“Si mandan me encojo, me nutro de dudas, si me riñen ardo”.
Con solo oír los primeros segundos de “Vidas sin Relieve”, canción encargada de abrir el concierto, los allí presentes sabíamos que Fon Román no iba a decepcionar esa noche. Y, efectivamente, no lo hizo.
Poco o nada importaba el hecho de que empezase un tiempo después de las nueve y media, hora a la que estaba previsto; una Moby Dick llena hasta los topes se vino arriba en cuanto el señor Román pisó el escenario acompañado de su banda (Fernando Lamas a la batería y Fran Sanz al bajo), así como de su ya famosa Telecaster roja.
La noche avanzaba al ritmo de “Cometas Estáticas”, “Dosis PR”, “El Idiota”, “Mis Movimientos”, “Canción Positiva”... los temas de sus dos discos se sucedían mientras el público al poco tiempo se encontraba en sintonía total con el ambiente.
La noche avanzaba al ritmo de “Cometas Estáticas”, “Dosis PR”, “El Idiota”, “Mis Movimientos”, “Canción Positiva”... los temas de sus dos discos se sucedían mientras el público al poco tiempo se encontraba en sintonía total con el ambiente.
Llegados al ecuador del concierto, Fon Román pide un taburete. Sí, un taburete, y todos sabíamos lo que eso significaba: era el momento en que Fon se separa de la guitarra y, sirviéndose de un pequeño Casiotone interpreta “Dos elevado a Uno”, primer single de su último disco (“Entretelas”) que se ha convertido en una de las canciones imprescindibles en su gira. Seguimos con “Con ojos de Otro”, “Corazón de Juguete”, “De Romper”, “Colegio Vacío” (otro de los grandes temas de su carrera en solitario) y, para culminar, la apoteósica “Mix de ti y de Mí”.
El público (entre los que cabe destacar la presencia de gente como Quequé, Dani Rovira, Davile Matellán o incluso Raúl Quilez, miembro de su banda del que podría decirse que en esta ocasión prefirió ver los toros desde la barrera), puede asegurar que el concierto mereció la pena al ciento por cien a pesar de la corta duración del mismo (alrededor de una hora)... pero ya se sabe, lo bueno si breve dos veces bueno. En este caso, dos veces muy bueno.
Texto y foto: María Solano.
