Un oasis en el asfalto: Mikel Erentxun en concierto


Sala La Riviera, Madrid. Miércoles, 22 de Noviembre del 2023

Texto: Guillermo García Domingo

Fotografías: Marián Bujanda Bravo 

Como todo el mundo sabe la metrópoli de Madrid vive últimamente asediada por un odio exacerbado y bronco, que muchos de sus habitantes juzgamos desproporcionado, fuera de lugar, y propio de otra época a la que no queremos regresar de ninguna manera. La Riviera, el lugar donde se celebró el concierto tiene una barra central adornada con unas palmeras. Puede representar una bonita playa urbana, y ¿por qué no un oasis en medio del asfalto? Haciendo honor al “oasis” que hay en el interior de la sala acudimos a saciar nuestra sed de música, porque es capaz de desactivar ese odio que se ha apoderado de esta ciudad en la que no siempre es fácil vivir y convivir, por más que se ensalce su hospitalidad. Nadie mejor que Mikel Erentxun y su banda para conseguirlo. Otro acicate para acudir a la sala madrileña era comprobar la expresión en directo del último trabajo del músico de San Sebastián, producido por Víctor Cabezuelo (Rufus T Firefly) y Daniel Ruiz (Reme) que, según declaró para El Giradiscos, “va a quedar como uno de mis tres mejores discos”.

La mañana del concierto publicó un mensaje en el que nos emplazaba al concierto y añadió una fotografía de la Plaza de España y su entorno, tomada desde un piso muy elevado de un rascacielos. Hasta esa considerable altura le ha conducido el resultado final de “Septiembre”. Era un punto de partida óptimo para encarar la prueba siempre difícil a ras de escenario.

El cielo despejado de la fotografía vaticinaba una noche muy fría, pero lo fue menos gracias al calor que enseguida Erentxun y el quinteto que lo acompañaba, formado por Marina Iñesta (multiinstrumentista), Karlos Arancegui a la batería, Fernando Neira en el bajo, Rubén Caballero a la guitarra, y Mikel Azpiroz al mando de varios teclados, prendió entre los asistentes del concierto. 

El terreno lo prepararon Marvin Gaye y Elton John, que no se escucharon por casualidad en la previa. El ambiente se caldeó a partir de “Tren a Marte”, las tres primeras canciones “Flores y café”, “Los días que no vivimos” y “Círculos” les sirvieron a los dueños del escenario para ganar en confianza. Las guitarras se apoderaron del ambiente a partir de “Rara vez”, un clásico de la discografía de Erentxun, y “El hombre que hay en mí”, en el que no faltó ese riff proverbial y esperado que la ha convertido en imprescindible en su lista. “Cartas de amor” cerró este ciclo de alta intensidad, una canción habitada dentro por otra canción distinta, en la que se desata el caos, al que contribuyeron los aullidos del vocalista, la seguridad de unos músicos que habían dejado a un lado las dudas, y unas luces perfectamente diseñadas para propiciar un momento así. 

“Oh, Siena” descendió en el momento justo. En su faceta de pianista, Mikel Erentxun nos ofreció intimidad y belleza. ¿No es precisamente eso un oasis? Sin levantarse del piano, con el apoyo inestimable de Azpiroz en los otros teclados, llegó el momento de “A la luz de las farolas”, adelanto irresistible de “Septiembre”. A continuación, la banda abordó el paréntesis nostálgico de “Rozando la eternidad y “Mañana”. Erentxun tiene un pasado glorioso, que es imposible ignorar. Recibimos con regocijo “Tú y yo”, una de las mejores propuestas del disco más reciente. Solo la identificó una minoría del público, lo que pone de manifiesto que es preciso que este largo se difunda todavía más. Por El Giradiscos que no quede. Quien lo descubra no podrá resistirse a su influjo. Marina Iñesta hizo las veces de Anne B Sweet y damos fe de que quedó en muy buen lugar. Para todos aquellos que han escuchado el último LP de Repion, la banda de las hermanas Iñesta, el talento de Marina no les habrá pillado de sorpresa. Se desempeñó con la misma brillantez cuando retó a Rubén Caballero en el duelo de guitarras al que se presta “Ladridos en el pecho”. Mikel Erentxun estaba situado en medio y no salió herido de milagro. Con razón nos confesó que este blues daría lo mejor de sí en directo. Una vez más se aposentó ante el piano para realizar una emocionante interpretación de “Pensando en ti (cuando lo urgente es vivir)”, dedicada al malogrado Pau Donés, cuya bonhomía, que destacó el propio músico, echamos tanto de menos. La acertadísima iluminación brumosa generó el ambiente adecuado para otro sondeo más en el repertorio magistral del músico: se cumplen 25 años de la publicación de “Acróbatas”, en el que está incluida la canción que tocaron después, “¿Quién se acuerda de ti?”. La siguiente, “A minuto de ti”, fue compuesta todavía antes, hace 32 años, tal y como proclamó el músico antes de provocar la exaltación del respetable, que antes se había resistido a aceptar lo que el intérprete nos recordó: que nos estamos haciendo mayores sin darnos cuenta. Nadie quiere deshacerse del “tesoro” de la juventud, al que se refería Rubén Darío. “Si no es por ti” es otra de las piezas deslumbrantes incluidas en “Septiembre”. La asunción perfecta de esta canción por parte de los músicos que, conviene recordarlo, no fueron quienes la grabaron, se convirtió en el anticipo de lo que se avecinaba. 

El momento decisivo del concierto ocurrió en la fase final, la de verdad, no ese final impostado que suponen los bises, por más que estos fueran “La casa azul” y “En algún lugar” y además sonaran vibrantes. El concierto de veras terminó con una canción grandiosa: “Cuando éramos ayer”, que también cierra el disco que el músico vino a presentar a La Riviera. El arduo reto de recrearla en vivo fue superado de forma sobresaliente y supuso un verdadero hito que seguro va a tener consecuencias positivas para la confianza de la banda en futuras convocatorias de la gira que ha comenzado recientemente. Una larga introducción al teclado (uno de los tres que había), protagonizada por Erentxun suscitó una reminiscencia que nos trasladó mucho tiempo atrás, a una época dorada de la música. Paulatinamente se fueron sumando todos los instrumentos a un caudal creciente, catártico, que fue enriqueciendo una canción sinuosa, impredecible si la escuchas por vez primera, que discurre por muchos meandros, siguiendo el ejemplo del río Manzanares cuya orilla está a cincuenta metros de la sala. Si Erentxun y los suyos han conseguido esta proeza en el segundo concierto de la gira, ¿de qué serán capaces en las siguientes citas? 

El músico donostiarra se despidió del público bailando al ritmo de “Night Fever” de los Bee Gees.  Abandonamos La Riviera en estado “febril”, después de “disfrutar de una música tan buena”, conscientes de que esta ciudad, gracias a la llegada providencial de Erentxun, nos había dado, por fin, un respiro.