Damien Rice: "My Favourite Faded Fantasy"

En estos tiempo de tanta inmediatez, y más en el contexto cultural, y poniéndonos exquisitos con especial importancia en lo musical, ocho años sin dar señales de vida creativas es una inmensidad. Para casi todos, eso podría suponer la defenestración respecto al respaldo popular, pero alguien tan peculiar como Damien Rice es capaz de convertir ese hecho en excepción. Así que su regreso musical, tras ese lapso comentado, desde la publicación de su anterior 9, ha supuesto un terremoto en público y medios. 

Durante este periodo, en el que se inscribe la despedida de Lisa Hannigan de su grupo, hecho muy significativo, incluso más relevante en lo personal/afectivo, el irlandés parece haber estado aislado, alejado del “show business” y de alguna forma enfrentado a él y a su concepción de la fama, algo que el músico ha conocido de cerca y en términos importantes. La salida de esa “reclusión” trae consigo un nuevo trabajo, My Favourite Faded Fantasy

Rick Rubin es de los casos contados en los que un productor puede tener tanta importancia o más que el músico de turno. En esta ocasión el norteamericano hace acto de aparición y se une a la “rentrée” de Damien Rice. Precisamente relacionado con este hecho surge una de las características más llamativas, y primordiales, de este álbum, y de paso una de sus objeciones, ni más ni menos que el (desmesurado) gusto por la instrumentación que demuestra. Asistimos a una, por momentos, excesiva ornamentación que pretende dotar al conjunto de una extrema emotividad. Una decisión que si bien es cierto que ha estado presente en discos pasados, siempre había aparecido más controlada y conjugada con otro tipo de desarrollos. 

My Favourite Faded Fantasy, como es habitual en Rice, está plagado de sus elucubraciones, con claro aire doliente, personales y casi siempre enfocadas hacia el amor de pareja como eje central. En esta ocasión adoptan la representación de la imposibilidad de mantenerlo eternamente y la disyuntiva de aceptar esa situación, algo extrapolable al propio conocimiento de uno mismo. Todo ello ayuda a esa teatralidad, algo ni bueno ni malo en sí mismo, en la que el disco hace un hincapié desmesurado en muchos momentos. En el discurso musical tampoco ha habido cambios, su folk-rock de raigambre romántica-melancólica es el que impera, por lo que se presenta de nuevo como una interiorización y adaptación de intérpretes que siempre han manejado esas coordenadas y que abarcan desde Nick Drake a Elliot Smith o Jeff Buckley pasando por otros más contemporáneos como Bonnie Prince Billy o José González

El disco se abre con la canción homónima, un sonido que comienza sobrio, casi minimalista, y con una ambientación envolvente. Interpretado con ese tono de voz que suena tan femenino, la composición irá incorporando instrumentación poco a poco hasta llegar a un clímax emocional/musical. Sin duda un recurso impactante, obviando que puede resultar algo exagerado, pero que encuentra su debilidad en presentarlo como algo rutinario a lo largo de todo el disco. Todas y cada una de las canciones, en mayor o menor medida, buscarán este “in crescendo” para lograr el culmen de la sensibilidad y épica. Y ya sabemos que un recurso predecible suele no encontrar los réditos esperados. Dicho esto, el trabajo tiene buena canciones y puede ser disfrutable en muchos momentos y de diferentes maneras, pero quizás no con el pretendido ensimismamiento . Canciones como It Takes a Lot To Know a Man todo indica, por ejemplo, que ganarían muchos enteros en una menos abigarrada producción. Y es precisamente en los momentos más contenidos y profundos de temas como The Greatest Bastard, Trusty and True o Colour Me In, probablemente la mejor de todo el repertorio junto a la rotunda e intensa The Box, cuando uno encuentra más espacio, más silencios, para disfrutar de sus sensaciones y sacarles jugo. 

Si con su debut 0 el irlandés había sabido conjugar el intimismo con ciertos arranques más adornados, en este su nuevo trabajo da la sensación de seguir una fórmula, una dramatizada instrumentación, que puede ser efectiva al instante pero que a la larga y a base de repetición lleva por el camino del efectismo y de la saturación. Aceptando las cualidades de Rice para la composición, mostradas aquí también, se intuye que es en los esqueletos de estas canciones donde estaría la verdadera magia. 

 Kepa Arbizu