Entrevista: Fernando Alfaro


“Nunca me he creído la visión edulcorada de la vida que se nos planteaba en estas sociedades del bienestar” 

Por: Javier González. 
Ajustes técnicos: Raúl Domínguez.

El debut de Fernando Alfaro como novelista no iba a decepcionar, no teníamos la menor duda. Si bien es cierto que con anterioridad había entregado tentativas brillantes al estilo de “Pere y María” (Muzikalia), un relato corto unido indisolublemente a las composiciones del disco “Corazón Roto y Brillante”; ahora ha ido un paso más allá con “Mundo Turbio” (Contra), un crudo recorrido por los vaivenes temporales de una serie de personajes torcidos que luchan por hacer de su existencia un camino lo más llevadero posible.

Ángel Turbio se erige en principal protagonista del relato; su vida es un interminable cruce de caminos, donde amigos, amores y compañeros, aparecerán y desaparecerán entre nieblas carcelarias, drogas y otra serie de desventuras en las que podremos observar la sombra de todas las canciones que ha facturado Fernando Alfaro en su trayectoria; un autor al que es inevitable observar presente en el devenir de las páginas. Y es que ese regusto áspero tan reconocible y adictivo, le delata. 

Descolgamos el teléfono para charlar con él, cercano, amable  y tranquilo nos atiende. Le notamos con ganas de hablar y tan seguro de sí mismo como nos dio la impresión de estarlo la última vez que hablamos. Nos gusta sentirle así. Su estatus bien lo merece ya que es uno de los grandes de nuestra música, que a nadie se le olvide. 

Te has tomado tu tiempo para lanzarte con tu primera novela, aunque con “Pere y María”, un libro que venía a colación de las letras de “Corazón Roto y Brillante” ya hiciste algo que fue mucho más que un acercamiento. ¿Qué valoración haces de la experiencia?

Fernando: Es cierto que hay una diferencia sensible en el planteamiento de “Pere y María” con respecto a “Mundo Turbio”, ya que aquel pretendía ser una mini novela, algo muy corto. Quería hacer un relato por capítulos, relacionados con las canciones del disco “Corazón Roto y Brillante”. La idea ir publicándolos en la web de Muzikalia, la editorial que se encargó de publicarlo, capítulo a capítulo, al modo de los novelones del siglo XIX, que se iban entregando por partes en los periódicos. En este caso, desde el principio, nos planteamos una novela de aliento largo por lo que tanto el planteamiento como el resultado son totalmente distintos. El trabajo en ella ha sido más cercano al trabajo del novelista, hasta ahora había escrito fuera del ámbito de las canciones, relatos cortos, algo que vengo haciendo desde el año 2005, comencé a hacerlo porque me los pedían y pagaban, al menos era lo que decía con cierto descreimiento. Confieso que me sentía cómo escribiendo en prosa sobre ficción. Era muy cómodo, me ponían una fecha tope, algo que solía hacer dejando todo para el último día, entonces escribía febrilmente. El trabajo para una novela es más disciplinario, una documentación mayor, requiere organizar el trabajo y ponerte unos horarios diarios de escritura. Me ha gustado mucho. Hay que tomar decisiones todo el rato, como cuando escribes canciones, desechando muchas cosas, yendo al tuétano de la historia, tienen metodologías diferentes, pero hay puntos similares.

¿En qué momento y de qué forma comenzaste “Mundo Turbio”? 

Fernando:
Fue una sugerencia del editor, Didac Aparicio, con quien colaboré aportando un relato para un libro que publicó hace una década que se llamaba “Memorias Sónicas”, fue él quien me dejó caer la idea de una novela protagonizada por los protagonistas de mis canciones. Después de diversos avatares de la vida, discos y giras, al final cuando me decidí a sacar cosas que tenía dentro, pensé que la forma externa podía ser establecer un diálogo entre las canciones y la narración, surgiendo el resultado final de dicha idea. También decidí incluir una recopilación de las letras de toda mi vida, todas plasmadas como verso corrido, quería que hubiera relación entre personajes y canciones. Al verlas ordenadas cronológicamente, tuve una sensación de vértigo, como la gente que ve su vida antes de morir. Decidí que la narración debía ser la vida de uno y varios personajes. 

En el mismo recoges una historia, que bajo mi punto de vista son más que una, que recorre la infancia y vida de un personaje particular como Ángel Turbio. ¿Cuánto tiene de Fernando Alfaro el protagonista? 

Fernando: Obviamente, aunque no esté narrado en primera, utilicé la tercera persona para externalizar un poco el asunto. El punto de vista de la novela es el de Ángel Turbio. Me interesaba la empatía que genera, la identificación, con los propios personajes. También quería alejarlo biográficamente de mi persona. A diferencia de él, tengo una familia de once hermanos todos ellos vivos, afortunadamente, no cuatro y solo tres con vida como es el caso de Ángel. No soy bisexual ni he matado a nadie. No he ido a la cárcel. Soy músico, él no. He estado casado doce años y medio, cosa que Ángel no. He tenido descendencia. Hay muchos datos muy importantes que varían fundamentalmente y no compartimos. Sí que hay una vivencia personal sustanciada, cosa que ocurre en todas las novelas de todos los autores del mundo. Hay un material real trasladada a la ficción.

Es una historia cruda de lazos con los que no se acaban por romper (familia, amigos, conocidos y drogas duras), que sin embargo a medida que avanza, muestra lo contrario, que no es más que la certeza de que en la vida, llegado un punto, lo único que se hace es perder. ¿Estás de acuerdo con la afirmación? 

Fernando: Es lo que él se plantea en los momentos de bajón, si la vida no es otra cosa que perder cosas. Él también es consciente de que escoger implica perder cosas. Sabe que cada error implica experiencia y sabiduría, algo que le aleja, para empezar, de la muerte. Él supervive, la palaba que utilizo a lo largo de toda la novela. Pensé que era un neologismo mío, pero no, supervivir, existe en la RAE. Termina por transformarse en alguien distinto a quien era, sin sucumbir a todos los peligros que vive. La cita que abre el libro que está en la primera página, firmada por un tal Ricardo Ardiendo, dice “La vida será cruenta y cruda”. Es un poco el carácter y el camino que tiene la novela.

“Las guerras de nuestra generación han sido las drogas duras, la delincuencia y violencia asociada a todo eso” 

Sorprende la crudeza del relato, la impasible mano de la droga y una lucha continúa de casi todos los personajes contra su día a día. 

Fernando: Para bien o para mal, nunca me he creído la visión edulcorada de la vida que se nos planteaba en estas sociedades del bienestar. Me interesaba plantear la historia de forma cruda desde el primer momento. La niñez transcurre dándote pedradas con otros niños. Se habla de la guerra desde la primera frase. Las guerras de nuestra generación han sido las drogas duras, la delincuencia y violencia asociada a todo eso. Es lo que quería reflejar. Las vicisitudes que tienen los personajes muestran cómo es la vida bajo mi punto de vista. A veces son casi hojas que se lleva el viento. Ángel Turbio lo vive con fuerza vital y con muchas ganas. 

El final es de lo más llamativo. Una alegoría de un hombre madura que con un encuentro casual se ve reflejado a sí mismo de nuevo. 

Fernando:
Se ve con Inés, es su descripción física, está embarazada y tiene las marcas de la descarga eléctrica sufrida. Se puede entender que puede entender que quiere acabar con su vida en el bosque, pero también parece haber una transmutación mágica donde vuelve a ser un niño que vive con Inés, a la que no llegó a olvidar. No es un final abierto, no lo definiría así. Es la forma que tiene de escapar, ya sea de forma psicológica o mágica. No sé si me explico. Cada uno utilizaremos nuestros procedimientos mentales para decidir cómo acaba el personaje. Es una suerte de realismo mágico. No es una suerte de su pasado y lleva la escopeta con intención de quitarse la vida. Creo que la explicación de transmutación mágica en niño es la más plausible. Yo quiero pensar en ella. Es una forma de darle un toque circular a la línea temporal que terminaba en la muerte. Se trata de negarlo. 

“Mis planteamientos estéticos y lenguaje no es para todos los públicos” 

El libro incluye todas las letras que has firmado a lo largo de tu carrera, las cuales tienen conexiones con los capítulos incluidos. ¿A veces sientes que no se te hace toda la justicia que se te debiera como letrista? 

Fernando: Es culpa mía. Siempre me han dicho a lo largo de mi trayectoria que lo era, pero me cabreaba. No solo soy letrista, también hago las canciones. Hago las músicas de casi todas. Muy rara vez, una vez cada doscientas, en un uno por ciento, hago una letra sobre otra música de otra persona. La mayoría son canciones que he compuesto musicalmente y luego he hecho la letra. Antes, cuando se hablaba de mí como letrista me sentaba mal, ahora ya no. Me parece bien. Soy letrista y compositor. Entiendo también que mi forma de contar y narrar en las canciones, mis planteamientos estéticos y lenguaje no es tan fácil de seguir, no es para todos los públicos. No es tolerada, como se decía en las películas. Soy más bien dos rombos, el “parental advisory” de mi niñez. 

Hace casi un año volviste a juntarte con los compañeros de Surfin´ Bichos para grabar el “Más Allá”. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué sensación se respiraba durante aquellos días de preproducción y grabación? 

Fernando: Habría que distinguir mucho la faceta de composición y grabación, pues salvo la penúltima canción, que la trajo Joaquín, el resto las había escrito en soledad. La decisión de grabar con Surfin´ Bichos vino porque tuve relación de nuevo con ellos al volver a vivir en Albacete. Nos empezamos a ver justo antes de la pandemia y tras ella, cuando todo se abrió, pensé que tenía mucho sentido grabar con ellos. Habíamos hecho giras, reinterpretando canciones antiguas juntos y creí que había mucha creatividad flotante. Lo propuse y dijeron que sí. Fui un día a casa de Joaquín, toqué las canciones con guitarra y voz, las grabamos. Más tarde nos juntamos a ensayar muy pocas veces, la verdad. Como te decía, en los últimos años hemos hechos varias giras, tocado material viejo y nuevo. Todo funcionó de forma intuitiva y sencilla. No le dimos muchas vueltas conscientemente, ya que queríamos una grabación en directo para que no hubiera demasiado trabajo de estudio ni cambios. Queríamos que estuviera bien grabado, con los arreglos pertinentes, sin pasarnos de vueltas. Hizo que fuera rápido y fresco, en pocos ensayos empezamos a grabar. 

Anda suelta por ahí una chica, una tal Lea Leone, que acaba de editar su primer disco. Desde la mayor objetividad posible. ¿Qué te ha parecido “Alodinia”? ¿Percibes alguna herencia “alfariana” en lo que ella hace? 

Fernando: Tengo que decir que me ha sorprendido mucho. Sabía de su actitud para la música y escribir canciones, pero cuando empezó a enseñarme las canciones que había compuesto, me impactaron mucho a nivel emocional y profesional. Tanto a ella como a su hermana, las apuntamos a conservatorios, pero ella, más que su hermana, a seguido tocando la guitarra, pero una cosa es tocar y otra componer. Me sorprendió. La veo muy diferente a mí, tanto musicalmente como a nivel de textos. Ella tiene sus propios referentes y bagaje. Tampoco se parece mucho a Is, Isabel León, su madre. A lo mejor en el primer single publicado por Lea Leone se puede parecer más a Is, pero en el álbum veo que tiene su propio mundo. Recomiendo muy sinceramente que escuchéis lo que hace, tiene una voz que te atrapa.