Viva Suecia: La épica bien fundamentada

Sala Hangar, Córdoba. Sábado, 17 de febrero del 2018 

Texto y fotografías: J.J. Caballero 

Es sorprendente la forma en que ciertas bandas crecen de manera exponencial, sobre todo si dicha explosión en fama y recursos se desarrolla en apenas año y medio. De ser unos perfectos desconocidos en la escena cuando irrumpieron con un buen disco como "Fuerza mayor" a recorrerse España sin descanso y con una devoción inusitada entre los nuevos fans con "Otros principios fundamentales", su continuista segunda grabación, los murcianos capitaneados por la imponente voz de Rafa Val deben ser los primeros abrumados por esa ola de éxito que parece impulsarlos hasta la primera línea de carteles de festivales y eventos en los próximos meses. Escuchándolos en directo se entiende en parte tanta pasión, aunque continúan las dudas respeto a su amplitud de movimiento musicalmente hablando. Sus letras y la forma de expresarlas, con continuos crescendos y una base potente sustentada por Jess Fabric al bajo y Fernando Navarro en la batería y la eclosión de guitarras (las del líder y las de Alberto Cantúa) y la alternancia de medios tiempos con pasajes de gran intensidad, se prestan al coro instantáneo y la complicidad rítmica, y ellos saben que han encontrado una fórmula infalible que debe demostrar su solidez a largo plazo. No van por el mal camino, a tenor de lo visto y oído. 

Viva Suecia llegaban a la sala Hangar (otra felicitación para sus responsables por seguir salvando la vida a gran parte de la afición cordobesa y recién llegados) precedidos por una fama justificada de banda potente en directo y por las buenas maneras apuntadas por unos malagueños llamados Ballena, que atrajeron con su pop zigzagueante a quienes hacían guardia al lado del escenario. Han grabado un disco bastante resultón titulado "Navarone" en el que colabora Paco Neuman (el nexo de unión con los de Murcia, pues también fue el productor de su primer larga duración) y Raúl Bernal (teclista de Lapido y Loquillo entre otros) y que contiene pinceladas de shoegaze y breves conceptos de bossa nova, todo en el mismo saco, por lo que lo suyo resulta cuanto menos interesante. Temas como "Aerobic cristal" suenan absolutamente seductores y auguran un buen porvenir para estos tres músicos que ya han militado en diversas bandas con desigual fortuna. Un calentamiento perfecto y otro nuevo descubrimiento con el que irnos a casa. 

El grupo al que todos habían venido a ver decide bajar los decibelios y empezar dosificando la energía con "Hasta ahora", prolongada en "Nadie te devolverá el favor" y ya expulsada con precisión en "El nudo y la esperanza", uno de los momentos más brillantes de su última producción. Es curioso que en una gira armada en principio para dar cancha a las creaciones más recientes incluyan más de las primeras; el primer álbum sonó casi íntegro, y casi podríamos decir que acertadamente, pues con el segundo han perdido algo de frescura y dejan asomar peligrosos síntomas de linealidad. Son primas hermanas en poderío "Bien por ti", "Palos y piedras" y "A dónde ir", convertidas ya en himnos para ser gritados con la camiseta de fan, y abruma la brutalidad de "Los años", en la misma medida que el reposo de "¿Nos ponemos con esto?" y el intimismo de "La novena vez", pero el tramo instrumental y casi exhibicionista de "Acabaremos muriendo en ello" es ciertamente el más llamativo. El tema se presta a ello, obviamente, y supera con creces a su versión de estudio, lo cual es una característica destacada de Viva Suecia: salvan en directo algunas de sus carencias y se acercan a un halo de épica en el que parecen haber encontrado su motivación primera. Todo sigue el desarrollo previsto y se suceden "Efe efe", una más irregular "Aprendemos a nadar", "Mamá, te va a encantar" (seguramente uno de los temas más antiguos de su joven carrera, ya incluido en su primer EP) y la tremenda "Permiso o perdón", y como no hacen bises –sabia decisión que quizá los distinga del cliché habitual, aunque muchos lo echen en falta- se ponen el techo en la esperada "Hemos ganado tiempo" con el cantante desfilando entre el público y el resto de la banda entregando prácticamente los instrumentos. Se presume que lo mejor, o más bien lo más oído, hay que dejarlo para el final. 

Esta es una banda que se gusta en escena, que hace alarde de complicidad y abusa en ocasiones de gestos rockeros más propios de virtuosos que de un grupo de su perfil (guitarra a la espalda, músicos por el suelo) y que está viviendo un momento dulce que merece prolongar si continúa trabajando como hasta ahora. No es habitual que en tan poco tiempo hayan conseguido tal cantidad de incondicionales y ojalá que no se instalen en su propia burbuja, con todos los peligros que ello podría conllevar. De momento presenciar un concierto suyo resulta una muy grata experiencia, y con eso es más que suficiente.