Los Deltonos: "Salud!"

Por: Kepa Arbizu

Salud, título del nuevo disco de Los Deltonos, es precisamente la sensación que transmite el prolífico momento que parece estar pasando Hendrik Röver, y no solo circunscribiéndolo a su labor como músico, en solitario o integrado en el combo cántabro, sino también en la de productor que construye poco a poco a su alrededor todo un significativo crisol de las representaciones locales del sonido americano. 

Precisamente son esos los parámetros musicales en los que la banda lleva instalada los últimos tiempos. Los mismos por cierto que dirigen la actual carrera de su líder, lo que lleva a que ambos repertorios manejen pautas comunes, aunque siempre con sus rasgos identificativos particulares. Una situación que nos lleva a deducir, viendo el resultado de los trabajos realizados en ambos formatos, que dicha “especialización” en el género cada vez le dota, al mismo tiempo, de un control mayor del mismo y un tono personal de ejecutarlo. 

En ese contexto un disco como “Salud!” no supone ninguna ruptura significativa con sus discos más cercanos, al contrario, tienen claro cuál es el entorno musical elegido en el que desarrollarse. Ni mucho menos supone esta hecho una alarma en cuanto a que suenen repetitivos o faltos de imaginación, su ideario musical americano es lo suficientemente variado y sugerente como para que eso no suceda. De lo que sí hay síntomas es de estar ante un álbum interesado en que suenen más las guitarras, apostar por un sonido más duro. Sensación sugestionada y apoyada por esa portada en la que una joven guerrillera nos apunta con su escopeta. 

El trabajo muestra todas esas caras "deltonianas" que a lo largo del tiempo se han convertido en seña del grupo, por ejemplo, como una de las más significativas, la forma de acercarse al rhythm and blues, aquí representada en diferentes variables: la contenida “Merecido”; influenciada bajo los postulados de unos Dr. Feelgood para dibujar el eterno control legal al que estamos sometidos (“Miedo”), o la rotundidad de “Taquicardia”. Siguiendo con esa parte del album más contundente hay que nombrar los robustos ejercicios de rock americano a base de riffs abrasivos que destilan tanto “Incendios” como “Salud!”, una mirada entre nostálgica y romántica a los viejos tiempos (“cuando el rock tenía un rol, luchar era un debate”). No hay que dejar de nombrar ni la elegante, vestida con sus deliciosos teclados, “Segunda vez” ni el vibrante funk, apoyada en una musculosa sección de metales, de “Milagritos” (un certero ataque a la religión), la que no desentonaría en trabajos pretéritos como “Sólido”. 

Otro de esos elementos que participan decisivamente en el resultado final que ofrecen los cántabros es ese poso melancólico que adoptan. Aunque en interpretaciones más incisivas quizás no adquiera toda su impronta, si sucede sin embargo en composiciones más lentas, donde toma su verdadera magnitud, algo visible incluso en el todavía intenso medio tiempo que es “Tripas”. Un ambiente más propicio todavía para la eclosión de ese sentimiento mencionado será el bello folk-country de “Perdedor”. En este sentido dos piezas que sobresalen son el soul a lo Stax de “Ese otro café”, en la que de paso Hendrik Röver sigue postulándose como ese gran narrador de situaciones cotidianas de enseñanzas "carverianas", y la apoteósica, además de épica, “Piérdete”, de nuevo abrazando el sonido clásico del rock. 

Aunque uno tiene la sensación de sentirse repetitivo glosando las virtudes de Los Deltonos es totalmente merecido y necesario hacerlo. No solo ya se les puede catalogar como históricos dentro del panorama del rock hecho en nuestras fronteras, sino que su espíritu encomiable por no desfallecer no para de dejar grandes discos por el camino. “Salud!” es el último, un gran trabajo que suena revitalizador y emocionante a partes iguales.