Entrevista 15 Aniversario: Tali Carreto


“Las salas son el ecosistema ideal para que un artista tenga un crecimiento orgánico” .

Sobre Tali Carreto se pueden decir muchas cosas, pero ni una sola de ellas negativa. Compartir un rato junto a él es sinónimo de grata compañía, buena charla cultural y cercanía. Afable, sincero y cariñoso al extremo. Saber que él anda detrás de cualquier gestión o encargo, es tener la certeza que todo saldrá bien. A su vera, jugamos en casa. Y eso reconforta. 

En sus labores, ya sea al frente de La Mota Comunicación, donde desarrolla algunos de los mejores proyectos musicales del país o lleva la comunicación de pitotes tan gordos como el Canela Party, o como codirector de “Alhambra Monkey Week” y “Alhambra Monkey Weekend”, hay profesionalidad a raudales, anticipación y un cuidado buen gusto que marca diferencias con otros compañeros de profesión que siguen a años luz de su buen hacer. Pero sobre todo hay en él un calor humano que hace que cualquier de los que hemos tenido suerte de llegarle a conocer sintamos que en El Puerto de Santa María, sin ser conscientes de ello, la vida nos regaló un hermano carnal que apareció en nuestras para hacernos un poquito más felices. 

Es un honor y un privilegio que un tipo tan valiente, arriesgado y visionario como Tali se deje caer por nuestro quince aniversario. Sospechamos que lo sabe, porque de tonto no tiene un pelo, pero este romántico amante del cine y la música, este “rara avis” de nuestra industria, es el último descendiente, el guardián del linaje mítico de los reyes de Tartessos. Tanto arrojo, valentía y capacidad de acierto, no puede salir de ningún otro sitio. Para nosotros no existe la menor duda. 

¿Qué valoración general harías de la actual situación del “mundillo” musical? 

Tali: Menuda pregunta peliaguda para romper el hielo, amigo. Si te soy sincero, hay mucho donde cortar: la tan comentada últimamente saturación de lanzamientos y de festivales, la proliferación de pantallas de exposición que ha traído el auge de las plataformas, pero el escaso rédito económico que otorga a los artistas (sobre todo, a los emergentes), la cada vez más difusa línea entre lo indie y lo mainstream… ¿Seguimos? Creo que hay que fomentar más puntos de encuentro, de debate, de diálogo entre todas las partes implicadas en ese “mundillo”, como tú lo llamas, pero cada vez parece más un multiverso a lo Marvel. 

Siempre se ha hablado del directo como último refugio para mantener con vida a las bandas, ¿Crees que hay una red de salas y condiciones favorables a lo largo del Estado? 

Tali: Creo que precisamente las salas han sido de los elementos más perjudicados por y tras la pandemia. Y digo “tras” porque aún queda mucho por recorrer para contar con una red sólida de salas de conciertos en nuestro país. Sí que es cierto que hay asociaciones que luchan por ello, como ACCES, o programas como AIEnRUTa-Artistas y Girando Por Salas, pero aún así faltan más salas, y salas de diferentes formatos y aforos en algunas ciudades. Considero que las salas son el ecosistema ideal para que un artista tenga un crecimiento orgánico, y es por ello que debemos poner nuestro esfuerzo como profesionales en crear ese ecosistema de la mejor manera posible. 

¿Cuál es el papel que en ese sentido crees que juega la proliferación de festivales? 

Tali: Es cierto que hay muchos festivales, quizás demasiados, en estos momentos. Pero también parece que hay una mayor polarización: o festivales enormes, de un gran tamaño, equivalentes a los blockbusters en el cine para entendernos, o festivales boutique, mucho más pequeños o especializados, destinados a cubrir una experiencia concreta o a atender un nicho determinado. Creo que el término medio, esos festivales entre 5.000 y 10.000 asistentes, están abocados a la desaparición. Por muchos factores: el cada vez más elevado caché de los artistas principales y la lucha cada vez más encarnizada por contar con ellos, la aparición de nuevos públicos que buscan más el momento instagramer que el propio disfrute de la música… También creo que los festivales debieran ayudar al tejido de las salas, porque no todos los artistas pueden saltar de prácticamente su origen a subirse al escenario de un gran festival, algo que cada vez es más frecuente. Corremos el riesgo de crear hypes con demasiada frecuencia, de no acostumbrar ni al artista ni al público a ese crecimiento orgánico que antes mencionaba… y de que al final sean una decena de artistas los que siempre aparecen en los carteles, ¡y no todos los artistas pueden girar año tras año! 

Ahora que la venta de discos es irrisoria, las plataformas siguen robando a los creadores con porcentajes ínfimos por reproducción y en los festivales apenas se paga a los artistas más minoritarios, salvo honrosas excepciones. ¿Por dónde pasa la durabilidad de los proyectos y las carreras de larga duración? 

Tali: Me remito a mi respuesta anterior: los festivales deberían cuidar no solo a su público, también a los artistas. Y para ello no basta con ofrecer el mejor caché posible o las mejores condiciones al artista principal, destacado o, por mucho que odie ese adjetivo, de moda. Los festivales también deberían apoyar a los artistas emergentes, y no es cuestión de rellenar programación u horarios, sino de apostar por ellos al 100%. Afortunadamente, nos quedan festivales que apuestan por carteles diferentes y por programaciones nada estandarizadas, y también hay incluso macrofestivales, como Mad Cool, que desarrollan iniciativas como Mad Cool Talent y que promueven el talento y la creatividad emergente, nuevos nombres a los que seguir la pista. 

A la hora de disfrutar de la música como oyente, ¿prefieres acercarte a los clásicos con los que te hiciste melómano/a o bien prefieres escuchar propuestas novedosas? ¿Por qué? 

Tali: Evidentemente, y dada mi implicación en una feria / festival como Alhambra Monkey Week, soy más propenso a pegar la oreja a nuevas propuestas. Más me vale cuando nuestro leit motiv es ese “descubre hoy la música del mañana”. Aunque siempre hay tiempo de volver a un buen clásico, ojo. 

Todo oyente tiene algún secreto no confesable de bandas y/o músicos que le emocionan y que no suelen estar bien vistas, ¿Cuáles serían los tuyos y por qué?

Tali: Si te refieres a placeres culpables, podría enumerarte muchísimos. Me pierden muchos one hit wonders de los 80 pero también muchos ilustres olvidados. Y me gusta reivindicar a grandes creadores de canciones, se llamen Wham! o Pablo López. Hay canciones que, para sorpresa quizás de muchos que me conocen, me remueven mucho por dentro. Por ejemplo y sin ir más lejos, “Tenía tanto que darte”, de Nena Daconte, me parece un tema pop brutal, tan alegre… como triste. Cada vez que oigo esa canción la canturreo sin parar, pero me invade una tristeza increíble. Y al fin y al cabo, ese es el poder de la música o de una canción, ¿no? El despertar emociones. 

¿Cuál fue ese primer contacto con la música que te empujó a dedicarte a ella? 

Tali: Creo que empezar a grabar casetes cuando era un renacuajo. Siempre he sido muy de crear casetes personalizadas, muy a lo “Alta fidelidad”. Pero vamos, que levante la mano en la sala cualquier mayor de cuarenta años que no empezara así a interesarse por la música. (Risas)

Cita cinco nombres básicos en tu reproductor en los últimos meses. 

Tali: The Lemon Twigs, Cut Worms, Adiós Amores, Prison Affair (y por extensión, todo el nuevo punkeo tipo sprgrs, Tetas Frías, Sistema de Entretenimiento…) y Chet Baker, que siempre me da paz. 

¿Qué artistas malditos, minoritarios o relativamente novedosos nos recomendarías encarecidamente no perder de vista? 

Tali: Mi compi Jesús Guisado me descubrió hace poco a Yamasuki, un personaje ficticio con el que se marcaron un disco brutal allá por 1971 Jean Kluger y Daniel Vangarde, dos pioneros del sonido disco y el segundo, además, padre de Thomas Bangalter, mitad de Daft Punk. Una joyita de esas que vale la pena (y mucho) descubrir. Otro colega como Ignacio Buhigas me descubrió a El Boleco, que no paro de recomendar, un cantaor jovencísimo pero que canta como un viejo (con todos los respetos). Brutal. También por el último Monkey pasaron artistas más minoritarios pero que son una auténtica gozada, pienso en Nico Roig, Sanisidro… ¡podría estar horas recomendándote nombres! 

En tu caso te dedicas al sector de la promoción de artistas y festivales, organizas los “Alhambra Monkey Week” y “Weekend”, y ejerces de dj. ¿Cuál es el papel actual de la profesión dentro del panorama musical? ¿Cómo de complicado está el asunto? ¿Qué es lo que más disfrutas de la misma? 

Tali: También escribo en revistas (risas). ¡Así de intenso soy! Creo que al igual que te comentaba antes sobre los festivales, se tiende más y más a la especialización, a dedicar tu atención y trabajo a públicos y objetivos muy determinados. Complicado ha estado siempre. Pero los problemas siempre azuzan la creatividad, eso también lo creo. Y disfruto al 100% con cada una de mis tareas. ¿Qué más se puede pedir trabajando en lo que nos gusta? ¡Somos unos privilegiados! 

Has estado al frente de la edición de revistas, regentado garitos y hasta has posibilitado con tu don de gentes uniones increíble: Álvaro Suite y Bunbury se conocieron por ti, Rocío Márquez y Bronquio colaboraron en parte por tu culpa). ¿Con qué te quedas de estos años de experiencia como “liante profesional”? 

Tali: Bueno, eso de que Álvaro y Enrique se conocieran por mí es decir demasiado. Mi compi Jesús, al que citaba antes, y servidor, trabajábamos en un bar / sala de conciertos / antro que se llamaba El Hoyo (te puedes hacer una idea con ese nombre, (risas)) y un buen día Bunbury apareció por allí interesado en conocer a la gente que hacía la revista FREEk!... y al día siguiente, o ese finde, tocaban allí la banda de Álvaro, Suite, y si no me equivoco, así se conocieron, o intimaron, y Enrique acabó enrolando a Álvaro en su banda. Rocío y Santi, por otro lado, se conocieron en una presentación del Monkey, a la que Rocío venía para hablar sobre su concierto previsto en esa edición y Santi hacía un breve showcase para animar el evento… y acabaron haciendo buenas migas. Pero no es solo cosa mía, es también “culpa” de mis compañeros, de un trabajo conjunto y de crear un ambiente propicio para este tipo de encuentros. Recuerdo que un Laboratorio de Creación que hicimos también en un Monkey en colaboración con SGAE, se conocieron Tulsa y Alberto & García, y acabaron colaborando juntos, o que en una charla del Monkey Pro coincidieron Esteban Girón, un hermano para mí, y Niño de Elche, y fue la semillita de Exquirla, el proyecto conjunto del segundo con Toundra… y hay tropecientas historias más así. Nos encanta reliar, en el buen sentido de la palabra, y no hay nada más satisfactorio, créeme, que ver que de relíos así salen cosas tan bonitas y maravillosas. 

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de nuestra revista digital? 

Tali: Recuerdo ponerte por fin cara (risas). Y darse uno cuenta que no había fallado en sus predicciones: detrás de aquel magazine virtual con mucho criterio y no menos trabajo había una gran persona. 

¿Qué valoración haces de nuestra evolución como web asentada dentro de la oferta de prensa musical, nacional y gratuita? ¿Qué es lo que más te gusta de El Giradiscos? ¿Y lo que más te irrita? 

Tali: Me gusta mucho que, a pesar de nacer como un webzine con querencia por el rock, vuestra amplitud de miras ha hecho que se haya ampliado vuestro radar… sin perder un ápice de esencia. También me encantan algunas de vuestras firmas. Y cómo reaccionan los artistas a muchas de vuestras reseñas y entrevistas. Ahí estaba hace poco Dani Llamas, emocionadísimo con la reseña que le dedicó Guillermo García Domingo a “Sangre”, su último disco, y que él mismo considera no solo la mejor que han escrito sobre ese álbum sino en toda su carrera. Dice mucho y bien del cuidado y la profesionalidad que dedican vuestros redactores al material que tienen entre manos. 

Espacio libre para una felicitación, crítica o lo que venga en gana… 

Tali: Os merecéis otras quince velas, amigo. ¡Que no pare de girar ese disco vuestro!