L.A.: “SLNTFLM”

Hace casi tres años que nos hicimos eco de la existencia de un disco que bajo el título de “Heavenly Hell”, servía para poner en el mapa musical nacional a Luis Albert Segura, un veterano trotamundos de la escena local mallorquina, que parapetado bajo las aparentemente pretenciosas iniciales de L.A. tuvo el coraje suficiente y la osadía de editar uno de los mejores trabajos de pop-rock que vieron la luz durante el 2009 en nuestro país. 

Un álbum cuidado y mimado hasta la saciedad, fruto de tres años de pura dedicación, en el que con la paciencia del artesano, y haciendo uso de las tecnologías más avanzadas, logró dar vida a una colección de temas de sorprendente intensidad, melancolía y belleza, en la que eran fácilmente rastreables las heridas de una ruptura amorosa aun sin cicatrizar, dando como resultado final una obra altamente disfrutable que invitaba a la reflexión de todo crítico que se precie, puesto que un cancionero como el mostrado en “Heavenly Hell” condicionaba, en gran medida, un futuro que muchos presagiábamos no podría deparar cotas tan altas de calidad y acierto como las ya mostradas.

A día de hoy todavía faltan unas semanas para que vea la luz “SLNTFLM” (Universal), o “Silent Film” para quien lo prefiera, obra que continuará el legado de “Heavenly Hell”, sin embargo ya hemos tenido la oportunidad de enfrentarnos a las nuevas composiciones que darán vida al nuevo “E.P.” de L.A., el primero de los tres que desde su compañía nos anuncian tiene previsto publicar a lo largo de este año; respondiendo por fin, anticipamos que de manera más que positiva, a los interrogantes que nos venían azotando durante todo este tiempo y que más arriba manifestábamos.

No vamos a ocultar que la primera toma de contacto con el mismo nos deparó ciertas sorpresas. Y es quizás la palabra que mejor defina lo que ha ocurrido durante todo este tiempo sea “cambios”. Los ha habido y muchos. Por ejemplo hay cambios en la forma de enfrentarse a la composición de los temas, en este caso casi todos ellos nacieron fruto de la espontaneidad, sin grandes pretensiones, poco menos que de manera casual, sin que por ello deba entenderse que son producto del azar, como ocurrió con el que a la postre ha sido elegido single inicial, “Over and Over”, que apareció mientras Luis andaba jugando con una guitarra y un rueda de acordes en la propia pecera del estudio.

También hay novedades a la hora enfrentarse al proceso de grabación y producción del álbum. El corsé impuesto para la elaboración de “Heavenly Hell”, recordemos que las tomas se repitieron hasta la saciedad en busca de la perfección, que no hubiera un acorde fuera de lugar o un golpe de batería a destiempo era la consigna, ha dado paso a una interpretación fresca y libre cuyo mayor anhelo era y es transmitir por la propia capacidad de los temas para evocar sensaciones; para ello el compositor isleño no ha dudado a la hora de trasladas a todo su equipo para grabar, de manera analógica, en los prestigiosos Sound City Studio de California, refugio de bandas como Fleetwood Mac, Tom Petty and The Heartbreakers, Nirvana o Neil Young, bajo la atenta mirada de una terna de productores compuesta por Kevin Augunas, encargado de la misma labor con los afamados The Black KeysMark Neill y Richard Swift, quienes han sabido dotar al disco de la atmósfera perfecta que las canciones reclamaban.

Todo ello dando como resultado el principal y más importante de los cambios: El del sonido. Una vuelta de tuerca que ahora nos muestra a un L.A. decididamente más crudo, no decimos guitarrero, sino crudo, en el sentido de no engañar, lo que oyes es lo que hay, más orgánico y desnudo de lo que jamás hubiéramos llegado a soñar, que ha elaborado un trabajo que mira decididamente a la Costa Oeste americana, como no podía ser de otra forma. Por el disco resuenan los ecos de The Zombies, The Doors o, el ya mencionado, Neil Young, pero sin perder de vista su origen, sus raíces, y ese componente emocional tan característico que solamente los más grandes poseen, como es el de saber dotar a las canciones de ese “algo especial” que te atrapa y emociona sin remisión.

Ante semejante presentación ahora llegaría el momento de hablar de las canciones, pero eso es algo que en esta ocasión no vamos a hacer. Y es que cortes tan sinceros como “Older”, “Hanging on a Wire”, preciosa composición, emocionante desde principio a fin, que desde ya oposita a canción del año, o “Leading Role”, impresionante como se abre y va creciendo a medida que avanza, por citar unos ejemplos, hablan por sí mismas, sin necesidad de que nadie, ni mucho menos un amago de plumilla de tres al cuarto, tenga que defenderlas.

Una última cosa para acabar de dejaros con los dientes largos durante las dos semanas que restan para la edición del disco. Si para rematar la reseña del anterior “Heavenly Hell” me atrevía a soltar en voz alta algo del estilo de “si después de escucharlo no os gusta, creo que podremos afirmar que no tenéis ni idea”, con “SLNTFLM” me veo en la tesitura de no solo ratificar aquellas palabras, si no de ir un paso más allá y afirmar que debería ser obligatorio tener los discos de L.A. en las estanterías de todas las casas de este bendito país. No solo porque nuestra cultura nos lo agradecería. Si no como un favor personal que nos haríamos a nosotros mismos. Sin duda alguna el hecho de tenerlos eleva la condición del poseedor, además de ser señal de buen gusto y distinción. 

Por: Javier González