Dropkick + Star Trip: La refrescante gira de los 40 grados


Sala Wurlitzer, Madrid. Sábado, 23 de julio del 2022.

Texto y fotografías: Skar P.D.

La ola de calor afecta, claro que sí, a todo, desde a las constantes vitales hasta a la hora de comienzo de los conciertos, y no me vale la excusa de que dentro del recinto de turno hay aire acondicionado. El concierto de los escoceses Dropkick acompañados por los valencianos Star Trip programado a las nueve de la noche, se atrasó, vía apertura de puertas, a las diez. En realidad el ligero viento que soplaba a esas horas en el centro de Madrid te dejaba cierta sensación de abrasamiento. Eso para los que estábamos en la puerta que, diez minutos antes de abrir las susodichas,, apenas sobrepasábamos la decena. Huelga decir que la "Wurli", o sea eso que se anuncia con el cinematográfico nombre de Wurlitzer Ballroom, estaba casi vacía si exceptuamos  a los chicos de Start Trip, lo que propició un cambio de saludos sumamente cordial. En realidad es un reflejo de lo que aparentaba ser la noche: una reunión de gente amable unidos por cierta pasión por determinados sonidos, que no por minoritarios, dejan de situarse en ese lugar entre el estómago y el corazón, donde habitan las emociones más profundas. 

Para cuando Start Trip se subieron al escenario la sala ya tenía un aspecto de plenitud, no abarrotado, pero si con esa sensación que a los músicos, y si son modestos más, les resulta tan gratificante, aquello de "parece que hay gente, eh". Arrancaron con sendas canciones de sus, hasta la fecha, dos discos publicados, y cuando le tocó a "Estás Ahí" fue el momento de contarnos lo bien que se sentían por estar con sus amigos escoceses y como consecuencia estar tocando en Madrid. El resultado es que si los músicos se sienten bien y tienen un repertorio solvente y además, lo acompañan de una dosis extra de actitud, el concierto está muy bien encaminado, como así fue, y de paso estrenaron alguna nueva canción, como "Yo No Quiero Ser'", de su próximo disco, y luego una par de ellas más, "Sueños" o "Todos los caminos", en un concierto que fue acortado respecto al setlist previsto quizás por aquello del horario, o sea del calor por el que se atrasó la hora de inicio. 

Breve sí, pero intenso, quizás un excesivo volumen partiendo de los amplificadores de escenario, que dados los condicionante de la sala, producía cierto mogollón sónico sin que esto lastrara para nada una muy entregada actuación que vino a constatar la consistencia de la banda valenciana con un directo de guitarras más guerreras y distorsionadas que en estudio; es decir, más de Big Star o Velvet Crush que Posies, para entendernos, pero con la misma tonalidad melancólica en las melodías. En ese aspecto Vicente Prats y Rafa Navarro (guitarras y voces) se encuentran muy cómodos y además porque la base rítmica, David Osete (batería) y Álvaro Gómez (bajo y coros) les proporcionan un colchón sobrio, sin florituras, pero muy efectivo. Cerraron con una gema del power pop a la que llaman "Me Dejo Llevar" y en realidad, como dice en su primer verso, "no hace falta ninguna explicación". Pues eso, power pop patrio y energético para un concierto que preparó perfectamente la pista de despegue para lo que venía después, que es una de esas cosas que se agradecen a las bandas que abren los conciertos por más que, al igual que Start Trip, tengan el suficiente bagaje para ser los cabezas de cartel en cualquiera de esas salas, de esas pequeñas salas, que mantienen vivo el espíritu de las canciones deudoras de las melodías perfectas.

Apenas pasados diez minutos los escoceses Dropkick ocuparon el escenario, porque Dropkick es una de esas bandas que cuando se suben al escenario lo ocupan, tal es la impresión que transmiten cuatro tipos con un amplio historial a sus espaldas, y no un historial cualquiera, sino uno basado en más de veinte años de carrera y con una vasta producción discográfica que fluctúa alrededor de la quincena de discos editados bajo la marca Dropkick, eso sin contar alguna que otra recopilación y la producción paralela de Andrew Taylor, alma mater de la banda y responsable de casi toda su producción. Uno de esos tipos, con pinta de profesor universitario, a los que se le caen las canciones, pero no unas canciones cualquiera, porque todas y cada una de ellas pasaría el filtro necesario de calidad. Otra cosa no, pero Dropkick es sinónimo de calidad, una de esas bandas que no hacen un disco malo ni aposta.

Lo último que se ha publicado de ellos, y que se supone impulsor de esta minigira de cuatro conciertos por el país, es el consabido "The Best of...", así que era de esperar que la lista de canciones que ofrecerían se basaría en él, o unas cuantas por los menos. y así pareció al inicio. Un inicio que empezó de forma tranquila y suave recreando las excepcionales "Out Of Tune" y "Until I Fall Away", que indicaron el camino a la más que aceptable audiencia que finalmente acudió a refrescarse a base de power pop, guitarras cristalinas y melodías adictivas que te van atrapando poco a poco y cada vez más. 

Para cuando sonó la excepcional "Slow Down", el sonido ya se había clarificado lo suficiente y había encontrado un más que aceptable acomodo al espacio donde se desarrollaba, siendo conscientes de que a partir de ahí todo iría "in crescendo". Esto en una sala de sonido complicado, como la "Wurli", no es una cosa baladí.

La otra pata del repertorio en la que se apoyaron, aparte del consabido "The best", fue en los excepcionales "The Scenic Route" y "Longwave", que son sus dos últimos disco de estudio, y en un concierto que se iba agrandando por momentos no sería canciones como "Feeling Never Goes Away"  o "It's Still Raining" las que lo dejaran caer, y mucho menos cuando ya se había establecido ese tipo de química y complicidad que ocurre en los conciertos cuando la conexión entre la banda y la audiencia se podría hasta tocar de tan densa que parece a veces. Además es bien sabido, y esto, claro, juega a su favor, los lazos que mantienen los escoceses con España, tanto en la edición de algunos de sus discos en discográficas españolas como lo habitual que es que aparezcan por aquí muy a menudo. Afortunadamente, todo hay que decirlo, porque Dropkick es una banda que tienen la clase y el “background” suficiente como para mirar a los ojos a Teenage Fanclub, sus más afamados compatriotas, dicho sea por las conexiones estilísticas que pudiera haber, que las hay.

Para cuando abordaron "Come Around" que es una de esas canciones con un estribillo de esos que te ensanchan el corazón, aquello ya se había convertido en una especie de fiesta para amigos con la única salvedad de que los amigos eran bastantes más de lo que en un principio pudiera esperarse para el último concierto de una gira que bien podría haberse llamado parafraseando lo que ellos mismos decían "la gira de los 40 grados". Y el bombo de la batería manejada por Mike Foy inició  otra de esas joyas que pueblan su abundante discografía, y que responde al título de "Breakdown", para seguir realzando lo que a todas luces se estaba convirtiendo en un éxito absoluto, y ya puestos hacer un guiño a los maestros Badfinger en forma de versión de uno de sus mayores éxitos, ese que responde al nombre de "Baby Blue", para acabar bordando la incuestionable "Save Myself", que es una de esas canciones que en su desarrollo permiten que las bandas muestren su estado de ánimo, en este caso era algo parecido a “que bien nos sentimos, como estamos disfrutando y que bueno que estemos todos aquí para compartirlo”. 

No había nada más previsto, pero como todos queríamos más, Ian Grier (bajo y voz) le prestó el instrumento a Alan Shields (guitarra y voz) y mientras se dedicaba a sacar fotos a los allí presentes, los otros tres cerraron la fiesta recreando para la ocasión el "Cruel To Be Kind", de Nick Low,  una de esas canciones que enfatizan todas las buenas sensaciones. Y otra cosa no, pero cuando acabaron, definitivamente las sonrisas en las caras de los presentes no dejaban lugar a la duda. 

Al salir incluso parecía que hacía menos calor, pero mucho menos, y es posible que meteorológicamente fuera verdad, pero por otra parte también es verdad que no hay nada más refrescante que la magia del power pop y las melodías que dicha magia conlleva.