Diego Vasallo: “Caemos como cae un ángel”


Por: Eduardo M. López

Cantaba Leonard Cohen en la inmortal "Bird on a wire" aquello de “como un pájaro en el alambre [...] he intentado ser libre a mi manera”. Fue a finales del anterior milenio que Diego Vasallo (Donostia, 1966), autor de uno de los repertorios de mayor popularidad en nuestro país, se cruzó en el camino con el productor Suso Saiz, y de ese decisivo encuentro nació una hoja de ruta muy distinta de aquella por la que transcurría hasta entonces la carrera del donostiarra. Saiz le produjo varios discos (a recuperar, entre otros, el primero, fundamental y recién reeditado "Canciones de amor desafinado", Warner Music Spain, 2000) e incluso llegaron a grabar juntos algún proyecto, hasta que varios lustros después el músico tomó las riendas de la producción, decidiendo, en un giro providencial (otro más), hacerse acompañar de Fernando Macaya, dando paso a un sonido con mayor músculo, donde el blues, el rock y el soul ganan protagonismo.

Para encontrar el primer indicio de este sonido actual tendríamos que remontarnos a 2016, concretamente hasta la canción “Fe para no creer” de su disco "Baladas para un autorretrato" (Subterfuge Records). Es ahí donde se anticipan muchas de las claves que luego explotarían en el proverbial "Las rutas desiertas" (Galerna, 2020) y se consolidan ahora con este "Caemos como cae un ángel" (Galerna, 2022). Canciones grabadas con una formación de rock clásico, sonido imperfecto, orgánico, donde cada elemento respira en su propio espacio, manteniendo la voz y los textos siempre bien presentes, llevando las canciones hacia finales de largo desarrollo si se entiende necesario. 

Como el Dylan de "Rough and rowdy ways" (Columbia, 2020) y su “Murder most foul” de diecisiete minutos, Vasallo ejerce esa libertad absoluta y lanza como adelanto la canción homónima que da título al disco y sus casi ocho minutos de duración, algo que ya había ensayado con “Cargamento", primer sencillo de seis minutos perteneciente a su anterior trabajo. Ya desde el primer corte el autor disecciona nuestra condición de seres errantes, en ocasiones autodestructivos: "Afilamos los dientes de sierra / De nuestra propia vida", recita sin descanso en "Caemos como cae un ángel" sobre una danza hipnotizante de rock. Nos recuerda lo devastador del paso del tiempo a través de "Doce campanadas", la segunda parada del disco: "Te has mirado en el espejo de los años / y no has encontrado nada". Queda tiempo para aminorar el voltaje sonoro y llevarnos hacia pasajes más acústicos, como los que arropan "Rumbo equivocado" cuando se trata de mostrar esa necesidad tan humana de pedir ayuda en nuestro deambular: "Dejo mi puesto, toma el mando / Me he perdido no sé ni cuándo". Cerca del final hay cabida para un soul sugerente, elegante y certero, escrito en segunda persona bajo el título de “Línea directa con tu corazón”.

Si el listón se encontraba muy alto con su anterior trabajo, el donostiarra logra salir reforzado tras una escucha atenta de este Caemos como cae un ángel. Transita Diego Vasallo con cabo firme a tierra entre estas siete nuevas canciones, desde donde descarga sobre la audiencia su particular tormenta literaria bajo estimulantes paisajes eléctricos, recordándonos lo absurdo de nuestra condición y lo efímero de nuestra existencia.