Leiva: "Nuclear"


Por: Javier Capapé

Nuclear: Perteneciente o relativo al núcleo. Que emplea energía producida por reacciones atómicas de fusión o fisión. Esta es la definición que la RAE nos proporciona del término con el que Leiva se atreve a titular su cuarto disco en solitario. Un disco que podrá tener muchas interpretaciones e intenciones, pero que, como sugiere su título, procede de su núcleo, de su yo más interno, y se nos presenta como una explosión o como una reacción enérgica, como la liberada tras una explosión del calibre que este nombre indica. Para Leiva "Nuclear" puede sugerirnos un lugar devastado, donde han ocurrido muchas cosas, al igual que puede ser también el centro de esas zonas devastadas. Una sugerencia para explorar nuestro interior después del incendio, porque ahí está la realidad, lo que permanece.

Casi cuatro meses después de escuchar "No te preocupes por mí", primer adelanto de "Nuclear", llegamos finalmente a vislumbrar el contenido completo de este disco, que sorprende desde su elegante formato físico diseñado por el equipo de Boa Mistura. Una obra que se nos descubre como las capas superpuestas que conforman nuestro núcleo, nuestro propio corazón. Cada una de esas capas es una canción y cada canción accede más a la profundidad de su autor, que no esconde nada y nos muestra desnudas sus entrañas. El corazón es el músculo donde nacen las cosas, y así el corazón de Leiva se va formando a través del libreto, dejando clara su intención de cuidar por encima de todo a aquellos pocos aficionados que seguimos comprando discos, como éste, que tiene la capacidad de agarrarte y quedar hipnotizado por la crudeza de su sonido e intenciones, mostrando a un Leiva cada vez más creíble y menos impostando, que supura verdad por los cuatro costados, que ametralla con su sinceridad, que se abre en canal.

"Expertos" es el primer corte de estos doce nuevos y futuribles himnos del madrileño, pues una vez los escuchas es difícil que no pasen a engrosar lo más granado de su discografía y se conviertan en imprescindibles en sus conciertos y de los favoritos de sus seguidores. Y aunque parezca lo contrario no hay un ápice de exageración al hacer esta afirmación, porque sí, estas canciones serán reconocibles por sus fieles, seguirán una misma línea con lo hecho anteriormente, pero tienen algo más, un extra de honestidad y un brillo más convincente que nunca. Así, "Expertos" entronca con la sensación que nos dejó "Monstruos" y podría haber encajado perfectamente con este disco por la épica que rezuma, pero las guitarras suenan más ásperas desde el primer acorde y eso hace que se vislumbre esa garra y esa sinceridad a pecho descubierto desde el primer instante. "Superpoderes" es la primera de las cuatro canciones del disco que únicamente cuenta con el formato básico del rock: guitarra, bajo y batería. Y no necesita nada más para sorprendernos. La tónica del “menos es más” se hace palpable y se convierte en el mejor ingrediente para oídos inquietos a la par que exigentes, que no necesitan aderezos de vientos o colchones de teclados para hacer sonar las canciones de la mejor forma posible. Además esta canción cuenta con una de esas afirmaciones categóricas de este artista que hacen mella: en boca de la protagonista de la canción nos habla de hacernos presentes en las vidas de los otros "dejando discos en sus casas", una manera sorprendente de conquistar territorios. Una fantástica manera de hacer reales nuestros "superpoderes".

"No te preocupes por mí" es una de esas canciones que domina a la perfección el de Alameda de Osuna. Un medio tiempo intenso, con tintes épicos y con Leiva dejándose la piel en su interpretación vocal, que en este disco he de decir que suena menos forzada, a pesar de mantener por momentos su deje que arrastra las palabras, aunque en este caso la crudeza ayuda a que su voz penetre con más facilidad en el oyente. "Maniobras suicidas" es una joya con una conexión directa con The Beatles. Desde el arpegiado a medio camino entre "Strawberry Fields Forever" y "Dear Prudence" al solo de guitarra típicamente Harrison, que le da un toque exquisito a un tema en el que no falla absolutamente nada. "Lobos" es el corte más afilado del conjunto, una canción netamente roquera donde resuena de nuevo la venganza y la rabia hacia un ex-socio, como en su día ya hiciese con "Medicina". No son necesarios ni unos débiles teclados, tan solo las palmas de Leiva, Carlos Raya y César Pop y los coros de su hermano Juancho y Ovidi Tormo de los Zigarros, como ocurre en la mayoría de los temas del álbum, para dar forma a un tema directo en el que la banda suena como en los discos de antaño, tocando todos juntos a la "vieja usanza", cercanos y sin aditivos.

La canción que da título al álbum se mueve entre el susurro de las estrofas y el estallido de los estribillos, destacando una base programada al inicio que le da un toque casi industrial. Le sigue "En el espacio", el último adelanto del disco, que ya en su día me dejó extasiado. Este tema es como una carrera de fondo que explota en un final épico apoyado en los vientos, que se hicieron enseña en los anteriores discos "Pólvora" y "Monstruos" y que aquí están muy bien escogidos en tan sólo tres de los temas de la colección, concretamente en los que tienen un aura de canción de estadio. Continúa con más potencia en "Como si fueras a morir mañana", que nos indica que no podemos escapar de la era digital, aunque lo hace con las armas más setenteras del conjunto y descargando toda la chulería del rock. Capítulo aparte merece "Costa de Oaxaca", una canción que salió de la resaca de la producción sabinera y que tiene un aire totalmente vinculado al jienense. De hecho no hubiera desentonado nada en "Lo niego todo" y sería más que curioso oírla entonada en la voz de Sabina. Es el capricho distintivo en un disco puro guitarrero, pues aquí nos queda un poso acústico emocionante que nos permite tomar el aire entre el resto de canciones marcadas por la electricidad. Como también ocurre en "Godzilla", quizá la canción más redonda del disco y no sólo por su interpretación a tres voces con las colaboraciones magistrales de Ximena Sariñana y Bunbury subiendo de tono, sino porque la canción es pura poesía y su línea melódica es soberbia. Vuelven a aparecer aquí los vientos, que dibujan la apoteosis final y que podrían haber puesto el broche de oro a este "Nuclear", pero Leiva gusta de terminar en distancias más cortas y así vuelve a atacar con "A ti te ocurre algo", un rock que suena a Pete Townshend en su arranque y que no se asusta de mostrar sus influencias con orgullo, y con un delicado final, algo reiterado en sus discos, de la mano de "El gigante de Big Fish" y la peculiar historia que narra.

Finalmente “Nuclear” no es un disco que se salga tanto de los esquemas del músico como habían querido anunciarnos. No es tal vez ese disco que pretendía desnudar a Leiva totalmente (aunque sí podría hacerlo el CD con las notas de voz de las canciones que acompaña al lanzamiento, en referencia directa a esa frase de "En el Espacio" que dice "tengo pedazos de un disco en la cabeza"). De hecho casa como un guante con su anterior trilogía, que parecía que estaba empeñado a dejar en un capítulo aparte y que parece que con este disco no llega a conseguirlo del todo, pero sí que gana enteros en la firmeza del discurso, dando más peso a las guitarras crudas que a los arreglos de vientos y a una voz que se palpa más cercana, como queriendo que nos cueste menos adentrarnos en su núcleo, en ese corazón que bombea en cada canción, que baja de intensidad para conseguir sacarnos una lágrima en los momentos clave y que sube de revoluciones para alzar el puño y cantar con toda la rabia del mundo canciones que definen a un músico inquieto, uno de los estandartes de su generación, que además ha conseguido lo que muy pocos: atraer público, ser querido entre los músicos y conseguir cada vez más reconocimiento como autor generacional por la crítica. Dos Wizink Center para verle el próximo junio en Madrid avalan la fidelidad con un público al que le debe mucho y por el que no escatima en agasajos. Un público que, como sus críticos, se quita el sombrero ante esta obra que marcará su carrera por mantenerse fiel a un estilo ya inconfundible pero a la vez dar pequeños pasos hacia un futuro insondable.