Paul Collins: “Stand Back and Take a Good Look”


Por: Skar P.D.

Hay discos transparentes ya desde la portada. Desde el título, desde la composición visual y, como éste, desde la propia fotografía del autor. Paul Collins es un tipo transparente en el sentido de que emana sinceridad y honestidad. Un buen tipo, vaya, de esos con los que te tomarías una cerveza y les dejarías hablar largo y tendido, de esos de los que vas a aprender si o sí. De esos que cada vez son más caros de encontrar, de esos a los que la edad les sienta bien porque destilan sabiduría y buen rollo. Desde la portada, con un Paul Collins elegante rodeado de algunos de sus discos; de él, de sus bandas y de otros que seguramente han sido importantes para él, como Mink Deville o Flamin’ Groovies, por ejemplo. Y todos ya con unos cuantos años de gloria sobre ellos. Y, además, éste es un disco transparente también en el título que lleva, “Stand Back and Take a Good Look", y esa mirada objetiva que se obtiene sobre lo hecho desde la perspectiva que te da el paso del tiempo, lo que define exactamente el contenido del mismo. Es como si Paul Collins hubiera decidido repasar toda su carrera desde la experiencia que te da el paso del tiempo. También, y por qué no, desde la reivindicación de aquello que en su momento pasó desapercibido o no tuvo la expansión que merecía. En la portada, a la derecha un poco hacia atrás y en pequeñito, aparece un disco, el primero de su carrera en solitario, publicado por la compañía española DRO y que básicamente solo se distribuyó en España. Ese disco, del mismo nombre que su autor, juega un papel importante en esta última entrega del señor Paul Collins.

Han pasado seis años desde que publicó "Out Of My Head", luego llegó el confinamiento y todo se paró y no siempre resulta fácil volver. El mismo Paul Collins lo explica así: "Una vez que las cosas realmente se calmaron, no pude encontrar un punto de reingreso hasta ahora. Había pasado más de diez años viajando por todas partes y, francamente, estaba cansado y envejeciendo. ¡Parecía un buen momento para dar un paso atrás y echar un buen vistazo!" Una explicación clara y sucinta de lo que este nuevo disco representa en su carrera. Recuperar y alimentarse de un brillante pasado y rodearse de buenos amigos es, sin duda, un buen punto de apoyo para obtener el impulso necesario para revitalizar el presente. Esto es ni más ni menos lo que significa este "Stand Back and Take a Good Look" en la carrera del músico neoyorquino

La oportunidad de volver a trabajar con el productor Jim Diamond abrió la posibilidad de volver a grabar, y en cuanto a los músicos que podrían acompañarle resultó que llamó a una serie de amigos, todos y cada uno de ellos, en mayor o menor medida, con algo que decir en esto del power pop, y todos estaban disponibles y aceptaron la propuesta. Un disco en el que figuran nombres como Chris Von Sneidern, Richard X. Heyman, Prairie Prince, Dany Laj, los hermanos Murphy de Shoes o Steve Allen y Ron Flynt de 20/20 entre otros, lo que  parece una garantía más que evidente de que el resultado va a estar a la altura necesaria. Bueno, y que el señor Collins es una de esas "rara avis" capaces de encontrar la perfección melódica con una facilidad inusual. Puro power pop.

Otra factor determinante es que para este disco Paul Collins ha rebuscado en el cajón de canciones almacenadas durante años y la posibilidad de revitalizar otras que, por diversos motivos, habían pasado desapercibidas. Si había que ponerse en marcha cuanto antes mejor. La canción con la que se abre el disco y que le da título, "Stand Back and Take a Good Look", es una composición de su antiguo compañero en The Nerves, Jack Lee, a la que continúa el primer single extraído del disco, "I'm the Only One for You", un tema de la época tardía de The Beat. Nerves y The Beat para empezar, no parece probable que nadie ponga la más mínima objeción. En esta última colabora en la voz el tipo que, cuando Paul Collins publicó aquel disco titulado "The King Of Power Pop", le llamó para decirle "tú de que vas", ni más ni menos que el grandísimo, y añorado, Dwight Twilley, en la que pueda que haya sido su última aportación a la música. Con este inicio, que te sitúa en Los Ángeles allá por finales de los setenta, si hay que hacer reverencias, pues se hacen.

De su primer disco en solitario, ese que aparece en la portada al fondo y en pequeño, recupera una de esa gemas que salpican toda la discografía de Paul Collins, y es que "In Another World" es de esa canciones que optan por derecho propio a figurar en el Olimpo de las composiciones que salvan vidas. No es la única que revisita de su mencionado primer disco en solitario, la balada inspirada en sus abundantes estancias en España, "Under The Spanish Sun", o esa incursión al country más nostálgico llamada "You Can't Go Back", completa la recuperación de un disco que, según sus propias palabas, las del Collins, no es muy conocido en su país natal. La reflexiva "Don't Take It So Hard" se antoja como un respiro necesario y es que en realidad no es imprescindible tomarse todo tan a pecho, dice Paul Collins. Hay tipos a los que hay que hacerles caso.

Y desde el cajón de las canciones que se merecían algo más, o que no fueron debidamente grabadas, también se recupera para la ocasión "Will You Come Through?'', una canción de Peter Case y que figuraba en el repertorio de The Nerves y The Breakaways, la banda que Case y Collins crearon después de la disolución de los primeros. En su día solo se podía encontrar en demo o en directo, ahora tiene un merecido reconocimiento. Y para nostalgia, "Liverpool", que suena como la banda sonora oportuna para pasear por las orillas del río Mersey en la ciudad que vio nacer a The Beatles y compuesta en una breve estancia de Paul Collins en la ciudad allá por los noventa.

La sutileza de "How Will I Know?'' parece un reflejo de un estado emocional cercano a la incertidumbre y conjuga perfectamente con la muy "McCartiana" (de Paul) "That's When I Think of You", una balada a la que la entonación grave y la facilidad para el estribillo de Paul Collins la dota de una profundidad cercana al estremecimiento. Y puestos a recordar y a mirar objetivamente desde el pasado. "One Hill And I'm Home", una canción compuesta por el hermano de Paul, en los tiempos en que compartían escenario, ofrece una visión de los recuerdos infantiles, de la vuelta a casa, en los tiempos en que subir y bajar las colinas en bicicleta eran la aventura del día. Que la canción que cierra el disco, "Westbound", responda a los parámetros más canónicos del rock and roll setentero, ejerce de cierre adecuado y necesario a un disco basado en la recuperación y revitalización de unos tiempos que parecieron cercenados por una pandemia indeseada y provocada de la que todavía nos estamos recuperando. A las personas, léase músicos, con la sensibilidad a flor de piel, pareciera que les costara más. El power pop es una música de sensibilidades y sentimientos.

Dice Paul Collins que este disco es prácticamente su ADN y desde luego así parece. Ecléctico en su concepción se sale de los esquemas desde los que se diseña el power pop. Bien sea intencionado o producto de los diferentes tiempos compositivos en los que se realizaron las canciones parece un repaso a toda una carrera cimentada en la capacidad del autor de obtener la melodía adecuada que la canción necesita. Un disco construido desde la madurez, obvia, en un artista que lleva construyendo ganchos compositivos como si los pudiera comprar al por mayor. Y no tiene por qué ser el mejor ni el peor disco de Paul Collins, simplemente este “Stand Back and Take a Good Look” es el último disco de Paul Collins y esto es toda una garantía. Toda la garantía que da el conocer el destino antes de empezar a viajar.