José Olmo Cano: “Indie. La Construcción de un no-género musical”


Por: Javier González 

Hay que agradecer la labor desarrollada por José Olmo Cano en su primer libro, “Indie. La Construcción de un no-género musical”, un clarificador ensayo, casi una tesis, pues presenta un aspecto altamente académico, donde abarca hasta el más mínimo detalle de todo aquello que gira en torno a la actual significación de la palabra indie. 

Lo hace con una estructura brillante, atendiendo al origen del término para, a continuación, desarrollar la evolución que ha sufrido el mismo desde el “Do it yourself” punk hasta nuestros días - pese a que la independencia real surge mucho antes, para muestra el botón del enorme legado de sellos como Sun Records - donde la palabrita de marras abarca una extensa etiqueta para justificar un todo vale sin homogeneización, ni en cuanto a sonoridades ni en lo que actitud se refiere, puesto que seguro que la pregunta “¿Qué es el indie ?” ha salido a relucir en multitud de charlas musicales donde hemos estado presentes sin que haya sido posible encontrar una respuesta unitaria que cierre el debate de una vez por todas. 

José Olmo habla con conocimiento de causa, es licenciado en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de Salamanca, posee un máster en Música Hispana y otro en Comunicación y Cultura, por si fuera poco, ha publicado artículos científicos en revistas de musicología y, entre otras cosas, ha sido colaborador en diversos portales digitales escribiendo sobre música; pero más allá del bagaje mencionado, la principal virtud que posee su debut como escritor es la claridad con que expone sus razonamientos, acudiendo a los orígenes, atendiendo a su evolución, tanto en el ámbito nacional como internacional, radiografiándolo epígrafe a epígrafe, incidiendo en la eclosión del término, su uso y abuso, hasta convertirlo en una marca que ya no es más que un objeto de explotación, tras haberse convertido en la gallina de los huevos de oro, merced a la absorción de compañías independientes por parte de las majors y tras la proliferación de festivales multitudinarios, con asombrosa facturación, donde no siempre lo primordial es la música y en los que impera la fiesta con la música como justificación. 

Maneja fuentes primarias con soltura, publicaciones digitales y fuentes escritas, efectúa valoraciones sólidas atendiendo a los casos concretos de cinco de las bandas de mayor relumbrón de nuestra escena (Vetusta Morla, Lori Meyers, Love of Lesbian, Supersubmarina e Izal), sin olvidar repasar la historia y la evolución del género a lo largo de los años, donde sin pretender sentar cátedra aporta convicción, certezas y plantea preguntas que buscan hacer reflexionar al lector. 

La única crítica que se le podría hacer viene por un error de bulto, afortunadamente subsanado en la segunda edición que ya está en marcha, pues confunde a Los Planetas con Lagartija Nick en un par de ocasiones al citar el mayúsculo “Omega”, algo que chirría viendo la tónica general de su trabajo, pero que cualquier persona acostumbrada a facturar textos sabe que puede ocurrir con más facilidad de lo que pueda parecer. Es un error grueso, transformado en simpática anécdota, a poco que uno lea unas pocas páginas y observe la altura de miras y el perfil melómano del autor, lo que hace que demos por más que seguro el hecho de que conoce a la perfección la autoría de la obra. En este caso, el mejor escribano ha cometido un error, no por desconocimiento, sino por las típicas prisas por editar que hacen que corrijas una coma, una tilde y no un nombre. Ya se sabe, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. 

El indie, nacido bajo unos parámetros de independencia real, tanto en lo tocante a los aspectos creativos como en los relativo a la existencia de unos sellos alejados de los postulados de las multinacionales, se ha convertido hoy día en un término manoseado, desvirtuado y prostituido hasta la extenuación por mercaderes que saltándose a la torera su significado original, han conseguido que dicho término sea válido para casi cualquier banda como una especie de coartada ideológica. Un paraguas inmenso donde se refugian proyectos de todo tipo, sin unidad estética ni sonora, algo que ya ocurría en los comienzos del movimiento, pero cuya sangría no ha hecho más que crecer, bajo el manto de grandes corporaciones y festivales mainstream, que utilizan el término para que una “pretendida élite” pueda seguir dándoselas de auténticos, mientras escuchan a bandas con sonoridades cercanas a lo que toda la vida se ha llamado más que acertadamente pop-rock. 

En “Indie. La Construcción de un no-género musical”, José Olmo, tira de hemeroteca, rastrea en el concepto original, paseándonos por su evolución, exponiendo hechos y datos de manera objetiva, citando ejemplos y dejando caer las máscaras por sí solas para sonrojo de aquellos que vinieron a prostituir y dotar de postureo a algo que fue digno, obviando el verdadero cometido del indie que en su día fue un sinónimo de libertad creativa y de actitud contestataria frente a lo establecido. Para este que suscribe es sencillo. Si hay riesgo, es arte y por tanto es muy probable que se ajuste a la etiqueta independiente. Si por el contrario pretende sonar bonito y llegar a un público absolutamente mayoritario, es pop-rock, algo muy respetable, loable e infinitamente más interesante a nivel económico, pero alejado de su sentido original.