Carlos Escobedo: Lirismo acústico y emociones a flor de piel


Teatro Eslava, Madrid. Sábado, 20 Diciembre 2025 

Texto y fotografías: Fran Llorente. 

Carlos Escobedo, cantante, bajista y principal compositor de SÔBER, debuta en solitario con un primer álbum muy lírico e introspectivo. En el Teatro Eslava aprovechó para presentar algunos temas de su nueva cosecha, si bien el grueso del show pivotó sobre el repertorio de la banda madre. Damos todos los detalles a continuación, en esta crónica entusiasta y fogosa…

Acompañado por un cuarteto de grandes músicos, muy bien arropado por los estelares Raúl Perona a los teclados y Charlie López al violín (y coros), más la notable participación de David Lozano como segunda guitarra acústica y Sergio Bernal a la batería, Carlos Escobedo como coronado Príncipe de las brumas buceó entre melancolías varias con afinado pulso en una velada muy provechosa para los amantes de la música con mayúsculas. De inicio suenan cinco clásicos a quemarropa: “Vulcano”, “Blanca Nieve”, “Tic-Tac”, “La Escalera” y “Estrella polar” como rotunda declaración de intenciones de lo que está por venir. 

Para entonces ya hemos constatado la solidez de la banda semi-acústica que le acompaña, mientras “Mañana” y “Eternidad” inyectan nuevas dosis de dinamismo a un espectáculo sobrado de palpitación y buen gusto. Asoman entonces los ecos de Antonio Vega con esa perla tan especial, “Lucha de Gigantes”, y esos insuperables versos: ‘En un mundo descomunal, siento mi fragilidad, deja que pasemos sin miedo…’. El artista frente al vacío y la hoja en blanco. Nunca suficientemente valorado, Carlos Escobedo, se refleja en el espejo de uno de los mejores compositores que dio el país, el malogrado autor de piezas mágicas como “Persiguiendo sombras”, “Desordenada habitación”, “Océano de Sol”, “Vapor”, “Ángel caído” y tantas otras… 

Excelso y seductor, Escobedo también persigue de alguna manera a sus propios fantasmas y sus vivencias de la infancia, cuando fuimos niños felices en un tiempo bastante más propicio que el actual, pese a todas las carencias materiales de la época. Esos anhelos de un mundo mejor que se perdieron en la neblina del olvido y el recuerdo. Aquel lejano "Elixir de juventud" que para todos ya queda demasiado remoto, los dulces aromas ochenteros con los crecimos y nos enamoramos de esta bendita locura que es la música.

Carlos se mete a la parroquia en el bolsillo cuando se lanza por la autopista de las emociones a flor de piel. Ahí no tiene rival. Tiempo para “Papel Mojado”, donde nuestro protagonista afirma: ‘quiero ser el escritor que sangra y llora’, diseminando varios diamantes más para la eternidad, con las preciosas y radiantes “Arrepentido” y “Eclipse”. Arrebatados por un furioso latido nos sumergimos en “La luna me sabe a poco”, el clásico de Marea, donde el bardo madrileño lleva la harina a su costal, imprimiéndole una atmósfera y un ritmo muy personal a la pieza. “Sábanas vacías” la canción que abre su elepé “Solitud”(2025) y “El Hombre del Hielo” tiñeron de escalofríos armónicos una velada radiante y luminosa, antes de ceder el protagonismo a Raúl Perona, que se marca solo al piano “Un final mejor” para que Charly García haga lo propio a continuación en “Gritarle al mar”, no sin antes mencionar a Flores del Infierno y Bon Vivant, dos bandas muy recomendables donde militan los mencionados músicos. De este modo fue transcurriendo un show muy emocionante y con una cuidada escenografía que en su tramo final dejó andanadas del calibre de “Diez años” y “Nostalgia”.

Pero todavía quedaba algún plato fuerte y algunos invitados de postín por salir, como Ruth Lorenzo, con quien compartió, “Agua para tu sed” antes de poner el broche final con “Inmerso”, más una sorprendente “Loco” y marcar el punto definitivo, a pachas con Rulo. “Náufrago” finiquitó una excelsa función que nos dejó un sabor de boca inolvidable. Ver a estos chicos en directo siempre es un pleno al quince y nuevamente Carlos Escobedo no defraudó en un concierto muy especial y señalado, el segundo acústico suyo que vemos en dicho local. Chapeau.