Ryan Adams: “Wednesdays”


Por: Albert Barrios

Quiero hablar de música. De uno de esos discos que de tan austero y sencillo te llega a lo más hondo. Un álbum en que e se mezcla el amor y el dolor con la redención y el perdón , bañado en un intencionado minimalismo instrumental con el que tejer espacios y silencios, a la sombra de una letras teñidas de emoción.

Y hablaré de música, sin juzgar ni condenar al artista, aunque haya que contextualizar primero esta obra. En enero de 2019, Ryan Adams, anunció para ese mismo año la salida al mercado de tres discos, pero las acusaciones de conducta sexual inapropiada por parte de varias mujeres dejaron la trilogía en "standby". Después de pedir perdón públicamente admitiendo problemas con el alcohol, publicó por sorpresa (en un principio solo en streaming) el pasado día 11 de diciembre “Wednesdays”, uno de esos trabajos tan esperados.

El disco original, con diferente artwork y un total de 17 canciones, nos llega ligeramente cambiado: de las once composiciones de la versión definitiva un total de nueve ya se encontraban en el original, y solo la inicial “I’m Sorry And I Love You” y “Dreaming You Backwards”, que lo cierra, son nuevas. Es por ello que podemos afirmar que “Wednesdays” no pivota sobre el  reciente tsunami vital sufrido por el de  Jacksonville, sino que retoma el temario clásico de su ya extenso cancionero.

“I’m Sorry And I Love You” es la piedra de Rosetta del nuevo álbum, una súplica de perdón empapada en arrepentimiento, a la manera del “Homegrown” de Neil Young. “Who Is Gonna Love Me Now, If Not You” y “Walk In The Dark”, tan sobrias como mesuradas, nos recuerdan al Springsteen de “Nebraska”, mientras que en  “When You Cross Over” el piano y las armonías vocales llenan todos los espacios vacíos. Se abre en canal en “Poison & Pain”, y recupera la sonoridades country de Whiskeytown en “Wednesdays”.

“Birmingham” rompe la frugalidad imperante , un rock americano de toda la vida cimentado en la pegada de la batería y los teclados, la lastimera  harmónica de “So, Anyways” nos devuelve al Bruce Springsteen más introspectivo , y “Mamma” resalta gracias a los coros femeninos. Canta al amor desde la melancolía en “Lost in time” y se despide con la rítmica “Dreaming You Backwards”.

No soy juez ni jurado, solo vuelvo a disfrutar de la música de un artista que hace ya tiempo que tornó a clásico. Después del exuberante “Prisioner” (un auténtico festín para los sentidos), Adams frena bruscamente para mirar atrás y buscar su lugar en el mundo. Un disco de recomposición, donde canta al amor, al desamor y a la vida misma como pocos músicos de su generación han sabido hacer. Tan cerca, tan lejos…