Nani Castañeda: "Mutante, por la gracia de Dios"


Por: J.J. Caballero 

Ser de Granada y haber vivido toda tu vida en una ciudad de sus características es algo que marca, quieras o no. Y normalmente para bien. Si además de ser un tipo inquieto, un rasgo que ya te viene de serie a poco que hayas mamado (perdón por la inclusión de dicho participio) algo de su filosofía urbana, te dedicas a la música desde que tus orejas se desarrollaron por completo, tarde o temprano acabas escribiendo un libro. Además de plantar un árbol y tener uno o varios hijos, claro, que a eso también estaba abocado el autor. Cumplió pues ya con creces el sentido de la vida, y lo que le quede. 

  Nani Castañeda no es solo el frontman de atrás, como a él mismo le gusta decir, de los inmensos Niños Mutantes –una banda de amigos, por encima de todo, que continúa escribiendo su pequeña leyenda con canciones rotundas-, sino una especie de intelectual a tiempo parcial cuyas inquietudes le dispersan entre blogs de historia, recuerdos imborrables de su ya dilatada carrera musical, huellas físicas y espirituosas en los más míticos locales de su ciudad, discos marcados a fuego en su cerebro y, por encima de todo, amor incondicional a la música, la suya y la de otros que la hicieron crecer. No es poco material de partida para que una colección tan interesante como “Mis Documentos”, gestionada por otro monstruo de la escena pop nacional como Álejandro ‘Cooper’ Díez a través de Ediciones Chelsea, decidiera darle la oportunidad de seleccionar, ampliar, reformar y explayarse a su manera en una serie de textos que desglosan su personalidad artística y humana, ambas de gran profundidad, según se extrae de cada capítulo. 

 Mezclando divagaciones bien ensambladas sobre los inicios del grupo y la prehistoria en Mamá Baker, todavía hoy considerada la gran banda del pop granadino (escuchando sus dos discos muchos nos seguimos preguntando hasta dónde habrían podido llegar si las circunstancias les hubieran favorecido) con apuntes personales sobre la intrahistoria de la música de su ciudad, ensambla capítulos bajo epígrafes varios como “Historias de música” o “Locales de Granada”, e inmediatamente después te habla del vuelco que ha dado la democracia extrayendo líneas redactadas para el blog “Te cuento la historia”, lleno de referencias propias de un ilustrado en la materia. Lo hace con textos breves, estructurados, intercalados de opiniones propias y vivencias que en algún tramo convierten al libro en un breve manual autobiográfico. Para un servidor, que ha tenido la ocasión de hablar con él y sus compañeros de fatigas en más de una ocasión, es un honor que incluya algunas respuestas pertenecientes a alguna de las entrevistas que le hice en los últimos años. Que esa es otra, es un tipo tan dado a decir lo que siente y a expresarlo como le venga en gana, se esté de acuerdo o no, que leer sus emociones y pensamientos mientras te habla de cómo nació tal o cual canción es una de las razones más poderosas para hacerse con este ejemplar. Aparte de que, como muchos ya sabíamos, sabes que sus dioses musicales siguen reinando en su pequeño trozo de cielo con la misma omnipotencia. Habla de Sonic Youth, Elvis Presley (al que no reconoce como uno de sus ídolos pero presenta unos sentidos respetos), Wilco, los Beatles, los Beach Boys y, por encima de todos, los Pixies como los dueños y señores de todo lo que escuchó durante décadas. Y los sigue escuchando, y nosotros con él. 

‘Mutante, por la gracia de Dios’ es un desfiladero de recuerdos, homenajes, guiños e historias de un trozo importantísimo de vida a la que la música condicionó por completo. Ahora, cada vez que lo saludemos después de un concierto o lo veamos gozar como un niño detrás de la batería, sabremos que es más grande por lo que calla que por lo que cuenta (para él, los grandes dominadores de su instrumento lo son más por lo que no hacen en mitad de una canción, pudiéndolo hacer mejor que nadie), y esperaremos a que culmine la multitud de proyectos en los que siempre anda enfrascado para volver a leerlos. Gracias, Nani, ya sabes que somos muchos los mutantes que poblamos el mundo del pop. Te debes a ellos.