Entrevista: Jacobo Serra

"Soy más independiente que los indies" 

Por: María Solano-Conde

A todos nos ha pasado eso de admirar a un artista y quedar decepcionados tras conocerlo en persona. No se asusten: con Jacobo Serra ocurre justo lo contrario. Una, que suele ir por la vida con las expectativas altas, el día de la entrevista ya esperaba encontrarse con alguien simpático. Pero la amabilidad y la cercanía que desprende cantautor son tales que sobrepasaron cualquier perspectiva inicial. Aunque no estamos aquí para loar sus cualidades morales, sino para hablar de su música, ciertamente a la altura de aquellas.

Tras años de un recorrido musical que se había materializado en un epé y un disco íntegros en inglés, en 2015 realiza su primera incursión al castellano con el sencillo "Icebergs", incluido meses más tarde en el epé del mismo título. Preludio, no de un final como canta en "Mientras estés ahí", sino de un emocionante viaje consumado en su último trabajo "Fuego artificial".

Pese a haber fichado por Warner, el albaceteño mantiene su autonomía y su forma de trabajar, así como sus influencias —los Beatles, sí, pero también muchas otras—. "En plan LennonMcCartney" han nacido precisamente algunos temas del disco, nos comenta, con Juanma Latorre como mitad del tándem artístico. El guitarrista de Vetusta Morla, hombre orquesta, ha ejercido de traductor de las ideas de Jacobo al lenguaje de las canciones; firma asimismo la producción del elepé, y suele formar parte de su banda en los directos. La colaboración es bidireccional: ahora es Serra quien ha teloneado a "los vetustos" en sus conciertos de Murcia y Sevilla, y hará lo propio en el de Madrid. Mientras tanto, concluida su gira de presentación en salas de todo el país, se prepara para conquistar los escenarios de los principales festivales con la pirotecnia de sus composiciones.

En tu último disco, "Fuego artificial", son constantes las referencias a la luz y el color; en general, es más luminoso respecto del anterior. ¿Ha sido una decisión meditada o se debe más bien a tu situación actual?

Jacobo: Creo que está todo conectado. Mi decisión de que el disco tuviera mucho color y de apostar por lo colorido, por el fuego, ha sido una cosa personal y también indómita, que no la piensas, simplemente te ves ahí. Yo soy así con el arte, incluso al inclinarme por una corriente pictórica o por otra. Por ejemplo, la portada, que yo controlo mucho y quiero que se identifique con lo que hago, con lo que tengo en la cabeza, es algo muy directo pero que no pensé. Al final es un cúmulo de cosas esquemáticas en tu cabeza que de pronto toman forma: forma de canción o de disco. Hay una parte intencionada de querer contar cosas pero, para mí, la música y lo que sale de mí es algo que no sé explicar, indómito. Creo que la elección de todo esto es una cosa que quizás yo no sé explicar con palabras, y por eso he hecho el disco.

Me hablabas del arte pictórico, ¿en qué más te inspiras, qué otras cosas te influyen a la hora de crear? 

Jacobo: La literatura, sobre todo el cine —me encanta el cine—, la pintura, la fotografía... y todo lo que me rodea. Soy una persona muy visual, muy cinematográfico, también en mi vida: todo me lo imagino como si fuera una cámara subjetiva, voy siempre como grabando escenas, y luego me inspiro. Procuro que lo cotidiano también aporte cosas a mi arte.

Creciste rodeado de música clásica y de ópera. ¿Sigues vinculado? 

Jacobo: Sí, la verdad es que sí. A mí lo de “música clásica” me resulta poco familiar porque parece algo muy elegante, como que hay una diferencia... para mí es música, como pueden ser los Beatles o Radiohead. Yo escucho de todo: adagios, ópera, pop... Procuro no distinguir. Sí que me sigo sintiendo muy unido a la música clásica, creo que la ópera tiene un poder que muy pocos tipos de música tienen. Por ejemplo, ahora estoy muy enganchado a los intermezzos de la ópera, las partes instrumentales que no se cantan, me ha dado por eso. También música de piano solo, como Debussy, ahora estoy mucho con el "Claro de luna", o con cosas más clásicas. La clásica siempre está en mi vida, pero está como está todo lo demás, no hago distinciones.

También porque, al haber crecido con ello, lo ves como algo más natural. Quizá si nunca la has escuchado cuesta más entrar... 

Jacobo: Yo creo que sí. Ahora, por ejemplo, escucho algunas cosas de trap o de hip hop, y es como otro lenguaje. Entiendo mucho a la gente que habla de la clásica como si fuera algo lejano; claro, para mí es algo muy familiar, está ahí siempre, todos los días.

¿Qué has escuchado de trap o de hip hop?, ¿te acuerdas de algo concreto?


Jacobo: Hace unos meses compré un vinilo de un tío que me tiene conquistadísimo: Mac Miller. Es increíble, de todo lo que he escuchado es el que me ha dejado enganchado. El disco se llama "The Divine Feminine”, creo que es del 16, y es un discazo increíble.

Aprovechando el título de la canción "El activista": ¿consideras la música como una forma de activismo, más allá de la canción protesta explícita? 

Jacobo: Sí, claro, desde los años 50 o 60, la música ha sido una herramienta de activismo, de protesta social y de casi nueva política. Tiene un poder sobrenatural para mí, la música puede mover montañas y se ha demostrado muchísimas veces. "El activista" es mi humilde reflexión; en realidad, yo siempre hablo de cosas que me preocupan. No me considero un activista porque creo que para ser activista hay que ser más serio que yo, y respeto mucho a los activistas. Pero sí es una canción que reivindica el activismo, más que ser una canción protesta en sí, es una canción que reivindica a los que reivindican, que es una cosa que yo creo que no ha hecho nunca nadie. El activismo es algo superbueno y la gente no es consciente de la vida de sacrificio que conlleva. Y a la vez me inspiré en mí mismo para hablar del activismo, tomé robada la figura del activista, me metí en ella y utilicé mi persona para hablar del activismo desde una manera egoísta: yo soy activista de lo que yo hago, activista de mi música, y lucho desde hace muchos años por defenderla, por el arte.

Has vuelto a trabajar con Juanma Latorre. ¿Te sientes más cómodo delegando la parte de la producción? 

Jacobo: La verdad es que sí. Es una relación muy especial porque ni Juanma es un productor al uso ni yo soy un artista al uso. Yo soy un artista que lo tiene todo muy claro, he producido mis anteriores discos, sé lo que hay ahí y no soy una persona que quiera que alguien me produzca un disco así como así. Y Juanma es un artista y entiende mi situación y mi posición, y tampoco es un productor al uso, controlador. Es una persona con la que tengo muchísimas cosas en común, nos une una amistad grandísima y una admiración mutua, y eso es lo que hace que funcione increíblemente bien. Yo necesitaba a alguien que pudiera complementarse conmigo, traducir cosas que yo tenía en la cabeza y no sabía cómo llevar a cabo. Y también una especie de colaboración artística: él ha tomado este proyecto como algo muy suyo, en las letras por ejemplo me ha ayudado muchísimo. Yo creo que supera a la labor de producción y de artista, hemos inventado algo que todavía no tiene nombre. Es un placer trabajar con él, volvería a hacerlo mil y una veces más.

¿Cómo ha sido el proceso de composición de las letras? Algunas las habéis firmado entre los dos, otras como “La brecha” y "Nada es perfecto" son suyas… 

Jacobo: Yo le proponía cosas, le enseñaba cosas... A veces llegaba con una letra escrita entera y le decía: "¿qué te parece?, cambia lo que quieras". Y él volvía al día siguiente con cosas cambiadas. En "La brecha" fue muy curioso porque yo la compuse en inglés y se la mandé, y le dije "tío, esta letra, tenemos que ver, es una letra muy complicada, no sé cómo hacerlo..." y él al día siguiente vino y me dijo "canta esto". Yo la hice mía en un segundo, me acuerdo de que la vi y dije "ya está". Y con "Nada es perfecto" fue igual. Con ambas —bueno, con todas— yo le decía de lo que quería hablar, le describía mi escenario. Soy una persona muy cinematográfica, con una narrativa muy clara, siempre tengo claro el concepto que quiero contar. Y así con todo el disco. A veces nos juntábamos en el salón de mi casa, con “Deshielo" fue así; nos poníamos uno de pie y el otro sentado, dando vueltas por la habitación, con la guitarra y con un guitalele que tenemos, y cantando la canción, cada uno íbamos diciendo frases y las íbamos escribiendo… Hubo canciones como "El activista" o "Deshielo" que fueron así, juntos, en plan Lennon-McCartney; otras, que fueron de yo darle la letra hecha y él cambiar cosas; o como el caso de "La brecha", que vino con la letra entera.

¿Cómo os conocisteis? 

Jacobo: Nos conocimos en una cena que organizó un amigo periodista, Ángel Carmona, de Radio 3. Él nos llamó a los dos y dijo "voy a hacer una cena en mi casa, quiero que vengáis". No nos conocíamos y él pensó que nos íbamos a llevar guay. Fue una especie de flechazo, y a partir de ahí ya nos hicimos colegas. Fue una cena muy guay, la típica cena que empiezas a las nueve de la noche y acabas a no sé qué hora bebiendo vino. Hace ya años, no sé si fue en 2014 o 2015... y desde ahí no hemos parado.

Ángel es también un poco responsable de tu paso al castellano, él fue quien te propuso por primera vez cantar una canción de Antonio Vega. ¿Has escuchado más música en castellano desde entonces? 

Jacobo: Lo que sí he hecho es leer mucha literatura en español, que hacía tiempo que no leía, porque últimamente he leído más en inglés. En español sí leía el periódico, pero no mucho más, y he procurado volver a recuperar la lengua. Pero he procurado no escuchar mucha porque no quería contaminarme —la palabra contaminar no la digo en sentido peyorativo, aunque la palabra es bastante peyorativa. Yo soy muy consciente del efecto esponja que tengo y que tenemos muchos músicos, y no quería perder mi esencia como cantante, entonces procuré no escuchar mucho, porque no quería coger dejes de otros artistas. He escuchado cosas, claro. Cosas que me encantan, que ya venía escuchando desde años atrás, como Jorge Drexler, Coque Malla o Vetusta [Morla]. Artistas que ya estaban ahí en mi biblioteca. Pero sí que es verdad que he procurado no escuchar mucho porque quería ser original, y es muy difícil cuando estás en un momento de encontrarte y de buscar tu voz en otro idioma. Creo que es peligroso, es un arma de doble filo. No quería sonar a Iván Ferreiro, no quería sonar a otros artistas, a cosas que ya existían... ¡no saques esto de headline, por favor! (risas).

Para este disco también has aparcado tu sello discográfico y has contado con Warner, y también en la comunicación y el management con Pink House. ¿Cómo ha sido lo de delegar? 

Jacobo: Muy duro (risas). Pero en el sentido guay. Duro porque yo he sido muy independiente, y lo sigo siendo. ¡Soy más independiente que los indies! Cuando digo eso es cero apoyo de nadie, de ningún tipo: económico, de infraestructura ni nada. Yo tenía mi oficina, me hice mi sello, salí a la calle a hacer mis discos y negociar mis contratos de distribución, he llevado mis discos a las tiendas, me he hecho mi web, me la sigo haciendo, los carteles, he cerrado las giras… Entonces, cuando vienes de eso y de pronto entras en Warner o en una oficina como Pink House, tienes que renunciar a hacer muchas cosas, a perder bastante control. Para mí, que me considero bastante “control freak”, ha sido duro y a veces tengo que hacer el esfuerzo de echarme un paso para atrás. Soy una persona muy controladora, no solo en el sentido musical sino también en el business: quiero enterarme de muchas cosas, tengo un afán de entender todo y eso muchas veces me lleva a situaciones de estrés y de frustración. Tiene su parte buena y su parte mala, pero dicho todo esto, la verdad es que es un lujo trabajar con gente tan guay como la gente de Warner, de Dro y Pink House, que es una oficina increíble; soy un privilegiado, un afortunado.

Yo sigo siendo un artista independiente aunque esté en una multinacional. Sigo en la escena independiente, he maquetado mi disco, me he ocupado de todo, procuro estar ahí metido. Tampoco ha cambiado tanto la cosa, al final uno siempre es el artista que quiere ser. Es una cosa que tenía muy clara antes de firmar con Warner: que no iba a dejar de pensar en nada y que me hagan todo. Yo soy un tipo de artista que le gusta controlar cada foto que subo, cada mínimo detalle, a qué programa voy, con quién hago una entrevista... Yo controlo todo; es una cosa de la que estoy orgulloso. Es mucho más trabajo, pero al final es tu marca.

¿Sigues vinculado al mundo del Derecho? 

Jacobo: Sigo colegiado en el Colegio de Abogados de Madrid y hago sobre todo cosas gratis para colegas: cosas contractuales, con el inglés de negocio o el inglés jurídico. Es inherente a mí, es una cosa que me gusta hacer casi como hobby, y que nunca me gustaría dejar. También soy mi propio abogado: me negocio mis cosas, yo soy quien se lee mis contratos, que a veces está bien saber lo que firmas. Tu primera experiencia en la música vino de la mano de Yer Soul, cuando vivías en Murcia.

¿Cómo surgió el proyecto? 

Jacobo: Era un grupo universitario, de colegas que estudiábamos en Murcia y además éramos muy amigos. Éramos amigos de la playa, porque veraneábamos en el mismo sitio, y luego fuimos a estudiar a Murcia. Nos juntamos allí y todos éramos fans de los Beatles, de King Crimson, Paul Simon y de muchísimas cosas más. Decidimos hacer un grupo y estuvimos muchos años tocando.

¿Seguís en contacto? 

Jacobo: Sí, seguimos en contacto. En realidad éramos tres, el batería íbamos cambiándolo. De los otros dos chicos, Guillermo y Juan Luis, uno vive en Francia y el otro vive en Austria. Y yo me fui a vivir a Londres, con lo cual los tres éramos como muy europeos. Ellos siguen viviendo allí. Con Guillermo tengo mucho contacto, hablo muchísimo con él por Skype; con Juan Luis menos, pero también; y con el batería también hablo bastante, vive en Murcia y cuando voy por allí nos procuramos ver. Fue una época muy bonita de mi vida, no sería el que soy sin esa época.
¿Por qué decidiste irte a Londres? 

Jacobo: Yo creo que siempre estuvo en mí esa necesidad de Inglaterra, siempre tuve muy claro que yo era de allí casi. Nací en la Mancha pero era como si me hubiera dejado un ovni, como si hubieran enviado una nave espacial, me hubieran dejado tirado allí y me hubieran adoptado mis padres. Culturalmente, intelectualmente, la estética, lo que me ha gustado... todo, siempre ha sido relacionado con lo anglosajón. Es brutal, también algo bastante indómito e inexplicable. Porque estuve expuesto a lo mismo que toda la gente de mi generación y de mis amigos, esa manera de cantar y esa locura por todo lo británico, desde la literatura victoriana hasta el cine, pasando por la música, por el arte. Yo siempre me he sentido muy de allí y cuando pude me fui a vivir primero a Bristol y luego a Londres. Mi vida siempre ha girado en torno a lo inglés, supongo que es algo de lo que nunca podré deshacerme.

¿Y por qué decidiste, luego, venir a Madrid? 

Jacobo: Accidentes de la vida. Nunca me había planteado vivir en Madrid, y ahora soy madrileño, ¡un chamberilero feliz! Yo vivía en Londres, trabajaba ahí de lo mío, de abogado. Tenía mi MySpace con unas demos ahí subidas —que son canciones que están en mi primer disco, en "The word I never say”— y me invitaron a tocar a Madrid, primero al Freeway y luego al Búho Real. Empecé a venir, me empezaron a invitar, una discográfica me quería fichar, luego otra, luego otra... De pronto dejé el trabajo, fue una locura, lo dejé todo por la música. Había luchado tanto por mi carrera de abogado en Inglaterra, una cosa tan difícil, había llegado a un sitio, y dejé todo por lo que realmente tuve siempre dentro, que era la música. Es un poco de película. Me vine a Madrid con una mano delante y la otra detrás... en realidad, las dos detrás. Me vine con una maleta, a casa de un amigo, luego a casa de un primo, y hasta ahora. Todavía no sé muy bien qué hago aquí (risas).

¿Qué tal han recibido en tu entorno de Inglaterra el cambio de idioma? 

Jacobo: Muy bien: cuando dije por primera vez a mi entorno y a mis amigos y a gente de LIPA [Liverpool Institute of Performing Arts], todos estaban como "¿Cómo vas a sonar? No te hemos oído nunca cantar en español". ¡Ni yo tampoco! (risas). Todo el mundo no con miedo pero con "a ver qué haces". Y muy contento con la respuesta, se agradece. Para la gente de Inglaterra el español es muy exótico; el inglés es su idioma, les encantan las canciones en inglés, pero cuando he cantado en español [dicen]: "ahora sí que eres totalmente diferente a lo que se hace aquí". En España la respuesta también está siendo muy guay, sobre todo en directo, flipo muchísimo con ese muro que se ha roto, de que la gente me entiende lo que digo. Sigo tocando mis canciones antiguas, seguiré tocándolas y seguiré cantando en inglés toda mi vida. Pero sí que noto en directo, cuando canto las canciones del nuevo disco o “Icebergs", que llego un poquito más lejos.

Hace unas semanas nos sorprendiste a muchos con tu versión de "Bésame mucho" de Consuelito Velázquez [en el concierto solidario “México. Es que me acuerdo”, en ayuda a las víctimas de los terremotos] 

Jacobo: ¡A mí también me sorprendió, eh!

¿Qué otra música escuchas que uno pueda decir “uy, no le pega nada”? 

Jacobo: ¿Te parece poco "Bésame mucho"? (risas). Me encanta la canción de raíz sudamericana. Ahora estoy escuchando mucho a este hiphopero, Mac Miller, que es una cosa que tampoco se imagina nadie que tenga en mi colección de vinilos. Hay muchas cosas que me gustan, no me avergüenzo nada de reconocer que me gusta algo. Es que sé lo que no me gusta, pero en realidad lo demás todo me gusta.

¿Qué es lo que no te gusta? 

Jacobo: No te lo voy a decir, porque no te quiero dar un titular tampoco (risas), pero algo que está muy en boga ahora mismo, todos los días en la televisión, me crea bastante repulsión (más risas). La música enlatada y karaokesca me pone muy nervioso. Sé lo que no me gusta, pero el resto me encanta. Y es que hay de todo, me encantan muchísimas cosas que no tienen que ver con el estilo purista que a lo mejor la gente imagina que soy. Lo de "Bésame mucho", por ejemplo, lo conté en directo: venía en un taxi con mi hermano e iba contándole "no sé qué tocar…”. Porque son muchos artistas, ¿quién ha venido a verme a mí, qué importa mi canción en México realmente? Pensé que tampoco es un concierto de demostrar, yo no soy el importante, lo importante es México. Pensé: “¿qué podría cantar que consiga que las cuatro mil personas coreen? Y dije: ¡"Bésame mucho”!, que es una canción que yo cantaba en Bristol, engañaba a los bares. Iba a los bares para que me dejaran tocar y me dejaban porque era español, era muy cool ser español en Bristol en ese momento. Entonces decía que sabía muchísima música en español... ¡yo cantaba casi todo Beatles! Pero entonces les engañaba, empezaba con el "Bésame mucho" siempre y luego ya Beatles, versiones mías, algún Jorge Drexler también caía. Es una canción que triunfaba mucho en mi época de universitario. Dije: “bueno, no me acuerdo de la letra, pero tampoco es muy difícil". Aunque me equivoqué (risas). Mi sorpresa fue increíble, la gente se unió. Y lo de [corear] "¡Jacobo, Jacobo!" me pareció algo brutal. La sorpresa fue la mía.

Has tenido una hija recientemente. ¿Qué música le pones? 

Jacobo: Le pongo de todo. Tengo que decir que lo que más la vuelve loca es los Beatles, es increíble el poder de los Beatles. Le pongo de todo: fifties, Harry Belafonte, Elvis, Sinatra —que para mí es el número uno—, le pongo Ella Fitzgerald, Paul Porter, sixties, los Kings, y nada... pero cuando le pongo los Beatles, ¡se vuelve loca! Se pone a bailar, a mover la cabeza. Se llama Julia [pronunciado dʒʊˈlɪa, en inglés], como la canción de los Beatles, o sea que algo tiene que tener. Es la hija del “beatle manchego” (risas).

¿Le has puesto música tuya? 

Jacobo: Pues yo no directamente, pero le canto canciones. Mi madre cada vez que viene, cuando no estoy en casa le pone vídeos míos en Youtube y dice que le encanta, que empieza a decir "¡papá!". Pero yo no soy de poner música mía en casa, no soy tan egocéntrico. No soy de recrearme en mis canciones cuando está el disco terminado. Sí que toco de vez en cuando, practico, hago versiones de mis canciones para directos, y ahí sí que escucha un poquito mis temas y disfruta. Le encanta la música.