La coincidencia ha querido que en
un mismo momento, el actual, varios “herederos” de músicos que son auténticas
leyendas de las raíces del rock compartan época. Es el caso de, por ejemplo, Justin Townes Earle, Hank Williams III, Jakob Dylan o Shooter
Jennings, este último hijo de Waylon
(Jennings), uno de los más
significativos representantes del country outlaw.
En casi todos los casos citados
se puede encontrar la decisión por parte de ellos, con sus matices, de
encaminar sus carreras asimilando la herencia musical pero actualizándola y
dotándole de una visión totalmente personal.
En el caso concreto de Shooter, tras unos inicios brillantes y
rebosantes de fuerza, la carrera del músico estadounidense parecía haber
entrado en una época, personalizada principalmente en el anterior álbum “Black Ribbons”, algo estancada o como
mínimo sin el talento presente en sus primeros pasos.
En su nuevo disco, “Family Man”, recupera la cara más
atractiva aunque lo hace a base de incorporar ciertos cambios. El primero es
modificar su banda de acompañamiento, en esta ocasión bajo el nombre de The Triple
Crown, en el que su buen amigo, el pianista Erik
Deutsch (lo que quiere decir que este instrumento tendrá un
papel importante), hace el papel de mano derecha.
Por otro lado estamos ante el
conjunto de canciones probablemente más reflexivo e intimista, y positivo, del autor, profundamente relacionado con su modo de vida actual, que
como bien explica el título del álbum es el de un hombre de familia apacible y
centrado. Relacionado con todo esto, y según él mismo ha corroborado, es el
álbum en el que de manera más plena ha tenido que ver en su elaboración final,
incluyendo su toma de decisiones en las labores de producción.
Cualquier disco busca empezar con
un ritmo que, por el camino que sea, consiga epatar al oyente y desde ese
momento atraerlo al resto del conjunto. “The
Real Me” consigue esa opción como pocas veces se ha visto y lo hace por
medio de un estribillo contagioso y trepidante que todavía alcanza mayor
relevancia al “oponerlo” al resto del tema, creado a base de un country-rock
oscuro, al estilo de cuando Steve Earle
toma ese camino. Ese tono se mantendrá en “The
Black Dog”, más compacta en lo que se refiere a esa ambientación y a medio camino con el folk más
“funerario”.
Country clásico, no olvidemos la
herencia con la que cuenta Shooter
Jennings, es el que destila “Daddy’s
Hands”. Más luminoso y repleto de ritmo suena “The Long road Ahead”, que además cuenta con la voz de Eleanor Whitmore. La misma que colabora
en “Born Again” que junto a “The Deed and the Dollar” ponen el tono
más épico, con retazos melódicos pop, vía Springsteen.
El lado más salvaje y guitarrero,
muy presente en su carrera, se hace patente en las sureñas y
"hardrockeras” “Manifesto no. 4”
y "Southern Family Anthem”, que
derrochan potencia y electricidad y aglutinan toda la tradición de este tipo
de música, incluyendo desde Lynyrd Skynyrd hasta Hogjaw. “The Family Tree”, esta vez desde una perspectiva más acústica, da
rienda suelta a un fabuloso country-blues.
“Family Man” trae de vuelta al Shooter
Jennings más interesante, emparentándole, en cuanto a calidad, con sus
obras más logradas (“Electric Rodeo”
y “Put the O Back in Country”).
Mientras aquellos tiraban de potencia, en esta ocasión el camino es más
reposado, con la vista puesta en la música de raíces pero con igual
efectividad.
Por Kepa Arbizu