Entrevista: Iñigo Munster


“Hay demasiada gente dedicándose a la música sólo por una cuestión de negocios"

Por: Amaia Santana

Entrar en la base de operaciones de Munster Records es adentrarse en un parque de atracciones. Un sinfín de atracciones que abarca un amplísimo y exquisito espectro musical. La tienda Satanasa del mítico Rastro madrileño, pero a lo grande. Lo custodia Saturno, una perra que recibe a El Giradiscos a ladridos, aunque son amistosos. En la oficina de la planta superior suena The Mickey Finn -el sello acaba de editar un (muy recomendable) recopilatorio de esta banda británica de los 60-. 

La oficina de Iñigo Pastor AKA Iñigo Munster está atestada de cajas de vinilos (ya no editan CDs). Asegura que una de las claves de supervivencia del sello es estar en constante movimiento; buscando y rescatando del olvido diamantes en bruto, pedradas preciosas, engendros y criaturillas varias. 

Todo empezó con un fanzine... y una pasión; algo que Iñigo Munster echa en falta en la industria musical actual. “Todo es gente de la escuela de negocios, y les suda la po…”. Charlamos con él sobre los orígenes, motivaciones y futuros proyectos de este sello venerado por melómanos de todo el mundo.

En 2013 celebrasteis el 30 aniversario de Munster Records bajo el eslogan “30 años alumbrando criaturas y desenterrando engendros”. ¿Se mantiene este lema vital hoy día?

Iñigo Munster: Tiene mucho sentido literalmente; sobre todo en lo que se refiere a nuestra dedicación a redescubrir cosas del pasado. Ha sido una evolución y ese lema define bien al sello, son muchos años cumpliendo esta misión. Creo que somos los más longevos en esa línea, no sólo en el Estado, sino casi en Europa. Al menos en tan amplio espectro de música, porque no estamos encerrados en un género musical concreto. Es cierto que empezamos siendo más punk-rock, garage, indie… Pues era lo que nos gustaba y lo que estábamos descubriendo a nuestro alrededor. Cuando empecé el fanzine con mi hermano Gorka (“La herencia de los Munster”, 1983), escuchábamos grupos de la época, es decir, sonidos más garageros, punkis… sin entrar tampoco en el Rock Radical. 

De hecho, en un artículo publicado en Rockdelux (#318 junio 2013) con motivo del 30 aniversario, os definen como “una marca que empezó en el puro rock y desembocó en la gran música”.

Iñigo Munster: Los sellos que han estado editando punk no han hecho otra cosa, pero nosotros nunca nos propusimos que hubiera un ‘fondo’, una escena, en la música que descubríamos. Es más, se ha demostrado que detrás de una escena determinada, había otros sonidos que poco o nada tenían que ver con ésta. Así es como dimos con la música peruana de los años 60, muy rica y extensa en el formato punk y garage (Los Saicos, Los York’s, etc.). A la vez, las mismas compañías que editaban estos discos tenían unos catálogos mucho más amplios de otras músicas, que podríamos considerar “tropical”... y nos sumergimos en ellos.

¿Y qué encontrasteis?

Iñigo Munster: Músicas que no conocíamos ni por asomo, y que nos resultaban igualmente atractivas e interesantes. Me considero una persona muy abierta, eclécticamente hablando. Creo que la vida es demasiado corta como para estar escuchando un solo género de música. Más que investigar -ya que no es muy académico y puede resultar un poco presuntuoso-, BUSCAMOS. Y hemos dado con mucha música de Latinoamérica, de África; jazz, cumbia, tropical; también editamos una recopilación de música persa de los años 60; incluso bandas sonoras de cine italiano de hace muchos años…

“Creo que la vida es demasiado corta como para estar escuchando un solo género de música”

En cuanto a bandas ‘en activo’, ¿a quiénes editáis en estos momentos?

Iñigo Munster: Prácticamente no tenemos producción del momento; y los que editamos son artistas más experimentales y de vanguardia. Del underground, si lo prefieres. O sea, músicas que no encajan en ningún formato comercial, muy al margen del circuito convencional. Tampoco entramos en ninguna operativa promocional. Son músicos que conocemos (de antemano); como Nad Spiro, una guitarrista guipuzcoana que vive desde los años 80 en Barcelona y cuenta con gran reconocimiento en la escena underground internacional. Hace una especie de música cinemática, con aspectos un poco electrónicos. También contamos con Esplendor Geométrico, banda clásica del underground industrial; o Mattin, artista bilbaíno residente en Berlín, que antes formaba parte del grupo Billy Bao. A la vez, seguimos con reediciones de todo tipo de música, ahora fundamentalmente del género tropical; de Colombia, Perú, etc.

¿Escucháis todas las propuestas/maquetas que os envían?

Iñigo Munster: No… Llegan muchas, y no tengo tiempo siquiera. Las propuestas que consideramos son las que nos llegan a través de un entorno cercano. Hay mucho artista que te envía el típico mailing general que envía a todo el mundo. Francamente, creo que los artistas de hoy día, si tienen un poco de chispa, se lo pueden montar ellos mismos. Lo bueno de esta era es que hay gente que se lo está haciendo tal como empezaron realmente las independientes: dando un servicio a los artistas, y la mayoría de estos se autoproducían, o tenían una implicación al menos... 

Asimismo, se ha estilado un tipo de contrato totalitarista y leonino en el que no queremos entrar. Ahora todo el mundo quiere TODO del artista: management, editorial, digital… Para mí eso es una mierda, es una especie de trampa mortal para el artista. No tiene nada que ver con lo que hacemos, y aunque quisiéramos entrar esa odisea de promoción y demás, tampoco podríamos. Trabajamos de una forma que nada tiene que ver con una compañía discográfica de edición de talentos. Y por supuesto que hay bandas actuales de puta madre, sellos que hacen cosas guais y grupos que se lo están haciendo ellos mismos. Nosotros hicimos un trabajo muy importante de edición de bandas en los 90, de hecho; nos mojamos con esas bandas, hacíamos giras, vídeos… de todo. Creo que tiene que ser algo generacional. 


Se refieren a ti como “Indiana Jones” por la labor arqueológica de Munster Records. Además de indagar en esos catálogos que has citado, ¿qué otras fuentes o herramientas tenéis para dar con estos hallazgos?

Iñigo Munster: Gran parte es por acumulación -no quiero decir coleccionismo-. He estado comprando discos toda mi vida, y muchos de esos discos han dado pie a ediciones. Aparte de nuestro círculo más cercano, es decir, de personas que trabajan aquí como Murky López o Javi Bayo, contamos con una serie de colaboradores en diferentes países que nos proponen muchos proyectos. Es una combinación de fuentes y referencias. No hay una sola fórmula, vaya. 

“En Munster no hay una línea editorial concreta; sin embargo, sí que hay una etiqueta”

¿Cómo definirías la línea editorial de Munster Records? O en otras palabras, ¿qué requisitos hay que cumplir para pertenecer al catálogo Munster? 

Iñigo Munster: No hay una línea editorial concreta; sin embargo, sí que hay una ETIQUETA. Por ejemplo, se ha creado una especie de hermandad Munster-Vampi, una marca reconocible con gente que la sigue (Nota: Vampi Soul es una de las ‘filiales’ de Munster Records, especializada en la edición de músicas del mundo, de carácter más folclórico). 

Además, algo que permite la globalización es conectar con gente con inquietudes y una especie de ansia por descubrir. Esa curiosidad es en la que basamos, en gran parte, nuestra ‘línea editorial’: en ese factor sugerente y misterioso de cada propuesta. Por supuesto, dentro de unos estándares, como que tengan una mínima calidad sonora -aún así, en algún momento nos hemos permitido la licencia de editar cosas al límite de la calidad sonora, y hemos primado su valor sónico-.

Nuestros discos son apuestas en muchos casos: en su mayoría no han sido reeditados, no son conocidos, ni fueron discos de éxito en su momento. En general, son bastante bien recibidos, pero no hay nada que lo pete, ¿sabes? Precisamente por eso tenemos que estar constantemente activos con las ediciones, buscando material nuevo… 

Hacemos tiradas más bien cortas, por cuestiones prácticas: no nos podemos permitir tener todo en catálogo -sería un stock enorme-; tampoco creo que haya un mercado que lo absorba. Entre nosotros lo hemos hablado muchas veces: si fuéramos un sello británico, o de EE.UU, donde el mercado es más amplio… A la vez, cuando he hablado con compañías de allí, resulta que ocurre a la inversa: tienen que hacer más del mínimo, para que les compense.

La solidez de la marca Munster puede deberse en parte a esa fidelidad a la estética/espíritu de fanzine mantenida a lo largo de todos estos años...

Iñigo Munster: Hay muchas cosas que podríamos haber editado y no lo hemos hecho. Es cierto que hay un criterio de gusto, de estilo, de entusiasmo. Si no lo hay, normalmente no lo hacemos. 

Ese podría ser el resumen de la línea editorial, entonces: “Si no nos gusta, no sale”.

Iñigo Munster: Básicamente.

Os consideráis ante todo “fans de la música”. ¿Es esto compatible con hacer negocio de la misma? 

Iñigo Munster: Para vender 100.000 discos, tienes que hacer unas 150 referencias. El esfuerzo o coste de producción de 10 o de 100 discos no es el mismo, claro. Por eso estamos siempre inmersos en la producción: búsqueda, archivo, diseño. El proceso de fabricación es muy cuidadoso. Esa es un poco la clave. Si lo hiciéramos al 10%, lógicamente no estaríamos ante el mismo modelo de negocio.

“Me gustaba mucho la industria musical cuando la gente que trabajaba en las compañías tenía algún tipo de interés, experiencia y cariño por la profesión. Ahora son todo gente de la escuela de negocios, y les suda la polla, hablando mal…” 

La mayoría de las reediciones ‘etiqueta Munster’ no se encuentran en plataformas digitales. ¿A qué se debe? ¿Es por una cuestión práctica o de principios?

Iñigo Munster: Cuando surgió todo esto, sí que fue una cuestión de principios. Muy incrédulamente pensé que lo digital jamás sustituiría la fabricación física. En general, ganan más las compañías que los propios artistas, que cobran cantidades irrisorias. En un inicio nos resistimos a esto, más por una cuestión de prioridades que por ‘capricho’. Por otro lado, es una lástima que no lo hubiéramos desarrollado antes: habríamos tenido más oportunidades de negocio. Desde hace unos años, todo el mundo quiere pillar material como el que editamos para las plataformas, con un carácter muy agresivo. Las compañías de muchos de los proyectos que desarrollamos tienen un acuerdo de distribución digital en el que no participamos. Entonces la promoción es más difícil, porque creo que es para lo que deberían servir fundamentalmente estas plataformas: como herramienta promocional. Lo que ocurre es que se ha convertido en la manera de explotación musical máxima, del presente y del futuro. Habrá que ver… Tenemos alguna cosa con cierto éxito en estos lares, como Los Saicos, que parece que se ha convertido en un fenómeno internacional. Lo tropical también está funcionando bastante bien. En realidad, para nuestro tipo de negocio sigue siendo más un complemento que una prioridad. 

¿Sientes a Munster Records al margen de la industria musical actual?

Iñigo Munster: (Reflexiona) No sé si la expresión es “al margen”, pero a mí no me gusta la dirección de la industria musical. Me gustaba mucho cuando la gente que trabajaba en las compañías tenía algún tipo de interés, experiencia y cariño por la profesión. Ahora todo es gente de la escuela de negocios, y les suda la polla, hablando mal… Es como si fueran mayoristas de tornillos o de piezas de coche. Si eso es estar al margen, pues sí, lo estamos. Pero vamos en paralelo con un montón de compañías en el mundo que están en nuestra línea. A mí antes también me gustaban mucho las ferias, por ejemplo. Empecé a ir al MIDEM (Marché International du Disque et de l'Edition Musicale) en el 92. Entonces, cuando te reunías con alguien, por ejemplo con el sello SST, hablabas con Greg Ginn, bajista de Black Flag y cofundador de la compañía. Te relacionabas con gente con mucha experiencia, que llevaba su proyecto adelante y con quien podías mantener una conversación -más allá de cada uno tuviera un ángulo más o menos agresivo en términos empresariales-. Ahora el mundo de la música está lleno de GILIPOLLAS. Hay demasiada gente dedicándose a la música sólo por una cuestión de negocios, no por ninguna afición. Yo ya no conozco prácticamente a nadie… Salvo a las independientes clásicas: Luis Calvo de Elefant, Fernando de Potencial, Marcos de Mushroom Pillow, Xabi de Brixton… Creo que compartimos un espíritu, un camino; que es el de sacar adelante proyectos basándonos en eso, en lo que nos da la gana hacer.

“La pandemia está rediseñando el negocio. Si nos comparamos con otros sectores de la música -como el del directo, por ejemplo-, nos va de puta madre. Hemos seguido haciendo discos, distribuyéndolos y agotándolos”

¿Qué hay del sello editorial Munster Books? ¿Sigue en activo?

Iñigo Munster: Ese fue un proyecto que empezamos demasiado pronto. En los últimos cinco años se ha producido un boom editorial de libros musicales, se ha creado un mercado. Cuando entramos en ello no éramos muy conscientes de cómo era ese mundo -muy distinto al del disco y mucho más encarnizado-; aparte de lo costoso y laborioso que es editar un libro en condiciones... Así que Munster Books se quedó un poco aparcado, si bien es cierto que tenemos algún proyecto entre manos. Por ejemplo, estamos trabajando en un libro de fotografía de Salvador Costa, el fotógrafo de La Banda Trapera del Río y quizá el artífice del primer libro gráfico del punk. Esta obra estuvo en su día en el Museo Tate, circuló por el Rastro… A través de su viuda conseguimos los negativos; pero claro, es un trabajazo, hay que tratar muy bien estas fotografías. Es un proyecto que saldrá este año previsiblemente. También tenemos un libro sobre Pau Riba, escrito por Jaime Gonzalo, a raíz de la edición que hicimos de “Dioptría”; pero nos pilló el confinamiento y ha quedado relegado en el orden de prioridades. Lo editaremos en algún momento, eso sí. De nuevo, estaremos al margen del circuito de libros: queremos venderlos como si fueran discos, es decir, distribuirlos fundamentalmente en tiendas de discos. 

¿La pandemia ha afectado a algún otro proyecto discográfico?

Iñigo Munster: En realidad no; ha afectado mucho a la operativa, a cómo nos hemos tenido que organizar todos estos meses atrás. También hemos tenido que adaptarnos a los diferentes ritmos de los países con los que trabajamos -porque operamos mucho a nivel internacional-. Si nos comparamos con otros sectores de la música -como el del directo, por ejemplo-, nos va de puta madre. Más allá de lo logístico, que ha sido complicado para todos, hemos seguido haciendo discos, distribuyéndolos y agotándolos. La venta online se ha disparado, algo que también ha ocurrido en otros muchos sectores. Tampoco es que haya suplido a las tiendas -muchas de las cuales han tenido que cerrar-, pero la pandemia está rediseñando el negocio.

“Los Saicos son ahora ‘mainstream’; han recibido un reconocimiento a su altura, y esto no suele ocurrir. Este es un proyecto que me llena de orgullo, no sólo por la banda, sino por todo el sonido que ha trascendido: miles de grupos salvajes en toda Latinoamérica”

¿Son Los Saicos una de las bandas fetiche de Munster? Han pasado del nicho al ‘mainstream’…

Iñigo Munster: Sí, sí, Los Saicos son totalmente mainstream. Cuando hace 15 años editamos la famosa cajita de singles -bueno, años antes publicamos un formato semioficial (por no decir que lo sacamos por la cara)-; a partir de un casete de un amigo de Perú, ‘inventamos’ una historia, conseguimos fotos… A raíz de aquello se creó una especie de fenómeno, porque su sonido era totalmente rompedor y no había nada igual. Es entonces cuando contactamos con los miembros que quedaban de la banda y organizamos las ediciones ‘legalizadas’; en condiciones, con su material gráfico y de archivo, etc. Como salió a colación en una entrevista que me hicieron en el diario francés Libération, creo que en Munster pasaremos a la historia por haber descubierto a Los Saicos. No tanto por la banda en sí, sino por todo ese sonido que trascendió a esta banda: miles de grupos salvajes en toda Latinoamérica. En ese sentido, creo que Los Saicos han recibido un reconocimiento a su altura, y esto no suele ocurrir.

Cuántas bandas caen en el olvido sin ningún tipo de estima…

Iñigo Munster: Claro… Es curioso que gente de cada vez más distintas esferas los piloten. Nos los piden mucho, incluso para bandas sonoras y anuncios. Los Saicos es un proyecto que me llena de orgullo. Tengo además una excelente relación con Erwin (Flores), cantante y genio de esta banda. Es un personaje fascinante, y su historia con Los Saicos y la música no es siquiera la punta del iceberg... 

Coincidiste con Eskorbuto en el Santurtzi de los años 80. ¿Imaginabas entonces la proyección que tendrían?

Iñigo Munster: Coincidí con ellos en el 84, yo tendría unos 15-16 años. Encontrarme con ellos en la calle era algo bastante habitual. Con Pako nunca tuve ningún contacto, en cambio con Iosu y Jualma sí, como vivían en Santurce… Con Iosu tuve alguna conversación, pero muy de niño. Era un personaje impresionante. Entonces no imaginé que fueran a tener esa dimensión. Tiene gracia esa conexión local. 

Nosotros hemos hecho unos acuerdos muy puntuales con Pako, para unos discos muy concretos -porque él ha sido capaz de distribuir los derechos entre varias compañías-. En Latinoamérica, e incluso en EEUU, son una banda de máximo culto, muy influyente y respetada. Eskorbuto es algo muy singular; ellos eran anti-todo y no estaban en nada. Y al final… pues una historia muy triste. Pero su legado musical es de los más importantes del Estado en su género.

El primer volumen de ese recopilatorio de ‘nuggets’ hispanos que es “Algo Salvaje” incluye una versión de “Cada vez”, de los venezolanos Impala, interpretada -¡y cantada en euskera!-, por los Daikiris. ¿Cómo disteis con esta rareza?

Iñigo Munster: Eso es de lo más ultraexótico. Esos recopilatorios los concebí con Vicente Fabuel, de la tienda de discos Oldies de Valencia. Aparte de ser una persona de categoría máxima, Fabuel es un tío generoso, interesante… Sobre todo generoso, porque en el mundo del coleccionismo la gente tiende a encerrarse en sus griales, sus tesoritos y sus mierdas. Pero Vicente no, él entendió el concepto y, cuando ya teníamos el primer volumen hilvanado, me llama y me dice: “Para, para un poco, que te voy a mandar un tema de tu tierra, en euskera…”. Ciertamente, si ves la portada del disco, es un disparate encontrar esa versión ahí, no tiene nada que ver con el resto de las canciones. Los Daikiri fueron una de esas bandas un poco de verbena, de fiesta en el pueblo, acordeón y ya está. Fue algo muy curioso.