Entrevista: Le Voyeur

“Este disco es un inventario de consumo pop” 

Por: Javier González

Lo nuevo de Le Voyeur es pura delicia, canciones intensas con mordiente y repletas de mensaje que necesitan de la complicidad del oyente para descubrir un armazón pop de potencia incontestable con el que se pretende poner a pensar y a bailar al público, mientras de refilón se le toca un poco los cojones. 

Ante semejante potencia en su propuesta, no dejamos pasar la oportunidad de entrar en contacto con Miguel Marco, alma mater de Le Voyeur, un artesano de canciones que vive por y para la música, quien nos arrastró hasta los secretos más profundos que han dado forma a “Popnografía”. 

Una charla de altos vuelos, tan cercana y adictiva, como larga y distendida donde pudimos conocer más de cerca a uno de los cerebros mejor colocados de nuestra música. Con todos ustedes Miguel Marco, con todos ustedes Le Voyeur

En primer lugar, nos tenemos que dejar arrastrar por el tópico. ¿Qué tal ha ido la primavera y el verano? 

Miguel: Creo que hemos travesado varios procesos de adaptación al medio, la primera parte quizás haya sido con más dosis de miedo e intranquilidad, temiendo por nuestra salud. A medida que pasaba el tiempo y se fue el estado de alarma parecía que veíamos la luz, pero seguimos viviendo con urgencia y pies de plomo. Ando viendo qué pasa con todo esto a nivel de nuestros mundos creativos, a la espera de poder escribir la historia de Le Voyeur. En mi casa ha primado la salud, algo que también ha ocurrido en mi estudio. Tú sabes por propia experiencia que hay un orden de prioridades en la vida. 

La pandemia ha supuesto un parón que también afectó a la fecha de salida del disco que estuvo precedida de un goteo constante de singles. 

Miguel: En primera instancia iba a salir el 20 de Marzo, pero se retrasó para no dejarlo caer en el olvido. Ahora existe una nueva narrativa que me divierte mucho a nivel creativo, pienso que todo lo que sean aventuras y crisis traen nuevas ideas porque se desarrollan nuevos puntos de partida. Se va a cambiar un modelo que ya venía mutando porque el proceso de sacar LP´s enteros se venía agotando. Tocó adoptar el goteo de singles que nos permitió poner el foco en cada canción, independientemente de que “Popnografía” como tal sea una colmena pop. He vivido estos meses con la incertidumbre de saber cómo llevar a cabo todo el proceso natural de siempre. 

En el caso de Le Voyeur se da la curiosidad de que se trata de vuestro segundo/cuarto disco, tras la buena acogida de “Episodio Aparentemente Letal”, algo que ha debido ser una auténtica putada. 

Miguel: Claro que es una putada. El proyecto de Le Voyeur tiene diez años, antes era conocido como Le Voyeur Méndez. Nace en el momento que me voy con Nacho Mastretta y grabamos en LIPA, el estudio de Paul McCartney en Liverpool, el primer disco. No es nada nuevo, lo que ocurre es que hay un giro en mi carrera en el punto en que aparece “Episodio Aparentemente Letal”, un trabajo que nace de un episodio trágico en mi vida que tuvo final feliz. Dicho álbum ha tenido mayor repercusión para crítica y medios, ha posibilitado una gira más larga con fechas por Europa y acabando en Nueva York. Ahora toca presentarlo en directo. Es un disco que lleva poca vida, pero donde el foco se ha puesto en cada canción, la gente ha escarbado mucho en cada secreto porque fuimos adelantando singles. 

¿Cómo definirías musicalmente éste álbum?

Miguel: Es un cubo de rubik con muchas puertas. Llega a un punto en que a nivel artístico me quedé tranquilo. Soy autoexigente como productor y músico, no soy capaz de dejar una letra en una servilleta como valida, también me pasa con los sonidos. En ambos aspectos me he quedado bastante tranquilo con “Popnografía”. 

Musicalmente hablando pienso que se remarca el sonido Le Voyeur, pero me da la sensación de que se acerca a unos postulados más pop. ¿No sé si es una forma acertada de definirlo? 

Miguel: El título lo define. Es un inventario de consumo pop. Son imágenes de polaroids independientes, unidas con puentes y túneles invisibles. Es un palacio pop donde viven Bowie, Freud, El Bosco, Talking Heads, Tarantino y Dalí, reunidos para dar vida a personajes que interactúan entre sí. Es un homenaje al mundo pop, pero a la vez una crítica y una sátira hacia el consumo de masas, entendido como lo que llega a la gente en series tipo Stranger Things o plataformas. La cultura popular tiene que ver con lo que nosotros consumimos dentro de este planeta del alma. 

También podíamos hablar de un trabajo de apariencia más amable que su predecesor… 

Miguel: Piensa que “Episodio Aparentemente Letal” es un episodio trágico en mi vida. Es el diagnostico de una muerte súbita no consumada, es un diagnóstico médico. Se trata de un proceso en el que tuve a mi hija muerta durante un minuto entre mis brazos. Creo que se acerca sin querer a ciertos trabajos que firmó Nick Cave cuando perdió a su hijo, también a “Skeleton Tree”, e incluso a “Black Star” de David Bowie. Personalmente andaba atravesando un duelo invisible, porque mi hija seguía viva. Se trataba de un disco oscuro. Me encerré en casa a componer, tuve la visita de muchos amigos como Alberto Malalengua, Fernando Vacas y Bruno Galindo. Al final, dentro de la oscuridad, aquel trabajo tiene un mensaje optimista. Los trabajos que surgen del halo misterioso y trágico tienen la misión de hacer sobrevivir al artista, son como una especia de redención. Me quería olvidar de eso. Afortunadamente mi hija está maravillosa. Sin embargo, creo que la trascendencia del arte y la cultura tiene que ver con esos hitos del artesano de canciones. Ahora quería hacer un disco que fuera amable y construido desde un prisma más desprendido, que no tuviera una responsabilidad mayor. Este es un compendio de canciones que tiene que ver con la retromanía de Simon Reynolds y el “Scary Monster” de David Bowie. También hay ecos de Lou Reed, Kraftwerk y la música que me llevaba a colocar todo de una forma más expresiva y lúdica. La transición no fue fácil, venía de un disco con buena crítica y densidad violenta que no veía el final del túnel. Ahora estamos en lugar donde viven unos personajes que se parten de risa. 

El narrador también parece ser otro… 

Miguel: Ahora el narrador lo está viendo desde otra perspectiva. El narrador es omnisciente, sabe dónde va cada personaje en cada momento. Esta nueva narrativa lo permite. Es un disco muy colmena, con una narrativa de relatos que tienen que ver entre sí y que te llevan a otro lugar. Se puede leer desde una perspectiva individual o más amplia. También se ha trabajado desde otros ritmos y con más toques new wave. Está en una perspectiva más pop, en el sentido clásico, una especie de retrología que te lleva del pasado al presente. 

En “Jardín de las Delicias”, un título icónico, tomado de un cuadro que creo que todos tenemos en la cabeza, donde cantas “tendrías que dejar de obligarme a ser feliz”. 

Miguel: Es la necesidad de coexistir con la verdad y no con lo que te imponen. Tiene que ver con la “happycracia”. Hay formas de vivir que no son las perfectas para el consumo, deberían permitirnos coexistir con ellas. Habla de esto. Si te fijas en el cuadro hay muchas formas de vida dentro del tríptico. Creo que resume bien esa estética de la razón epidérmica a ras de piel. Por qué ser feliz por fuera y por dentro no. Es una canción que desarrolla una crítica al mundo Amazon, Google, Netflix, Spotify, etc. En realidad, es una crítica contra el consumo en sí, una nueva forma de histeria colectiva que tenemos ahora. Es la guerra líquida tendida en el mosaico de Miró, de la que hablo en “Ikea en Ítaca”, la furgoneta yihadista sobre el mosaico de Miró. Ahora estamos en una guerra silenciosa, invisible y envenenada. Tiene que ver con una guerra de consumo. Esto no va de guerras atómicas. Es el background de nuestra historia. Mezclar lo popular con la parte más culta del espectro pop, te lleva a canciones como esta. Es una irreverencia desde el respeto al El Bosco, donde Bowie desde su habitación mira el cuadro. 

En “Democracia” habéis escrito la típica canción pop que no acabará gustando del todo a nadie. ¿Había ganas de poner a bailar a la tropa mientras les tocabais los cojones? 

Miguel: Exacto. Tiene mucho que ver con esto. Aquí hay una cosa muy premeditada. Es construir la noche del fin del mundo con estos personajes bailando un karaoke caleidoscópico. Hay un mensaje crítico de lo que es la ruina de nuestra transición hasta hoy, con muchas lagunas y defectos de forma. Es verdad. Hay imágenes excesivamente fuertes que tienen que ver con nuestro background de los ochenta. Creo que ya no estamos en una democracia sino en una postdemocracia. Está encubierta. Se intentaba salir desde la transición a ese punto. Ahora hay un punto que dice “tu genética es hardcore, aprietas el botón, atentado en Hipercor”. Es una brutalidad de imagen que nos lleva a decisiones tomadas en determinados momentos para ver qué ocurrió tras la caída del muro de Berlín, pero sí, “Democracia” es baile. El diablillo está en el oído izquierdo explicándonos lo que está ocurriendo. Es una distopia pop en la que de repente ves toda una construcción que viene sujeta por el consumo y la política heredada. 

Muy en esa línea de pop bailable anda “Loop de Prometeo”, con ese aire épico a lo canción de película… 

Miguel: Es un punto de inflexión dentro del álbum tiene un sonido que va desde Pulp hasta en ciertas partes electrónica de LCD Soundsystem, va a una electrónica más analógica. Es una forma de entender el castigo eterno. Por otro lado, es una canción de amor, más que de amor de desamor y venganza. Tiene unas connotaciones que la entroncan con la mitología más pop. Es reactualizar los mitos de los castigos de Prometeo. Estoy haciendo una pequeña colección de castigos del siglo XXI. 

Miguel, eres un tipo que vive sumergido en música. ¿Cómo sobrevive alguien como tú en una situación como esta? 

Miguel: No he trabajado de nada que no esté relaciona con la música desde siempre. Llegué a Madrid desde Vigo con 18 años para estudiar periodismo, pero ya andaba trabajando de profesor de armonía y arreglos musicales en Carabanchel. Mi espacio siempre ha estado relacionado con la docencia musical, pero me he especializado en composición, armonía y arreglos. En este momento la formación ha tenido un auge, la gente ha descubierto el conocimiento después del confinamiento y de verse mil series han pensado en salir reforzados. Ha habido un movimiento más de formaciones. A nivel de producciones todo está muy parado, los músicos no quieren invertir en estudios, no hay “feedback” claro ni lo va a haber de aquí a un año u año y medio, me refiero en un estado más natural. También soy periodista¸ algo que me salvó la vida y la cabeza durante el confinamiento, cuando Joan Luna y Dani Mondo, me dijeron que tenía un perfil interesante para hacer un podcast para MondoSonoro. Necesitaban un músico, periodista y con estudio en casa potente, luego tengo la parte artística con Le Voyeur y otros sucedáneos. Es algo que tiene que ver con la supervivencia. Toca moverse en varias direcciones para construir diferentes formas creativas que para mí son la enseñanza, la producción y el periodismo musical. Tú lo sabes bien, son formas creativas, lenguajes distintos que están dentro de ese rango. Lo veo como algo muy natural. Tanto grabar y dar clases, como subir al escenario y hacer una entrevista. No es una cosa que haya impostado. Es mi vida. Viaja conmigo. Lo voy desarrollando así. Creo que lo más importante de cara al futuro, lo digo como docente y productor, es caer en la reeducación de las nuevas generaciones. Cada vez se ve con más fuerza un plano muy desolador, todo el tema de la democratización de medios ha generado menos fuerzas en los medios de prescripción. Hay mucha saturación de contenidos poco cualitativos en todos los ámbitos artísticos. El otro día hablamos en una mesa redonda sobre la última desfachatez artística y salió lo del faro de Okuda. Personalmente defendía el hecho de cualquier creación libre. Mi misión es dar libertad o poder darla, no solo a mis canciones sino a mi contexto artístico. Había un señor que hablaba de los cánones. Yo le rebatía sobre el plátano de la Velvet, el que hizo Warhol. Quiero decir que el filtro artístico pasa con los años, no vale con lo inmediato. El sesgo de la inmediatez, de la urgencia y el consumo va a estar siempre respecto a la construcción creativa, pero tiene que haber una reeducación. A mí me gusta escribir canción en varios niveles, estableciendo parámetros, en unos más literales y otros más metafóricos. Por último, quedaría el tema de los contextos socioeconómico e histórico. Seguro que me habré dejado el plano literal por el camino y nadie lo entienda. Si haces un equilibrio entre todo ello, llegarás a todos los estratos sociales y de escucha de las canciones que es parte de una reeducación, que no es más que explicarle a alguien que simplemente las cosas quedan ahí. Vengo luchando mucho tiempo con esto. Creo que Le Voyeur tiene poco de mainstream, no tiene un sesgo cultureta, pero sí se queda cerca. Hay que tener referencias para entender nuestro mensaje. Es un riesgo que asumo. Creo en la reeducación, pienso que los niños tienen que dejar de tocar la escala mayor con la flauta para jugar con versos y melodías, hacer otras cosas. Tocar la escala mayor pertenece al siglo pasado. Ahí viene todo el engranaje que tenemos que sostener con todas las columnas de la historia y el arte. 

¿Qué planes manejas a corto plazo? 

Miguel: Este cambio de narrativa nos ha llevado a una supervivencia vital y luego artística en mi caso. En el caso de lo artístico han pasado cosas interesantes, muy poquitas, porque no se puede hacer gran cosa, espero que en un futuro vengan algunas más. No puedo permitirme estar parado, vengo construyendo en paralelo dos trabajos más. Da pena ver a colegas músicos que tras un curro de dos años no han tenido repercusión alguna, ni ver a la gente disfrutar del plano lúdico que pueda tener en otras circunstancias la música. Ha habido presentaciones chulas con entrevistas, iremos al Win. Tenemos otras cosas en streaming y haremos varios ciclos de conciertos. Luego está la presentación oficial como la que habrá en Madrid, que es el 18 Diciembre en Costello… hay cositas. Ahora mismo es bastante es para lo que está pasando, pero no hay una visión concreta en la que puedas basarte. Los festivales ya ves cómo están, hay un efecto dominó en medios. Pensar que un medio como Rockdelux ha caído. O vosotros mismos que sois parte del engranaje y sabéis que esto se complica. Ahí reside la pasión y el arte. Ahora casi todo se reduce a notas de prensa. Es un parón que he notado también en las entrevistas. Ahora lo que veo es que muchas plantillas de medios concretos se han reducido. Cuando se agoten los prescriptores, los que filtran las noticias y dan valor a las cosas de calidad habrá un problema. Es loable y maravilloso que sigamos en pie. Ahora lo que ocurre es que las colaboraciones no se pagan o se pagan menos. Sobrevivir del periodismo musical es una utopía porque la publicidad ha bajado un ochenta por ciento. En cabeceras grandes que son empresas lo notan muchísimo. Hay un problema que tiene que sustituirse. Estamos dominados por los grandes monstruos que son las plataformas que manejan los hilos. Nuestro contenido de valor se vuelve gratuito para estos gigantes, ojo que estamos alimentando al monstruo. Es verdad que hay que seguir en la lucha, porque es nuestra pasión, pero deberíamos buscar fórmulas para que los textos no sean parte insignificante del big data. 

Nos va a tocar ser hombres del renacimiento, hacer mil cosas para poder sobrevivir.

Miguel: En mi caso no solo tengo un proyecto artístico, también entiendo la escritura, la docencia, la composición, la producción y hasta el periodismo como algo vital. Animo a mis amigos, gente como Bruno Galindo y César Luquero, entre otros, a que escriban y hagan libros. Que se desarrollen como autores. Hay algo que se queda. No es un archivo que se queda en la big data. Ahora se están vendiendo muchos más libros con temática musical que discos y vinilos. De letras o de historia musical. Se venden más libros que casi cualquier otra cosa. Hay una cosa que tenemos que redefinir, se trata del tema de los formatos. En esa línea que comentas el próximo año se cumplen diez años de nuestra primera grabación, porque en realidad mi carrera en solitario son cuatro discos. El año que viene haremos un aniversario para celebrarlo, con una conmemoración en un formato distinto, básicamente porque vemos que lo va a consumir más gente. El libro estará en distintos sitios. Ahora mismo los vinilos y los cds, ya son nichos de gran mercado. De hecho, el vinilo ya se vende más que el cd. 

Respecto a dicho tema, suelo decir que el mercado se mantendrá gracias al público yonki, ese sector fiel que está enganchado a la melomanía. Últimamente tengo la teoría de que quizás el Cd no termine su vida y el vinilo, el vinilo requiere de calma y tiempo, algo que el mundo actual nos niega. 

Miguel: Exacto. Dedicación, entrega y tiempo. Por los cánones que hablamos no va a pasar ni a ocurrir. Tendemos a la velocidad, al consumo. El mundo editorial se ha frotado las manos con la música, se ha vendido mucho más en ese aspecto que discos en estos años. Creo que hay que ir adaptándose a los formatos. Estamos en un momento francamente difícil. 

¿Qué soluciones ves al asunto? 

Miguel: Llevo desde los 18 dando clases, estoy especializado. Mi perfil es casi profesional y de músicos, me piden arreglar, componer y preproducir. Mi perfil es difícil de encontrar a nivel docente, hay gente buena, pero es difícil de encontrar. En este país hay buenos intérpretes, pero malos compositores, creo que es algo endémico. Si ves la cantidad de gente que hacemos algo musical, hay muchos músicos y muchos intérpretes, es algo que se ha extendido desde conservatorios. Las escuelas modernas no han enseñado a dar un paso a la composicmión. He notado un avance, pero no viene ayudado por los medios. Es un poco lo que ocurre. 

El primero que me habló de ti, de tu música y de tu proyecto fue un amigo común. Fernando, el mítico puerta de “El Sol”. 

Miguel: Fernando es amigo mío desde hace mil años. Él ha visto toda la evolución de la relación con mi mujer, ya que nos conocimos allí. Le adoramos en esta casa. Es un padrino invisible para nosotros. 

Antes has hablado de un proyecto que tenéis en mente. Exactamente, ¿en qué anda Le Voyeur trabajando? 

Miguel: Estamos trabajando en un proyecto paralelo del voyeurismo y en un nuevo disco de Le Voyeur. El confinamiento nos ha reconstruido a nivel interior. Nos queda año y medio para salir de esto a un nivel potable, así que tocará hacer bolos para gente sentada, secuestrada y maniatada.