Brighton 64: "La noticia sorprendente no es que nos separemos, sino que hayamos durado tanto tiempo"


Por: Kepa Arbizu

No por obvio deja de ser menos cierto que toda historia, también las escritas en el ámbito musical, tiene su principio y su final. Pero igualmente importante es saber descifrar el mejor momento para entonar esa despedida. Y si el abrupto silencio, luego interrumpido, que la mítica banda catalana Brighton 64 llevó a cabo a finales de los años ochenta no fue si no un hiato para adentrarse en una segunda época de renacido talento creativo, es ahora cuando las circunstancias, regadas de una estabilidad discográfica encomiable, se muestran propicias para apagar las luces. 

Un último capítulo encomendado a un nuevo trabajo, de explícito título, "Se traspasa", formado por temas inéditos que aunque siguen alimentándose del fervor e ímpetu característico, que en sus años iniciales les convirtió en los mejores herederos del movimiento mod, siendo sin embargo mucho más que eso, sus actuales composiciones aparecen teñidos de una rítmica melancolía que se antoja inevitable cuando el camino ya no tiene recorrido futuro y sí mucho pasado. Bajamos la persiana de esta apasionante andadura sonora acompañados por las palabras de Ricky Gil, junto a su hermando Albert máximos valedores del proyecto, que nos ilustran sobre esta llegada a la meta. 

“Se traspasa” significa el último disco en vuestra carrera, ¿la decisión de finiquitar vuestra andadura era algo que ya teníais meditado o hubo algún condicionante concreto que os ha impulsado a tomar la decisión ahora? 

Ricky Gil: Personalmente era una idea que me rondaba desde hacía tiempo por distintas razones. Un grupo tan longevo como el nuestro necesita estímulos para continuar, y hacía meses que no teníamos ninguno. De pronto, el hecho de decidir que haríamos un último disco y una larga gira de despedida nos puso las pilas de nuevo. Aunque parezca contradictorio, el hecho de despedirnos nos da muchas fuerzas para celebrarlo por todo lo alto durante el tiempo que nos queda. 

Ya a finales de los años 80 pusisteis fin a la andadura del grupo (luego retomada) de una manera mucho más abrupta, ¿ahora sentís llegar al final con los deberes hechos como banda? 

Ricky Gil: Claro, aquel final fue agridulce y abrupto porque éramos jóvenes e inexpertos, creíamos que se acababa el mundo y estábamos ansiosos por probar cosas nuevas. Luego hemos comprobado que lo nuestro era una carrera de larga distancia. Nuestra segunda etapa ha sido mucho más estable y este final no está causado por cuestiones externas, es una decisión nuestra, porque creemos que ha llegado el momento de parar. 

¿Haber evolucionado durante estas décadas cada uno personalmente y artísticamente ha hecho que de alguna manera se fragmentara o sea más difícil mantener la identidad colectiva de la banda? 

Ricky Gil: Sí, es uno de los motivos más claros para tomar la decisión. Brighton 64 es nuestro grupo original, pero toda la música que hemos creado al margen el grupo te va dando otras perspectivas, aprendes otras maneras de trabajar que tal vez se adecuan más con cada uno. La colaboración entre hermanos también se hace más difícil con el tiempo. Me cuesta mucho más cantar las letras de Albert hoy en día que cuando teníamos 18 años. Es algo natural. En realidad, la noticia sorprendente no es que nos separemos, sino que hayamos durado tanto tiempo. 

En “Se traspasa” las canciones parecen hacer mención de forma recurrente a ese hecho de la despedida, ¿fueron escritas originalmente sabedores de que iban a ser las últimas de la banda? 

Ricky Gil: Más o menos al cincuenta por ciento. Algunas ya estaban escritas con anterioridad. Pero las más recientes hablan de una forma u otra de este hecho. Era una ocasión perfecta para hacer un poco de balance de nuestra carrera y para expresar lo que sentimos en este momento. 

Y a la hora de componer o grabar aquello que se sabe que será el último legado de la banda, ¿uno se esmera más, incluso inconscientemente, por intentar dejar el mejor sabor de boca posible? 

Ricky Gil: Bueno, siempre intentas hacerlo lo mejor posible. Pero no somos perfeccionistas. Hemos grabado con bastante calma, en el estudio de nuestro bajista David Abadía, y luego Santi García ha hecho unas buenas mezclas. Creo que este último disco está a un nivel parecido al de los discos anteriores de la segunda etapa. Para nosotros era muy importante despedirnos con canciones nuevas. 

"El disco refleja lo que somos ahora: un quinteto de power-pop bastante guitarrero pero con una aportación importante de los teclados"

El disco me parece que tiene una identidad propia muy marcada, ¿ha prevalecido buscar el reflejo del momento concreto que vivís musicalmente y no tanto hacer un histórico sonoro de la banda?

Ricky Gil: En cuanto a sonido, refleja lo que somos ahora: un quinteto de power-pop bastante guitarrero pero con una aportación importante de los teclados. En nuestra primera etapa, la temeridad, la inconsciencia y la inexperiencia nos hizo ser más innovadores que ahora, a mi entender. Aquella mezcla primeriza de soul, r&b y punk era muy fresca y difícil de replicar actualmente. 

En todo el disco hay un poso melancólico, incluso una reflexión constante sobre el paso del tiempo, parafraseando a uno de los versos que aparecen en el disco, ¿el sentimiento común responde a “entre las risas hay un gesto amargo”? 

Ricky Gil: Claro. Supongo que esto es imposible de evitar, en el momento en que nos encontramos como personas y como grupo. Intentamos reírnos de todo, ser felices en lo que hacemos. Pero el gesto se tuerce al recordar a amigos que nos han dejado antes de tiempo o al darte cuenta de las barbaridades constantes que comete la humanidad. 

En ese mismo tema, “2024”, os separáis de la nostalgia y también de una crítica irracional al presente, ni lo de antes fue tan bueno ni lo de ahora tan malo, decís... 

Ricky Gil: Sí, no tiene sentido idealizar el pasado, aunque siempre nos ha gustado recordarlo con cariño. En cuanto al presente, es difícil ser optimista. A veces pienso que tengo suerte de haber vivido ya una parte importante de mi vida y de no tener que ser testigo de lo que espera en el futuro a las siguientes generaciones. 

"Los que nacimos en el primer mundo y nos dedicamos a tocar la guitarrita somos unos privilegiados"

Tras más de cuarenta años de carrera con muchos episodios vividos, ¿vista en retrospectiva, como banda “habéis tenido suerte” o sentís que en algún momento se os escapó la oportunidad de llegar a mayores cotas? 

Ricky Gil: Hemos tenido mucha suerte: Desarrollar una carrera artística con continuidad, contar con unos seguidores impagables, viajar y vivir momentos muy especiales, contar con el apoyo de nuestras familias, sobrevivir a algunos episodios difíciles de salud… No sé puede pedir más. Pero la suerte también consiste en esquivar los golpes y los malos momentos, claro. 

Más allá del relato intimista y biográfico hay varias canciones de temática social, una de ellas es la ácida “Culo veo, culo quiero”, donde señaláis a la sociedad de consumo como ese ente que te incita a comprar aquello que no necesitas. 

Ricky Gil: Sí, son canciones que Albert ya tenía escritas antes de que tomáramos la decisión de “traspasar” el grupo, y entroncan más con el disco Como debe ser o con el single “Mortadelo y Filemón”. Esta en concreto habla del disparate consumista en que ha caído gran parte de la población. Tengo que decir que no me identifico con el protagonista de la canción. Mis ansias consumistas son reducidas (risas). 

Otra canción más desgarrada, “Ponte en mi lugar”, aborda el tema de la inmigración, por desgracia cada día más doloroso y macabro destino para quien busca solo una oportunidad. 

Ricky Gil: Ésta es otra letra de Albert, que entronca con “Playas del Mediterráneo”, del disco Como debe ser. Es terrible que el origen de las personas condicione de tal manera su existencia. Los que nacimos en el primer mundo y nos dedicamos a tocar la guitarrita somos unos privilegiados, sin haberlo merecido especialmente. 

El disco se cierra con una canción en catalán, ”Les caricies i el dolor”, teniendo en cuenta que es el último tema del último disco de la banda, ¿la decisión de cerrarlo en dicho idioma es una declaración de principios? 

Ricky Gil: El idioma no fue la razón principal para ponerla al final. La pusimos la última porque termina de un modo bastante épico, con una nota que resuena y que tal vez permanecerá inconscientemente en la memoria de quien la escuche. 

Toda banda cuando publica un disco intenta buscar el número mayor de lugares donde poder presentarlo, supongo que dado lo que significa este trabajo esa determinación por “despediros” de muchas ciudades os ha llevado a buscar una gira tan extensa… 

Ricky Gil: Nos hemos tomado muy en serio el hecho de intentar tocar en todas partes antes de terminar. Tenemos ya un montón de conciertos y van a salir muchos más hasta finales de 2026. La intención es despedirse de cada persona para la que este grupo ha sido importante. Por lo tanto, vamos a recorrer por última vez el territorio que tan bien conocemos. Nuestro ámbito geográfico es amplio pero asequible al mismo tiempo. Hemos tocado pocas veces por Europa y desgraciadamente nunca hemos tocado en América Latina, a pesar de que allí también se nos valora mucho. 

Como parte de la despedida de la banda también tenéis previsto grabar un documental, ¿en qué punto está y de qué manera tenéis idea plantearlo? 

Ricky Gil: Se están llevando a cabo una serie de entrevistas a personajes clave de la historia del grupo, y se ha hecho todo un trabajo de recopilación de material de archivo. Estoy seguro de que va a ser un documental muy emocionante e impactante a nivel visual y sonoro. 

Después de cerrar definitivamente la persiana de ese local que aparece en la portada del disco, ¿cuál os gustaría que fuera el legado que encontrara dentro aquel que quisiera abrirlo? 

Ricky Gil: Me gustaría que los chicos y chicas que abrieran el local encontraran una cinta de cassette con una canción inédita de Brighton 64, la incorporaran a su repertorio y les ayudara a vivir una trayectoria tan larga y fructífera como la nuestra.