Centro Cultural Joaquín Roncal, Zaragoza. Miércoles 10 de diciembre de 2025.
Texto y fotografías: Javier Capapé.
Aún no nos habíamos recompuesto tras las graves pérdidas de nuestros admirados Jorge Martínez “Ilegal" y Robe Iniesta. Aún andábamos con el semblante cabizbajo y el corazón en un puño. A veces es difícil recomponerse de estos duros golpes que como familia del rock sentimos tan profundamente, pero ahí estaba Javier Almazán, alias Copiloto, para intentar devolvernos el empuje necesario. La presentación de su disco más íntimo hasta la fecha (y quizá también uno de los más valientes) en Zaragoza tenía lugar en el Centro Cultural Joaquín Roncal una fría tarde de diciembre. Toda la ciudad nos mostraba sus luces navideñas mientras el músico oscense nos invitaba a refugiarnos en la intimidad y el calor de este discreto auditorio de la capital, ideal para este formato, todo hay que decirlo.
El motivo estaba muy claro. Ofrecernos de principio a fin su “interior/noche” cual experiencia vital. Dejando que degustásemos cada verso, cada pasaje sonoro, cada armonía, incluso cada silencio, como si se tratase de un viaje, tal y como ya nos sugería el disco desde su concepción. Del enamoramiento y el entusiasmo al fracaso y la decepción, aceptando la experiencia como un aprendizaje para empezar recompuesto de nuevo. Así, el concierto empezó con “Contacto Cero” y fue avanzando con la calma y delicadeza que desprenden también estas canciones desde su versión de estudio hasta el patio de butacas, pero para esta ocasión con la magia que siempre nos aporta su interpretación en directo, con toda esa naturalidad que nos acerca a la verdadera esencia del creador. Almazán se rodeó para la puesta de largo de este fantástico disco de los músicos con los que lo grabó: Óscar Garza al bajo (que también le ayudó con la producción en su momento), Lorién Vicente al piano, guitarras y ukelele y Óscar Cubero a los efectos, percusiones y alguna guitarra atmosférica como la que escuchamos con el efecto del e-bow en “De ti, Venecia”. Entre los cuatro consiguieron recrear la ambientación y sonoridad propia de este “interior/noche”, que invita al recogimiento y prescinde de elementos superficiales para golpear desde la esencia misma de la canción.
Los temas que forman la parte más luminosa del disco se sucedieron al comienzo. “La activista y el cónsul”, “Por algo” o “De ti, Venecia”, un bolero que el propio Almazán confundió mientras lo componía con una bossa nova, lograron levantarnos el ánimo, a pesar de su intimismo, por los sentimientos de gozo y pasión que nos despiertan. Sin solución de continuidad llegamos al abismo en el que nos hundimos tras la ruptura con “El elegido”. Las suaves percusiones, junto a algún efecto programado y los sedosos bajos, acompañaban a las guitarras españolas y acústicas que se repartían entre el alma de Copiloto y Lorién Vicente en la segunda parte de esta experiencia sonora que forman estas nueve canciones, en las que la soledad del que se queda tras la ruptura se ejemplifica con el uso predominante de la guitarra por encima de esa conversación compartida que veíamos en las primeras canciones junto al piano. Sin duda, “El elegido” es el punto de inflexión en esta historia y funcionó como una de las más convincentes del lote. Muchas de estas composiciones dolían al escucharlas en primera persona por su autor (algo también favorecido por el ambiente creado durante el concierto), aunque su efecto era balsámico. Se respiraba un ambiente que invitaba, desde la sencillez, a compartir estas vivencias, a no quedárselas dentro, rozándose un tono más épico en “Una Calathea” (apoyada en algunas secuencias y un maravilloso piano), así como otro más crudo en “Estúpido” o “Haces magia”.
El final del grueso del concierto dedicado, sin concesiones, a “interior/noche”, no necesitó de ninguna salida del escenario para diferenciar este bloque del resto de la velada. “Amanezco”, como ocurre en el propio disco, invitó a dar un paso adelante tras la pérdida. A recomponerse y aprender de lo vivido. Para la ocasión, y gracias a contar con estos talentosos músicos en escena, Almazán transformó sutilmente estas últimas canciones citadas, que en el disco se presentan más desnudas, con pequeños matices que sumaron enteros frente a sus versiones originales.
La comunicación con el público fue más allá de las canciones, nutriéndonos de apuntes que ayudaban a entender el sentido de las mismas, aunque cuando realmente nos sentimos interpelados por las emociones que movían a Javier Almazán en este preciso día del concierto fue cuando nos contó que se cumplían ocho años de la pérdida de su padre, al que dedicó la muy sentida “Abrazos salvavidas”, e indirectamente también la entendimos como su personal homenaje a Jorge Ilegal y Robe Iniesta. “Lista de convocados”, uno de sus temas más enérgicos, se vistió solo con el piano, mostrando así su intención de desnudar las canciones de sus primeros discos que iban a formar parte de este tramo final del espectáculo, aunque las que gozaron de mayor cupo fueran las de su EP más íntimo “Abrazos Salvavidas”, algo lógico si tenemos en cuenta que es el que más queda emparentado con sus composiciones más recientes. Antes de interpretar “Lo inolvidable” nos recordó aquel videoclip en el que encapsularon la famosa “Filomena” para la posteridad, y en “Ser un libro abierto”, una de las que sonó con más ímpetu, se acordó de Ixeya y de la gran aportación que hicieron para esta canción en el disco que revisaba sus temas más clásicos publicado hace poco más de un año.
“Ya me conoces” puso fin a un encuentro con Copiloto intachable, al que tan solo podemos ponerle la pega de su ajustado timing. Las guitarras sonaron con delicadeza para acercarnos al alma de estas composiciones y sentimos todos sus arreglos con un tono sosegado a la par que preciso. La joven banda de la que se rodea Almazán ha sabido entender mejor que nadie el espíritu de estas canciones y las ha llenado del punto exacto de magia que necesitan y, a la vez, han sido capaces de transformar, dándoles una segunda vida, algunos de los clásicos del proyecto del músico oscense. Me hubiese gustado que se atrevieran con alguna canción más de sus primeros discos en este formato con el que parece que Copiloto está encontrando su sitio. Sin duda es el camino que parece tener claro que quiere seguir, donde se impone la palabra y se disfruta de cada acorde sin prisa, facilitando la entrada hasta el fondo de las canciones. Ese es su camino en este momento. El que ha iniciado con “interior/noche” y que esperemos siga teniendo mucho recorrido, pues necesitamos de más momentos como estos. Necesitamos, como bien nos dicen los versos de “El amor y el mundo”, muchos más instantes de valor, como este concierto, para frenar la inercia en la que estamos sumidos. Más instantes de paz que saben a verdad en los que detenerse y hacer consciente todo lo que verdaderamente importa.
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