Travis: "10 songs"



Por: Jesús Elorriaga

Decía el poeta Antonio Carvajal, en una entrevista realizada la pasada primavera, que la búsqueda de la belleza es un medio muy eficaz para ser feliz. Travis hace tiempo que han hecho de esta eficacia una forma de concebir y realizar sus discos. Sobre todo desde que, tras disfrutar de un breve pero intenso periodo donde nadaron (merecidamente) con bastante comodidad entre el reconocimiento de crítica, público y premios diversos, se apartaron con elegancia de ese tenue pedestal para crear su propio camino, más alejados de los focos pero siempre fieles a un credo: ser felices y auténticos.

Lejos parece quedar ya 2003 y el viaje al epicentro de la depresión, la fragilidad y el deleite creativo que empujó a Francis Healy a firmar "12 memories", un disco absoluto que marcó un antes y después en la banda. Como entonces, Healy vuelve a aparecer acreditado como el autor de todas las canciones de este último trabajo, titulado escuetamente "10 songs". Pero al contrario de lo que pudiera parecer, no todo es tan naif como la portada pretende reflejar ni tan suave y tierno como uno de sus singles de adelanto, “All fall down”. Los de Glasgow han creado a partir de esta aparente simplicidad un disco que se mueve cómodamente en diferentes espacios más luminosos y extensos.

El noveno disco de una banda que lleva casi 30 años en la carretera refleja muy bien la ausencia de obligaciones y explicaciones a la hora de sacar nuevos trabajos. Sin embargo, hay en la escucha, en ocasiones, una sensación de cierre de círculo, como de volver a interpretar aquel personaje que fueron pero tal y como lo harían siendo los señores que son ahora, no aquellos veinteañeros. Por eso no es extraño que dediquen el disco al desaparecido Harry Dean Stanton (la banda tomó el nombre de su personaje en la película “Paris, Texas”) y a Robby Müller (director de fotografía de la misma película y muchas más de Wenders, Jarmusch y Von Trier, entre otros). Vidas ausentes pero reencarnadas indefinidamente en otros cuerpos, figuras e imágenes. Como las películas y las canciones. De ahí el valor imborrable de estas. Diez canciones como diez recuerdos o diez biografías. 

"It's easier to be alive/Than hide under your pillow/While your life is passing you by" cantan en su primer single: “A Ghost”, y entonces nos encontramos a través del espectro con una energía muy reconfortante. Sin pretender un regreso a lo “Tied of the 90s”, la canción es un himno a la vida en plenitud, posiblemente uno de los mejores temas de la banda. Por otro lado, también hay momentos para el recogimiento (“A Million Hearts” o “All Fall Down”, ideal para quedarse dormido frente a la chimenea en una tarde que nieva afuera. Susurrante y tan íntima que la sientes dentro de la ropa).

El disco comienza con amabilidad, al piano laberíntico de “Waving At The Window” y se electriza en “Valentine”, con la voz de Healy impertérrita ante los jugueteos de las guitarras ensuciadas, post adolescentes, dominando la situación. Entre medias, un regalo a los oídos junto a la vocalista de las Bangels, Susanna Hoffs, en “The Only Thing”, a la que adorna con sobriedad una pedal steel de Greg Leisz. Con los años, estos escoceses se han convertido en artesanos acostumbrados a hacer canciones redondas que funcionan muy bien, sin alardes pero con las jugadas bien estudiadas para encandilar sin apenas quererlo. Con “Kissing in the Wind” y “Butterflies”, te llevan de la calma protectora inicial hacia la abundancia de colores, en cambio con “Nina’s song”, un 3/4 sobre despedidas vacías de tristeza, y la canción que cierra el disco, “No Love lost”, te hacen pasar de la magnificencia a un mar de tranquilidad y que, al igual que en la mencionada “All Fall Down”, le basta tan solo un par de elementos (un piano, un volátil sintetizador) para acompañar a un Healy pegado al micro, susurrante, casi como si le diera lástima despedirse de nosotros.

Si consideramos a Travis como parte de la familia, se les quiere porque aportan ese toque cariñoso y a la vez libre cuando más se les necesita. "10 songs" no va a sonar nunca como "The man who" o "The invisible band", pero qué más da. En estos días de mierda hace falta que de vez en cuando nos ofrezcan algo de luz, simplemente con canciones bonitas. Y los de Glasgow saben alcanzar el punto correcto para deleitarnos una vez más con notables experiencias que, aunque no nos sorprendan, son una apuesta segura.