Entrevista: Kiko Veneno

“Siempre intento reflejar asuntos universales y profundos que preocupan a la humanidad y que mueven el arte”

Por: Sergio Iglesias


"Sombrero roto" es el título del último trabajo de Kiko Veneno, un libro - disco en el que el músico demuestra que, tras más de 40 años de carrera y como decía la canción de Veneno, “los rayos pueden entrar en su cabeza”. En este caso, los rayos son los nuevos sonidos contemporáneos y la electrónica, que Kiko Veneno ha sabido adaptar perfectamente a su repertorio. El libro que acompaña este trabajo discográfico está realizado por su hijo Adán López y en él encontramos diversos escritos y reflexiones del veterano músico en torno a la música y la creatividad.

En este disco, sorprende la presencia que has dado a la electrónica, aunque ya estaba presente anteriormente en temas como “Babú”, del disco “Sensación térmica”, que grabaste con Refree… 

Kiko Veneno: Sí, de hecho en “Sensación térmica” incluso había más cosas de electrónica, lo que pasa que en este la apuesta es más radical, está más trabajado en temas como, por ejemplo, “Chamariz”, una especie de cuplé electrónico en el que se ve que la melodía es clásica y la letra tiene esa épica de la canción folclórica con un acompañamiento más actual, usando los sonidos contemporáneos. 

¿Y por qué te decides a hacer ahora esta apuesta? 

Kiko Veneno:  Simplemente me meto en el estudio a grabar mis maquetas y ahora, con el Protools, el Ableton y todo esto, te encuentras sonidos con los que te vas familiarizando y me tomo la libertad de utilizarlos. Yo intento escuchar la música de hoy y estar al día y todo eso ya estaba presente en mis maquetas. 

¿Sueles escuchar este tipo de música electrónica? 

Kiko Veneno: No mucho, pero cuando voy en el coche, que es mi sitio favorito para escuchar la radio, cuando suena algo de esto lo escucho con atención. Hay una música electrónica que me interesa, no sé decirte el estilo, pero es una música que va creciendo todo el rato; en cambio, hay otras músicas en las que, la cuarta vez que escuchas una secuencia, ya sabes lo que va a venir a continuación y eso me aburre porque, desde el punto de vista humano, las máquinas no pueden competir con las personas, porque nosotros tenemos matices y habría que humanizar mucho a las máquinas para que hagan algo parecido a la música que hacemos las personas. Eso se puede hacer, y hay gente que lo hace con mucho arte y hay que escucharlo con detenimiento para percibir los sutiles cambios que van apareciendo en la música, de forma que el asunto no se convierta en rutina. 

Después, también los hay que son muy groseros y que te machacan con la misma estructura desde el principio hasta el final… lo que yo llamo “música para gimnasio” o “música para robots”, porque los robots también tienen su corazoncito (risas). 

Pero la gente tiene que entender que, entre un ritmo hecho por una máquina, que es perfecto, y el ritmo hecho por un ser humano, hay una gran diferencia que es la emoción y el acento que transmite la persona. Hay ciertos grupos con los que disfruto mucho porque ves en su música un desarrollo con la misma calidad e interacción que un grupo de rock, de pop o de la música clásica. Las tecnologías pueden ser diferentes, pero lo común es la emoción humana de hacer y sentir música, de crear sonidos, melodías y armonías. 

¿Por qué has tardado tanto en sacar material nuevo esta vez? 

Kiko Veneno:  La verdad es que llevo trabajando en este disco prácticamente desde que saqué el anterior. Yo iba componiendo las canciones en el estudio según se me iban ocurriendo cosas y, en este tiempo, yo habría hecho tres o cuatro discos, porque soy de disparo fácil; pero en este país necesitas estar muy seguro de lo que haces y tener grandes equipos que te respalden porque, tecnológicamente, yo no habría sido capaz de hacer esto solo. Por eso necesitábamos equipos grandes a todos los niveles: producción, sonido, gente para hacer el libro, el disco… hemos tenido que optar por esperar e ir poco a poco para hacer las cosas bien, dada la estrechez del mercado. 

El disco, en realidad, estaba terminado en agosto del año pasado, pero teníamos la incertidumbre de cómo sacarlo y distribuirlo y por eso se ha demorado hasta primavera, que tampoco es mala fecha para sacar un disco. 

Realmente siento mucho tener que esperar porque, como te decía, yo haría un par de discos cada año y esto no es de ahora, sino desde que empecé; es decir, si llevo 40 años en la música, yo habría hecho ya 80 discos… si estuviera en América o si las circunstancias fueran diferentes; pero las cosas aquí están como están y no vale la pena quejarse, así que hay que acomodarse a los tiempos porque, además, es autoproducido, no trabajamos con ninguna compañía que nos lo financie. Todo es mucho más artesanal, y por eso también es todo más agradecido… sobre todo, se agradece el esfuerzo de crear un equipo, que es lo más bonito de todo esto y valoras mucho más el esfuerzo individual y la artesanía de este proyecto. A la vez, te da mucha pena que no exista una industria cultural o que exista cada vez menos y que se desentiendan de las demandas más humanistas de la gente. 

  ¿Es complicado sacar discos en este país? 

Kiko Veneno:  Tú sabes que la vida cultural pesa mucho con las nuevas políticas, el capitalismo no está por la labor de redistribuir y pagar a la gente buenos sueldos para que consuman y para que compren arte, cultura, casa y coche, que es lo que pasaba en los 60 y 70. Esa dinámica se rompe y el capitalismo ahora tiene una estructura monopolista, es una guerra de tiburones que consiste en empobrecer lo máximo, pagar lo menos posible para que circule la menor cantidad de dinero, excepto en los paraísos fiscales que ellos controlan. Desde ese punto de vista, tampoco les interesa la cultura, porque con eso la gente se vuelve más humana, más crítica, más razonable, mas empática, se comunican mejor entre ellos, se vuelve más comprensiva… 

¿…Y más peligrosa? 

Kiko Veneno: Sí, claro, para ellos sí. 

Me hablabas antes de lo agradecido que es el hecho de crear equipos, ¿Te gusta variar de gente a la hora de trabajar? 

Kiko Veneno: No me gusta variar de equipo, a mí me gusta variar de música, intentar descubrir cosas y explorar caminos nuevos. Pero, por ejemplo, con mi equipo de músicos o con mi equipo de management llevo muchos años trabajando. Crear equipos sólidos de trabajo es la única garantía que, hoy en día, tenemos los artesanos independientes para poder hacer algo que tenga un cierto peso y una cierta importancia. 

Centrándonos en las canciones, en este disco encontramos letras muy “made in Kiko Veneno” pero, como dices en el libro, “La vida es más desbordante que el arte y hay una historia a cada paso que damos”, ¿tan fácil te resulta encontrar la temática para esas letras tan cotidianas? 

Kiko Veneno: Yo no hablaría tanto de cotidianas… sino que es una historia general de las cosas que pasan. La apariencia de las canciones pueden decir que hablo de cosas cotidianas porque la contemporaneidad del asunto es palpable, pero siempre intento reflejar asuntos universales y profundos que preocupan a la humanidad y que mueven el arte: la emoción, el alma del mundo y de las personas, la comunicación, el drama, la tragedia, la alegría, la soledad… yo intento ser fiel a esos grandes temas. Lo de “cotidiano”, a veces, lo veo como querer reducirlo a algo anecdótico, es como la crítica que me han hecho en una revista en la que definen el disco como “pop populachero”… yo no sé qué han querido decir, o si han querido ser graciosos, pero a mí me ha molestado muchísimo, porque, para mí el término “populachero” es peor que populista, es hortera y desagradable y va dirigido a sentimientos muy groseros… el populachero es el “Viva España” de Manolo Escobar, tiene un aspecto despectivo y no me ha gustado esa definición. 

Siguiendo con las letras, también abordas temas sociales como en “Yo quería ser español”, donde cuentas cómo, con la complicidad de grandes empresas multinacionales, nos hemos dejado robar la libertad a cambio de una supuesta seguridad… 

Kiko Veneno: Ese es el tema, el estado y los gobiernos capitalistas no quieren que la policía se dedique a proteger a la gente, sino que dedican esos cuerpos policiales a cosas que son intolerables como a perseguir y a eliminar competidores políticos, a robar, a lucrarse en los bajos fondos y en las cloacas… Eso permite que empresas como Securitas Direct quieran tener el monopolio de la seguridad en España porque el estado no quiere darnos la seguridad que merecemos. Parece ser que los ciudadanos que no tenemos dinero para poner una alarma en casa somos ciudadanos de segunda y ese es el mensaje que el gobierno permite que se transmita. 

Hablando de esa misma canción, ¿sigues queriendo ser español? 

Kiko Veneno: (Risas) Pues esto es una frase de mi hijo Adán de cuando era chico, que es bastante absurda pero bastante graciosa. Yo la cogí, precisamente, porque era la frase de un crío de tres años que está ahí con sus juguetes investigando el lenguaje… tampoco quiere decir nada, es una forma de poner el lenguaje a un nivel más inocente y quitar un poco de drama a la expresión “español”. Yo siempre digo que me siento muy español… hasta Portugal (risas), me encanta la Península Ibérica con delirio y lo único que quería era desdramatizar todo eso de “ser español”. 

También se puede ser español sin poner banderas enormes en el balcón ¿verdad?

Kiko Veneno: Hay un refrán que dice “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces” y eso, aplicado a la política banderil, sería “Dime de qué tamaño es la bandera que tú propones y te diré cuanto estas robando”, cuanto más grande sea la bandera, más grande es el robo y el desfalco que se hace. 

¿Con el título de “Sombrero roto” intentabas conectar estos nuevos sonidos con aquellas primeras canciones que hacías con Veneno?

Kiko Veneno: El título alude precisamente a eso, a ver si, más de 40 años después, todavía el sombrero sigue roto, si sigo abierto a las nuevas tendencias… yo creo que sólo hay una forma de estar abierto y ser empático, que es procurar entender a la gente y entender algo tan básico como que, si fueras de Níger, estarías loco por atravesar el desierto o por coger una patera para irte a buscarte la vida porque no aguantarías más la miseria en la que vives… eso es para mí en lo que consiste tener el sombrero roto. 

El libro que conforma el pack “Sombrero roto” ha sido realizado por tu hijo, recopilando ideas de ambos sobre diversos temas relacionados con la música, ¿ha sido muy especial trabajar mano a mano con tu hijo? 

Kiko Veneno:  Es un regalo maravilloso que mi hijo me ha hecho y que viene acompañado por el trabajo de extraordinarias artistas plásticas como Marta Lafuente y Carmela Alvarado y se lo agradeceré toda la vida. Esto lo ha trabajado desde que empecé con las maquetas del disco y me planteó desarrollar alguna obra gráfica o algún libro que fuera paralela al proceso de grabación del disco. También me pareció muy buena idea hablar sobre el proceso creativo de toda mi vida y estoy muy contento y orgulloso de que la idea haya ido para adelante, porque es una obra de arte muy completa. 

En un pasaje del libro hablas sobre la creatividad diciendo que “a hacer canciones se aprende haciéndolas, sólo se necesita tiempo”… ¿Sólo tiempo o es necesario algo más? 

Kiko Veneno:  Mira, la canción de “Yo quería ser español” de la que hablábamos antes, era un recuerdo que yo tenía de hace años y de aquellas experiencias con el lenguaje de mi hijo y hasta ahora no se había convertido en canción… ya ves, esto es sólo un ejemplo de como las obras de arte pueden tardar mucho tiempo en desarrollarse; a las cosas hay que darles esa sazón, aliñarlas y dejar que cojan ese sabor. 00 Hay cosas muy inmediatas, pero hay otras que tardan más en prosperar y en ver hacia dónde van; hay que tener paciencia, tranquilidad y fe en la humanidad, en el arte y en la naturaleza para ver que eso, aunque sea despacio, puede ir hacia adelante. 

Ya, ¿pero cómo le dices a un chaval que está empezando que esto es cuestión de tiempo y que tiene que esperar cinco años para ver su disco publicado? 

Kiko Veneno: Sí, la verdad es que es duro, sobre todo para la gente joven que es la que se está comiendo el marrón de este callejón tan estrecho en el que nos ha metido el capitalismo. No voy a ahondar más en lo que es el mundo actual… que cada uno lo defina como lo vea pero, indudablemente, se puede definir de una manera sencilla diciendo que el dinero es lo único que importa, que las personas están muy atrás en la escala de valores, y eso se ve de manera palpable en la gente joven, que se encuentra con un futuro muy negro en el que no van a poder tener una casa o posibilidad de tener dinero para poder viajar sin tener que dormir en los aeropuertos, que no van a tener un trabajo estable con un sueldo digno y que se encuentran con 40 sin haber cotizado nada en la seguridad social… pero bueno, para lo que han conseguido sus padres y sus abuelos que ha sido llegar a los 70 años y que les hayan robado la bolsa de las pensiones… porque esa es otra, lo que ha hecho el estado con los trabajadores es innombrable. 

¿Decidir dedicarse al arte en esta situación se ha convertido casi un deporte de riesgo?

Kiko Veneno: Indudablemente. Hoy en día, lo que ellos te quieren decir es que te metas a policía o a guardia de seguridad, o a la industria de las apuestas o que te metas en política o en el aparato administrativo del estado a través de las redes clientelares… esas son las únicas posibilidades que hay para la gente joven y son posibilidades muy cerradas. En España, los temas realmente importantes no se hablan y todas las instituciones y las grandes empresas son fraudulentas, tanto las estatales, que ya hemos visto cómo roban los políticos dentro de ellas, como los bancos o las grandes empresas. Dime un nombre de una gran empresa que sea honrada ¡No hay! 

Para terminar ¿cuándo empezarás a presentar “Sombrero roto”? 

Kiko Veneno: Yo creo que, después del verano, ya estaré en disposición de armar la banda para poder reproducir estos sonidos y actualizar el repertorio. 

¿Cómo vas a llevar al directo estos sonidos? 

Kiko Veneno: Lo haremos con aparatos que disparan esos sonidos, sincronizando las bases electrónicas para tocar por encima los instrumentos y los sonidos reales… va a ser una experiencia bonita.