Vidal: "Con la punta de los dedos"

Por: Àlex Guimerà 

Una de las sorpresas del panorama indie nacional llega desde Barcelona de la mano del debut Vidal. El proyecto en cuestión nace de Miguel Zaragoza (alter ego de "Vidal") un músico con gran talento compositivo y una voz aterciopelada que ha sabido acompañarse muy bien en su primer viaje. Y es que Joan Redondo se luce en unas guitarras que como decía la canción de los Beatles lloran por los surcos, David Sánchez clava con unos preciosos pianos y teclados que adornan el tono triste del álbum, y Joan Vigo (bajo) y Miguel Ballester (batería y productor del álbum) aportan una delicada sección rítimica.

Tras una artística y carismática portada que luce un corazón de piedra aporreado y reparado, se esconden unos diez cortes para no perdérselos. A base de medio-tiempos con aires de "Americana" y unas bonitas letras, la voz de logra atraparnos entre medio de una adictiva melancolía y un sentimentalismo desbordado que plagan el minutaje de este álbum que incomprensiblemente aún no ha sido editado en vinilo. Los ambientes de bar, la seducción, los miedos y las crisis de la madurez, .... y por encima de todo la ruptura y el desamor como hilo conductor que lejos de caer en la ñoñería o la vergüenza ajena llega a ser sincero, profundo y honesto.

Para el arranque, la homónima "Con la punta de los dedos" con su pegadizo estribillo resultando ser el single perfecto y el enganche para caer dentro del disco. Lo confirman las dos piezas demoledoras que la siguen, el desgarrador ejercicio de lujuria sentimental "Latencia" y la sentida balada "Invencibles a la vez", llevándonos hacia lugares y emociones por las que todos hemos pasado. Por cierto, en estas dos piezas con las guitarras de Jordi Mena, ex Jarabe de Palo y actualmente en Bunbury. "Tengo miedo" es un medio tiempo por el que matarían muchas bandas de rock español consagradas, con el añadido de la grave voz solista del cantautor Dani Flaco a partir de la segunda estrofa. Otro ilustre que aparece en el disco es Alfredo Gil (ex Pereza y Burning) aportando sus seis cuerdas en "No todas las aves vuelven a su nido", mientras que Ángel Quintana (de los canarios Reciclaje) aporta coros en todos los temas.

Pero hay bastante más en el álbum: baladas americanas clásicas ("Piedra, papel o Tijera"), soberbias piezas country rock arenosas ("Unicornios bajo el sol"), pop español noventero ("La niña de mis ojos"), canciones de bar para corear ("La chica del Bar")... Hasta el espectacular cierre de "Y que pase lo que tenga que pasar" que trae instrumentación The Band a cargo de pianola y acordeón de David Sam (actualmente en Tequila), mucho sur americano profundo y una estructura de canción ranchera.

Es el viaje a través de un disco incomprensiblemente desconocido cuya principal virtud por encima de las logradas letras, de las buenas melodías, del acertado trabajo instrumental y de producción o de la calidez de la voz, es que tiene alma. Y eso, amigos, es algo muy difícil de encontrar hoy en día.