Oh, Michael... Mira lo que has hecho (directo de Michael Chapman en Scarborough)

Scarborough Market Hall, Scarborough (Inglaterra). Sábado, 21 de abril del 2018

Texto: Jon Bilbao 
Fotografías: Marta Bravo

Oh, Michael... mira lo que has hecho. Por tu música, por tus hermosas canciones, dos vascos han viajado hasta el norte de Inglaterra sólo para degustar uno de tus conciertos. Para mi cómplice y para mí el momento era ahora o nunca. El titular, por cierto, está sacado del disco de homenaje que grabaron hace pocos años artistas como Lucinda Williams, Hiss Golden Messenger, Thurston Moore o su colega y bajista en tantos de sus discos, Rick Kemp. Hasta doce grupos y/o solistas rendían merecido tributo a uno de los mejores guitarristas y compositores que ha dado el Reino Unido. La carrera de Michael Chapman no ha tenido puntos similares de altura, en cuanto a fama, como el que alcanzó en aquella ocasión. Y es que de la estirpe de solistas del folk sesentero quedan muy pocos. Desaparecidos ya Phil Ochs, John Martyn, John Fahey, Nick Drake, Bert Jansch o John Renbourn, queda mirar ahora hacia Michael Chapman, Bob Lind, Tom Paxton o a su admirado Ralph McTell, también en activo hoy en día. 

Aquel sábado el señor Chapman (de 77 años) tocaría en solitario en el Market Hall del hermoso y costero pueblo de Scarborough para dos o, como máximo, tres docenas de espectadores. Un evento íntimo y un lujo en cuanto a cercanía. Se arrancó con "The Twisted Road", seguida del bellísimo instrumental "Caddo Lake", canción incluida en el mismo álbum que la primera ("Time Past & Time Passing") y bautizada con el nombre de un lago que limita Texas con Louisiana. En este arpegiado instrumental mi cómplice me hizo un gesto con las manos como diciendo "qué redondito y reconfortante suena no?", a lo que yo le puse una cara afirmativa que parecía querer decir "claro, es que Chapman es como el buen vino...". 

En directo el guitarrista inglés estira sus canciones, por lo que no da tiempo a escuchar todas las que uno querría. Aún así interpretó algunas de las más antiguas, como "Soulful Lady", que la revivió en modo más funky y que nos hizo acordarnos de Mick Ronson, la alucinada ""Rabbit Hills" o "One Time Thing", una de mis favoritas y una de las primeras que escribió su autor, que trata acerca de una chica solitaria con la que sólo se podía pasar una noche, aunque esta noche quedara marcada en la memoria para siempre. Hay quien suele comentar que la voz de Chapman ya no es lo que era. Ya, no es lo que era, pero tampoco tiene porqué serlo. De hecho me parece que su forma actual de cantar, más cascada pero más veraz, se ajusta a la perfección al repertorio que suele escoger hoy día. De todas formas él siempre se ha mofado (desde los lejanos años setenta) de su manera de cantar y nunca ha dado mayor importancia al tema. Para él el empleo de la voz es una herramienta más, obviamente no una de las esenciales en su discurso. La guitarra le tira mucho más. Al respecto comentó durante el concierto: "Tocar la guitarra todo el día es mi remedio para todo". 

Varias de las canciones del concierto trataban acerca de uno de sus temas favoritos, los trenes. A este respecto nos brindó "The Mallard", regrabada para su último álbum ("50"), aunque publicada originalmente en el disco "Navigation" de 1995. Sonó también la escalofriante "Memphis In Winter" y "That Time Of Night", ambas revisitadas también en su reciente "50" aunque grabadas inicialmente para el olvidado "The Twisted Road" de 1999. Tras un descanso de unos diez minutos y con tiempo suficiente para llenar de cerveza nuevamente los vasos (la mayoría del público, más mayor y seguramente más pudiente, se decantó por vino tinto o champán) reapareció con la única ayuda de su guitarra y su voz para cantar "una de sus canciones apocalípticas"; esta fue la reciente "Sometimes You Just Drive", en la que se pudo ver a varios de los asistentes con los ojos cerrados no por sopor sino porque esta música bien podría inducir al trance. Los increíbles arpegios del inglés (en los que a veces uno se plantea cómo se las arregla para hacer un uso tan efectivo de sus diez dedos), unidos a sus oscuras (aunque por momentos luminosas) melodías invitan a deshacerse de todo lo innecesario y a dejarse llevar completamente.

El anfitrión de la noche contó algunas historias relacionadas con las canciones y con sus experiencias y soltó también algún que otro chiste que venía a cuento. Nada en Chapman en impostado o forzado. Él toca igual que respira. Agradeció nuestra presencia y se despidió con "Shuffleboat River Farewell", una canción grabada lenta para su clásico de 1973 "Wrecked Again" y regrabada en plan rock n roll animado para el excelente "Savage Amusement". En el concierto interpretó la versión lenta, lo que no impidió que algunos ingleses allí congregados entonasen la letra. Se escucharon peticiones que trató de evitar, como la de "Postcards From Scarborough" por parte de una señora , pasando a meterse de lleno en un instrumental para el tramo del bis. Después se puso delante del micro el responsable de Radio Scarborough para ese evento, y pidió que interpretase la famosa canción que trata sobre el pueblo en el que nos encontrábamos. Michael, que dijo (y siempre dice) que los habitantes del pueblo odian esa canción, notó por la respuesta del público que quizás no era así, así que nos regaló la agridulce canción para cerrar un concierto único, de casi dos horas, en el que nada sobró y todo brilló con luz propia. 

La ansiada entrevista con Chapman no pudo realizarse (esto ya lo sabíamos desde hacía semanas), pero sí que logramos acercarnos a él y, accesible como es, charlar durante unos minutos. Alegra saber que ya tiene título para su nuevo álbum ("True North") y que se publicará de nuevo con la colaboración de Steve Gunn después del verano. También mencionó que están cerrando ahora futuros conciertos en Portugal, lo que da a los fans españoles cierta esperanza de poder verlo sobre un escenario. La experiencia no defraudará a nadie, sea fan o no, que guste de arte descarnado, honesto y de color púrpura profundo.