que, en realidad, tampoco parece capaz de asumir. Una suerte de contradicciones humanas que, en el caso de Lawrence, quedan acentuadas hasta el extremo. 

Will Hodgkinson canaliza dualidades a lo largo de 300 páginas en las que se narran paseos o visitas a tiendas y cafés, en compañía de un tipo de aspecto llamativo que apenas come y subsiste a base de té con leche y regaliz. “Superestrella de las calles. Un año con LAWRENCE” (Contra, 24) no es, en fondo, sino la narración costumbrista de una vida, plasmada con sensibilidad y realísimo. La vida de alguien envuelto en miedos y esperanzas, con un ojo puesto en el pasado y otro en el presente; alguien que, en realidad, podría haber sido cualquiera. Solo que “cualquiera” resulta ser Lawrence Hayward: uno de los músicos menos alineados de la escena británica. Una tesitura capaz de hacer que la aventura, a través de la pluma de Hodgkinson, mute en fascinante tragicomedia.