The Minus 5: “Dungeon Golds”

Por: Kepa Arbizu

A The Minus 5 se le podría definir con el término “supergrupo”, pero lo más exacto sería hacerlo con alguna expresión similar a la de “colectivo musical itinerante”, siempre creado entorno a la inquieta figura de Scott McCaughey, miembro de Young Fresh Fellows y de multitud de proyectos más (The Baseball Project, Tired Pony...). Arropado habitualmente en esta aventura, que cumple con Dungeon Golds su décimo disco, del REM Peter Buck, para esta ocasión ha contado con un cartel de colaboradores de auténtico lujo, entre los que se encuentran Jeff Tweedy, el fallecido, y por lo tanto su presencia tiene un carácter emotivo, Ian McLagan o integrantes de The Decemberists.

Se trata de un trabajo que nace como consecuencia de la decisión de la “banda” de editar en el Record Store Day del pasado año la “caja” compuesta por cinco álbumes, sólo disponibles en formato vinilo, Scott The Hoople in The Dungeon of Horror. De todas las composiciones que lo formaban, se han seleccionado doce, la mitad trabajadas de nuevo y las otras de la manera en que vieron la luz en su momento, para la ocasión. 

Si echamos un vistazo a la carrera de McCaughey hay un elemento común que se ha terminado por convertir en su “santo grial” particular: la búsqueda, consecución en multitud de ocasiones, de la melodía perfecta. Por muchas representaciones, y variadas, que hayan tenido sus diferentes formas de ejercerla, siempre ha estado en el fondo latente esa aspiración, y en ese camino The Minus 5, y como es obvio su disco actual, tiene un papel esencial. 

Precisamente en un sentido orientado desde la ortodoxia del pop nos vamos a encontrar en este nuevo trabajo, por ejemplo, con la totalmente “sixty” y encantadora, a modo y manera de The Monkees, Hold Down the Fort; con ese mismo espíritu pero con un ánimo más guitarrero están la grandiosa Adios Half Soldier, dirigida a ritmo de vals y con un estribillo con claro regusto a The Beatles, o Sorry Town, la cual sigue amasando con tino los ritmos melancólicos y pegadizos. Mientras, In The Ground se vislumbra como una de las joyas del disco, con un evidente aroma a The Byrds y donde destaca el papel de las guitarras y coros. 

Pero Scott McCaughey y compañía también mostrarán otras facetas, en definitiva otras sensibilidades, para lograr sus propósitos melodiosos, incluso seguirán optando por representaciones más poperas pero en un contexto nada convencional como My Generation (explícita, e irónica, referencia al tema de The Who), inmersa en una maraña de distorsión y percusiones. En The History You Hate exprimen toda su fuerza en un power pop energético pleno de guitarras, y el rock hará acto de aparición en la robusta Remain in Lifeboat, con meritoria presencia de los teclados de McLagan, mientras que el clasicismo de un Tom Petty se abrirá paso en The Unforeseen

The Minus 5, o el espíritu creativo de Scott McCaughey si se prefiere, sigue ofreciendo nuevos y destacados capítulos en su multiforme habilidad para trabajar y atinar con las melodías en su labor encomiable como hacedor de canciones. Dungeon Golds (título en el que se hace mención al estudio casero del músico) es un claro ejemplo de esa versatilidad, ingenio y calidad que parecen no tener fin en el estadounidense.