Justo y los Pecadores: “Vasos, Besos y Versos”

El mundo del rock, y sobre todo en España, es duro y desagradecido. A pesar de ciertos destellos, muy contados, de relativo éxito, no deben alejarnos de una realidad que avanza a base de trabajo, poco reconocimiento y dentro de un contexto totalmente underground. Si alguien no lo cree así que se lo pregunten a un grupo como Justo y los Pecadores, con más de diez años en esta batalla.
 
Para definir a los catalanes hay una única palabra: rock and roll. Así de simple y complejo a la vez. Cierto que su estilo es clásico y se nutre de su versión más clásica, pero también que no se arredran a la hora de insertar en él destellos de otro tipo de sonoridades, a pesar de que siempre consigan envolverlo en su personal forma de afrontar el género: elegante, con la cantidad justa de chulería, aparentemente sencillo y sin grandes estridencias.

Dentro de ese perfil se encuadra su nuevo disco “Vasos, Besos y Versos”, un título que deja bien a las claras cuál es su guerra y en qué ambientes posan sus pies. Por si no había quedado claro esto se llama rock and roll y se habla de lo que se habla. Dicho esto es verdad que estamos ante su trabajo más rico en matices y menos lineal, algo que no impide que su estilo
salga intacto y totalmente reconocible. 

La parte más animada, en lo que se refiere a un sonido más rítmico, del disco llega de la mano de canciones como “Viendo la Vida Pasar”, que suena como si Calamaro se pusiera al frente de los Burning, o los acercamientos a un sonido entre el country y el rockabilly que realizan en “El Futuro Nos Mintió” o “Mil Rayos”. Las influencias de la música negra aparecerán interpretadas con mucho swing, que recuerda a la manera en que suelen realizarlo en momentos Los Marañones, dando vida a melodías muy pegadizas, ahí están “Te Estaré Esperando”, con un gran trabajo del piano, o “Seré un Buen Chico”. 

Un incremento en la intensidad evidente se va a observar en temas como “Descendiendo el Río”, repleto de épica a base de rock americano y con unas guitarras que suenan a Neil Young & Crazy Horse, o “Arderás en Mi Copa”, donde dan rienda suelta a su desparpajo y al sonido más “rasposo”. La utilización del acordeón será un recurso visible en varias composiciones, ya sea en el ambiente fronterizo de “Conduzco Sin Dirección”, en la melancólica “Causa Perdida”, que puede recordar a Suburbano, o el vals-ranchera que es “Las Cuarenta” y que significa la primera de las tres canciones que cierran el disco con un tono nostálgico. Las otras dos, “Voy a Dejar” y “Qué Jodido es Ser un Bufón” (ésta con final eléctrico), optan por un sonido desnudo y lento, donde prácticamente la guitarra y la voz son los únicos protagonistas. 

Podría decir que un disco como este “Vasos, Besos, Versos” debería ser el empuje definitivo para que la banda superara ciertas barreras y se convirtiera en referencia para mucha más gente, pero hay que ser sinceros y la cosa es/está como está y por lo tanto suena más bien a utopía. A pesar de todo es evidente que Justo y los Pecadores llevan el rock and roll en las venas y cada vez que empuñan sus instrumentos lo dejan bien a las claras. Si no se me cree sólo hay que escucharles. 

Kepa Arbizu