Luke Winslow-King. Enraizados en el presente

Kafe Antzokia, Bilbao, viernes 23 de Enero de 2015.

La utilización (reivindicación) de las raíces musicales de un determinado sonido, aquí relacionado con el tradicional norteamericano, puede tomar formas diferentes y no todas ellas a priori igual de interesantes. La elegida por el erudito musical que es Luke Winslow-King consiste en estudiar, comprender y plasmarlas de una manera genuina pero desde una perspectiva actual y totalmente personal. No estamos por lo tanto ante una representación en blanco y negro ni ejercicios de mera nostalgia. El directo que realizó el pasado sábado en el Kafe Antzokia de Bilbao dejó constancia de ello, algo que ya nos había demostrado por medio de sus grabaciones. 

Quizás sea un detalle demasiado superfluo e incluso banal, a pesar de que en ellos a veces se filtra lo más significativo, pero todo lo dicho hasta ahora pudo verse representado en la vestimenta que los integrantes de la banda mostraron sobre las tablas, donde se conjugaba desde el elegante clasicismo, el más puro “vintage” o un aspecto más “dejado”. Algo sin la mayor trascendencia artística pero que sirve de metáfora visual de ese trabajo de actualizar la tradición. 

Hemos tenido la suerte de en esta gira poder disfrutar del formato extendido de Luke Winslow-King. A su propia presencia, en la que se hizo acompañar tanto de guitarra eléctrica como acústica, y a la de su mujer, Esther Rose, encargada de instrumentos tradicionales como la tabla de lavar o una herradura golpeada por un destornillador, se sumó el resto de banda, que incluía batería, contrabajo y las seis cuerdas interpretadas por Roberto Luti, que por momentos tomó un papel destacado debido a su soltura, algo que ni mucho menos se manifestó en soporífero virtuosismo. Muy al contrario, tanto su papel como el del resto del grupo sirvió para dar una forma más acabada y redonda a las canciones. 

Los primeros discos del músico se desarrollaron bajo un estilo marcado definitivamente por un refinado jazz-swing con aires de Nueva Orleans, un sonido que poco a poco, y sobre todo materializado en su último disco Everlasting Arms, ha ido ampliando el abanico estilístico y añadiendo más pegada y electricidad. Precisamente ese es el momento que mostraron en su actuación, en el que supieron aunar esa innata elegancia con la pegada y una comunicación envidiable ente ellos y con un público que abarrotó la sala pequeña del recinto. 

La parte más delicada del show, ayudada por el contrapunto vocal de Esther Rose con ese tono agudo tan habitual en la música country, llegó por medio de canciones como las rítmicas y sutilmente pantanosas The Coming Tide o As April is to May. Con Last Night I Dreamed My Birthday se vivió uno de los momentos más íntimos del espectáculo, y para ejecutar la canción que da título a su último disco Everlasting Arms, pidió la colaboración, que obtuvo de buena gana, del público, consiguiendo todavía hacer más evidente ese espíritu contagioso y amable que tiene la composición.

Pero el concierto no adoleció de músculo, al contrario, hubo mucho espacio para ello y tuvo diferentes representaciones, que incluyó desde la sureña y rockera Domino Sugar, hasta la rockandrollera, bailable y retro Cadillac Slim. Pero el grueso de este tipo de sonidos se reunió alrededor del blues, en todo momento presente sobre el escenario pero que tuvo sus representaciones más rotundas en The Cristal Water Springs, arrastrado y sucio a lo North Mississippi Allstars; evocando las raíces de la tradición rural en Traveling Myself o con el arrasador Swing that Thing, con modos de furibundo rhythm and blues que puso patas arriba el local, algo que se repitió con la despedida por medio del clásico del género Kokomo Blues

Luke Winslow- King ofrecieron un show soberbio, y digo show porque manejaron lo musical, con esa manera sobresaliente de trabajar las raíces puras del sonido norteamericano tratadas con frescuras y soltura, con la misma eficacia que el feedback con el público, mostrándose amables y cercanos, algo extra artístico pero esencial para desarrollar un concierto de nota, sólo mínimamente lastrado por una sala demasiado pequeña para un público, afortunadamente, mayoritario y un sonido no del todo a la altura. Detalles que se convierten en nimiedades ante un evento que seguro lo recordarán durante tiempo muchos de los asistentes, por ejemplo, el que esto firma.

Kepa Arbizu

Fotografías: Lore Mentxakatorre