Jacobo Serra, tregua de luz y de color

Joy Eslava, Madrid. Sábado, 11 de noviembre del 2017. 

Texto y fotografías: María Solano Conde 

En la calle refrescaba; dentro, sin embargo, comenzaba "El deshielo". Detrás de una guitarra eléctrica que hacía las veces de escudo y de arma —de fuego, igual que el disco, preparada para disparar "luz y azar"— Jacobo Serra aparecía en el escenario de forma discreta, como es él. En una sala sembrada de asientos que evocaban su pasado como Teatro Eslava, la canción que abre su recién publicado "Fuego Artificial" (Warner, 2017) repitió puesto de salida en el directo. 

Tim Pike, Danny Miller y Simeon Scheuber, los tres pertenecientes al Liverpool Institute for Performing Arts (LIPA), se incorporaron a partir de "Nada es perfecto", que acompañaron con sus vientos metales como ya hicieron en el disco. Juanma Latorre de Vetusta Morla (también productor del disco y coautor de las letras), José Antonio “Pope” Cabrera de Supersubmarina, Adrián Seijas y Brais Ruibal componían el resto de la banda. En el sonido, Isaac reemplazaba al técnico titular, Karim Bulkharter, que esa noche ejerció de espectador. 

Tras unos minutos iniciales protagonizados por temas del que es su primer largo en español, Serra no tardó en incorporar el inglés con "Party" —"El guateque", tradujo, para los castellanohablantes—, de su debut "The word I never say" (Peer Music, 2012). Los temas de sus dos EP y de sus dos discos de larga duración se alternaban del mismo modo que lo hacían las dos guitarras y el ukelele en las manos del músico. Permanecía, eso sí, la calidez de su voz, delicada como cada una de las pinceladas que conforman las canciones. Mientras tanto, el público comenzaba a soltarse, proceso que se sublimó cuando el propio Jacobo los animó a levantarse: "nos gusta que mováis el culete", anunció justo antes de entonar "Icebergs". 

Y tal vez a algunos la agitación se les fue de las manos, o más concretamente de las cuerdas vocales. Valga el juego de palabras para aludir a la turra de varios asientes que, por su cháchara constante, acaso creían que estaban en una taberna. Sin embargo, un héroe anónimo —o eso creíamos— emergió con un "¡Callaros ya! ¡Un poco de respeto!" [sic], que desencadenó un fuerte aplauso del público y el agradecimiento de Jacobo. Más tarde varios asistentes atestiguaron que se trataba de Pucho, cantante de los antes citados Vetusta Morla

Constatamos que se acerca el final de la velada cuando, después de presentar una vez más a los miembros de la banda, Jacobo anuncia la última canción… a no ser que pidamos un bis, claro. "Pero no creo que pase", señalaba el artista con humildad. Por supuesto, se equivocó. Tras "La brecha", el público en pie reclamaba estirar la velada, y Serra no se hizo de rogar. Con "Long ago" despidió el concierto como se merece: pintando una enorme sonrisa en nuestras caras.