Madrid, Sala Caracol, Jueves 20 de Enero 2011.
Volvía Josele Santiago a nuestra ciudad y había ganas de verle. Este hecho quedó patente en el mismo momento en que, con casi una hora de antelación sobre el “supuesto horario de comienzo” del concierto, nos acercamos hasta las inmediaciones de la calle Bernardino Obregón.
Una vez allí nos sorprendieron los bares repletos de personas de aspecto rockero que esperaban con impaciencia a que los minutos fueran transcurriendo, para poder ver encima del escenario a uno de los músicos más queridos por parte del público de nuestra ciudad. Y es que Josele, madrileño y rojiblanco de pro, es mucho Josele, esta es su casa y el público le venera de una forma especial como podríamos comprobar minutos más tarde.
Vocalista, guitarra y compositor principal de Los Enemigos banda que, junto a otras pocas –Sex Museum, Pleasure Fuckers, Desperados, etc…-, se erigió en una de las principales formaciones de aquel “triste Madrid” de la segunda mitad de los ochenta. El período justamente posterior a la muerte de la “institucionalizada movida” en el que las drogas empezaron a causar estragos y en el que las luces de neón de principios de años atrás parecían brillar con mucha menos intensidad.
En ese contexto aparecieron, logrando hacerse un hueco y permanecer casi dos décadas destilando un rock descarnado de muchos kilates.
Josele y los suyos decidieron echar el telón hace unos años, allá por el año 2002, dejando tras de sí, y para la posteridad, uno de los cancioneros más importantes de la música de nuestro país.
Desde entonces el “Maestro Pocero”, defiende una más que digna e interesante propuesta en solitario. Cuenta con tres discos en el mercado –“Las Golondrinas Etcétera”, “Garabatos” y “Loco Encontrao”- y en un par de meses verá la luz su cuarta entrega bajo el título de, “Lecciones de Vértigo”.
Inasequible al desaliento, luchando contra viento y marea en el difícil terreno de la música, con el único apoyo de su público, ajeno a los vaivenes de la moda – tal y como es el público rockero, que si bien no es el más numeroso del panorama, sí es fiel y muestra para con su artista un respeto que raya en lo profano. Y es que pese a ser nuestro protagonista un tipo de barrio, con el paso del tiempo me he dado cuenta de que cualquier conversación que verse sobre su persona siempre destila un halo especial. De grandeza e importancia. Rozando la militancia. Eso ocurre con muy pocos. Sólo con los más grandes, como es su caso.
Una vez dentro de la sala, y tras una espera que se demoró más de lo aconsejable, las luces se desvanecieron y el madrileño comenzó su actuación con toda una declaración de intenciones. Un ataque contra aquellos teóricos de todo pero que en la práctica no llegan a ningún sitio, porque como él canta “Pensando no se Llega a Ná”. Qué gran verdad.
Intercambió clásicos de su discografía en solitario, no tardaron mucho en sonar canciones como, “Vuelo de Volar”o “De Papel”, con temas del que será su próximo disco. En esta primera tanda tuvimos el placer de disfrutar de la funk “Euforia”, y de otro corte nuevo que, según comentó, se titulaba “El Globo”.
Para ese momento una Caracol completamente repleta nos sorprendía con un silencio y una atención absoluta para cada una de las canciones que iba desgranando el músico capitalino. Silencio únicamente interrumpido por algún que otra “valiente” que soltaba pequeños vaciles a los que Josele respondía en la mayoría de los casos con esa chulería que le caracteriza.
Lo cierto es que inspiraba respeto observar el gesto de muchos de los asistentes, en su mayoría al borde de dejar atrás la treintena, al escuchar la voz rota de Josele. Mirando sus rostros uno era consciente del cariño y el respeto que nuestra ciudad brinda a este gran artista.
En lo musical el concierto fue de menos a más, con una banda que en todo momento resultó efectiva, pero que iba ganando en seguridad con cada tema que se desgranaba. En la misma destacaremos la labor de David Krahe - Los Coronas- a la guitarra. Muy polivalente y dotando, por momentos a las canciones, de unos aires que nos hacían pensar en el grandísimo Chuck Berry.
El concierto siguió discurriendo por los mismos derroteros. Sonaron canciones como “Farol”, una vacilona, “Baile de los Peces” o las novedosas, “Canción de próstata”, como la presentó el propio autor, y “Día de Repetición de las Meninges”.
Recurrió al álbum “Las Golondrinas Etcétera” para rescatar dos joyas como “Tragón”, a la que acompañó con un final a viva voz que hizo que el público enloqueciera momentáneamente, y “Mi Prima y sus Pinceles”, a la que antecedió una pequeña presentación en la que Josele vino a decir algo así como, “Mi prima, como es la jodía”.
“Sin Dolor” y “Hagan Juego”, dos nuevos textos más que sumó a su repertorio, dieron paso a “Baila el Viento”, una de los grandes cortes que contenía su último trabajo de estudio, “Loco Encontrao”.
Momentos después ocurrió la anécdota curiosa de la velada. Josele comenzó a explicar como su padre se jactaba antes sus amigos de que su hijo le había compuesto una canción -evidentemente estamos hablando de “Ole Papá”-, el problema vino después cuando el orgulloso progenitor descubrió que el tema en cuestión no hacía mención alguna sobre él, lo que provocó la carcajada general de los asistentes al concierto.
No contento con despachar la historia, el artista decidió dar un paso más e interpretar la canción. Al instante de comenzar a hacerlo paró súbitamente. No se habían dado cuenta de que había que interpretarla medio tono más baja lo que originó cierto pitorreo entre los asistentes.
Finalmente el desaguisado se solucionó con un cambio de guitarra por parte del señor Santiago. El tema elegido para sustituir a “Ole Papá” fue “Complejo” de Los Enemigos, para disfrute general de una audiencia que, otra vez, se mostraba volcada con el músico.
Tras finalizar la banda se despidió del escenario excusando su ausencia con un escueto, “enseguida volvemos”.
El primer bis comenzó de la mano de “Loco Encontrao” y terminó con la adaptación, ahora sí, de una rockera y arrebatada, “Ole Papá”, momento en que volvieron a desaparecer de las tablas.
Volvió Josele en solitario, agarró su acústica y comenzó a acariciarla para robar una melodía que a todos los presentes nos era conocida, sobre todo después de arrancarse con su primer fraseo, ese que dice, “la sangre aún me hierve cuando pienso en mi mala suerte”. Había llegado el momento de escuchar en directo “Desde el Jergón”, una de las grandes canciones de Enemigos.
La sala se convirtió en un auténtico clamor escuchando ese himno en boca del maestro. Cantado, como siempre, desde el dolor y la soledad, con las tripas y el corazón, como solo él lo sabe hacer. Una historia única. Sin duda una de las grandes canciones del rock de nuestro país.
El epílogo del concierto vino de la mano de “Siendo Güeno”, acompañado ya del resto de sus músicos, con un final electrificante que puso el broche de oro a la actuación.
Tras ella la banda al completo se congregó en el centro del escenario, para recibir una calurosa ovación. Josele Santiago abandonó el mismo por un lateral, no sin antes gritar un sincero “¡Atleti!”, aún a sabiendas de que el equipo de la ribera del Manzanares, había vuelto a caer en el derbi madrileño por enésima vez frente a su rival histórico. Es lo que tenemos los colchoneros que siempre nos mostramos fieles ante un club de tan particular idiosincrasia.
En definitiva una gran noche de rock con uno de los grandes de nuestra deteriorada escena. En unos meses Josele regresará a nuestra ciudad para presentar su cuarto álbum en solitario. Volverá, a buen seguro, cargado de textos repletos de retazos costumbristas de esos que tanto gustan a todos aquellos que nos sentimos fieles a su forma componer e interpretar. Quizás sea él quien mejor defienda actualmente una forma de escribir y musicar historias a la madrileña. Un artista sincero que triunfó la pasada noche, a pesar de aderezar las casi dos horas de su actuación con un montón de temas nuevos, sin recurrir apenas a las canciones de su banda de origen. Eso hubiera sido lo fácil, pero ese nunca fue su estilo. El pasado jueves tuvimos el placer de ver a Josele, el artista que hizo de tripas corazón.
Texto: Javier González.
Fotos: Iván González.
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