
Dentro del marco de las Fiestas de San Isidro se presentaba el de Carabanchel en este majestuoso escenario, para repasar sus treinta y cinco años de trayectoria, con lo que supone el regreso del Rock al Teatro Español después de que el año pasado repitieran la misma experiencia. Esperemos que no lo contemos sólo como anécdota y en sus programaciones lo podamos ver más a menudo.
Muchas ganas teníamos de volver a ver a Rosendo en directo. Se anunciaba un repaso a su carrera, treinta años desde que debutara con Ñu en 1978, hasta formar ese mismo año su propia banda, Leño, todo un referente del rock urbano de este país. Acaba de terminar “A veces cuesta llegar al estribillo”, título de lo que será su nuevo trabajo, grabado en los estudios Du Manoir de Las Landas, Francia y que podremos ver en las tiendas a principios de junio.
El teatro se iba llenando poco a poco y después de diez minutos de cortesía ya se encontraba todo el mundo en sus asientos. Público que abarcaba todas las edades; pudimos ver desde un niño de seis años, hasta un mayor de se

Abrieron fuego con “A donde va el finado”, continuaron con “Deja que les diga que no” y “El asa del cubo” y ya pudimos comprobar que el de Carabanchel sigue en plena forma, creando un muro de sonido con su guitarra a base de riffs. El propio cantante se encargo de recordarnos la proeza que el pasado día hicieron los Atléticos, “Hoy es un día especial para algunos”, reconocida su pasión por el equipo rojiblanco, de hecho muchos de sus fans acudieron al concierto ataviados de bufandas, camisetas y banderas, no obstante a pocos metros del teatro se estaba llevando a cabo la celebración del equipo con los aficionados de Madrid.
Ya empezaba a caldearse el ambiente mientras seguían cayendo temas de su amplio cancionero, “En agua caliente”, la reggae “Menú de la cuneta”, “Cada día” y llegados a este momento Rosendo comentó “no se como lo veréis vosotros, pero no es lo mismo”, refiriéndose a ver a todo el publico sentadito en las butacas, y fueron las palabras que, creo, necesitaba la gente para dar un respingo y ponerse de pie, en lo que fue la locura colectiva. A partir de aquí, el concierto tomó otro cariz.

Texto y fotos: Alberto Vicente