Entrevista: Rafael Berrio

“Nadie escribe canciones como yo las escribo” 

Rafael Berrio es uno de los mejores compositores de canciones que ha dado este país. Bohemio y aunque él no lo quiera, poeta. Escritor de canciones sobrecogedoras, inmunes a los altibajos de la industria y fieles. 

Casi en una bruma que aparentemente es densa y oscura, se regodea, insomne, con los literatos de la generación del 98, con el punk neoyorquino, con la canción de autor bien entendida. Rafael Berrio es un orfebre de la canción, y nos ha dado posiblemente, el mejor disco del año, “Diarios”.

Hace unos meses que publicaste “Diarios”, el último trabajo dentro de una discografía tan interesante y particular como es la tuya. ¿Qué valoración haces del mismo ahora que ha pasado el tiempo? 

Rafael: Sí, se editó el último día de enero de este año y me parece que ha pasado mucho más tiempo. No puedo quejarme: ha tenido relativo éxito de crítica, ha sido reflejado por casi todos los medios, y en general muy bien valorado por propios y extraños. 

“Diarios” es un álbum que nos suena muy afrancesado, tal vez por la proliferación de compases ternarios, pero también nos evoca a mucha música italiana. ¿Es algo que buscaste intencionadamente? 

Rafael: Sí. De unos años a esta parte me surgen valses, acordes menores, y en fin, cosas que suenan a canción meridional. Son etapas. No me veo yo un autor fiel a ningún estilo. Seguro que se me pasa pronto. 

En tus textos observamos muchísima literatura, una literatura que podría abarcar desde los nombres de Baroja a Garcilaso, pasando por el de Fitzgerald. ¿Cuál tu influencia real a la hora de componer los libros o la música? 

Rafael: A la hora de escribir una letra o una música no te asiste nadie. Ninguno de tus escritores favoritos te sirve. En ese momento estás solo, eres Robinson. Otra cosa es que uno absorba ciertas ideas de los libros que lee, y sí, en ocasiones un verso de Pessoa, por decir algo, o una línea de Cioran, o un pensamiento de Baroja o de Valle Inclán, te pueden dar el tema de una canción. Pero en todo caso sólo sirven para ese primer fogonazo. Luego se trabaja en soledad y sin influencias. 

Leonard Cohen dice que muchas de sus letras abarcan varios años hasta considerarlas concluidas. En tu caso, ¿también mimas de esa manera las letras? 

Rafael: Sí. Nadie sabe la de años que pueden llegar a tener las letras de las canciones. Y las transformaciones que sufren a lo largo del tiempo. De cuaderno en cuaderno: la misma letra distinta. Yo soy un neurótico y vuelvo una y otra vez sobre ellas. Las doy por concluidas por puro aburrimiento, porque se cuajan ellas solas, y porque nuevas remesas requieren tu atención y te vas olvidando. También es verdad que hay letras que salen solas en una tarde y comprobar que suelen ser las mejores es lo que desalienta. Al fin y al cabo el rock no debe buscar más allá de la intrascendencia. 

Tenemos entendido que en alguna ocasión has dejado entrever la posibilidad de hacer un disco más adelante con una banda roquera, algo que nos sorprende pues pensamos que tus canciones tienen una fuerza abrumadora defendidas con una sola guitarra. ¿Qué es lo que pretendes conseguir con eso? ¿ La adolescencia o la adrenalina? 

Rafael: Me gusta esa disyuntiva: juventud y adrenalina. Lo primero es ya imposible. Pero la adrenalina la puedo obtener todavía: hace falta pisar la distorsión y que te siga una banda atronadora. Sí, me gusta eso. Siempre me ha gustado la electricidad. No soy un cantautor con un ukelele. 

Tu carrera se ha movido hasta la fecha siempre al margen de la industria musical y de los ritmos que la supuesta búsqueda del éxito marca, muy en la senda de lo que hacen otros músicos muy admirados por nosotros como tu amigo Diego Vasallo. Es por eso que nos preguntamos, ¿realmente quieres vivir de la música? ¿O realmente el hecho de hacer canciones responde a una necesidad vital? 

Rafael: Me han preguntado eso muchas veces y no sé qué responder. Vivir de la música no me parece interesante. Si te lo puedes permitir es mejor mantenerte al margen de hacer de ella tu medio de vida porque entonces tendrás servidumbres fastidiosas que cumplir y te convertirás en un profesional aburrido llevando la contabilidad. En cuanto a la necesidad vital de componer canciones yo sinceramente no la tengo. Puedo estar años sin tocar la guitarra y sin escribir una línea y no me ahogo, no me entra ningún síndrome: al contrario, es como mejor estoy. 

¿Eres consciente que tu obra es sumamente importante para la música de nuestro país y para la canción? 

Rafael: Por supuesto; es un hecho: nadie escribe canciones como yo las escribo. Pero esto mismo lo dirán de sí mismo muchos otros, y con razón. 

¿Qué opinión te merece la música que se hace en nuestro país en la actualidad? 

Rafael: Es infinitamente mejor que en el pasado. No hay ni punto de comparación con lo que se hacía en los ochenta por ejemplo. No digamos ya en los noventa que fueron nefastos en mi opinión. Un horror de década. Creo que ahora hay un gran nivel; el listón está bien alto. Gente que hace cosas impensables. 

¿Estás al tanto de la música que realizan tus contemporáneos? ¿Qué bandas o solistas destacarías? 

Rafael: Cualquiera que “no” toque en clave de blues o de folk americano me gusta. 

Como curiosidad, y para terminar, nos gustaría preguntarte sobre las tertulias literarias en que tomas parte, junto con el ya mencionado Diego Vasallo y otras compañeros. ¿Sobre qué habláis en las mismas? 

Rafael: La tertulia es una reunión semanal de letraheridos y lógicamente hablamos de libros, de autores, de cine o de lo que sea, porque en realidad se trata de beber y charlar entre camaradas. Allí están muchos de los mejores poetas y escritores donostiarras y asistimos también unos cuantos músicos, por si tuviéramos algo que decir entre tanto literato. Llevamos ya casi tres años reuniéndonos cada miércoles, desafiando el spleen del San Sebastián noctámbulo. 

Nota: Rafael Berrio estará actuando el día 30 de noviembre en Córdoba, concretamente en el Bar Amapola, recomendamos encarecidamente pasar a disfrutar de su espectáculo.

Por: R.
Foto: Jean Condé.