Últimamente las canciones de Javier Corcobado sobrevuelan nuestra existencia más que nunca; quizás tenga que ver con habernos sumergido en lo más profundo de su última obra literaria, “La Música Prohibida”.
Asomarnos al abismo supuso caer al interior, presas de una emoción desbordada. Y una vez dentro, hallamos respuestas a ciertos interrogantes, conectando en un insospechado plano con el artista y su sin par trayectoria.
Pudimos entrevistar a Javier, charlar con él brevemente en la presentación del libro celebrada en Vallecas, el barrio de su infancia, rodeados por gran parte de la familia Pérez-Corcobado, estrechando el lazo común mientras sentíamos que estábamos presenciando algo muy grande. Tal fue la conexión. que le propusimos formar parte de nuestras entrevistas conmemorativas, algo a lo que accedió de inmediato, demostrando la misma grandeza en sus actos de la que lleva haciendo a lo largo de toda su trayectoria profesional y vital.
Para nosotros, que consideramos a Javier Corcobado un músico mayúsculo que honra la palabra artista a cada paso que da, es un auténtico lujo dejaros hoy en su siempre certera, afilada y grata compañía.
¿Qué valoración general harías de la actual situación del "mundillo" musical?
Javier: Teniendo en cuenta que vivo fuera de la urbe y por tanto del “mundillo” musical, mi valoración no es muy fiable… ignoro muchos factores que intervienen en este ámbito en la actualidad; sin embargo, la intuición me dice que todo es más o menos como en los últimos 20 años, demasiados festivales, demasiados grupos, demasiados artistas, escenarios insuficientes, poco dinero para los debutantes, mucho para los que siempre llenan… Quizás se debería invertir más en la originalidad, me da la impresión de que se arriesga poco en la vanguardia o que se considera elitista... Muchos músicos creen que mezclar estilos ya es innovar… y no es tan fácil… Supongo que todo es susceptible de mejorar… Un poco más de rock’n’roll vendría bien…
Siempre se ha hablado del directo como último refugio para mantener con vida a las bandas, ¿Crees que hay una red de salas y condiciones favorables a lo largo del Estado?
Javier: Cómo te he dicho, no sé cómo está el circuito. Imagino que las dotaciones técnicas serán mejores según avanza la tecnología, mejor sonido, mejores técnicos, músicos más profesionales… Mientras se siga manteniendo la conexión dopamínica y adrenalínica entre artista y público el circo seguirá adelante. Yo espero que esa red exista y funcione para volver a actuar sobre los escenarios de este país en 2024, y también para presenciar como público buenos conciertos en el futuro.
¿Cuál es el papel que en ese sentido crees que juega la proliferación de festivales?
Javier: Tengo la sensación de que hay mucha oferta y no tanta audiencia. Los festivales parecen olvidar que son en sí mismos escaparates donde dar a conocer nuevos y singulares talentos; esa era una de sus misiones más bonitas antaño. Detecto que en los carteles aparecen las mismas bandas una y otra vez, salvo asombrosas excepciones, muy loables. La gente goza más de la experiencia de la convivencia y de la oportunidad de encontrar a otras personas afines entre la multitud agitada al unísono por un sonido espectacular que por la música en sí. Pero hay de todo, en mi caso, aunque siempre he preferido teatros, auditorios o salas con buena acústica, he tenido ocasión de tocar en festivales multitudinarios en México y he procurado que el público se concentre no solo en bailar sino también en escuchar, y algunos los he disfrutado mucho.
Ahora que la venta de discos es irrisoria, las plataformas siguen robando a los creadores con porcentajes ínfimos por reproducción y en los festivales apenas se paga a los artistas más minoritarios, salvo honrosas excepciones. ¿Por dónde pasa la durabilidad de los proyectos y las carreras de larga duración?
Javier: La industria siempre ha exprimido a los creadores, que cada vez son menos necesarios para el sistema, las grandes audiencias se podrán contentar por la música generada por la Inteligencia Artificial, bueno ya lo hacen… La obsolescencia programada ya lleva muchísimo tiempo arraigada en la creación de canciones y de música original, son los mismos letristas y compositores quienes se autocensuran, temerosos de lo nuevo, lo original, lo desconocido —que consideran oscuro—, quienes ya entregan a las discográficas o plataformas o distribuidoras el alimento artístico deglutido y hasta defecado en multitud de irritantes colores que conforman la abigarradas melodías y ritmos que nos asaltan a traición por doquier y que se desvanecen rápido en el olvido: copias de copias de copias… que se desechan y se reciclan reduciéndose así su calidad de una manera tremenda.
A la hora de disfrutar de la música como oyente, ¿prefieres acercarte a los clásicos con los que te hiciste melómano/a o bien prefieres escuchar propuestas novedosas? ¿Por qué?
Javier: Hace tiempo decidí crear la música que me gustaría que hicieran otros para disfrutar de su escucha. Sigo en ello. Me fascina que una canción me sorprenda, agradezco mucho que todavía haya artistas con hambre de renovar ese etéreo arte y que sean capaces de erizarme el vello con una palabra presa en una delicada melodía o con un estruendo arrítmico poderoso… Mis listas de reproducción son muy variadas.
Todo oyente tiene algún secreto no confesable de bandas y/o músicos que le emocionan y que no suelen estar bien vistas, ¿Cuáles serían los tuyos y por qué?
Javier: A mí me avergonzaba decir a mis amigos mayores que me gustaba la música disco cuando tenía 13 o 14 años, porque a ellos todo lo que no fuera rock progresivo les parecía hortera. Tengo perversiones musicales muy graves (risas), ten en cuenta que la primera canción que canté de niño fue “Gwendolyne” de Julio Iglesias… Cuando proclamé que me gustaba “SloMo” de Chanel fui nuevamente incomprendido en mi entorno… La verdad es que en lo espurio muchas veces está el verdadero arte: Juanito Valderrama, Sonic Youth, Frank Sinatra, Madonna, Lana del Rey, Arca, Suicide, Lou Reed, Las Grecas, Shostakovich, The Ramones, Einstürzende Neubauten, Tom Waits, Nirvana, Grandmaster Flash, La Terremoto de Málaga… son compatibles si descorres las cortinas de prejuicios que te impiden absorber la luz y admirar las sombras en forma de música. Pero, insisto, no se trata solo de mezclar estilos, es algo más misterioso.
¿Cuál fue ese primer contacto con la música que te empujó a dedicarte a ella?
Javier: Creo que fue “Poupée de cire, poupée de son”, según se relata en “La música prohibida”, pero quizás fuera otra cosa que no recuerdo. ¿Mis alaridos en el bautizo cuando el cura vertía agua bendita sobre mí?
Cita cinco nombres básicos en tu reproductor en los últimos meses.
Javier: The Cramps, Unloved, Shostakovich, Link Wray, Bill Callahan…
¿Qué artistas malditos, minoritarios o relativamente novedosos nos recomendarías encarecidamente no perder de vista?
Javier: Me vienen de inmediato al pensamiento Miguel A. García, Aintzane con G de Gloria, Marta Sainz, Penny Pacheco, Culto Oculto, quienes de momento son minoritarios pero algún día lo dejarán de ser…
Javier, ¿cómo te sientes tú en esa piel de artista maldito y minoritario por excelencia dentro de nuestra música?
Javier: Repito por vez enésima que nunca me he considerado un artista maldito, aunque sí minoritario. No aspiro a ser un artista mayoritario, pero sí de grandes minorías, como se solía definir Marina Abramovich.
¿Qué le ha quedado a Javier Corcobado por hacer dentro de su trayectoria a la que según confiesas solo le resta un disco?
Javier: La canción más bella jamás creada… algo prácticamente inalcanzable… y una gira maravillosa que me lleve a expandir por el mundo mi palabra y música, siendo, eso sí, debidamente recompensado económicamente, y con el público, músicos y promotores absolutamente a favor… Esto último es más sensato que llegar a componer la canción perfecta, aunque lo intentaré a ver qué sale…
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de nuestra revista digital?
Javier: Creo recordar que me entrevistasteis en las oficinas de PIAS allá por principios de los años 10 de este siglo, ¿no es así? Después os he leído en el transcurso de los años.
¿Qué valoración haces de nuestra evolución como web asentada dentro de la oferta de prensa musical, nacional y gratuita? ¿Qué es lo que más te gusta de El Giradiscos? ¿Y lo que más te irrita?
Javier: Valoro el mérito de que llevéis a cabo algo tan laborioso, altruista y necesario para que siga abriéndose camino una opinión realmente independiente y con criterio musical, distinta al omnipresente dictamen del mainstream, ya sea conservador o progresista… ¿Irritarme? Tanta vulgaridad creciente.
Espacio libre para una felicitación, crítica o lo que venga en gana…
Javier: ¡Abrazos y felicidades por estos 15 años al personal de El Giradiscos y al público ya asiduo y al que está por venir. ¡Salud, amor y libertad!