Sidecars: "Ruido de fondo"


Por: Javier Capapé

Puntuales a su cita Sidecars acaban de publicar nuevo disco a pesar del caprichoso escenario de la “nueva normalidad”. Están reimaginado su gira de presentación para llevarla a teatros en lugar de a grandes espacios y mantienen toda la ilusión porque este lanzamiento pueda ser “el disco de sus vidas”, en alusión al documental que versa sobre su última gira y que complementa en formato DVD a la primera tirada del disco. Cierto es que Sidecars han vuelto a despachar una colección de canciones solvente, muy bien hilada y con momentos destacados, pero vuelve a fallarle cierto continuismo, marcado principalmente por la presencia de Nigel Walker en las tareas de producción, el cuarto Sidecar. El que esto escribe es de la opinión que el trío de Alameda de Osuna debería soltar la mano de su productor de cabecera y lanzarse a la piscina probando cómo sonarían bajo la batuta más cruda de José Nortes, más indie de Ricky Falkner, más arriesgada de Paco Loco o incluso de la más clásica de su “hermano” Leiva.

“Ruido de fondo” hace crecer a su predecesor, que nos había dejado con una sensación algo tibia tras el paso del tiempo. Éste suena más creíble y contundente que el anterior, pero a la vez confirma a aquel como un disco que daba un primer paso hacia su consolidación. Ahora sabemos que iban por el buen camino. La duración algo más ajustada de “Ruido de fondo” hace que no caigamos en el tedio, pero es que estas once canciones pueden presumir de un mayor nivel que las que conformaban “Cuestión de gravedad”. Aquí sigue habiendo el mismo pop-rock clásico que tan pronto remite a M-Clan como a Revolver o Quique González, pero consolidando un estilo en el que podamos reconocer la personalidad de Juancho y los suyos como propia, sin necesidad de remitirnos a nadie más que a ellos mismos.

“Mundo imperfecto” fue su primer adelanto además de ser la canción que abre el lote, y muestra todas las cartas boca arriba desde sus primeros acordes. Rock con garra a la vez que radiable y con un estribillo de lo más ligero y coreable. Es una canción continuista, que entronca con su anterior trabajo y no despista a sus seguidores, pues ofrece justamente lo que éstos están esperando. “Garabatos” pretende subir un peldaño desprendiendo cierto aire "beatle" desde sus arpegios de teclado, pero se torna rápidamente, desde el puente, al deje de los últimos Pereza. El solo de guitarra imprime carácter y hace crecer a la canción, aunque ésta aporte poco más de lo previsto. “Galaxia” parece extraída de uno de los básicos de Revolver. También podría haber habitado en su fantástico “Contra las Cuerdas”. En ella destacan su estribillo melódico y sus toques de violín a modo de riff, aunque a mi parecer destaque mucho más “Detrás de los focos”, más introspectiva y con un Juancho confesional asistido por las teclas de César Pop y un estribillo explosivo, que la convierte en la constatación de la fórmula mágica de Sidecars. Quizá sea ésta una de sus canciones tipo, pero realmente les ha quedado redonda, conteniendo todos los ingredientes de la fórmula magistral de los madrileños con una factura impecable que les hace sonar tanto a ellos mismos como a sus principales referencias (otra vez con un final al más puro estilo Lennon-McCartney).

La delicada “La noche en calma” pudimos escucharla también como single de adelanto y en poco tiempo se ha convertido en una de las favoritas de sus fans y de sus propios autores. La canción es realmente emotiva y está vestida con un traje delicado que le sienta fenomenal, pero más allá de su aparente trascendencia puede perder puntos frente a otros temas más potentes, como el que le sigue a continuación. “Golpe de suerte” es también otra de sus composiciones aparentemente ya escuchadas, pero vuelve a ganarnos por su estribillo ganador, así como por sus rasgueos y riffs de guitarra. Otra de las más solventes de la colección con un Juancho que cada vez define mejor sus giros vocales.

Si lo que queremos es combinar una canción dulce con un gancho rock, con cierto regusto al “Exile on main Street” de los Stones, tenemos “Looping star”. ¿Qué tiene ese estribillo que nos hace dar vueltas, como dice la canción, y volar? Me parece todo un acierto dentro de estas once pequeñas perlas, porque cuanto más la escucho más me doy cuenta de que esto es lo que querían hacer realmente Sidecars con este disco, una canción tan frágil como cruda y con carácter. Con guiños a los clásicos y a sus grupos de referencia más cercanos, y sobretodo con un punch ganador que hace que te brillen los ojos sin querer, como reconociendo entre estos acordes justo lo que andabas buscando en la nueva colección del trío.

“Quién sabe” tiene como atractivo la colaboración de Angie Sánchez a las voces, convirtiéndola en un dueto tan delicado como emocionante. Seguidamente, los acordes del tema titular del disco parecen estar sacados directamente del “Terriblemente Cruel” de Leiva. Les permitimos esta licencia por la cercanía con su autor, pero abusar de las referencias es el talón de Aquiles de Juancho, Ruly y Gerbass. Su siguiente paso debería ser desprenderse, en la medida de lo posible, de estos préstamos descarados y crecer bajo una fórmula más personal, algo a lo que poco a poco se están acercando. Por supuesto que “Ruido de fondo” es acertada y tiene un estribillo certero, pero tropezar tantas veces en la misma piedra terminará cansando o inclinando la balanza hacia el olvido. “Noches de guardia” se abre con fuerza bajo las eléctricas afiladas. Juancho convence con “el viento de cara” y las perfectas armonías de su estribillo nos hacen claudicar y quitarnos el sombrero ante una nueva canción a destacar del lote. Sidecars se despiden con el rock más crudo de “Voyeur”. Fresco, liviano, afilado en sus formas y, por qué no decirlo, con un punto Los Rodríguez. Perfecto cierre rocanrollero al que pocas pegas podemos poner. Enérgicas guitarras, piano percutido y actitud hacen de esta canción una delicia para los amantes del rock de los setenta. Llena de clichés, pero nada desdeñables y siempre a favor de una composición directa y convincente.

No hay que darle muchas más vueltas. La personalidad de Sidecars está cada vez más afianzada gracias a su capacidad para componer unos estribillos pop casi perfectos con una pátina del mejor rock guitarrero. No estoy seguro de poder afirmar que éste se convierta en “el disco de sus vidas” como apuntaba al principio, pero a buen seguro será uno de los que más alegrías pueda darles. No encontraremos en él muchos minutos sobrantes, más bien lo contrario. Fuerza, porte y solidez que les encauzan cada vez más en la buena dirección de ser ese grupo del que todo el mundo hable. Un disco que más que “ruido de fondo” puede convertirse en esa banda sonora benigna y vital (tan necesaria en los tiempos que corren) para muchos de nosotros.