Hace relativamente poco tiempo conocí a Standstill, en realidad ya los conocía pero no les prestaba ninguna atención presa de prejuicios bobos, lo reconozco. Le debo el descubrimiento de las virtudes de este grupo a una amiga del sur de la península, es más, a ella le debo el sacarme de esos prejuicios que me hacían ver a este grupo como algo pretencioso y cargado de melodrama exagerado.
Ello tuvo lugar cuando, ella, una noche nos presentó a Javi y a mí a Ricky Falkner, en una céntrica sala de Madrid. Me pareció un tipo distinto a las gentes de abrazo fácil que habitan el entorno de la música en España. ¿Para romper los prejuicios que mejor que conocer?
A raíz de eso me interesé por su música y he podido disfrutar de un disco genial, como es Adelante Bonaparte y, recuperar los anteriores no menos emocionantes Viva la Guerra y Standstill (De sus discos en inglés por ahora no. No me trago los grupos que se sirven del inglés aún siendo españoles).
Con la sala completamente llena asaltaron el escenario para colocarse en sus puestos y agarrar sus instrumentos. Arrancaron con Todos en Pie, en un inicio arrollador, llevando el desarrollo de la canción al límite con teclados agónicos al extremo de la locura, E. Montefusco golpeando las teclas como si le fuera la vida en ello.
Este inicio hizo presagiar lo que fue el resto del show. Canciones a saltos entre la paz y la guerra, con letras de una sensibilidad como pocas bandas han logrado emocionarme. Algo indescriptible, si has conectado sabes de qué hablo.
Tras el primer trallazo el show bajó un poco la intensidad sonora, nunca en emoción. Atacaron temas como Ayer soñé contigo, El resplandor, El porqué de hablar solo. Hasta que intervino el motor de la maquina con Ricky Falkner y Ricky Lavado (bajo y batería respectivamente) para demostrar que son una maquina tan sofisticadas como potente. Haciendo de La mirada de los mil metros el motivo de locura general en el publico, quienes se despertaron para gritar y saltar. Le siguieron Cuando ella toca el piano, El caminet, Moriréis todos los jóvenes y La familia inventada de su Adelante Bonaparte.
Después rompieron el silencio de la mejor manera posible a estas alturas, con la rabia de ¿Por qué me llamas a estas horas? De su anterior Viva la Guerra. Su letra repetitiva y la fuerza que cobra este tema hicieron de sus minutos los más calidos de la noche. No les perdonaríamos que no rompieran así el silencio.
Tras esto, realizaron un repaso final entre idas y venidas al camerino para encadenar 1, 2, 3 Sol, Feliz en tu día, Cuando y Canción sin fin, tras la cual volvieron a pisar el escenario para marcharse de manera definitiva con Bonaparte I. Con su ritmo de batucada casi brasilera en el que Piti Elvira se posicionó en la percusión para dotar al motor de aún más caballos y así conseguir que todos los asistentes bailáramos con una sonrisa mientras coreábamos eso de “Me voy a inventar un plan para escapar hacia adelante”.
Al descender las escaleras de la Joy, aún con la emoción de lo vivido, íbamos comentando el concierto y escuchando los comentarios de la gente que nos rodeaba en la bajada. Alguien exclamó para sus acompañantes de manera vehemente “Esto es Rock”, mi opinión es que no es Rock, no es Pop, no es Electrónica, no cabe en un estilo. Esto es música, y de la buena, de la que eriza el vello y hace sentir.
Ahora puedo afirmar con rotundidad que se trata de uno de los grupos con más personalidad y carácter que he podido disfrutar. Letras y músicas genuinas que logran que las escuchas de sus discos sean inmersiones en mares de melancolía, de agonía y dolor, pero siempre con la intención de sacar las pulgas fuera y salir al exterior con una sonrisa. Y eso precisamente fue la presentación de Adelante Bonaparte en Joy Eslava.
Texto y fotos Iván González
El FIZ como trinchera
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*Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Sábado 28 de septiembre de
2024. *
*Texto y fotografías: Javier Capapé *
Un año más y un *FIZ* que pasa, pero...