Ya está aquí. Hemos tenido que esperar mucho más de lo que deseábamos, pero por fin ha visto la luz el nuevo disco de Iñigo Coppel, quién vuelve a la actualidad con su segundo trabajo titulado, “El Hombre que Mató a Iñigo Coppel”, producido por José Nortes y editado por Lucinda Records.
Lo cierto es que el de Getxo sorprendió a propios y extraños allá por 2007 con su primer disco en solitario, “Perdón por Existir”. Un compendio de diez canciones donde nos presentaba sus inquietudes sonoras, las cuales podríamos resumir a grandes rasgos en dos vertientes, la que le emparenta con el rock de calidad de toda la vida, con especial querencia por el sonido de los años cincuenta y por otro lado, aquella que trae reminiscencias del folk de clara raigambre americana.
Ahora, casi tres años después de aquello, Coppel nos entrega una decena de nuevas historias que sirven para hacernos emocionar, sonreír, llorar, pensar que todo es posible y por encima de todo eso, disfrutar. Sí, disfrutar cómo se disfrutan los trabajos sin fisuras. Éste entra dentro de esa categoría.
El disco se abre con un trallazo en toda regla cómo es “Madrid Para Cuerdos y Bienhechores”, un Rock and Roll de alta escuela con una letra de lo más cuidada. Uno de esos temas que te roba la atención desde la primera escucha – No en vano, esta es la canción con que suele abrir sus actuaciones-. Tras ella llega el turno de “Fuera de Mí”, tres minutos para describir una obsesión de las que hacen perder el control. Un hit que ha decidido regrabar, pues data de la época en que tocaba con Zodiacs, para pasarlo por la batidora de Bobby Fuller Four. Un delicia señores.
Con “Esto es lo que Parece”, el vizcaíno nos devuelve a su lado más intimista, arrastrando una historia de desamor hacía su vertiente más folk.“Anoche Hablé con Jesús”, es un blues que encierra una de las frases que más a las claras definen la filosofía musical que sigue el bueno de Coppel, alejado de modas y haciendo sólo lo que le place, en ella canta, “Iñigo, que ningún soplapollas, te diga cómo tienes que cantar”. Sobran las palabras. También tiene tiempo para los homenajes, cómo es el caso de “Canción para Woody Allen”, otro tema reposado pero repleto de intensidad y emoción.
El pulso rockero lo recupera con la enérgica y maravillosa “Nostradamus no me Jodas”. Un ataque contra lo establecido, contra lo que desde un lado y otro intentan imponernos. Un grito a favor de la libertad personal que desde aquí aplaudimos. “Mi Perdición”, es una vuelta de tuerca con bastante sarcasmo a lo fatal que se torna todo aquello que ocurre en una relación cuando esta se finiquita.
En “Blues Hablado sobre el Mayor Fan de Bob Dylan del Mundo”, Iñigo nos arranca una sonrisa, mientras nos cuenta la particular historia de un tipo que se juega su matrimonio por una señal “divina” del propio Bob. Atención a la letra, tiene miga. Con “Tal y Cómo Ella Cree” y “Elvis”, dos temas lentos cargados de emotividad, que nos hablan de historias tristes, da por cerrado el disco dejándonos un más que agradable sabor de boca.
Con este “El Hombre que Mató a Iñigo Coppel”, se cumplen las expectativas de lo que se esperaba del de Getxo. Reafirma lo que nos mostró en su primera entrega y lo mejora, tanto en el sonido, cómo en la calidad de los textos. Un disco para escuchar de principio a fin, sin pasar de largo ni una sola canción. No hay estribillos pegadizos, ni melodías fáciles. Tampoco es cuestión de engañar al lector. Lo que te encontrarás es un disco de rock, puro y duro, sin fisuras, hecho con el espíritu de los cincuenta, cómo tanto le gusta a su autor. Una escucha y apuesto a que seguro caerás en las redes del “Gran Iñigo Coppel de las Tierras Bajas”.
Texto: Javier González.
El FIZ como trinchera
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2024. *
*Texto y fotografías: Javier Capapé *
Un año más y un *FIZ* que pasa, pero...